sábado, 14 de mayo de 2011

Magnolios

Alfonso Ussía en La Razón

Una mañana soleada de principios de marzo, César González-Ruano, en su mesa del Café Teide, escribió para ABC un texto redondo, prodigioso, en el que anunciaba que habían florecido los almendros. El entonces Director de ABC, el genial, volcánico y caprichoso Luis Calvo, se quedó sorprendido al leer el artículo de César. Y le llamó: -Ruano, ¿y qué coño, me pregunto yo, les importa a los lectores de ABC que hayan florecido los almendros?-. César no era de fácil dominio.-Director, ¿te imaginas lo que sucedería si un año no florecieran los almendros?

Víctimas a la intemperie

Tomás Cuesta en ABC

La consecuencia más visible del fallo del Constitucional a favor de Bildu ha sido la de un terrorista riéndose de vivos y muertos con un cartel de su franquicia electoral entre las manos. El «ex preso», acentuaban los propagandistas del régimen, ha pasado de las pistolas a las pancartas y eso les parece una «buena noticia». Con el calibre moral inutilizado, el mal menor es la utopía post-mortem del zapaterismo, memoria selectiva, impunidad y amnistía. Una vez desmantelada la arquitectura legal y policial contra el terrorismo, comienza el rito de las excarcelaciones. La euforia en los patios de las cárceles es el precio de los últimos presupuestos, el peaje del fin de ciclo y el ricino contra quienes sienten de nuevo el aliento de sus verdugos en la nuca, el regreso del hacha y la serpiente, la voladura controlada del Estado de Derecho, algo menos ya que una incierta sensación de seguridad jurídica y una apariencia de cordura política. Así, mientras la Fiscalía mira para otro lado, los taliboinas amenazan con querellarse contra quienes les recuerden su pertenencia y subordinación al clan de la goma dos. Desbordada cualquier ficción de línea roja, el respeto por las víctimas del terrorismo no es siquiera un lugar común, un pretexto o una formalidad, como ceder el paso.

Como algo había que disolver, hace ya tiempo que se optó por la disolución de las víctimas por la vía de los infundios, las infamias y la aplicación masiva de la luz de gas. Pisoteadas sus vidas, el proceso consiste en blanquear a los terroristas a costa de negar las consecuencias de sus actos, el dolor de los supervivientes. Sin memoria y sin justicia, cuya expresión plástica es el revelador testimonio de Pascual Sala sobre lo mucho que le irrita que se dude de su independencia, se trata de acabar con la dignidad, arrinconar la carne de cañón en el pabellón de los casos perdidos y suplantarla por un retén de abuelas argentinas y bisnietos del capitán Lozano, mucho más flexibles y desde luego menos concernidos en la última hora del horror.

Sin embargo, quienes lo han perdido casi todo, sobrevivido a un secuestro o gobernado en las fauces de ETA, Alcaraz, Ortega Lara y Regina Otaola, por ejemplo, se resisten a desaparecer, se niegan a callar y no acatan la aplicación de la eutanasia contra la libertad y la democracia, contra las leyes y contra el porvenir. Esas víctimas y muchas otras se concentran hoy en Madrid para alzar la voz y plantarse ante las carcajadas de los terroristas y su vuelta a las calles por la puerta grande, ante el jolgorio de los Usabiaga, Otegi, Troitiño, De Juana y Ternera, ante sus brindis por la «paz», sus «goras» por el socialismo y el hedor de su victoria. Las víctimas componen el último dique frente a ETA, la línea Maginot de la democracia en España, uno de los pocos motivos para aferrarse a la esperanza de que no todo está perdido, que no todo es política, cálculo electoral, cambalache y mentira.

Bin Laden y el 11-M

César Alonso de los Ríos en ABC

Apenas alusión alguna a la autoría del 11-M por el islamismo yihadista en estos días sobre Bin Laden y la Yihad islamista. Me pregunto por qué razón los políticos y analistas que impusieron sus tesis sobre el atentado de Madrid no han aprovechado la ocasión para reafirmarlas. Lo lógico es que los que desautorizaron otras explicaciones como teorías emanadas de un sentido conspiratorio de la Historia deberían haber aprovechado la revisión biográfica de Bin Laden para volver sobre el atentado de Madrid. Si el debate sobre los autores llegó a dividir a la sociedad española ¿no habría sido normal que la persecución y muerte de Bin Laden hubiera sido aprovechada para reafirmar la interpretación sobre la autoría del atentado más grave de Europa? La discreción, por no decir el silencio, resultan realmente sospechosos.

El show de Tommy Gómez

Juan Manuel de Prada en ABC

Para frases tronchantes, ninguna como la que Tommy Gómez profirió después de que se averiguara que había estudiado en un colegio privado; frase en la que, inflamado de sincero ardor socialista, confunde a Felipe González con Claudio Moyano: «Es que cuando hice la EGB en este país no había educación pública, porque yo estudié antes de que llegase Felipe González al Gobierno». Pero, a buen seguro, Tommy Gómez cree sinceramente que Felipe González fue el promotor de la escuela pública, como también creerá sinceramente que fue el inventor de la rueda y el descubridor de la penicilina, porque el humorismo socialista piensa sinceramente que el mundo era un caos informe, antes de que gobernaran los suyos; y así se lo han hecho creer a la pobre gente. A Tommy Gómez, para rematar su número, sólo le faltó dirigirse a Felipe González y decirle, reverencioso y solícito, como José Luis López Vázquez en «Atraco a las tres», cuando llegaba a la oficina bancaria la maciza que le sorbía el seso: «Tommy Gómez, un admirador, un esclavo, un amigo, un siervo». Pero —¡qué culata ni qué piñones!, que diría Gracita Morales—, un siervo invictus, caramba.

Schengen de excepción

Hermann Tertsch en ABC

Los tremendos desequilibrios económicos en la zona euro tienen sus efectos también en la zona Schengen. Países con graves crisis como Grecia, Portugal y España y en buena medida Italia, son vistos ya como socios de riesgo por parte de otros países europeos. Que han hecho sus profundos ajustes y recortes antes, hoy se recuperan y no quieren sufrir los efectos perversos de las crisis meridionales, donde los gobiernos no quieren o no pueden aplicar las reformas necesarias.

Nos pasa con el euro. Y nos pasa con la inmigración. Dinamarca, con menos de la tercera parte del desempleo de España, considera un alto riesgo que inmigrantes en España, Grecia o Italia, lleguen a la lógica conclusión de que en el norte escaparán con mayor facilidad de la crisis. Es el origen del conflicto incivil entre París y Roma que estos supieron superar precisamente con la solicitud de medidas especiales ante situaciones especiales.

Pánico en el geriátrico

Pablo Molina en Libertad Digital

Hasta ahora sólo los ancianos que se ponían malitos en Andalucía y Aragón, progresismo obliga, corrían el riesgo cierto de que sus familiares instaran a los médicos a que les metieran un chute de sedación terminal y los mandaran al otro barrio, pero con esta ley inminente que legaliza la eutanasia disfrazada con eufemismos, el gobierno se ha propuesto convertir al país entero en una ratonera para la tercera edad.

Si en Holanda ha habido un éxodo de abuelitos hacia la frontera alemana para evitar la muerte prematura, aquí puede ocurrir lo mismo solo que con la dificultad de que el territorio es más amplio y hay muchas provincias alejadas de la frontera. Tener más de setenta años, vivir en Soria y ser propenso a los resfriados invernales va a ser gracias a ZP un deporte de riesgo, especialmente si en lugar de familiares se tiene a una bandada de buitres deseando heredar.

Ningún enfermo terminal necesita hoy en España una ley para poder morir "dignamente" como se ha empeñado en recetarnos la Pajín, porque los médicos conocen sobradamente los métodos para evitar el sufrimiento innecesario y además los aplican, de forma que los últimos días de estos enfermos transcurren en paz, sin dolor y rodeados del amor de los suyos.

Pero como siempre que los socialistas imponen una norma, el objetivo de esta ley no es solucionar un problema candente, sino aumentar la coacción estatal para que los derechos de los ciudadanos, aún el más elemental, no dependan de su voluntad sino del estado. Lo han conseguido ya con el derecho a vivir de los bebés no nacidos y ahora pretenden cerrar el círculo con esta ley de eutanasia que ya ha dado sus primeros pasos para adquirir carta de naturaleza en unos pocos meses.

Los socialistas primero intentan que no nazcas. Si lo consigues, te someten a un lavado de cerebro durante toda tu vida académica para convertirte en un zombi moral que sólo razone bajo sus premisas. Si llegas a viejo te roban hasta dejarte una pensión de miseria. Y si en el colmo de la terquedad consigues zafarte y labrarte un final de tu vida confortable, ahora amenazan con quitarte de en medio a la menor oportunidad.

Ser un obrero y votar a los socialistas es de cretinos, como demuestra la realidad. Tener más de setenta años y votar a la izquierda, a partir de ahora también.

¿Por qué nos empobrecen las catástrofes naturales?

Juan Ramón Rallo en Libertad Digital

Aunque se trate de un asunto muy manido y del que ya se ha hablado en numerosas ocasiones, el reciente terremoto de Lorca, y el no mucho más lejano en el tiempo de Japón, nos ofrece la oportunidad de volver a reflexionar sobre el tema.

Riqueza es toda aquella acumulación de bienes que nos permite, directa o indirectamente, satisfacer nuestras necesidades presentes y futuras. Tan riqueza es, aunque con distinta forma y probablemente dispar valor, un almacén lleno de trigo que un campo para cultivarlo: el primero lo podemos comer directamente para saciar nuestro apetito y el segundo nos puede proporcionar el trigo con el que hacer lo propio. En definitiva, para volvernos más ricos hemos de disponer de más bienes con los que directa o indirectamente satisfacer nuestras necesidades presentes y futuras. De ahí la muy elemental proposición de que la destrucción indeseada de bienes materiales nunca –insisto, nunca– nos vuelve más ricos. Tal vez sea por ello que a las catástrofes naturales se las llame "catástrofes" y no "bendiciones naturales".

Sentado lo evidentemente cierto, conviene, sin embargo, perder algo de tiempo refutando lo evidentemente falso y, sobre todo, explicando por qué son tantos los que compran las mercancías escacharradas de que destruir es crear y pobreza es riqueza.

Dos de los errores que más ha contribuido a popularizar el keynesianismo son: por un lado, que la medición más aproximada de nuestra riqueza no la constituye el valor de los bienes y servicios que producimos, sino la cantidad de trabajo existente; por otro, que la riqueza no nace de producir y acumular bienes que satisfacen nuestras necesidades, sino de gastar en demandarlos.

Recordemos, además, que el keynesianismo es un engendro teórico concebido en tiempos de estancamiento. En un momento de parálisis económica, como en las fases más depresivas de un ciclo, el desempleo tiende a ser muy elevado y el gasto suele congelarse. Es razonable: los empresarios todavía están recomponiendo sus planes de negocio y el conjunto de los agentes económicos está más preocupado por amortizar sus deudas que por mantener unos niveles de gasto (generalmente basados en un sobreendeudamiento previo) que son insostenibles. En esa coyuntura, pues, cualquier circunstancia, por desgraciada que ésta sea, que contribuya a reanimar el empleo y el gasto será considerada por los keynesianos como "estimulante" para el crecimiento.

Así, si un terremoto destruye varios millares de viviendas, por mucha crisis que haya, dos cosas son evidentes: la primera, que los afectados por el seísmo, aun cuando acumulen ingentes deudas y aun cuando sean muy reacios a gastar a ciegas, harán lo que sea –liquidar otros activos, endeudarse todavía más, recortar otros desembolsos...– para gastar en reparar sus casas; la segunda que, precisamente por lo anterior, existe una oportunidad de negocio bastante grande y bastante evidente en reedificarlas (sobre todo para las empresas que ya cuenten con el equipo para ello), de modo que por dubitativa que estuviera una parte del empresariado acerca de cuál debe ser su oficio futuro, durante un tiempo concentrará sus esfuerzos en construir nuevas viviendas, para lo cual contratará a nuevos trabajadores, reduciendo el nivel de paro.

Ahí lo tienen: si más gasto y más empleo equivalen a más riqueza para los keynesianos –y, por desgracia, para mucha gente que ha sido contaminada por sus ideas–, es consecuente que se tienda a pensar que las catástrofes naturales nos vuelven más prósperos colectivamente por generar, en ciertas circunstancias, más empleo y gasto a muy corto plazo.

¿Dónde está el error de tan primario razonamiento? Antes del terremoto, los agentes económicos estaban paralizados (trabajadores sin empleo, empresarios que no invierten, consumidores que no gastan...) porque no sabían cómo generar riqueza adicional sobre la ya existente. Después del terremoto se han empobrecido, de modo que esos mismos agentes pueden movilizarse durante un tiempo para reponer la riqueza que existía previamente. ¿Acaso se vuelven más ricos volviendo a producir una riqueza que previamente poseían? No, pierden tiempo y recursos; por tanto, se empobrecen. Cierto: hay más empleo que antes, pero no empleo dirigido a incrementar su riqueza sino a restituirla; cierto: hay más gasto en viviendas, pero también menos gasto, presente o futuro, en todos aquellos otros bienes que podrían haber producido y adquirido en ausencia del terremoto.

Ninguna devastación involuntaria mejora nuestro bienestar, ni siquiera cuando sustituyamos las antiguas casas –o la antigua riqueza, más en general– por otras de mejores y más resistentes. Pues, ¿por qué esperar al terremoto para remplazarlas? O, más simplemente, si de crear nuevos bienes desde cero se trata, ¿no sería preferible quedarse con los bienes viejos y con los nuevos? ¿Qué es mejor? ¿Un tractor nuevo o dos tractores, uno nuevo y otro viejo? ¿Una casa recién reformada o dos viviendas, una reformada y otra sin reformar? Puede, es verdad, que cuando vayamos justitos de espacio sí convenga destruir lo viejo para quedarnos sólo con lo nuevo –el espacio también puede ser objeto de economización–, pero en tal caso no necesitamos de terremotos, nos basta con dinamita. Al cabo, el único beneficio de los terremotos sería el de ahorrarnos el coste de los explosivos: claro que la ventaja de estos últimos es que permiten focalizar la destrucción allí donde nos conviene; la pequeña desventaja de las catástrofes naturalezas es que la generalizan de manera indiscriminada.

A diferencia de keynesianos y animistas, no confiaría demasiado en la sapiencia innata de Gaia para seleccionar con precisión cirujana qué obras deben ser derruidas con tal de maximizar nuestro bienestar colectivo. Seguro que al llenar de explosivos todo un territorio, algún error de bulto comete.

El 40% de lo que gana no es suyo

Manuel Llamas en Libertad Digital

Hacienda se apropió en 2010 del 39,6% del sueldo real (bruto) de los trabajadores frente al 38,3% de 2009, y eso sólo contando la tributación directa por IRPF y cotizaciones sociales. De este modo, Zapatero aplicó en España la mayor subida de impuestos directos del conjunto de países desarrollados, tan sólo superado por Islandia. Como resultado, los contribuyentes españoles pagan ahora casi cinco puntos porcentuales más que la media de la OCDE, soportando así una de las fiscalidades más duras de la UE ¡Todo un logro en un país gravemente empobrecido!

Pero ahí no queda la cosa. Si a los directos se suman los indirectos –que también han subido–, la imagen del contribuyente español es para echarse a temblar: un trabajador apenas dispone libremente del 53% de su sueldo tras cumplir con el Fisco o, dicho de otro modo, Hacienda se embolsa de media el 47% de la renta bruta anual. No está nada mal. Así, por ejemplo, un asalariado soltero y sin hijos con un sueldo bruto de unos 1.600 euros apenas ingresará en el banco 1.000 euros limpios al mes, cuantía que se reducirá a apenas 800 una vez satisfecha la extensa y gravosa tributación indirecta que impone el Gobierno. El Estado pasa factura, y todo apunta a que ésta se encarecerá aún más en breve. Recuérdelo la próxima vez que alguien del Ejecutivo argumente que la "presión fiscal en España es baja" porque, simplemente, es mentira.

Consecuencias del pecado original

Quim Monzó en La Vanguardia

Cuando una pareja se separa, lo habitual es que uno se quede en la casa o el piso en el que vivían y el otro se busque otro. De modo que el niño va de una casa a otra: tal y tal día duerme en el piso de la madre; tal y tal día en el del padre. Si los padres han quedado tan hartos uno del otro que ni ganas tienen de verse, el día del traspaso del crío quien lo ha tenido últimamente lo deja en la escuela por la mañana y el otro lo recoge por la tarde.

Saltándose esa costumbre, el juez Francisco Serrano, del Juzgado de Familia número 7 de Sevilla, ha dictado que la pareja del caso que juzgaba –con dos hijos, menores de edad– se turne en el uso de la vivienda que compartían. Tres meses vivirá el padre en ella y, a continuación, la madre los tres meses siguientes. Y así. Es decir: los hijos no irán de un piso a otro, y serán los padres quienes deberán buscar donde vivir cuando les toque no estar en la casa. Europa Press ha tenido acceso a la sentencia y explica que el juez "subraya el derecho de los niños 'a seguir disfrutando del inmueble que les ha servido de morada'" y que, como los hijos se sienten protegidos tanto por el padre como por la madre, la custodia compartida es "el mejor modelo de parentalidad". Momento sublime es cuando el juez valora la norma habitual –conceder la custodia a la madre– y dice que son planteamientos "de carácter trasnochado, reaccionarios al progreso y que siguen valorando la figura materna como referente de apego principal y la figura paterna como referente periférico". Ya puestos, carga contra el abogado de la madre: "Lo que no resulta admisible es afirmar, como hace la representación legal de la demandante en su escrito de conclusiones, que 'la madre manifiesta la seguridad, rutina, disciplina y hábito que necesitan sus hijos, y asimismo las atenciones que en razón a la corta edad de los menores, solamente una madre puede dispensar'". Añade: "No puede concluirse apriorísticamente que sólo las madres pueden preocuparse de dispensar a sus hijos la cobertura de sus necesidades afectivas y materiales. Se han de superar los prejuicios sexistas". Como diría Berto Romero: ¡zasca!

¿Reaccionarán ante esa sentencia todos esos jueces carcomidos que de forma rutinaria deciden que, en caso de separación o divorcio, aunque ninguna razón lo justifique, el padre es –siempre– el malo de la película, motivo por el que se da la custodia a la madre? He ahí un comportamiento sexista que complace al hembrismo imperante en nuestra sociedad, hembrismo que, así, goza de unas prebendas inimaginables en una sociedad igualitaria. Mientras, centenares de miles de padres separados son culpabilizados y apartados de sus hijos por haber nacido con el pecado original, que hoy en día no tiene ya nada que ver con la falta cometida por Adán y Eva y que significó su expulsión del Paraíso, sino con tener genitales externos.

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El señor Monzó está a punto de ser expulsado del Paraíso progre.


¿Quo vadis, Amnistía?

Pilar Rahola en La Vanguardia

No es la primera vez que tengo esta impresión al leer el informe anual de Amnistía Internacional (AI). Pero este año me resulta especialmente evidente que esta emblemática entidad hace años que se ha convertido en un ente ideológico. Es decir, que intenta vender ideología de extrema izquierda (o de izquierda extrema) con la excusa de los derechos humanos. Ello no significa, por supuesto, que no haya informaciones útiles en sus informes, pero también es cierto que a menudo caen en la tentación de proyectar un discurso ideológico que los sitúa fuera de la presumible neutralidad de un observatorio de derechos humanos. Es decir, que algunas cosas que dicen no las compraría nadie si no las presentaran bajo el paraguas de AI.

Veamos el ejemplo actual, referente al sensible tema del velo integral.Lejos de hacer un informe contundente contra la proliferación de imanes y organizaciones fanáticas que sitúan el punto de mira en el dominio de la mujer, Amnistía se ingenia la peregrina teoría de que la prohibición del burka en los lugares públicos va contra la libertad de expresión y la libertad religiosa. La cuestión religiosa ni la respondo, dado el evidente desconocimiento que tiene Amnistía sobre un punto tan fundamental. ¿O no sabe que ni el burka ni el niqab salen en ninguna sura coránica y que es una práctica reciente vinculada a la idea del dominio? Pero el otro uso de la palabra libertad, el de la libertad de expresión, ya no es una cuestión de ignorancia, sino un ejemplo del pensamiento inverso que tienen algunos iluminados de izquierdas. ¡Libertad y burka! ¡Cómo pueden juntar estas dos palabras y quedarse tan frescos! ¡Cómo pueden ignorar que los imanes radicales imponen el velo integral a las mujeres, que en los congresos salafistas se plantea como exigencia primera, y que detrás de una mujer emburcada hay una mujer segregada, víctima de una ideología misógina que la desprecia hasta el delirio! ¡Cómo no conocen las denuncias de las intelectuales musulmanas más valientes! ¡Cómo es posible que en lugar de poner el peso de la denuncia en el islamismo fanático, lo pongan en las instituciones que intentan prohibir una práctica de segregación como esta!


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Amnistía de la Internacional.

Cristianos en Egipto

Editorial de El País

Las comunidades cristianas en el mundo musulmán se han convertido en muchos casos en especies amenazadas, como lo muestran la sucesión de ataques y matanzas que las han tenido como blanco durante los últimos tiempos, se trate de Irak, Egipto, Pakistán, Somalia o Malasia. En estos y otros países, sin embargo, las reiteradas agresiones ni siquiera alcanzan la categoría de noticias.

En Egipto, los ataques contra cristianos coptos, alrededor del 10% de la población, se han multiplicado alarmantemente desde el atentado de Alejandría, en Navidad, y especialmente tras el derrocamiento de Hosni Mubarak. El último, la semana pasada, en un suburbio cairota donde fanáticos salafistas incendiaron una iglesia y causaron 12 muertos y más de 200 heridos.

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Más vale tarde que nunca, pero mejor hubiera estado publicar este editorial hace unos días, cuando se informaba así:

12 muertos en un enfrentamiento de musulmanes y cristianos en Egipto