martes, 19 de enero de 2010

Entender la libertad 2.0

Daniel Rodríguez Herrera en Libertad Digital

El problema al que se enfrentan los diversos manifiestos en favor de la libertad de expresión y en contra de la Ley Sinde está en la dificultad de hacer entender a quienes menos comprenden internet sobre el alcance de este ataque contra nuestras libertades. No hubo esas dificultades con la llamada "ley de la patada en la puerta" del ministro Corcuera o Corcuese, que dimitió después de que el Constitucional le tumbara su barbaridad. Todo el mundo entendía que suprimiendo las garantías jurídicas a la hora de registrar un domicilio, por más que se justificara en la efectividad de la lucha contra el delito, eliminaba uno de nuestros principales derechos y borraba de un plumazo nuestras libertades.

No sucede lo mismo con esta ley. Muchos continúan pensando y argumentando que, al fin y al cabo, esto va contra los sitios web de enlaces, y que quienes nos oponemos a la ley somos todos unos piratuelos dedicados en cuerpo y alma a la mula y el torrente. Es lo mismo que aducir que quienes se oponían a la Ley Corcuera eran en realidad unos delincuentes que no querían acabar en la trena tras un registro de su casa. Así, por ejemplo, El Mundo se ha mostrado de acuerdo con la versión más radical de la ley, la que no incluía jueces ni siquiera de la forma tramposa en que se ha hecho, porque "la Justicia en nuestro país es más que lenta, lentísima". Si es por esa razón, bien podían ser también favorables al CAC porque los tribunales tardarían mucho en cerrar un medio de comunicación...

La última muestra de la resistencia de los internautas a esta "ley de la patada en el router", como ha sido bautizada en honor a aquellas viejas intentonas socialistas de violar nuestros derechos, es un nuevo manifiesto al que han llamado "Libertad 2.0" y que, pienso, puede firmar tranquilamente cualquier liberal de estricta observancia. No comete errores como el del manifiesto original, que pedía al mismo tiempo que no se interviniese en la red y que se garantizara la "neutralidad de la red" –algo que exige una intromisión estatal para su imposición–, o invocaba un inexistente "derecho de acceso a la cultura a través de internet", que parece catalogar las descargas nada más y nada menos que como un derecho al nivel de la libertad de expresión. Ni siquiera errores más veniales como hablar de "ciudadanía" como un colectivo en lugar de referirse a los ciudadanos, individuos con sus derechos individuales, como hace la plataforma Red-Sostenible. Y no hablemos ya, claro, de la frikada de los Gopegui, Regás, Frabetti y compañía.

En cualquier caso, y aunque sea por motivos distintos, o les escandalicen unos aspectos más que otros, parece claro que la Ley Sinde ha provocado la repulsa de los internautas de todas las adscripciones ideológicas. Sin embargo, claro, eso no significa que el PSOE no vaya a intentar aprobarla. Ni siquiera estoy seguro de que finalmente el PP vaya a votar en contra, conociendo la táctica marianista de hacer un discurso impecable contra el Gobierno, pero abstenerse o votar a favor cuando llega el momento realmente importante. Aunque el ruido que han logrado provocar los internautas haya sido mucho mayor que en otras ocasiones, finalmente el desprecio hacia nosotros que llevó a Zapatero a nombrar a González Sinde volverá a actuar. Cabrá entonces preguntarse si la gente de izquierdas que tan activa ha sido contra esta ley votará por una alternativa, se quedará en casa o decidirá apuntarse a la doctrina Gump expuesta por Víctor Manuel. Miren que en muchos casos yo apostaría por lo último.

Decálogo para una reforma

César Vidal en La Razón

La asunción de un decálogo como éste permitiría anteponer la libertad y la igualdad de los ciudadanos a los privilegios y, de esa manera, el sistema aún podría salvarse. De lo contrario, si continuamos con uno que hasta los nacionalistas ven ya quebrado, sólo queda esperar a que tenga lugar su extinción final.

Retirar

Alfonso Ussía en La Razón

El Arco del Triunfo, que ya forma parte del perfil de ese distrito de Madrid y no se mete con nadie, no tiene retiro sencillo. Se puede derribar, pero no retirar. Puede saltar por los aires ayudado por una explosión de dinamita, y posteriormente retirar sus restos y sus escombros, pero en pedacitos. Ese Arco del Triunfo es demasiado grande y pesado para retirarlo, a no ser que el señor Pedreño pertenezca a la familia de Obelix y hubiese caído de niño en el caldero de Panoramix.

Haití y el perfecto idiota

Cristina Losada en Libertad Digital

Se escribe estos días sobre las supersticiones haitianas. Resultan inofensivas al lado de las supersticiones políticas que arraigan en el Occidente rico e ilustrado. Raro que todavía no se haya culpado a la CIA y al FBI, siempre tontos peligrosos, del terremoto.

Soraya: antes muerta que facha

David Jiménez Torres en Libertad Digital

La distancia de décadas con respecto a Franco debería haber liberado a la derecha de su sentimiento de culpa, haberle dado fuerzas para definirse sin temor y apostar por las medidas que crea necesarias desde el pragmatismo y el sentido común, aun exponiéndose a que otros las tilden de derechistas; por ejemplo, incentivar la contratación y eliminar la distinción entre trabajadores fijos intocables y trabajadores temporales sin derecho a nada, a través de un nuevo contrato con menor penalización por despido. Pero para el nuevo PP, todo lo que suene a "derechista" debe rehuirse como la peste. 

La enésima traición de Rajoy a su electorado

Editorial de Libertad Digital

Los estudiantes, ya sean de primaria, secundaria o bachillerato no deben recibir formación política en las aulas, materia que es de curso obligatorio en las dictaduras pero que no tiene cabida en un país libre donde todas las opiniones políticas, incluso las anticonstitucionales, son legítimas. Lo mismo puede decirse de las cuestiones de orden moral. El Estado no puede establecer una moral oficial que colisione con la moral privada de los individuos, la única válida. Hacer lo contrario, es decir, adoctrinar a los estudiantes en un paradigma político y moral concreto, es volver a la Formación del Espíritu Nacional que se estudiaba durante el franquismo.