lunes, 1 de noviembre de 2010

Marcelino

José García Domínguez en Libertad Digital

Unánimes, insisten los periódicos en su personal honradez, esa honestidad incorruptible, la de una vida de jerséis de lana gruesa y pisito en el extrarradio sin ascensor. Y a ninguno se le ocurre que no debería hacer falta. Hemos alcanzado el extremo en que procede dar noticia detallada en las necrológicas de que un español no fue un arribista, un chaquetero, un trepa o un ladrón. Por lo demás, Camacho era un tipo de otra época: equivocadas o no, fue fiel a sus convicciones durante toda su existencia. De ahí, el asombro general. "Pero si era un comunista", me dirán, en fin, esos jóvenes a los que hemos enseñado a juzgar antes que a comprender. Y sí, como tantos hombres decentes e ingenuos que alguna vez creyeron posible el Reino de Dios en la Tierra, Camacho fue un devoto creyente comunista. El último, quizá. Descanse en paz.

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