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Lo de Dragó es bastante más alarmante. (...) Tengo ese libro de la editorial Áltera aquí delante. Páginas 164-165. Que relatan «una partida de ping-pong» en la cual dos adolescentes niponas le toman guasonamente el pelo a un guiri con ganas y lo dejan en estado de calentón inconsumado. Hasta le dan un número de teléfono falso para que contacte con ellas al día siguiente. El guiri sabe que ha hecho el ridículo. Y a ese autoburlesco avatar se reduce la aventura. ¿Era tan difícil constatar la falsificación, leyendo esa página y media? Pues debía serlo, porque nadie lo hizo. Cosas de la LOGSE.