martes, 4 de enero de 2011

Los secretos del Tea Party español

Luis del Pino en Libertad Digital

El pasado domingo, coincidiendo con la multitudinaria Misa de la Familia oficiada en Madrid por el cardenal Rouco, el periódico El País se descolgaba con un seudo-reportaje titulado "Los secretos del Tea Party español", en el que se dedicaba a atizar estopa a esos movimientos ciudadanos de corte católico que han protagonizado la contestación, en la calle y en los tribunales, a las medidas de ingeniería social impulsadas por el actual gobierno..

La verdad es que merece la pena leer el reportaje original, porque resulta de lo más novelesco y entretenido. Lo único que cabría exigirle al autor del reportaje es que, la próxima vez, publicara ese tipo de artículos dentro de algún libro de ficción.

Porque, si uno escribe un reportaje afirmando que los principales movimientos ciudadanos de la órbita católica en España están financiados por una misteriosa sociedad secreta mexicana, lo menos que el lector espera es que se aporte algún tipo de demostración de lo que se afirma.

Pero resulta que el artículo no sólo no aporta ningún tipo de documento o de prueba de lo afirmado, sino que tan sólo se remite a un puñado de testimonios de gente que dice que le han dicho que una especie de sociedad católica llamada El Yunque anda detrás de todos los movimientos cívicos que le traen a Zapatero a mal traer.

No sé yo muy bien qué es eso de El Yunque, pero deduzco, leyendo el artículo, que debe de ser al ámbito religioso lo que los malvados especuladores son a la esfera bursátil: los culpables de todo. De la misma forma que no es Zapatero quien nos ha llevado a la ruina, sino que son los malvados especuladores los que la tienen tomada con España, tampoco es Zapatero quien ha soliviantado a media sociedad con sus imposiciones legislativas en materia moral, sino que una tenebrosa sociedad de origen mexicano se dedica a llenar las calles de España de manifestantes. Personalmente, el asunto me da tanta risa como esos enloquecidos ensayos en los que se afirma que la Trilateral y el Club de Bildeberg gobiernan el mundo en la sombra.

Lo dicho: le recomiendo al autor del "reportaje" que, la próxima vez, lo amplíe en 300 o 400 páginas; que añada una protagonista de atractivas curvas que sea doctora universitaria en arqueología o filología semítica y un protagonista atlético y simplón que sea, por ejemplo, detective privado; que introduzca en la trama algunos misteriosos códices que ocultan antiguos y peligrosos acertijos y que intercale aquí y allá escenas de persecución, en las que todos los malvados reciban su merecido.

Porque hay que reconocer que un título como "El oscuro secreto de El Yunque" tiene muchísimo gancho y la novela podría venderse como churros.

Es una pena que un título tan prometedor se desperdicie en una memez de reportaje.


P.D.: Por cierto, según iba escribiendo el artículo, se me estaba ocurriendo una trama para otra novela: ¿creen ustedes que podría tener éxito un thriller sobre una sociedad tan secreta, tan secreta, que ni siquiera sus miembros saben que pertenecen a ella?

El gran poder

Isaac Rosa en Público (¡vaya por Dios!) se imagina a los obispos conversando ente ellos tal que así: “Consigamos que los laicos no nos tomen en serio, que se distraigan haciendo gracietas, y nosotros mientras a lo nuestro, a consolidar el poder que ya tenemos y a ganar nuevas parcelas”. Yo no sé en qué siglo y en qué país viven "los laicos", pero en España y ahora, por más que miro no veo el poder de la Iglesia por ninguna parte. Como no sea el poder de Jesús. Jesús del Gran Poder. Pero me da a mí que el señor Rosa no se refiere a ese poder.

Sí uno es "laico" y no va a misa, o no sigue la doctrina de la Iglesia, no pasa nada. Y si es católico, tampoco (pruebe a ser musulmán "heterodoxo" y verá qué bien le va). Ahora, si a usted se le olvida pagar sus impuestos, tributos, multas, sanciones... comprobará lo que es el poder terrenal de verdad. El poder de "los laicos", vamos.

A mí me pasa con ellos, con "los laicos", lo mismo que al señor Rosa con los obispos: cada vez me río menos con sus "gracias". Es que a algunos me los imagino charlando entre ellos tal que así: “Consigamos que no nos tomen en serio, y nosotros mientras a lo nuestro, a consolidar el poder que ya tenemos y a ganar nuevas parcelas”.

Mariano y Pepín

Ignacio Ruiz Quintano en ABC

El fascismo antitabaquista ha echado a la calle a la gente que mataba el insomnio en los bares. «¿Usted ha estado enamorado alguna vez?». «No. Yo siempre he sido camarero». Y en la calle todo el mundo habla de Cascos, rechazado por las febles damas del PP y su centrismo zen. Primero, Pizarro. Ahora, Cascos. ¿Qué tienen en común? Para empezar, la brillantez. Ser brillante en un partido resulta tan escandaloso como estar sano en un hospital. Y luego, ay, la fealdad. Pizarro y Cascos son dos tipos feos que no tienen sitio en esa Galerías Preciados que viene montando Mariano Rajoy, el Pepín Fernández de la derecha española. «Mire usted —se quejaba Pepín Fernández a Ruano—, hay capítulos inexcusables y desesperantes. ¿Sabe usted que he de emplear unos cuarenta minutos diarios sólo en contestar las cartas de recomendación para el personal femenino?». Y así es como se imagina uno a Mariano, enchufando dependientas. Mariano tendrá que colgar en la calle de Génova el descortés y famoso rótulo del pequeño comercio galdosiano: «No confundirse con la tienda de al lado». La tienda de al lado es la de Zapatero, claro, que hace tiempo que colgó ese cartel. ¡Mariano y Pepín! Ruano veía en Pepín a un gran capitán de los números cuyas batallas resultaban victorias de cantidad. Veinte años estuvo Pepín en Cuba y veinte años debe de llevar Mariano en la oposición, que en España es La Habana con menos negritos, un terrón de azúcar en medio de mares amargos, la cuna del relajo, que no es la decadente relajación, sino el suave abandono, tan típico, nos dice Foxá, como la «gana» española o la «saudade» portuguesa, o «il dolce far niente» napolitano: «El relajo es dejar hacer, el no importa, el filosófico para cuatro días que vamos a vivir, traducido a la dulzura tropical. Con el relajo se puede disculpar casi todo; es una sonrisa; es una comprensión humana; un sentido benévolo y optimista de la vida». Cascos, ¿para qué?

El gran pacto de Estado

José García Domínguez en Libertad Digital

A cinco minutos de que un poder extranjero tome el control del país por primera vez desde la invasión napoleónica, el gran debate entre la crema de la intelectualidad gira en torno a si hemos de llamar "Pepiño" al titular de Fomento. Max Estrella y don Latino de Hispalis deben estar retorciéndose en sus tumbas.