domingo, 15 de febrero de 2009

La Tertulia - 10/02/09 (LDTV)

Federico Jiménez Losantos y César Vidal presentan su libro sobre la Historia de España.

Pena y asco

13 de febrero de 2009

Nada encuentro más repugnante y triste al mismo tiempo en el comportamiento del ser humano que la práctica del aborto. Que no sea considerado así universalmente sólo es una prueba de que vivimos en una sociedad más que enferma, en descomposición. ¿Puede haber algo peor que abortar una vida antes de que pueda ver la luz, respirar por sí sola? Es repugnante que cuando se discute sobre esta cuestión, todo el mundo se acoja a su ideología o a sus creencias. Así, es casi imposible encontrar a un ateo, un agnóstico o un "progresista" que se declare contrario al aborto. Es triste ver como personas que exhiben con orgullo su defensa de los derechos humanos, e incluso de los derechos de los animales, son al mismo tiempo firmes partidarios de la "interrupción voluntaria del embarazo". Como si hubiera un derecho humano más importante que el derecho a la vida y el no nacido fuese menos que un toro o un perro y no lo más necesitado de protección que se pueda imaginar. Es repugnante el ya rancio lema "nosotras parimos, nosotras decidimos". Como si alguna mujer hubiera sido capaz de autofecundarse. Como si un embrión o un feto fuera un quiste o un tumor del cual una pueda deshacerse con alivio. Luego querrán que el padre se implique más en el cuidado y la educación de los hijos, pero el embarazo es sólo cosa suya. Es triste que se hable de plazos, como si un embrión fuera menos ser vivo que un feto o un feto de tres meses, menos que uno de nueve. Es repugnante el argumento de que con ley o sin ella, se aborta igualmente y por lo tanto, es mejor que se haga dentro de la legalidad. Por ese razonamiento llegaríamos a la despenalización de cualquier delito. Es triste que se considere el aborto como una solución a los problemas que causan los embarazos no deseados, principalmente entre las mujeres más jóvenes o con menos recursos económicos. En vez de mirar de ayudarlas a criar a sus hijos o, en último término, darlos en adopción, se les presenta el aborto como una opción más, una opción fácil y cómoda incluso. Mentira siempre, pues no hay ninguna mujer que haya abortado sin padecer secuelas físicas o psicológicas, cuando no ambas. Es repugnante, en fin, que se considere a los contrarios al aborto "carcas", retrógrados y así. Cuando esta práctica era habitual, por ejemplo, en tiempos de los romanos. Los primeros cristianos ya se oponían a ella, pero ya se sabe que eran unos tipos malvados que se dejaban comer por los leones, seguramente con la aviesa intención de envenenar a los pobres animalitos.

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