miércoles, 11 de mayo de 2011

Leer

Horacio Vázquez-Rial en Libertad Digital

Dice la Academia que leer es –primera acepción– "pasar la vista por lo escrito o impreso comprendiendo la significación de los caracteres empleados". Después abunda en otros sentidos del término, desde leer el futuro en la bola de cristal o en la baraja hasta leer el pensamiento.

Hace poco recomendé en un artículo la lectura de Hijos de la ira, de Dámaso Alonso, y una leal, respetuosa y muy querida amiga decidió hacerme caso y se puso con el libro, de cabo a rabo. El resultado fue magro, claro, y me dediqué a explicar que la poesía no se lee así, de corrido y en montón, tal como se la expone en los libros de poemas. Se lee poema a poema, de ser posible en voz alta, en compañía. Así fue como yo empecé a leer poesía, en mi muy remota adolescencia, en grupo de amigos, y por eso tengo tantos versos en la cabeza, demasiados casi, que irrumpen sobre todo cuando escribo, porque se escribe con el oído, y el oído está lleno de esas viejas músicas, de "crepitaciones de un pan que en la puerta del horno se nos quema" (Vallejo), de generales que van "en coche al muere" (Borges), de "tan corto el amor y tan largo el olvido" (Neruda), de "si tú me dices ven lo dejo todo" (Nervo: el bolero lo plagia, él hablaba a Cristo), de "poor old Benito" (Pound).

Pero después de decirle esto a mi amiga recordé que no sólo hacíamos eso con los poemas. También en grupo, comentando, subrayando, glosando cada frase, leí la Fenomenología del Espíritu y La ciencia de la Lógica de Hegel, por ejemplo. Hace muchos años que no hago lo uno ni lo otro, que la lectura es para mí una actividad íntima. Aunque a veces echo de menos la compañía cuando descubro o redescubro un gran poema, echo de menos voces y emociones compartidas ante el descubrimiento de una imagen o una idea.

Leer no es en absoluto pasar la vista por lo escrito y descifrarlo más o menos coherentemente. Ésa es sólo la primera etapa. La segunda es la comprensión, que va más allá del desciframiento, y que ya tiende a la incorporación de conceptos, imágenes o términos: ideas. Es lo que suele hacer cualquier estudiante aplicado al que le han encomendado el aprendizaje de un texto. A la tercera se llega sólo a veces. Me refiero a la creación de lo que se lee.

Decía Sartre, cuya sabiduría no hay que despreciar por sus estupideces ni por sus ambigüedades, que la obra, el texto, sólo está completa cuando además de un autor y una tesis, o una imagen, o un mensaje, o simplemente un contenido, tiene un lector.

Obviemos aquí al autor, que casi siempre escribe lo que no sabe, para ponerlo en evidencia y, tal vez, no siempre, descubrirlo. La mayor parte de las veces el texto es, en ese sentido, autónomo. Hace años, en una entrevista, Claudio Magris me dijo: "Mis libros son mucho más inteligentes que yo". Y era cierto, no en su caso particular, sino en el de los escritores en general, y me incluyo, pues enseñan en su escritura lo que no han podido aprender. El texto, en expresión de Barthes, prolifera. Es en ese ámbito donde la escritura es un don. Me ocupé de esta condición singular de la escritura en un artículo publicado hace más de diez años, "La resistencia a la revelación", y no voy a reiterarme aquí.

Lo que entonces decía acerca de la revelación literaria estaba relacionado con la experiencia de la escritura, el misterio de lo que el escritor sabe, pero no sabe que sabe, y que aparece en el texto, por mediación de las palabras antes que por la de la conciencia. Ahora quiero señalar que también en la lectura hay un factor revelación, un descubrimiento de que lo que yace en el texto es algo que oscuramente se sabe, pero que no ha salido a la luz hasta ese mismo instante. La experiencia más corriente es la del que descubre que ese autor dice lo que yo pienso pero nunca he podido expresar con esa precisión. Y se empieza a leer, y se adquiere el hábito y hasta la adicción a la lectura, tan pronto como se ve que es posible identificarse con el escritor o con sus personajes: tan pronto como se ve que las palabras, en un orden determinado, revelan algo, ya no exterior o ajeno, sino profundamente propio.

Los libros que componen la Biblia son hijos no sólo de la revelación hecha a sus autores, también de la revelación al lector. Y todo texto es doblemente revelado, por y para el autor, y para y por el lector.

Todo esto se relaciona directamente con una inquietud manifestada por no pocos lectores de mi artículo sobre la posibilidad real de pensar racionalmente, al margen de los desechos ideológicos con que cada uno carga, ya no en su conciencia, sino, sobre todo, en su inconsciente. Lo ideológico, lo prerracional, hace las veces de escudo ante la revelación implícita en cualquier texto literario o filosófico. Impide la entrega a la experiencia, la libertad de asumir o rechazar desde la razón, pero también desde la emoción, sin la cual no hay acceso al verdadero saber. Saber es vivir, leer es vivir. Hay una erótica de la lectura, sin la cual la puerta del conocimiento permanece cerrada.

La voracidad lectora no es una manía ni una costumbre: responde a un hambre real, a un ansia de alimento que no sólo repare, también complete. ¡Se parece tanto a la pasión amorosa! ¿Es una forma de la pasión amorosa? Tiene de ella al menos dos rasgos: la necesidad de llenar un vacío doloroso y la posibilidad de inventar su objeto y de investirlo como don. Yo creo que en ello radica la clave del verdadero camino del saber, del pensamiento, de la verdad, de la libertad.

¿Sirvió de algo el tijeretazo?

Juan Ramón Rallo en Libertad Digital

Esta semana se cumple un año de aquel tragicómico momento en que Zapatero anunció recortes para todos los colectivos a los que previamente había mimado: funcionarios, pensionistas y dependientes. Fue una decisión de urgencia para afrontar una coyuntura en la que los inversores internacionales habían decidido, tirando de sentido común, negarnos el pan y la sal.

Cosas de los perversos especuladores: como el muy progresista Gobierno de Zapatero había incurrido en 2009 en un déficit del 11% del PIB y no había perspectiva de que su preclara majestad tuviese intención de reducirlo por propia voluntad, nos obligaron a apretarnos el cinturón. ¿Cómo? Pues por la muy represiva vía de amenazarnos con no prestarnos el dinero que necesitábamos para mantener nuestros desbocados niveles de gasto.

Los habrá que, hipnotizados por el mantra socialista, hubieran preferido que no nos prestaran antes que ceder a las exigencias de los prestatarios y recortar el sacrosanto gasto social. Pobrecitos. El 11% del PIB equivale a más del 25% del gasto público anual. ¿Se imaginan qué habría sucedido en caso de que no hubiéramos seguido recibiendo dinero? Pues, por ejemplo, que a los funcionarios les habrían recortado el salario no en un 5%, sino en un 30 o un 40%; por no hablar de la interrupción de numerosos servicios que el Estado habría sido incapaz de seguir financiando...

Cosas de la opresiva dictadura de los mercados. Ya sabe: para la progresía, que unos señores decidan no seguir prestándonos su dinero es una intolerable coacción, y que los gobiernos nos saqueen es lo propio y solidario.

Sea como fuere, transcurridos doce meses del tijeretazo que posibilitó que hubiera ahorradores dispuestos a seguir prestándonos dinero, ¿cómo hemos aprovechado esa tregua que nos dieron? Pues muy mal: el déficit público sigue enquistado en el 9% del PIB –algo así como todo lo que recaudamos por IRPF e IVA en 2010–, y la reforma laboral de verdad –esa que necesita España, y no el camelo que nos vendió Corbacho con la colaboración de los sindicatos y su huelga de pacotilla– sigue durmiendo el sueño de los justos, motivo por el cual el paro ha aumentado en medio millón de personas.

Este año de gracia que nos han dado los mercados ha sido desaprovechado groseramente por el Gobierno. Puede que, atendiendo a la pasividad gubernamental, muchos no sean conscientes de la gravedad de la situación, pero lo cierto es que si algo hemos hecho en el último año ha sido empeorar. Así lo certifica, por ejemplo, el movimiento de nuestra prima de riesgo, que pese al recorte y a las promesas de rescate alemán sigue tan alta como hace doce meses.

España es como una familia de cuatro miembros. Hasta 2007, los padres sustentaban al hijo y al abuelo, y se habían ido endeudando con el banco para pegarse algún caprichito –como alargar inútilmente la escolarización del hijo, subir la asignación mensual al abuelo o remodelar por completo la vivienda– en una cantidad equivalente a un año entero de sus ingresos conjuntos. Pero hete aquí que uno de los cónyuges se quedó en el paro, por lo que, para mantener el mismo nivel de gasto, debieron endeudarse todavía más... y a tipos de interés crecientes. Para más inri, el poco dinero que la familia tenía ahorrado para amortizar sus deudas podría esfumarse –por lo menos, un 20 o un 30%– con una hipotética quiebra de su banco. A todo esto, el valor de la vivienda, con la que garantizan la deuda, se ha desmoronado en torno a un 50%.

Dicho de otro modo: nuestra familia no sólo tiene que restringir enormemente su nivel de gasto –pues ya antes de que le azotara el paro gastaba más de lo que ingresaba–, sino que el saldo real de sus deudas, tanto medidas en relación a sus ingresos anuales como en relación a sus activos, se ha duplicado.

Negro panorama, ¿no? Sin duda. Pero añadamos algún supuesto más a nuestro ejemplo, para acercarlo un poco más a la realidad española. Imaginen que es el padre el que conserva el empleo y que, por un lado, impide a su esposa trabajar –a menos que perciba un salario muy por encima de sus posibilidades– y, por otro, y agobiado por los acreedores, decide minorar sus gastos recortando la asignación que entrega a su mujer, a su padre y a su hijo, y que parte del ahorro que consigue así lo dilapida en alcohol, lupanares varios, automóviles eléctricos de lujo y vacaciones solidarias a dictarrepúblicas bananeras.

Pues en esas estamos. Ha pasado un año y seguimos con las mismas monsergas. La minicredibilidad que ganamos metiendo el tijeretazo a funcionarios y pensionistas –tijeretazo en gran medida imprescindible en aquella complicadísima situación– la hemos dilapidado por amagar y no dar en la reforma laboral, la austeridad presupuestaria y la reestructuración del sistema bancario. Pronto esos especuladores sitos en Zúrich volverán a ponerse nerviosos y a dejar de prestarnos su dinero. Entonces ¿qué diremos? ¿Que hay una conspiración planetaria contra un país con un 21% de paro, que sigue gastando mucho más de lo que ingresa y tiene su sistema bancario medio quebrado? Igual sí, oiga.

Preston, o la historia como fraude

Pío Moa en Libertad Digital

Leo esta afirmación del señor Preston sobre mi persona: "Hay mentiras en cada página de su libro". (¿Cuál?). Muy bien. Ahora solo le queda demostrarlo, y vuelvo a animarle a que lo intente de una buena vez. Yo, en cambio, sí he documentado ampliamente sus muy frecuentes mentiras y manipulaciones (bueno, no todas, porque es casi imposible).

En realidad, su método historiográfico queda bastante bien retratado en la inconsecuencia de su frase. Obsérvese también su respuesta a la crítica de que ofrece cifras distorsionadas, hecha por Stanley Payne: "Que Payne explique su trayectoria desde la izquierda a la extrema derecha". Es decir, el problema no está en los hechos, sino en que Payne –asegura, tergiversando de nuevo la realidad– se ha vuelto de "extrema derecha". Un método de debate, por cierto, empleado masivamente por los marxistas y afines. Otra de sus hazañas metodológicas consiste en habernos descubierto que el homenajeado Carrillo tuvo –¡quién lo hubiera creído!– responsabilidad en Paracuellos. En fin, un historiador de postín, muy respetado no ya por la izquierda sino por la derecha, desde los absurdos halagos que Ansón le tributó para presumir de antifranquista. El nivel.

El último libro de Preston es un fraude desde el mismo título. Fraude en el doble sentido de mencionar un inexistente holocausto español, trivializando de paso el judío, y de emplear la palabra con evidentes fines comerciales. Su tesis, no menos falsa bajo la pretendida objetividad de reconocer (¡a estas alturas!) que "también" hubo crímenes en la izquierda, consiste en la vieja historieta de que la represión nacional hizo el triple de víctimas que la del Frente Popular, y que cualitativamente no pueden equipararse una y otra: "No puedo tratar igual a un violador que a una violada".

El violador sería el bando nacional y la violada el Frente Popular, que él identifica –de nuevo falsamente– con la república del 31. Como he expuesto con todo detalle en Los orígenes de la guerra civil, la violación, si así queremos llamarla, fue emprendida en octubre de 1934 por el PSOE y la Esquerra, apoyados por prácticamente toda la izquierda, con el propósito textual de organizar una guerra civil; y continuó después de las elecciones de febrero del 36, en una verdadera orgía de crímenes e incendios, hasta que se provocó la continuación de la guerra civil, a la que tan aficionadas fueron nuestras izquierdas, que incluso organizaron otras dos en su propio seno.

La violada fue, por un lado, la república del 31, su Constitución y su legalidad, y por otro la masa de población católica y derechista, hasta que decidió defenderse. Las izquierdas, con mayor o menor intensidad, quisieron la guerra civil porque estaban convencidas de ganarla –y casi la ganaron al principio–, pero sus cálculos terminaron por salirles errados. Me permito animar a Preston y compañía a abandonar su pereza intelectual e intentar desmentir estos extremos, que creo haber probado con los documentos de la izquierda.

En fin, presentar como víctima de una violación a un Frente Popular formado por marxistas revolucionarios, stalinistas, golpistas tipo Azaña o Companys, anarquistas y racistas, bajo la tutela de Stalin, es la osada falsificación base de todas las demás. Lo he expuesto en La quiebra de la historia 'progresista'. Pero se ve que estos señores esperan tener siempre una clientela de ignorantes o fanáticos a quienes explotar.

En cuanto a las cifras de la represión, ya Ramón Salas Larrazábal las puso en su lugar, corregidas luego por A. D. Martín Rubio. Pero el asunto se ha convertido para algunos en un negocio bien subvencionado desde el poder, y la realidad les da igual. No hay debate. Les basta descalificar como "de extrema derecha" o "fascistas" los estudios que abandonan la propaganda y van a los hechos. Recordaré, muy en resumen, que el terror lo empezaron las izquierdas; que en el bando izquierdista no fue un terror popular o espontáneo sino organizado por los partidos y el gobierno; que el número de víctimas fue muy parecido en los dos campos; que el extremo sadismo en el terror de izquierdas no tiene parangón en el bando nacional; que las izquierdas practicaron el terror entre ellas mismas, lo que tampoco ocurrió entre los nacionales. Que intente Preston refutar estos datos básicos con otros datos y argumentos, y le prestaremos atención. Sus distorsiones son tan amplias que resulta imposible abordarlas en un artículo. Las he tratado más en detalle en el libro Los crímenes de la guerra civil, que, desde luego, él no ha rebatido en momento alguno.

Una frase llamativa de Preston: "El Valle de los Caídos es una maravilla, pero hay que explicar que fue hecho por presos republicanos". Bien por la primera parte del aserto, mal por la segunda. Hubo allí muy pocos presos, no eran republicanos sino rojos acusados de crímenes, cobraban salario y redimían penas por el trabajo. Y el Valle terminó tomando un carácter de reconciliación nacional que ahora se intenta destruir. Otra frase del autor: "La mayor dificultad para escribir mi libro ha sido poder mantener mi equilibrio psicológico leyendo tantos horrores en ambos lados". A muchos ingleses siempre les ha encantado/horrorizado la crueldad española, y se ve que Preston tampoco sabe mucho de la historia de su propio país. ¿Ha probado a mantener su equilibrio psicológico leyendo acerca los bombardeos de terror ingleses sobre la población civil alemana, que causaron varias veces más víctimas que el terror de los dos bandos en la guerra española?

El PSOE prefiere a los nacionalistas

Pedro de Tena en Libertad Digital

En realidad, lo que ha pasado ya se preveía. En la gran estrategia, las cartas estaban marcadas. El PSOE prefiere a los nacionalistas y a sus métodos de exclusión política y social y a los comunistas recalcitrantes, antes que al PP, para desarrollar la democracia española nacida del proceso de la transición. Nadie duda de que la larga mano del PSOE y del Gobierno ha estado detrás de las decisiones de seis de los once magistrados del Constitucional y de que lo ocurrido es el resultado de una esmerada táctica política diseñada por Moncloa de la mano de Rubalcaba y otros.

Por una parte, se impugnaban las listas proterroristas desde el Ministerio del Interior y la Fiscalía y se hacía creer a los ciudadanos que el gobierno y el PSOE estaban en contra de la presencia de Bildu en las elecciones municipales de la democracia española. Para esta fase se contó con el Tribunal Supremo, que no controla el PSOE, como pieza de convicción. Pero, por otro, se preparaba el acto final del Tribunal Constitucional, bien controlado, con lo que se hacía, se hace, evidente que la negociación con ETA está vigente porque lo que está vigente es la estrategia de alianza histórica entre los nacionalismos periféricos, repito, totalitarios, el comunismo residual y la camarilla que dirige los destinos del PSOE.

Seguramente, con esta decisión el PSOE cree que podrá disponer de mayorías suficientes para gobernar durante 30 ó 40 años e ir expulsando a media España de la gestión del país. Y la realidad así lo ha demostrado. Zapatero lleva años gobernando con el apoyo de los nacionalistas. A Felipe González no le hizo falta el apoyo nacionalista hasta 1993. Pero queda algo pendiente: el PP y media España, a los que se condena a rumiar en el desierto sin mayor esperanza. ¿Cuál va a ser la consecuencia de esta soledad y cuál va a ser la trascendencia electoral de esta noticia, triste noticia, el día 22 de mayo?

¿Qué futuro nos espera? ¿El exilio interior de la media España que quiere democracia con justicia y sin terrorismo? De momento, estamos ya en el fin de la Ley de Partidos, del pacto antiterrorista y el descrédito definitivo del Tribunal Constitucional. Ya es urgente la necesidad de la reforma constitucional que impida que situaciones así puedan volver a repetirse. Que en este país manden los nacionalistas y sus derivaciones pistoleras sobre la mayoría democrática es algo que la inmensa mayoría de los españoles no podemos seguir soportando

PD: ¿Se imaginan a Obama pactando con un supuesto partido pro Al Qaeda en Estados Unidos para impedir el ascenso de los republicanos? La oligarquía del socialismo español tiene síntomas de estar moralmente podrida y sus bases harían bien en forjar una rebelión interna decisiva. Como dice muy bien el catedrático de Historia, Antonio Nadal Sánchez, este PSOE, partido al que conoce bien porque estuvo en su ejecutiva al comienzo de la transición, no tiene arreglo. Hay que disolverlo y refundarlo con otras personas, otras bases y otros modos.

El grifo del tirano

Juan Morote en Libertad Digital

Si Fidel Castro ha sido siempre conocido como el monstruo de Birán, su hermano y sucesor, es decir, el carcomido legatario envuelto en guayabera –en lugar de enfundado en camisa caqui como el fundador de la dinastía– y nuevo secretario general del partido comunista cubano, debería ser conocido como el octogenario delfín del monstruo. Pues bien, el recién investido dictador caribeño, que siempre fue socialista, ha anunciado en los tabloides de la Habana publicados el día de ayer que va a estudiar el permitir la salida de Cuba a los súbditos de tan execrable régimen.

Este cubano, indigno de tal nombre, acaba de moler a palos a Juan Wilfredo Soto, que en paz descanse, quien, como aquel escribano en la novela de Miguel Ángel Asturias, fue golpeado hasta la muerte. Los sicarios castristas han afirmado que murió de pancreatitis. Probablemente Juan Wilfredo no tuviera la piel rosada como ratón tierno, ni el cabello de oro de mala calidad, ni los ojos azules y turbios, pero sufrió los palos en su carne entregando a Dios su alma antes de acabar de recibir cuantos le habían destinado. Probablemente tampoco pudo gritar para aliviarse, como el viejecito guatemalteco a manos del personaje que encarna a Manuel Estrada.

Estos salvajes, en nombre del socialismo, han empobrecido a todos los cubanos al tiempo que han apaleado, torturado, encarcelado y asesinado a todo aquel que haya osado discutir su usurpada autoridad. Estos fanáticos del socialismo real han convertido un edén en un erial en cincuenta años. No satisfechos con todo lo anterior, buscan ahora convencernos de que van a estudiar la fórmula que permita a los cubanos que lo deseen abandonar la isla. Que nadie se llame a engaño: lo que pretenden una vez más es servirse del exilio para resolver un problema interior. Como hasta ahora han venido haciendo con los medicamentos o las divisas, albergan el deseo de que sean los exiliados quienes hagan frente, en este caso, a los costes del destierro de los miles de cubanos que no tienen ninguna posibilidad de prosperar bajo el lema "Socialismo o muerte". El régimen espera que la salida de al menos medio millón de isleños más suponga un alivio para los tiranos socialistas, al tiempo que un problema para los norteamericanos. Así, la última fechoría de los comunistas, como otras veces, toma cuerpo en el grifo del control del flujo del exilio de los masacrados cubanos.

El "derby" Supremo-Constitucional

José Antonio Martínez-Abarca en Libertad Digital

El "caso Bildu" es el último capítulo, al minuto en que escribo, de la tradicional rivalidad Tribunal Supremo-Tribunal Constitucional, que es el único "derby" de la capital de España ahora que el Real Madrid le gana al Atlético todos los años sin necesidad de salir de los vestuarios. La Constitución Española, ese librito que se ha quedado ya más anacrónico que una cartilla de racionamiento de la Comuna de París (y dentro de aquella su prosa agregada a pegotes), estableció oscura e incomprensiblemente que la máxima autoridad judicial del país correspondía tanto al Tribunal Supremo como al Tribunal Constitucional, según los barrios en que operaran y cómo se levantaran ambos tribunales de la siesta. Todos mandan sobre todo si es que les deja el otro, y que gane el mejor.

Llevamos treinta y tantos años en que la frecuencia de los enfrentamientos Supremo-Constitucional se ha convertido en el auténtico "clásico" de la democracia. Lo normal es que, para lo mismo, el Supremo diga buenos días y el Constitucional diga buenas noches. No ya con la legalización de "Bildu": si el Supremo dijese que no, el Constitucional legalizaría luego hasta la discriminación por urinarios de los miembros de raza blanca y la negra. Y eso cuando no entramos en conflicto de competencias. Entonces Supremo y Constitucional se suelen disputar la pieza a tirones, como si estuvieran en el primer día de las rebajas.

Respondiendo a la célebre pregunta de Felipe González, sí que hay quien le explique a los jueces lo que tienen que hacer: son los jueces que pasan a mejor vida, la de la política. Cuando los jueces son elegidos por los partidos políticos para "guardarles la cría", que se dice en mi tierra, en el que en la práctica es el más alto tribunal de España (sólo en este país puede ocurrir que un Tribunal llamado Supremo no es demasiado supremo, sino algo más bajito), entonces suelen mirar hacia su pasado de simples togados apolíticos con cierta displicencia, como la humilde "marmota" llegada del pueblo que un buen día se mete a la prostitución y ya puede comprarse abrigos y joyas. Finalmente, la inacabable guerra Supremo-Constitucional es entre los jueces ejercientes que sólo interpretan la Ley y los antiguos jueces que ahora la hacen. Porque es a eso a lo que en realidad se dedica el Constitucional: no a decidir si las cosas de la actualidad se adecúan a la dicen que vigente Constitución Española, sino a inventar una Constitución Española no escrita para que se adecúe a las cosas de la actualidad.

El TC no se siente en absoluto constreñido ni por las palabras ni por el espíritu de la Constitución Española. Tampoco podemos afeárselo mucho, en cuanto la que no se siente constreñida ni por sus palabras ni por el espíritu de la Ley es la propia Constitución Española, que nació para que cada quién leyese en su articulado lo que quisiese, sin necesidad de elevarlo al TC, y que establece cochambrosamente que España es una nación pero también otras nacionalidades, que es un Estado social como si pudiera serlo mediopensionista o que los guardadores máximos de las normas tienen otros guardadores máximos enfrente para que se pongan a tirar a ambos lados de una maroma a ver en qué consiste la norma. Los anarquistas sabrían dotarse de unas leyes más inequívocas.

El Sur se nos arma

GEES en Libertad Digital

Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, el norte de África dejó de ser un problema estratégico para España, y las escaramuzas de Sidi Ifni y el Sahara no llegaron siquiera a plantear un conflicto político o militar, porque las potencias nos dieron la espalda y solos no éramos capaces de afrontar retos, aunque vinieran de países mucho menos desarrollados que España. Pero algo importante se está cociendo en nuestro flanco sur en los últimos años ante lo que España no puede ser neutral. Por una parte Argelia y Marruecos se han enfrascado en una auténtica carrera de armamentos. Son los dos países que mas han incrementado su gasto militar en todo el mundo en la última década: el país que más ha reducido sus gastos en defensa –en particular sus inversiones– es España.

El cambio del escenario ha sido dramático en estos diez años pasados y si sigue la tónica, se habrá dado la vuelta en otros diez años. Solo por citar dos ejemplos: si hace cinco años la proporción entre fragatas españolas y marroquíes era de 10 a 1, en 2013 será de 11 a 5. Por otra parte Marruecos y Argelia están adquiriendo material de última generación tanto de Francia, Estados Unidos y Rusia; a veces, más importante de qué compras es quién te lo vende, y las alianzas estratégicas de ambos países debilitan aun más la posición de España.

La situación político-social en el Magreb complica aún más la situación. Las revueltas en los países árabes no tienen liderazgo occidental y fácilmente podrían ser reconducidas por grupos extremistas, que son los más organizados en estos países. La situación de conflicto interno puede devenir en la búsqueda de válvulas de escape externas o bien en involuciones internas, y ambas opciones son negativas para nuestro país.

En fin: tener a unas decenas de kilómetros de nuestra frontera un problema político, con unas fuerzas armadas mucho más poderosas, supone una amenaza directa a nuestros intereses. El continuo desarme de nuestro país, no sólo el militar, sino también en el terreno de las ambiciones estratégicas, dará alas a nuestros vecinos para acentuar sus reivindicaciones territoriales, que siguen muy latentes en la sociedad marroquí; o bien de exigir determinadas actitudes subordinadas al suministro energético. Tenemos demasiados intereses económicos en esta zona como para despreciar lo que ocurre o suponer que con buenas palabras se van a disipar las amenazas.

No se trata ni de una actitud agresiva ni de beligerancia: si fuera así, el rearme intensivo de estos dos países debería ser analizado como una amenaza militar directa. Pero se trata de transmitir claros mensajes de autoridad y de ambición estratégica, apoyados en unas fuerzas armadas modernas, eficaces y con recursos, y en una política exterior que se centre en lo que realmente interesa a los españoles. O sea, superar los siete oscuros años de Zapatero.

Adiós a internet

Daniel Rodríguez Herrera en Libertad Digital

La diferencia esencial entre internet y otros medios de comunicación es que es al mismo tiempo masivo, como tele, radio o la prensa tradicional; pero al mismo tiempo permite la participación en pie de igualdad, como una conversación telefónica. Un blog de un tipo que sabe mucho de un tema puede tener más éxito que un diario digital. Un comentario a una noticia puede dejar en ridículo al redactor. Ningún medio tradicional puede presumir de una audiencia de más de 600 millones de personas, que son los que usan Facebook, una web cuyos contenidos son aportados exclusivamente por sus usuarios.

En España, sin embargo, parece haber una cierta tendencia a cargarse esa esencia participativa de la red. Curiosamente, no es en esta ocasión cosa de los políticos sino de jueces. Desde la primera ley que reguló internet, la polémica LSSI, se dictaminó en el parlamento que los sitios web no eran responsables de los contenidos que aportaban sus usuarios. Tenían la obligación de retirarlos si tenían "conocimiento efectivo" de la ilicitud de los mismos, lo cual se entendió que se refería a que un juzgado los declarara como tales. Parecía lógico. Si Juanito escribe en la web de Pepito que Maripuri es una póngase-aquí-el-insulto-que-prefiera la responsabilidad debería ser de Juanito, no de Pepito.

Así lo han entendido en general los tribunales, pero las excepciones se acumulan. Lo más preocupante han sido las decisiones del Tribunal Supremo, tanto en el caso Putasgae que enfrentaba a la organización de Teddy Bautista con la Asociación de Internautas como en el caso Alasbarricadas.org, que enfrentó a esta web con Ramoncín. En ambos casos se condenó a los encargados de la web por ofensas al honor de los demandantes que no habían cometido ellos, sino sus clientes o usuarios. Y se amplió el concepto de "conocimiento efectivo" a los casos en que la ilicitud es evidente y notoria.

El último caso ha sido el de Julio Alonso. El fundador de Weblogs y responsable de que algunos blogs sean negocio en España fue condenado en primera instancia por informar en su propio blog de que cuando se buscaba "ladrones" en Google apareciera la web de la SGAE en primer lugar. Acaba de perder el recurso y acudirá al Supremo. Pero los argumentos de los jueces son lo más preocupante. Se le responsabiliza no de lo que escribió él, que reputa legítimo, sino de los comentarios. Y considera que da lo mismo que Alonso no supiera en un principio de esos comentarios o que los retirara al saber de ellos. Se escribió en su web y él es el responsable. No quienes los escribieron, a los cuales la SGAE ni siquiera ha intentado identificar.

El objetivo de la SGAE, presente de un modo u otro en todos estos procesos, está bien claro: intimidar. Si los responsables somos lo que tenemos una web, censuraremos los comentarios a la mínima o directamente no permitiremos la participación. Y eso, en un medio como internet que o es participativo o no es, supone matarlo. Naturalmente, internet sobrevivirá. Pero desde luego no seremos españoles los que ofrezcamos nuevos y avanzados servicios en la red. Gracias, jueces, por hacernos aún menos libres. Y gracias, SGAE, por habernos llevado hasta aquí. Aunque luego ya saben que la culpa de su mala imagen es de los demás.

El presidente del TC, antiamericanismo y paro

Agapito Maestre en Libertad Digital

Tono bajo es el de la campaña electoral. Es lo que quieren los socialistas. Y, por supuesto, a Rajoy le va esta marcha. Los medios de comunicación socialistas siguen con el asunto de Ben Laden, es decir, siguen soltando arengas antiamericanas para no hablar de los millones de parados que hay en España y, seguramente, para ocultar que ellos siempre alentaron el terrorismo de Estado de los GAL.

Sin embargo, creo que la historia será implacable con los socialistas. Los futuros historiadores de España tendrán que repetir lo que hoy es evidente, a saber, Rodríguez Zapatero llegó al poder después de un terrible atentado terrorista y se irá del Gobierno, como es evidente, después de haber legalizado a los terroristas de ETA. La cosa es así de cruda. El resto es interpretación, o peor, una teoría conspiratoria de la política.

Es un hecho incontestable que Bildu es ETA; está ahí a la vista de todos, por lo tanto, los futuros historiadores de España tendrá que recogerlo en sus crónicas, cuando pasen revista a las relaciones entre los socialistas y los terroristas. A pesar de lo que digan esos seis magistrados del Constitucional es evidente que ellos han legalizado a ETA. Sin embargo, ha salido el jefe de la "cosa constitucional" haciéndose el digno. Imposible. Las palabras de este sujeto diciendo que quienes critican al Constitucional atentan contra la independencia de los magistrados son pura faramalla. Nadie se lo cree. El TC está muerto.

En fin, de poco servirá que el presidente del Tribunal Constitucional, alguien con un largo historial de "sentencias" arbitrarias, parciales y al servicio siempre del poderoso, salga con unas declaraciones llamando al "orden", o peor, insultando a quien crítica la legalización de ETA. Este hombre jamás tendrá mala conciencia, entre otras cosas porque quizá desconozca el sentimiento de culpa, ese que hace a un ser humano más civilizado, pero yo le recordaría, por si acaso le vale para civilizarse, que lea lo que dicen sus colegas sobre esta sentencia y, sobre todo, que vea la fotografía del etarra recién salido de la cárcel de Herrera de la Mancha haciendo campaña electoral por Bildu.

Bildu es ETA. Y, por desgracia, estará en las instituciones porque así lo han querido Zapatero y Rubalcaba, que llegaron después de un atentado terrorista y se irán dejando a un grupo terrorista legalizado. El resto son ganas de hablar por hablar.

Un país de funcionatas

Pablo Molina en Libertad Digital

Las cifras de creación de empleo en España en la última década, analizadas por Alberto Recarte en su último estudio, explican muchos de los males de nuestro país al margen de que haya tenido la desgracia de padecer en el último tramo a un presidente como Zapatero. Si la mitad del empleo que se crea en España procede del sector público, lo raro no es que estemos tardando demasiado en salir de la crisis, sino que a estas alturas de siglo aún no hayamos entrado en bancarrota.

Esta hiperinflación del funcionariado es fruto en gran parte de la creación de las comunidades autónomas, entes ficticios salidos del caletre de los padres constitucionales que sólo han traído desgracias a los ciudadanos que hemos de padecerlos, por más que los discursos oficiales, desde el Rey hasta el último concejal de aldea, comiencen con la fórmula canónica de la exaltación de las virtudes de la Gloriosa Transición Española y los grandes beneficios que hemos recibido todos los españoles gracias al estado autonómico.

Somos un país pobre y poco poblado que no puede permitirse tener a la sexta parte de su población en edad de trabajar cobrando del erario público a cambio de hacer no se sabe qué y percibiendo en total más de cien mil millones de euros anuales. La llegada de las autonomías supuso la creación de más de un millón de nuevos funcionarios en el lapso de unos pocos años y la tendencia está muy lejos de reducirse, a pesar de que las crecientes dificultades financieras de la administración pública española justificarían sobradamente un recorte importante en el número de empleados públicos a imagen y semejanza de lo ocurrido en otros países.

El español que acaba sus estudios, un porcentaje también cada vez menor por culpa del fracaso escolar de la LOGSE y sus secuelas, prefiere mayoritariamente aprobar unas oposiciones antes que emprender un negocio para explotar sus conocimientos y su talento. Todos funcionarios, desde el limpiabotas hasta el catedrático de física de partículas, como querían las madres de la España rural de los años setenta del siglo pasado, si bien ellas tenían al menos la disculpa de querer preservar a sus hijos de los rigores del campo. Ahora quieren evitarles el sofoco de enfrentarse a la vida y prefieren que se queden en casa hasta que los cuarenta años aprueben las oposiciones de celador. Excepto si vives en Andalucía y tienes un familiar en "la Pesoe", claro, en cuyo caso a los dieciocho años ya tienes un sueldo oficial.

No tenemos remedio, pero mientras nos sigan prestando dinero en el exterior el Gobierno y la oposición van a seguir alimentando esa máquina de triturar el dinero ajeno que es el Estado autonómico convocando oposiciones, concursos y plazas de libre designación. Para que luego digan que los políticos españoles no saben cómo se crean los puestos de trabajo.

El argumento y el responsable

Juan Velarde en Libertad Digital

Los economistas quedan muchas veces estupefactos con los argumentos que emplean algunos políticos. Para siempre quedó lo de "la prosperidad está a la vuelta de la esquina" de Hoover, o la famosa de Leon Blum en 1936, cuando triunfó en Francia el Frente Popular, de que simultáneamente "iba a aumentar los salarios, que el tipo de cambio del franco quedaría estable, que disminuiría el coste de vida y que se reduciría el paro". La consecuencia de lo primero fue el arrollador triunfo de Roosevelt, y de lo segundo –repasemos el artículo de M. Kalecki, The lesson of the Blum experiment, o lo que sintetiza Pedersen en su Teoría y política del dinero (Aguilar, 1946)–, que muestran que por esa promesa Francia experimentó un auténtico caos. Ahora, en el Senado, el presidente Rodríguez Zapatero señala, ante el asombro general, que "Aznar es el responsable del 70% de los parados en la crisis".

Veamos lo sucedido. Una serie de medidas muy ortodoxas y el ingreso en la Eurozona provocaron una fuerte expansión en la economía española en el periodo 1996-2003, correspondiente al Gobierno Aznar. Pero en el año 2003 precisamente se comenzaron a observar cifras típicas de un recalentamiento, combinadas con el inicio de un incremento del déficit de la balanza por cuenta corriente respecto al PIB que pasan del 0,2% en 1996 al 4,0% en 2004. Simultáneamente se mantenía el equilibrio del saldo presupuestario –el déficit era un 0,0%, o sea equilibrio perfecto, en 2003, gracias a la labor en Hacienda de Cristóbal Montoro–, y la deuda pública, que era del 66,8% sobre el PIB en 1996 y se había reducido al 48,8%. Simultáneamente se agregaban los primeros síntomas de una expansión, que podía ser excesiva, en el sector inmobiliario.

Desde 2004 gobernó el señor Rodríguez Zapatero. Conociendo lo ocurrido al final del periodo anterior, en el del modelo Aznar-Rato-Montoro, era lógico que se esperase un cambio de modelo. Precisamente a finales de 2003, precisó los puntos débiles del entonces existente Jaime Terceiro, en una intervención que se publicó en los Anales de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas en 2004, justamente cuando comenzaba el Gobierno de Rodríguez Zapatero. ¿Hizo algo esta nueva Administración para cambiar las cosas? Todo lo contrario. Ante el asombro de los economistas, aceptó todos los desequilibrios, precipitándonos, ocurriese lo que ocurriese en el mundo, hacia una crisis propia, radicalmente española. Ya en 2006, antes del golpe veraniego de 2007, el déficit por cuenta corriente había saltado al 8’5%, y aun a pesar de la depresión existente, da la impresión de que 2011 concluirá con un saldo negativo del 6,7%. Y por lo que se refiere al déficit presupuestario, la política de Rodríguez Zapatero generó su subida hasta el máximo histórico español conocido, desde 1850 hasta ahora, del 11,1%, que continúa con otro que tampoco había sido logrado jamás, del 9,2%.

A Aznar, tras la etapa anterior, aun con el más severo de los análisis, siempre le cabrá el beneficio de la duda sobre si iba a recomendar a Rajoy que cambiase el modelo. Para su sucesor lo único que existe es la constatación de una serie de errores continuos y sistemáticos. El examen de documentos, memorias, y otro material aun inédito servirá para conocer si el causante, como Hoover y Blum, fue Rodríguez Zapatero o él sólo fue un engañado por Solbes. Éste no ha hablado, y cuando lo documente será algo precioso para nuestra historia económica. Por ello, con un mínimo rigor, es preciso decir que no el 70% del desempleo actual, sino su 100%, es responsabilidad íntegra de la Administración presidida por Rodríguez Zapatero.

Los comisarios de la memoria histórica

José García Domínguez en Libertad Digital

Según leo en ABC, tras cierta pesquisa contable de la Sindicatura de Cuentas de Cataluña, acaba de descubrirse que los comisarios de la memoria histórica padecieron un agudo brote de amnesia en tiempos del Tripartito. Al punto de que olvidaron que sus nóminas, como las de cualquier otro empleado público, vienen reguladas por ley. Tal que así, a la plantilla toda del negociado que gestiona el recuerdo le pasó inadvertido que ingresaba sobresueldos de hasta setenta mil euros por barba. Memorial Democrático, lo bautizaron los comunistas, sus primeros usufructuarios, acaso en inconsciente homenaje a la neolengua de 1984.

Es sabido, por lo demás, que hasta el mejor escribano echa un borrón. De ahí que por el sumidero de su mala cabeza se evaporase un presupuesto de 3,7 millones de euros anuales. Que ésa era la partida consignada a fin de encajar el pasado en el relato canónico de la construcción nacional. El Memorial, una mañana, ira ya para dos años, me dio por plantarme allí. Fue por culpa del catedrático Borja de Riquer, célebre animador del revival guerracivilista. "Sorprende como gente que se dice demócrata cree que más vale no remover el pasado", acababa de sentenciar don Borja con gran contento de la prensa de la provincia, que festejó la deposición en planas muy principales. He de confesar que el aserto me convenció. Acudí, pues, con la vaga esperanza de encontrar alguna huella del ilustre Martín de Riquer, a la sazón su señor padre.

Por más referencias, el organizador en 1939 del triunfal desfile por la Diagonal de Barcelona del ejército llamado nacional. El mismo que bajo el mando del general Yagüe –y el aplauso entusiasta de las fuerzas vivas, con La Vanguardia a la cabeza– acababa de ocupar la ciudad. Pero ni rastro. Ni una sola referencia. Nada. Ahora lo entiendo: falló el presupuesto. Las nóminas, ya se sabe. He ahí la genuina razón, sin duda, de que tampoco me revelasen dónde está Andreu Nin, otra ausencia que entonces no acerté a explicarme. Al igual que la de Joan Comorera, por cierto. Comorera, el líder del PSUC enviado a España en 1953 y, acto seguido, delatado a la policía de Franco por la gente de Carrillo. Ah, la memoria, esa sórdida gestoría de aguinaldos.

ETA celebra lo que el Constitucional consiente

Editorial de Libertad Digital

Por si fueran pocas o escasamente contundentes las pruebas que han demostrado que Bildu es el cauce por la que ETA/Batasuna ha querido y podido burlar nuevamente la Ley de Partidos, este martes el ufano etarra Andrés Errandonea lo ha vuelto a poner en evidencia al exhibir a su salida de prisión una pancarta en favor de Bildu, en la que también se podía leer la proclama "independencia y socialismo" en vascuence. Por si aun hubiera dudas de quién está detrás de Bildu, la conjunción "y", que en euskera se traduce por "ETA", venía en la pancarta del etarra en letra mayúscula y en color distinto al de las palabras "indenpendentzia" y "sozialismoa". Sólo ha faltado que Errandonea hiciera referencia al dolor que ha causado entre las víctimas la sentencia del Constitucional que ha legalizado a Bildu con la mismas palabras con las que el Iñaki de Juana Chaos hizo referencia al dolor de las víctimas que causaba un atentado: "sus lágrimas son nuestras sonrisas y terminaremos a carcajada limpia".

En cualquier caso, la jactancia con la que el no menos irredento Errandonea se ha recochineado de las víctimas del terrorismo y ha celebrado la nueva burla etarra a la Ley de Partidos debería ponernos a todos la carne de gallina, si no fuera porque ya nos la ha puesto la repugnante sentencia del Tribunal Constitucional. Y es que, más elocuentes aun que la forma con la que este etarra, carente de arrepentimiento alguno, identifica a Bildu con la banda terrorista, eran las contundentes y numerosas pruebas que llevaron al Supremo a impugnar todas sus listas, pero que los magistrados del Constitucional designados por el PSOE han tenido la desfachatez de desestimar sin motivo alguno y sin jurisdicción para ello.

Como de forma coincidente han venido a denunciar en sus votos particulares los cinco magistrados que se han opuesto a la legalización de la listas de Bildu, la sentencia del Constitucional constituye una extralimitación en las funciones de este Tribunal pues se basa en una nueva valoración de las pruebas que el Supremo ya había valorado.

Pero lo peor que han hecho los magistrados designados por el PSOE no es, con ser grave, convertir al Constitucional en una instancia de "supercasación" que, ciertamente, desvirtúa su naturaleza, sino la de permitir que ETA siga teniendo terminales políticas en las instituciones, beneficiándose así tanto de la información como de la subvención pública que esta le garantiza. Todo para comportarse como servil correa de transmisión de un Gobierno que no podía negarse por segunda vez a instar la ilegalización de los proetarras, pero que, como luego se ha sabido, se había comprometido con el PNV a que ese "trabajo sucio" lo hiciera nuestro politizado y servil Tribunal Constitucional.

Este histórico y bochornoso capítulo de degradación de nuestra nación como Estado de Derecho, que para colmo se ha escrito en claro beneficio de una organización terrorista que ha segado la vida a casi un millar de españoles, no pone "la carne de gallina" al presidente del Gobierno ni, visto su silencio, al supuesto líder de la supuesta oposición. Tampoco se la pone al presidente del Tribunal Constitucional, como también cabría esperar si no fuera porque él es uno de los seis magistrados que han "perpetrado" la sentencia que ha abierto las puertas a los proetarras.

No. Lo que pone la carne la carne de gallina al desvergonzado Pascual Sala, por confesión propia, es que se cuestione su desacreditada independencia. Si ese cuestionamiento es un derecho y un deber de todo ciudadano desde que, al grito de "Montesquieu ha muerto", los socialistas consagraron la designación política de los miembros de los más altos órganos de nuestro Poder Judicial, todavía es más pertinente ahora, visto el abyecto extremo al que ha llegado su falta de independencia: un extremo en el que una sentencia judicial causa lágrimas a las víctimas y alborozo a sus verdugos.

Chomsky tenía que ser

Ramón Pérez-Maura en ABC

Suponía mi admirado Charles Moore en «The Spectator», la pasada semana, que igual que se definió en su día la teoría política del «Nixon va a China» para explicar cómo eran los conservadores los que tenían auctoritas para pactar con los comunistas ahora vamos a ver surgir el «Obama va a Abbottabad» para justificar cómo la izquierda tiene auctoritas para matar terroristas. Demasiado bonito para ser cierto.

Ese icono del izquierdismo, Noam Chomsky, acaba de verter en una revista on-line —«Guernica» tenía que llamarse, vaya por Dios— que la muerte del terrorista es «un asesinato planificado, con múltiples violaciones de las normas más elementales del derecho internacional». Y no contento con ello, se interroga: «Deberíamos preguntarnos cómo reaccionaríamos si comandos iraquíes aterrizaran en el rancho de Bush, lo asesinaran y lanzaran su cuerpo al Atlántico. Porque es indiscutible que el número de sus crímenes es muy superior al número de los crímenes de Bin Laden». Grande. Muy grande.

Es evidente que en nuestro entorno las ideas y proclamas de Chomsky tienen un valor anecdótico. Pero en otros lugares es visto —con razón— como la vanguardia de una América con la que los terroristas pueden entenderse. Entre la documentación capturada en Abbottabad hay un vídeo de Bin Laden fechado en 2007 en el que dice: «Entre los más capacitados de vuestro lado para hablar de este asunto la guerra en Irak y de la manipulación de la opinión pública está Noam Chomsky, quien advirtió sobriamente con anterioridad a la guerra.»

Así que el profesor Chomsky ha quedado retratado una vez más como lo que siempre supimos que era: el artífice de una estructura intelectual para odiar a Estados Unidos. Y la forma en que la retro intelectualidad occidental jalea sus infamias siempre reafirmó a Bin Laden en su razón.

Sumo sacerdocio

Gabriel Albiac en ABC

No entro en la sentencia. No soy jurista. Aunque tampoco tan analfabeto como para ignorar que un Tribunal Constitucional no es poder judicial. Sí, estructura de resolución de conflictos interpretativos en el texto de la Constitución. No se accede a él por la vía codificada de la carrera judicial, sino por la arbitraria decisión de los partidos que componen el Parlamento. No ser independiente está en la esencia de su origen. Ni son independientes los diputados respecto de los ciudadanos que los votan (y, dicho sea en honor escrupuloso de la verdad, de los jefes que los incluyeron en sus listas), ni lo es un miembro del Constitucional respecto del partido que impuso su nombramiento. Quien nombra, manda. Siempre.

No entro, digo, en su sentencia acerca de la constitucionalidad de otra sentencia: la del Supremo sobre Bildu. Con el Tribunal Supremo tiene el Constitucional un viejo conflicto. Tan viejo como la Constitución de 1978, una de cuyas no menores ambigüedades es la indefinida relación que el árbitro de la Constitución (eso es el Constitucional) mantiene con el vértice último —subrayo: último— del Poder Judicial, la instancia jurisdiccional más allá de la cual no hay recurso, sencillamente porque, de haberlo, dejaría de ser un Tribunal Supremo, y todo el artefacto jurídico quedaría flotando en el vacío; o, lo que es lo mismo, en la arbitrariedad de los otros dos poderes que, con el judicial, juegan esa sutil danza en la cual, «por la fuerza de las cosas, el poder limita al poder», en fórmula cristalina de Montesquieu.

En la mutua contraposición de esos tres poderes (materializados en Parlamento, Gobierno y Jueces) se crea el espacio neutro que permite existir al ciudadano. Sin tal neutralización de maquinarias de dominio, éste quedaría asfixiado. Y reducido a la condición misérrima de súbdito. ¿Cuál es el milagro que la neutralización de fuerzas estatales llamada democracia pone como blindada potestad del individuo? La interrogación, la pregunta. La potencia irrenunciable de objetar siempre, de no dar fe a nadie, de negarse a tratar al Estado como a una entidad teológica. Decir división de poderes, decir democracia, es sencillamente decir que nada —nada— del Estado es sagrado. No lo es ninguna de sus instituciones. Menos que ninguna, aquella de la cual pende la garantía constitucional.

Mucho más grave que la sentencia —previsible, al fin, como parte de la esgrima que Supremo y Constitucional cruzan desde que existen, y que se consumó, no hace tanto, en una asombrosa sentencia condenatoria del primero contra el segundo— es la enormidad lanzada ayer por el presidente del Supremo, al cual su formación jurídica no exime de atenerse a la más elemental de las convenciones democráticas: la primacía de la interrogación ciudadana sobre los dictados institucionales. «Cuestionar la independencia del Constitucional» —dijo ayer Sala— «es atentar contra lo más sagrado…». Atentar, dijo. Pero, en la voz de quien preside una institución que garantiza la libertad de todos y de cada uno, asimilar una «interrogación» (eso significa «cuestionar») a un «atentado» sacrílego, eso sí, pone —perdóneseme el uso de su inelegante fórmula— «la carne de gallina».

Viñeta de Caín en La Razón

Viñeta de Esteban en La Razón

Hemeroteca

Ángela Vallvey en La Razón

Declaraciones de miembros del Gobierno –et al.– en los últimos años: 15, enero, 2007, Zapatero: «Vamos a superar a Alemania en renta «per cápita». De aquí al 2010 les podemos superar perfectamente». 5, abril, 2007, Solbes: «Yo no veo afectado para nada el sector de la construcción». 3, julio, 2007, Zapatero: «La próxima Legislatura lograremos el pleno empleo en España». 21, agosto, 2007, Zapatero: «España está totalmente a salvo de la crisis financiera». 11, septiembre, 2007, Zapatero: «España ha entrado en la ‘Champions League’ de la economía mundial». 16, octubre, 2007 Zapatero: «No hay atisbo de recesión económica». 24, octubre, 2007, Solbes: «Rajoy tiene una visión apocalíptica de la economía». 9, enero, 2008, Zapatero: «Crear un alarmismo injustificado en torno a la economía es lo menos patriótico que conozco». 10, enero, 2008, Solbes: «Estamos ante una gradual desaceleración. Se trata de una evolución natural y un fenómeno saludable».14, enero, 2008, Zapatero: «La crisis es una falacia, puro catastrofismo». 6, febrero, 2008, Zapatero, ante los datos de paro de enero: «Los 130.000 no son parados, sino personas que se han apuntado al paro». 11, febrero, 2008, Solbes: «Los que auguran el riesgo de recesión no saben nada de economía». 6, febrero, 2008, Zapatero: «No estamos en una crisis económica. Tenemos alguna dificultad que nos viene de fuera». 29, junio, 2008, Zapatero: «Como todo, es opinable y depende de lo que entendamos por crisis». 8, julio, 2008, Zapatero: «En esta crisis, como ustedes quieren que diga, hay gente que no va a pasar ninguna dificultad». 23, septiembre, 2008, Solbes: «Yo no sé si es la peor; pero, sin duda alguna, desde que yo tengo uso de razón, y tengo sesenta y seis años, sí es la peor crisis de la que yo tengo conocimiento». 24, septiembre, 2008, Solbes: «Nosotros no hemos negado nunca la crisis». 18, diciembre, 2008, Zapatero: «No; nadie lo sabía. En cuanto hemos entrado en una situación objetiva de crisis, he sido el primero en hablar de una crisis del sistema financiero internacional y de una crisis económica». 16, marzo, 2009, el premio Nobel de Economía 2008, Paul Krugman: «Las perspectivas económicas de España son aterradoras. El camino de salida de la crisis para España será doloroso o extremadamente doloroso». Zapatero, 8, mayo, 2011: «La oposición política y algunos medios han dicho en más de una ocasión que engañé a la ciudadanía con la crisis económica, lo cual es auténticamente una falsedad radical». (Sic).

El depilador

Alfonso Ussía en La Razón

No marchan bien los pequeños negocios. Hay que adaptarse. No parece posible que el Gobierno de Rodríguez se mantenga durante un año de agonía y quiebra. Pero hay personas previsoras, que saben enfrentarse a los malos vientos con ideas innovadoras. Una de ellas es un peluquero amigo, que previendo lo que se antoja inevitable, ha decidido aumentar la oferta de su negocio con una nueva especialidad gremial. La depilación de cejas. En las facturas impresas, a sabiendas que comete una espectacular falta de ortografía, lo ha mandado imprimir de esta manera: «Depilación de Zejas: 30 euros». Se va a forrar. Es discreto y guarda el secreto profesional. No obstante, entre copa y copa, he conseguido tirar de su lengua en lo que se refiere a sus expectativas de negocio. No cuenta con depilarle las cejas a Javier Bardem y Penélope Cruz, porque tienen previsto hacerlo en Los Ángeles, esa ciudad comunista de los Estados Unidos, con hospitales baratos y monumentos dedicados al «Ché». Pero se amontonan los pedidos y las reservas. No suelta nombres, pero confía en depilar treinta cejas de famosillos por día a partir del 22 de mayo.

La depilación consiste en aligerar el peso y la densidad ideológica y física de las cejas –en este caso, las «zejas»–, de un buen número de pancarteros, pegatineros y titiriteros de la llamada «cultura», que presumen inquietudes de pesebre en el inmediato futuro. Entre ellos no figura Santiago Segura, que con sus «Torrente», además de demostrar su talento, ha conseguido camuflar el fracaso del cine español con su indiscutible éxito de taquilla, de taquilla libre y voluntaria, no sujeta a los dineros de los contribuyentes, despilfarrados en películas cretinas e infumables. Me comentaba, días atrás, un gran cineasta español, que los cejeros o «zejeros» aborrecen a Segura por el triunfo torrentino, y lo consideran un desertor del grupete. Mi amigo el peluquero y depilador «zejero» ha calculado que pueden ser más de mil los personajes y personajillos más o menos conocidos que van a proceder en las próximas semanas a descejarse, aunque ello no signifique un brusco cambio ideológico, sino un mera triquiñuela en pos de la supervivencia gorrona.

El problema no es otro que garantizar la privacidad del servicio. Mi amigo el depilador no quiere ni reporteros, ni cámaras ni fotógrafos en el umbral de su negocio. Pretensión tan comprensible como profesional. Le he recomendado que distancie las reservas de los «zejeros» famosos, pero me dice, con educado énfasis, que todos los «zejeros» son famosos, porque si no lo fueran, por mucha ceja que tuvieran no habrían sido compensados en estos últimos años. Y que teme, temor no infundado, que su establecimiento de depilación de cejas o de «zejas» se vaya a convertir en un nuevo camarote de los hermanos Marx, que nada tienen que ver con el Marx que ninguno de ellos ha leído exceptuando a Luppi y Diego Botto, que como buenos argentinos, tampoco lo han leído pero lo disimulan mejor. No resulta sencillo garantizar la intimidad en la dura resignación de aligerar las cejas, de amputar los flecos pilosos que han sostenido, hasta ahora, la seguridad del condumio y la posibilidad de adquisición del ansiado chalé en primera línea de playa. Muchas escobas van a ser precisas para barrer tantas cejas recortadas.

Las revueltas fallidas

Pilar Rahola en La Vanguardia

Una de las primeras conversaciones que tuve en El Cairo durante los días de la revuelta fue con gente de la comunidad cristiana, aterrorizada con la idea de que cayera Mubarak. ¿Porque eran amantes de una dictadura? No, porque sabían que aquella dictadura era un muro de protección ante la violencia islamista. Y sabían de qué hablaban, no en vano los ataques contra cristianos por parte de los radicales habían aumentando en los últimos tiempos. El acoso contra los cristianos en todo el mundo islámico es un hecho aterrador que ha llegado al cenit en Pakistán, donde incluso montan hostigamientos legales. Y no hablemos de las zonas palestinas donde han vivido durante dos mil años, y donde son sistemáticamente violentados. No tardaremos mucho en ver un Belén totalmente musulmán... La aparición del fenómeno integrista y el uso de millones de dólares del petroislam en la propagación del salafismo ha comportado uno de los momentos más negros para los cristianos que viven en tierras musulmanas. Egipto es un laboratorio privilegiado, vista la importancia de la comunidad copta. Y era evidente, pese a la euforia de algunos corresponsales que parecían confundir el periodismo con la pancarta, que aquellas revueltas escondían el huevo de la serpiente. Lo dije al volver: no todo lo que se manifiesta en la plaza Tahrir es democrático. O dicho al revés, mucho de lo que se manifiesta sueña con una dictadura peor que la anterior. Esta afirmación también vale desgraciadamente para Túnez y para Siria, y para Bahréin. Hay que ser muy ciego para no ver que, hoy por hoy, los movimientos más populares en el mundo islámico, no son precisamente los democráticos y que las organizaciones radicales dominan barrios, pueblos y universidades. De momento han conseguido un éxito escalofriante: excluir a cristianos y a mujeres del redactado constitucional. Y el 8 de marzo, escupieron y violentaron a las mujeres que se manifestaron. Al mismo tiempo, los Hermanos Musulmanes van asumiendo cotas más altas de poder. El futuro de Egipto, tal como denuncian feministas e intelectuales, presenta sombras tenebrosas. Pero como ocuparon la calle en contra de una dictadura, aquí nos pusimos el sombrero de Quico el Progre, lo confundimos con nuestras manis contra los grises y se hizo una lectura naif, ingenua y simple de lo que estaba pasando. Algún periodista enviado a la zona llegó a parecer el jefe de la revuelta. Y sin embargo, estaba claro que nada estaba claro. No se puede decir que no pasará nada con el islamismo radical, si los Hermanos Musulmanes son millones y dominan la oposición organizada. Ciertamente, significa no conocer nada de lo que pasa en el mundo musulmán. Y así vamos, con la flor de la revuelta marchita en manos de los corresponsales entusiastas, que ahora no deben saber qué hacer. Egipto no pinta bien. Los coptos y las mujeres lo saben. Quizá algún día lo sepamos también nosotros.

Maestros manipuladores

Quim Monzó en La Vanguardia

Hace unos días, al inicio de la campaña electoral, Marcial Martín (presidente del PP albaceteño y responsable económico del PP de Castilla- La Mancha) fue al municipio conqueño de San Clemente y en el mitin cargó contra las medidas aprobadas por el Gobierno de Zapatero. De la obligación de ir por autopista a menos de 110 kilómetros por hora, por ejemplo, dijo que él no le hace caso y que va a la velocidad que le parece, heroicidad de la que se mostró orgulloso.

No seré yo quien defienda esa fanfarronada, pero basta viajar un poco por autopista para ver que la reducción a 110 es una de las grandes tontunas del actual Gobierno español. La excusa de ahorrar combustible no se la cree ni el ministro de Industria, Miguel Sebastián, y el miedo es que llegue el 30 de junio y se olviden de su promesa de volver ese día a los 120. Pero es que 120 por hora también es un churro. No les diré a qué velocidad circulo yo cuando voy por autopista para que no me puedan acusar de incitar a la infracción pero, habiendo dicho esto, me parece que se intuye. En un momento que en Europa la tendencia es que se pueda ir todavía a más velocidad en aquellos tramos donde no hay peligro, la obcecación del Gobierno es grotesca. Desde hace cosa de año y medio, el Movimiento 140 lucha para que la velocidad por autopista sea de 140 kilómetros por hora, una propuesta tan razonable que, la semana pasada, Francisco Reynés, consejero delegado de Abertis, dijo que, tal como tenemos las autopistas y el parque automovilístico, podríamos subir la velocidad máxima a 140 sin que ello supusiera aumento de siniestralidad. Sin embargo, esa evidencia, al Gobierno le importa un pito. Ellos viven obsesionados en rendir pleitesía a las últimas manías pijoprogres que les quedan, y esa es una. Y así seguirán aunque, para justificar su decisión, tengan que manipular los datos, como hizo el jefe de la Dirección General de Tráfico (DGT), Pere Navarro, a mediados de abril. Explica ElAntirradar.com –blog imprescindible para saber todo lo que esconde la DGT– que el 13 de abril, el gerente de una empresa de embutidos y precocinados de Cañete de las Torres (Córdoba) tuvo un accidente yendo en moto. Murió. Como ese accidente impedía que Navarro hiciera el discurso triunfalista que quería hacer en el programa de Carlos Herrera en Onda Cero, los encargados de introducirlo en el sistema informático se hicieron el despistado y no lo introdujeron hasta dos días después de que Navarro hubiera ido a Onda Cero. Así no computó. De manera que exactamente hubiese podido ser que, mientras Navarro mentía por la radio diciendo que, gracias a su política de reducción de velocidad, aquellos días no había habido ningún muerto en ninguna carretera española, la familia del gerente de la empresa de embutidos y precocinados muerto estuviese, precisamente, enterrándolo.