miércoles, 15 de abril de 2009

Aborto y progresismo

Un argumentario de izquierdas contra el aborto, en HO.

Conciencia de Occidente: Ayaan Hirsi Ali

Ana Nuño en Libertad Digital

Una derrota para el catolicismo social

Fundación Burke en Libertad Digital

Farsa y pasta

Gabriel Albiac en ABC

Impostura y saqueo

Hermann Tertsch en ABC

Ministros jugando a las crisitas

Antonio Burgos en ABC

La otra soledad de ZP

Edurne Uriarte en ABC

Capilla ardiente

Alfonso Ussía en La Razón

El parto

Cristina López Schlichting en La Razón

Tercera en la frente

José Antonio Vera en La Razón

Los peores augurios se confirman

Emilio J. González en Libertad Digital

Nada nuevo

Juan Morote en Libertad Digital

El Proyecto socialista de Zapatero

Alicia Delibes en Libertad Digital

Países y actitudes

GEES, Grupo de Estudios Estratégicos, en Libertad Digital

¡Homófobo!

Daniel Rodríguez Herrera en Libertad Digital

Hay palabras poderosas. Palabras que provocan una reacción emocional tal en muchas personas que anula su capacidad racional. Tienen el efecto de permitir a quien las usa tomar el control de la discusión, obligando a su interlocutor a defenderse y llevando la conversación a girar alrededor de si el uso de esa palabra es correcto o no. Tertulianos profesionales del estilo de María Antonia Iglesias conocen el truco y lo usan con maestría para triunfar sin tener razón, y además sabiendo que no la tienen.

Eso no significa que se deba crear un índice de palabras prohibidas, o que no deban emplearse cuando se debe. Resulta ridículo, por ejemplo, el empeño de la BBC en no llamar "terroristas" a los terroristas. No obstante, son palabras que deberían ser usadas con cuidado, pues el abuso puede llevar a que pierdan para la mayoría su significado original y, con él, su fuerza. Llamar "holocausto" a una operación militar podrá resultar efectivo en términos inmediatos, pero letal a largo plazo, pues banaliza tanto la palabra como aquello que define, el asesinato de seis millones de judíos por el hecho de serlo. Claro que seguramente sea eso lo que quieren quienes así la emplean. "Fascismo" o "facha" ya han hecho ese recorrido por completo, y su significado ha pasado a ser "yo soy de izquierdas y tú de derechas", aunque en plan insultante y tinelliano.

Otra palabra que va camino de perder completamente su fuerza y significado original es "homófobo". Su definición es clara: se trata de una persona con una fobia, es decir, un odio irracional, hacia los homosexuales. Su abuso la está transformando poco a poco en "persona que no está de acuerdo con el lobby gay en tal o cual tema".

El último en ser acusado de ese pecado ha sido Amazon. Durante este fin de semana, fiesta en Estados Unidos como en tantos otros lugares, 57.310 libros han desaparecido de sus ránking. ¿Qué significa eso dentro de la tienda virtual? Pues que no aparecen en listados de éxitos ni en el sistema de recomendaciones ni en la búsqueda de productos. Es decir, que las ventas pueden bajar en picado. Dado que los libros eran en su mayoría, aunque no exclusivamente, de temática homosexual, el escándalo se propagó como un incendio por todo internet. La explicación: que por homofobia Amazon había decidido ganar menos dinero con las ventas de esos libros a cambio de no promocionarlos.

La explicación es tan absurda que no resiste ni el más mínimo análisis. Amazon es el mejor, sí, pero en un mercado altamente competitivo, en el que cualquier tropezón puede provocar una rápida huida de clientes. Los homosexuales, se los quiera discriminar o no, son parte de ese mercado, y una parte que evidentemente empezaría a comprar en Barnes & Noble y otras librerías virtuales. Además, mucha gente que no es homosexual encontraría ofensiva esa exclusión y harían algo parecido. En definitiva, Amazon no tenía ninguna posibilidad de perjudicar a los gays como colectivo (que digo yo que sería el objetivo de un homófobo) y todas las de dispararse en el pie.

En cualquier caso, como empresa privada, Amazon tiene todo el derecho del mundo a perjudicarse a sí misma y los demás a criticarla por ello. Pero no deja de ser contraproducente que cualquier cosa que afecte a los homosexuales sea tachado inmediatamente de "homófobo" y se busquen peregrinas explicaciones para justificar esa acusación. En este caso, suena mucho más razonable, sea cierta o no, la del abuso del sistema de Amazon para denunciar material "para adultos". Un blogger incluso se ha adjudicado la paternidad del ataque, ofreciendo explicaciones técnicas convincentes; es decir, que si bien puede no ser el culpable, se podría haber hecho tal y como lo cuenta, aunque su móvil para actuar suena bastante ridículo. Amazon, por su parte, ha entonado el mea culpa, atribuyendo a su propia torpeza el problema y anunciando que tomará medidas, y un antiguo trabajador de la empresa que dice contar con fuentes internas atribuye el problema a un técnico en Francia.

Cualquiera de las dos explicaciones tiene mucha más lógica que la de la homofobia. Pero parece que la gente está encantada de ejercer de nueva inquisición. No entienden que, así, van haciendo perder poco a poco el estatus que actualmente disfruta la acusación.

Política contra hiperactivismo totalitario

Agapito Maestre en Libertad Digital

El PP sigue en la inopia

Manuel Llamas en Libertad Digital

¿Por qué Blanco es el blanco?

José Antonio Martínez-Abarca en Libertad Digital

Eso es tener vista

Pablo Molina en Libertad Digital

El centro derecha español tiene una vocación suicida sólo equiparable a la de algunos miembros de la Conferencia Episcopal, estos últimos espoleados por el cardenal Bertone, de cuyas divertidas andanzas nos ocuparemos in extenso en estas mismas páginas próximamente. Pero no crean que se trata de una afección padecida sólo por la cúpula del gran partido de la derecha española. Ojalá fuera así, pero lo cierto es que el Partido Popular actúa en todos los sitios exactamente igual, sobre todo en aquellos que gobierna.

Lo ocurrido estos días con el comunicador de referencia de los votantes del PP pasa continuamente en otros muchos lugares. Actualmente no hay televisión regional en feudo pepero, tal vez con la excepción de Telemadrid, que no tenga proscrita en su nómina de colaboradores a los columnistas, periodistas e intelectuales que defienden las ideas liberales en los medios de comunicación. Créanme, lo digo por larga y muy divertida experiencia.

Los dirigentes del PP te llenan de babas en privado, pero a la hora de la verdad, con ellos sólo trincan los defensores del socialismo de todo pelaje y condición, cuanto más extremo mejor. Joder con los progres, gane quien gane ellos triunfan siempre. Pero no seré yo quien los critique. Si les llenan de dinero y gabelas por insultar diariamente a sus jefes, felices de dar esa imagen de "pluralismo", hacen muy bien de explotar el chollo mientras les dure.

En todo caso, el PP debería cuidar un poquito más a quienes defienden el ideario de sus votantes (los dirigentes, a fecha de hoy, no sabemos qué piensan), no ya por una cuestión elemental de lealtad sino por inteligencia política. La gente normal, la que madruga por las mañanas y saca adelante el país, tiene ciertos principios y no encaja bien verlos pisoteados por aquellos a quienes votan. Lo digo porque todavía esperamos a que un dirigente de la calle Génova se pronuncie sobre el cese del principal comunicador de la derecha española. Las únicas voces de ese entorno manifiestan su absoluta satisfacción con la decisión de los heresiarcas episcopales, como un pintoresco representante del aznarato, cuya empresa ha participado en sonados pelotazos urbanísticos al socaire del poder (por ejemplo en Murcia), y estos días acusa a la víctima de Bertone y Rajoy de ¡beneficiarse privadamente de su relación con la COPE!

¿Usted se imagina a Pepiño Blanco querellándose contra Gabilondo o a Zapatero exigiendo la marcha de Wyoming de La Secta? Yo tampoco, por grande que fuera la supuesta ofensa padecida por los primeros. La izquierda no tiene moral, pero sabe cómo ganar las elecciones. Con la derecha española ocurre lo contrario en ambos casos y no le importa dejar tras de sí un reguero de víctimas cada vez más nutrido. Aquí, o nos hacemos todos progres o habrá que ir pensando en pasar a la clandestinidad. La diferencia con la situación que vivimos ya no puede ser tan grande.

Federico y la lealtad

Javier Somalo en Libertad Digital

Ignasi Guardans

José García Domínguez en Libertad Digital

El "nuevo ritmo" del nuevo Gobierno

Editorial de Libertad Digital