Qué paradoja, no hay guerras, pero los soldados españoles mueren. No hay guerra, sólo terrorismo, nos acaba de decir Obama. Es mentira. La guerra está entre nosotros. Ocurre que el hombre inventa las palabras y tiene la facultad de cambiarles el significado. La guerra que nos declara la Naturaleza nos parece la mirada turbia de Dios. La que trae la pobreza y la miseria la cubrimos de explicaciones geográficas e históricas. La guerra de la estupidez, la de no querer saber es la más cruel de todas. No sé si los soldados españoles que han muerto en Haiti viendo a un enemigo feroz e inerme encontraron algunas respuestas. Pero el final de sus vidas es la respuesta para muchos que hoy verán por la televisión sus funerales. Mueren por España y por otros que no saben nada de España. Mueren porque cuando fueron llamados no pudieron y no quisieron decir no. Rilke tiene un ruego a los cielos que empieza así: Detén mi corazón y latirá mi cerebro/ y si incendias mi cerebro/ te llevaré en mi sangre. Cómo siento que hayan muerto sin leer estos versos.
lunes, 19 de abril de 2010
Soldados de España
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