jueves, 7 de enero de 2010

Democracia...

Pablo Carabias en Libertad Digital

La "voz del pueblo" decide sobre nuestros gustos, sobre nuestros intereses y deseos. Decide qué empresas debe haber, qué fuente de energía hemos de utilizar, a qué temperatura debemos poner la calefacción o aire acondicionado de nuestros locales. Decide sobre nuestra salud, sobre lo que podemos o no comer, beber, fumar o esnifar. También decide qué asistencia médica nos corresponde, qué moneda estamos obligados a usar, qué medicamentos podemos tomar y cuáles no, qué servicios (telefónicos, postales, de distribución, de juegos, etc.) están disponibles y quiénes pueden ofrecerlos.

Racismo: El secreto sucio de los Castro

Nat Hentoff en Libertad Digital

Los firmantes enfatizan que 


Tradicionalmente, los afro-estadounidenses han estado del lado del régimen de Castro y condenado las políticas de Estados Unidos, las cuales explícitamente intentan derrocar al Gobierno cubano. Aún así, este importante comunicado por parte de destacados afro-estadounidenses condena la creciente persecución llevada a cabo por el Gobierno cubano en contra de los movimientos afro-cubanos.

Los afro-cubanos están experimentando fuertes y cada vez más frecuentes incidentes de racismo en la isla, con sus aproximadamente 25 movimientos de derechos civiles reportando una amplia gama de prácticas discriminatorias en la contratación, promoción y acceso a la medicina y educación socialista de Cuba.

Sr. Moore, cuando usted estaba filmando su tributo al ejemplar sistema de salud controlado por el Gobierno de Castro, ¿no se percató de la escasez de pacientes negros?

2060

Eduardo Pedreño en Libertad Digital

Es curioso recordar cómo comenzó todo esto. Hace cincuenta años los artistas manejaban, con su popularidad y abrazados a los medios de masas y su influencia pública, a los políticos. Hoy, al empezar el año 2060, de aquellos artistas de medio pelo no se acuerda nadie pese a que probablemente murieron ricos. Creo recordar que uno de ellos tenía un lucrativo negocio de pollos fritos, aunque tal vez la memoria me engañe. De las empresas discográficas recuerdo uno o dos nombres. De los políticos que entonces practicaron la censura y la persecución sólo recuerdo a los presidentes del Gobierno que lo permitieron, para siempre marcados por la ignominia de haber frenado el progreso.

La Antirrevolución industrial

Juan Ramón Rallo en Libertad Digital

Saben bien los sindicatos a quién se dirigen con sus panfletos. Pues lo que en la prensa londinense puede sonar a sarcasmo, aquí se escucha con devoción. Qué más querría Zapatero que detentar en Europa el poder suficiente como para hacerles caso. De momento, sin embargo, parece que su semestre de Virrey europeo se limitará a un impulso ideológico a favor del derroche energético, que no otro apelativo ha de recibir la producción de energía por medios carísimos.

De perros verdes

Raúl Vilas en Libertad Digital

Hablar de maltrato carcelario me evoca irremediablemente el calvario que sufrió Billy Hayes, protagonista de El Expreso de Media Noche, la sobrecogedora y extraordinaria película de Alan Parker. Tal es la fuerza del filme que se instala en la mente de por vida, como si todos los presos de todas las cárceles fuesen el bueno de Billy.

Pero ni la Dinamarca de 2010 es la Turquía de finales de los 70, ni Juan López de Uralde, director de Greenpeace España, es Hayes. Su detención y encarcelamiento por las algaradas durante la cumbre del Apocalipsis climático ha desconsolado a su entorno. Hasta ahí normal. No lo es tanto algunas de las cosas que se leen en El País en boca de sus allegados. Desconozco el Código Penal danés, aunque sospecho que no meten en prisión alegremente a cualquiera, mucho menos por motivos políticos. Ahora bien, no es España. Si violas la ley, lo pagas. Están muy mal acostumbrados nuestros revolucionarios patrios, más éstos que con el prurito ecologista pueden abordar barcos o cometer sabotajes sin que pase nada. Verde no es sinónimo de impunidad, o no debería.

Uralde ha pasado tres semanas a la sombra. Mientras escribo, Greenpeace ha confirmado su liberación. Me alegro. Cuenta el redactor de El País, muy afectado, que su esposa y hermano lo han encontrado "con el pelo largo y más delgado. Pero, sobre todo, muy enfadado por el trato desproporcionado que está recibiendo". Las deficiencias del servicio de catering y peluquería quedan claras. Este señor está en prisión, no es un turista despistado en un hotelito de esos que llaman "encanto" a las molestias propias de las pensiones de toda la vida. La cárcel es incómoda, pero uno creía que eso iba en el sueldo de un revolucionario que se precie, un antisistema fetén. Error.

¿En qué consiste la desproporción? Veamos el relato de El País: "López de Uralde está encerrado solo en una celda no muy grande, pero al menos con una ventana. Los otros tres activistas, a los que ve en el patio de diez a once de la mañana, deben conformarse con un pequeño ventanuco al que apenas llegan". Los lofts con vistas deben de ser muy codiciados en los trullos daneses. Más agravios: sus familiares no le pudieron entregar una tableta de turrón de chocolate, le registran exhaustivamente...

La respuesta nos la da él mismo. Está "sorprendido por las condiciones tan humillantes por las que están haciendo pasar a los cuatro activistas detenidos". A ellos, no al resto. Eso es lo peor, leo, ¡les han mezclado con otros presos, los comunes, como si no hubiese clases! Y éstos son los que presumen de "conciencia social". Uralde lo resumió así: "nos tratan como a perros", expresión más que sorprendente para el jefe de una organización animalista. Al menos podía decir nos tratan como a toros de lidia, ¿no?

Guerras de cuarta generación

Javier Moreno en Libertad Digital

Recién estrenado su flamante Premio Nobel de la Paz, al presidente Barack Obama se le acumulan las amenazas a combatir y, en consecuencia, los proyectos de guerra sobrevenidos. Mientras Irán sigue en sus trece respecto al enriquecimiento de uranio, lanzando a través de su ministro de Exteriores Manuchehr Mottaki un ultimátum a Occidente, Al Qaeda falla por poco un atentado contra un avión que se dirigía a Detroit.

Este último incidente ha puesto de manifiesto ante la opinión pública internacional la existencia de campos de entrenamiento de este grupo terrorista en Yemen, al tiempo que ha llevado a algunos países a reforzar las medidas de seguridad en los aeropuertos, "atentando", a juicio de muchos, contra las libertades. También son muchos, probablemente más, los que crean que es preferible renunciar a un poquito de su libertad para asegurarse al menos otro poco de certidumbre existencial. De hecho podría decirse que nuestra psicología, tal como ha evolucionado en su historia natural, nos inclina a preferir caer en brazos de un tirano antes que exponer nuestra integridad física a cualquier riesgo. Esto, más que las bombas, es lo que "explota" Al Qaeda. En palabras de su número dos, el médico que en lugar de salvar cuerpos los destruye, Ayman al Zauahiri , su organización practica lo que él denomina una guerra de cuarta generación.

Las tres primeras generaciones de guerra llevaron del uso de soldados al de armas de fuego de cada vez mayor potencia y tácticas cada vez más sofisticadas de batalla y destrucción económica y militar del enemigo. Las guerras de cuarta generación implicarían a combatientes dispersos (léase células terroristas) que no buscarían destruir objetivos militares sino el apoyo de la sociedad a sus soldados –contando con el poder desmoralizador y debilitador que jugarían los medios de información sobre los ciudadanos– que llevaría a cambios en las políticas públicas.

Como dice Michael Shermer, los seres humanos somos incesantes buscadores de patrones, lo que se traduce en que:

Ha evolucionado en nosotros la tendencia a suponer que todos los patrones son reales, porque cometer un error de tipo I (falso positivo) es relativamente inofensivo (suponer que un susurro de la hierba es un peligroso predador cuando es sólo el viento), mientras que cometer un error de tipo II (un falso negativo) es muy peligroso (suponer que el susurro de la hierba es sólo viento, cuando en realidad es un peligroso predador que te come de almuerzo).

Como estadísticos somos notablemente deficientes. Tendemos de forma inadvertida a confundir la probabilidad de un suceso con su importancia en términos de supervivencia. Así, en lugar de valorar lo que sucede con los grandes números, nos aferramos al caso único: "¿Y si me pasara a mi?". Este conflicto entre nuestra mente racional y nuestros miedos "irracionales", y el que en general ganen los últimos, parte del hecho de que nuestro afán de supervivencia se antepone a cualquier lógica, a cualquier razón. Con tal de no cometer un error fatal del tipo II estamos dispuestos a sacrificar, en el altar de la seguridad, cualquier libertad. Y de eso se aprovecha Al Qaeda.

Y aquí surge una nueva pregunta, difícil de responder pero que divide de inmediato en dos bandos enconados a los opinantes: ¿Cómo mitigar o eliminar la amenaza? Los buenistas, cobardes encubiertos, o, en términos evolucionistas, las "palomas" (de la Paz) hablan de Alianzas, multiculturalidades y multilateralidades. Los partidarios del maquiavelismo internacional, los "halcones", más conocidos en ciertos círculos como "neocon", creen que la solución pasa por el uso de la fuerza, en definitiva, por algún tipo de guerra. Y mientras, los de Al Qaeda se frotan las manos. Los herederos de los romanos que proclamaban "divide y vencerás" están divididos. De eso se trataba ¿no?

La guerra de Obama es contra Bush

GEES en Libertad Digital

Obama ha visto las orejas al lobo, pero no lo bastante. Este es su dilema: o reconoce la guerra –la IV Guerra Mundial– y la lucha como tal, porque las guerras pueden perderse, y deja de atacar cínicamente a su predecesor por implantar las medidas que él aprovecha para preservar la seguridad; o cosechará el peor de los resultados: atentados, y la impopularidad a la que tanto teme.

Justa condena a Vera; justo rapapolvo a Garzón

Editorial de Libertad Digital

Este respaldo de Estrasburgo a la justa condena de Vera nos debe recordar que el afán de notoriedad que empujó a Garzón a la arena política es el mismo que le empujó a aceptar como juez una causa de la que debería haberse inhibido.