En el año 1975, Franco estaba muriendo y España se enfrentaba a su mayor envite. Un claro descendiente del Profeta entendió cómo sacar partido de lo frágil. Muchedumbres de civiles fueron lanzadas a ocupar el Sahara. Detrás, estaban los fusiles marroquíes. Pero no se veían. Ganó el Sultán. Vendimos a los saharauis. Y el ejército español fue sometido, por decisión de su gobierno, a la humillación más grande de su historia reciente. Israel defiende su territorio. Por tierra y por mar. No tiene otro. O combate o muere. Es la diferencia. Y no carece de lógica que nos dé tanta envidia. Y que lo odiemos tanto.
miércoles, 2 de junio de 2010
La flotilla islamista
Dados los ataques violentos relatados por los soldados israelíes que comenzaron cuando los «pacifistas» arrojaron a un soldado desde la cubierta superior a la inferior, es bastante posible que dicha investigación les reconozca una situación de «amenaza a la vida» y su consiguiente derecho al uso de las armas. Pero lo que será imposible es que la opinión pública europea abra los ojos al movimiento islamista-izquierdista que mueve los hilos internacionales de ese barco y del radicalismo violento palestino.
El islamoizquierdismo europeo está disfrazado de pacifismo, de humanitarismo o de identidades étnicas. Lo mismo oculta la realidad de las bombas de Hamás tras la retórica de la paz que esconde el rostro de las mujeres tras la retórica de la identidad. O el acoso a Israel tras la retórica de la ayuda humanitaria.
La Flotilla de Hamas
No era necesaria la flotilla, pero lo cierto es que nunca pretendieron sus organizadores otra cosa que provocar una reacción de Israel que volcara a los medios occidentales a favor del terrorismo islámico. Sabedores de que Israel no toleraría la entrada de armas ni terroristas en la Franja, el conflicto estaba servido y cuando se produjo, pocos medios quisieron ver la realidad de lo sucedido. Por el contrario, en editoriales, columnas y viñetas se lanzaron a condenar a Israel defendiendo de paso a Hamas, una organización que tortura y asesina a los palestinos, e indirectamente a Irán. Sabía Al Qurashi lo que se decía. Ciertos medios de comunicación occidentales con sus consignas antisemitas equivalen, sin llegar siquiera a saberlo, a «muchas divisiones» para el terrorismo islámico.
La Flotilla de Hamas
No era necesaria la flotilla, pero lo cierto es que nunca pretendieron sus organizadores otra cosa que provocar una reacción de Israel que volcara a los medios occidentales a favor del terrorismo islámico. Sabedores de que Israel no toleraría la entrada de armas ni terroristas en la Franja, el conflicto estaba servido y cuando se produjo, pocos medios quisieron ver la realidad de lo sucedido. Por el contrario, en editoriales, columnas y viñetas se lanzaron a condenar a Israel defendiendo de paso a Hamas, una organización que tortura y asesina a los palestinos, e indirectamente a Irán. Sabía Al Qurashi lo que se decía. Ciertos medios de comunicación occidentales con sus consignas antisemitas equivalen, sin llegar siquiera a saberlo, a «muchas divisiones» para el terrorismo islámico.
Es antisemitismo, no nos engañemos
Ángel Martín Oro en Libertad Digital
Algunos nos acusarán de paranoicos al ver el fantasma del antisemitismo por todas partes, cuando, dicen, en los críticos hacia Israel solo hay una búsqueda desinteresada por la "verdad de los hechos" y la justicia. Sin embargo, como señalaban los analistas de Stratfor, "donde el conocimiento es limitado, y el deseo de comprender la compleja realidad no existe, la opinión pública puede ser moldeada por quien genere los símbolos más poderosos".
Aquí es precisamente donde entra el antisemitismo y su papel, ese sentimiento y actitud imperecederos que ha sido una constante a lo largo de la historia.