martes, 7 de junio de 2011

El verbo de Alfred

Carlos Rodríguez Braun en La Razón

Al iniciar su «roadshow» como candidato, o lo que sea, a las primarias socialistas, Alfred l’Écoutant declaró: «Creo saber qué necesita España». Me impresionó el verbo necesitar. Dirá usted: el delirio realmente arrogante es creer saber. En efecto, nadie puede conocer necesidades colectivas indefinibles y contradictorias, y al pensar que él lo sabe revela la clásica soberbia colectivista. Ese antiliberalismo fundamental presidió sus declaraciones desde entonces. Dijo: «Los jóvenes sin escuela y sin trabajo me preocupan», pero no le preocupa el intervencionismo socialista que los ha dejado sin empleo y degradado su educación.

En cuanto al quebrantamiento de la ley de los que acampan en sitios públicos con consignas políticas, insistió Alfred en que «la policía tiene que actuar con proporcionalidad» y que hay que «buscar un entendimiento» entre los caraduras indignados y los comerciantes arruinados; dos falacias que revelan que lo que les interesa a los poderosos es su propia conveniencia política; a ella subordinan la defensa de los derechos de los ciudadanos. Reivindicó el aborto como «conquista social» y la violación de la libertad en aras de la igualdad. Y todo esto es lo que, según él, España necesita. Ese verbo, ese verbo. ¿No recuerda usted la última vez que lo utilizó Alfred l’Écoutant? Pues claro, fue en ese momento terrible cuando miró a la cámara y sin pestañear afirmó: «España necesita un Gobierno que no le mienta».

Viñeta de Esteban en La Razón

¿Y después de Rubalcaba, qué?

José García Domínguez en Libertad Digital

Palabras, ésas que vengo de escucharle a Anibal Cavaco Silva, imposibles entre nosotros, la estirpe íbera de Caín, refractaria por instinto a la más elemental concordia, siempre presta a anteponer la cerril miopía partidista al interés general, por asilvestrado atavismo incapaz de concebir otra política que no sea la de tierra quemada. Así, apenas saber de la victoria de los suyos, el presidente portugués ha postulado una gran coalición con democristianos y socialistas para, juntos, alejar al país del precipicio. En verdad inimaginable, decía, asistir aquí a empeño remotamente parecido. Entre otras razones, porque a este lado del Miño no concedemos distraer energías en asuntos ajenos a las graves cuestiones que ahora mismo acucian a la Nación.

A saber, el expediente masónico del Capitán Lozano y la muy sesuda pesquisa académica a propósito de si un tal Francisco Franco ejerció de dictador o de enfermera de la Cruz Roja, amén de parejas urgencias. Ocurre que, de hoy en diez meses, cuando Rajoy herede la Presidencia, no podrá cumplir ninguna de aquellas grandes promesas suyas que, ¡ay!, ya duermen el sueño de los justos en la indiscreta trastienda de Google. Porque ni el Parlamento va a rescatar competencia alguna a fin de implantar una política educativa que pudiera decirse nacional sin rubor. Ni un Gobierno del PP podrá garantizar por ley el derecho a usar el español en todos los niveles de la red de instrucción pública.

Ni los retoques cosméticos del marco institucional irán más allá de lo que permita una escuálida mayoría relativa con los sindicatos amotinados en la calle. Ni se exonerará a la Justicia de continuar sometida a la custodia política. Ni la elefantiasis administrativa dejará de constituir la madre de las ineficiencias de la sociedad española. Ni la Ley Electoral, en fin, habrá de ser cosa distinta a la que siempre fue. Nada de eso sucederá porque únicamente un Gobierno de concentración podría pasar a limpio en el BOE tal ramillete de buenas intenciones regeneracionistas. Única y exclusivamente. Pero, ¿a quién le importa? Al cabo, lo único que galvaniza a la afición doméstica, igual a la de un lado que a la del otro, es que manden los nuestros. Lo demás, es sabido, resulta zarandaja baladí. Qué lejos Portugal.

La rémora del diálogo social

Cristina Losada en Libertad Digital

La progresiva transformación de las democracias parlamentarias en democracias de partidos y la degeneración de éstas en partitocracias, al extender los partidos su ámbito de actuación hasta colonizar el Estado y parte de la sociedad, es el mar de fondo que precipita los riesgos de deslegitimación del sistema. Pero, junto a ello, se dan excentricidades que remachan la percepción de la inutilidad de las instituciones elegidas democráticamente. Un caso, en España, es ya tradición. Así, viene siendo norma, gobierne quien gobierne, aunque ha gobernado más la izquierda, que el marco legislativo laboral se sustancie al estilo de un Estado corporativo o de la emparentada democracia orgánica que trató de articular el franquismo.

(...)

Ahora que hasta Concha Velasco reconoce que cantó para Franco –a diferencia de quienes persisten en fabricarse un impoluto pasado antifranquista– no pasaría nada por aceptar que se han heredado costumbres gremiales y corporativas de aquel régimen. Y acabar con ellas.

Luz y taquígrafos sobre el despilfarro

Editorial de Libertad Digital

A lo largo de los últimos 28 años, casi tres décadas de mayorías absolutas encadenadas, el PSOE de Castilla-La Mancha ha forjado un régimen de partido único en el que, según los indicios y la propia denuncia del PP, todo desafuero ha encontrado acomodo.

Ahora que ha llegado el momento del cambio, ahora que volverá a circular el oxígeno en el sobrecargado ambiente de una Junta de Comunidades que los socialistas creyeron de su propiedad, el PP no puede ni debe mirar hacia otro lado. Y no por una cuestión de venganza, sino de simple y llana higiene democrática.

El dóberman y el perroflauta

Tomás Cuesta en ABC

A los que acampan en Sol (por sus respetos, a sus anchas y sin respetar a nadie) les quedan más lejanas las consignas de Mayo que las soflamas de Marine Le Pen, pongamos por ejemplo, y al que le pique, que se rasque. La abanderada del Frente Nacional también ha denunciado la dictadura del sistema. Ha sacado las uñas contra los atropellos del mercado. Se ha colocado al margen de una casta política que es el instrumento de intereses espurios y ya «no representa» a los verdaderos ciudadanos. O sea que, en resumen, sin novedad en la jaima. «Nihil novo sub sole», afirmaría la pancarta de un latinista en paro. Mal que les pese a aquellos que se obstinan en derramar incienso sobre la peste (parda) el collarín argumental de los perros de presa es el mismo que gastan hoy los perroflautas.

(...)

El 15-M es un relato paralelo al auge de la extrema derecha en parte de Europa, parcialmente visible en España a través de la «Plataforma X Catalunya», cuya dinámica aboca a la superación de la democracia previa deslegitimación; es decir, a las viejas utopías totalitarias resumidas en 140 caracteres y a la nostalgia revolucionaria de las cacerolas, cuando todo parecía posible, incluso un Gobierno que no nos mienta. El retorno a las cavernas es una hipótesis verosímil para cada vez mayor número de economistas. En Sol, ya han llegado sin que les preocupen en absoluto las coincidencias entre galgos y podencos.

El manifiesto natural

Ignacio Ruiz Quintano en ABC

La Revolución de la Puerta del Sol ha dado a la imprenta un manifiesto natural (supongo que se le puede llamar así) que por su sencillez parece redactado por la autora de «Manolito Gafotas», quien, después de todo, no ha ocultado su solidaridad con el pensamiento campamental de los revolucionarios de Sol, llamados «perros flautas», y a mucha honra. Quejábase el gran Cocteau del público francés porque es, decía, casi insoportable: porque ante un cuadro se cree que entiende más que el pintor; ante un poeta, que sabe más que él de poesía; ante un actor, que conoce mejor el teatro. «¿Sabe usted -dice Cocteau a Ruano- lo único que el público francés respeta? Al que toca la flauta, por ejemplo, porque él no sabe tocar la flauta». Desde julio de 1789, todos los meses de julio los franceses hacían una Revolución para volver al Antiguo Régimen, pero un día les pusieron el «Tour» para que mataran el mes de julio, y la verdad es que no han vuelto a dar la lata. Se sientan en el televisor y ven pedalear a Contador o ven tocar la flauta a los desheredados de Sol patrocinados por Rubalcaba, el Fouché comprado en los chinos. Me gusta el manifiesto natural de Sol porque es natural como el agua que llega corriendo alegre desde el manantial, que decía Emilio José. «Vivimos porque somos seres vivos», arranca el documento solariego, que abreva en la filosofía natural de la imponente Bibiana Aído, que un día dijo: «El feto es un ser vivo, pero no es un ser humano». ¿Y dicen que Barreda tritura documentos? ¿Qué clase de documentos? Desde luego, yo no veo a Barreda triturando el Manifiesto Natural de Sol. Barreda es un conde de la calle del Arenal, no un acomplejado escritor sin lectores como Azaña, el Gran Triturador: prometió triturar al Ejército desde el Gobierno, y lo hizo, con las consecuencias conocidas. Como dicen los revolucionarios de Sol: «Hemos antropizado el medio». Pues eso.

Paris Hilton con los indignados

Edurne Uriarte en ABC

Apuntarse a un partido político es estar out, apuntarse a los Indignados es estar in. Y Paris Hilton, que lo ha entendido perfectamente, ha optado por el lado correcto del in/out. Lo que demuestra, a su vez, lo cierto que es en esta ocasión aquello de que el medio es el mensaje, que decía Marshall MacLuhan. Ha importado la puesta en escena y la estética del movimiento, no lo que reclama el movimiento. La juventud, el look hippy, la plaza, las redes sociales, el medio es el mensaje. Y poco importan los contenidos anticapitalistas, populistas y demagógicos. De hecho, ni Paris Hilton ni casi nadie se ha enterado muy bien de ellos.