lunes, 23 de mayo de 2011

Libertad y prosperidad

César Vidal en La Razón

El siglo XX constituyó una terrorífica sucesión de batallas libradas entre el socialismo y la causa de la libertad. El primero adoptó las más diversas y siniestras formas. Unas veces, fue internacionalista y se envolvió en la bandera roja; otras, fue nacionalista y llevó camisa negra, parda o azul. Sin embargo, en todos los casos sólo trajo violencia, miseria y supresión de libertad. En las últimas horas previas al final de la campaña electoral, Falange se sumó a los ocupantes de la Puerta del Sol. Es coherente porque el socialismo azul comparte buena parte de la cosmovisión económica del socialismo rojo y como él provocó la desgracia de millones de personas. En 1959, a dos décadas del final de la guerra civil, España se moría de hambre y estaba al borde de la quiebra fundamentalmente porque la ortodoxia económica oficial era la de la Falange de gente como Girón que no tenía la menor idea de economía, que rezumaba voluntarismo y que insistía en avanzar más todavía en la misma dirección con la que llevaba aplastando económicamente España desde hacía veinte años.

En 2011, España ha vuelto a entrar en el Top Ten de las naciones al borde de la quiebra simplemente porque llevamos siete años de política socialista salpimentada de alianzas con los nacionalistas. En 1959, España pudo salir adelante y comenzar el espectacular desarrollo de los años sesenta simplemente porque Franco decidió ser pragmático y aceptar una profunda liberalización económica pautada por el FMI y diseñada por los tecnócratas del Opus. En 2011, España sólo podrá salir adelante si liberaliza a fondo su economía y se libra como de la peor plaga de las aciagas recetas socialistas que nos han llevado, entre otras maravillas, a tener más de cinco millones de desempleados y un cuarenta por ciento de paro juvenil. Por supuesto, puestos a ocupar un espacio público, falangistas y antisistema, anarquistas y comunistas, socialistas y bilduistas –¡qué apoyo más revelador el de Bildu a estas ocupaciones!– pueden clamar contra el capitalismo, el liberalismo y el simple sentido común, pero es un hecho objetivo y repetido hasta la saciedad que sus recetas son las que siempre traen demagogia, pobreza y castas empeñadas en decir a los demás hasta cómo miccionar. Históricamente, la pobreza tiene su mayor enemigo en la libertad.

Se trata de la libertad de elegir y de contratar como quieren las partes y no como se le antoja a los liberados sindicales; la libertad para gastar el dinero como nos place y no como desean los burócratas; la libertad que deriva de esa propiedad privada que tanto molesta a los estatalistas; la libertad que viene de poder disfrutar unos ahorros no devorados por los impuestos o la inflación; la libertad de una educación escogida de acuerdo con la propia conciencia y no como se le pone en las insignias al comisario político de turno; la libertad para abrir empresas sin temor a que la quiebre la agencia tributaria, los ayuntamientos o las CCAA; la libertad para ir a una iglesia o no ir a ninguna; o la libertad incluso para acudir a los toros, fumar o hacerse vegetariano según nos apetezca. No lo entienden y no quieren entenderlo empeñados en que cuanto más recorten la libertad mejor nos irá. Se equivocan trágicamente. Sin libertad, no existe la menor posibilidad de prosperidad.

Viñeta de Esteban en La Razón

La agonía

Gabriel Albiac en ABC

Se acabó. El septenato necio terminó ayer. En la hecatombe electoral que hubiera debido consumarse hace tres años. La perpendicular da ahora sobre el vacío en el cual naufraga la máquina de acuñar votos que fue el Partido Socialista desde su reinvención en 1975 mediante aquella envidiable amalgama del dinero de la socialdemocracia alemana y del Departamento de Estado. Los inacabables años de corrupción y crímenes de Estado bajo González habían de mostrar hasta dónde puede llegar gente sin más objetivo político que el de enriquecerse deprisa y eternizarse en el Gobierno. Ocho años de normalidad gris bajo Aznar daban a pensar que, al fin, comenzábamos a sospechar lo que es la democracia: el aburrido sistema político en el quienes asesinan o roban en nombre del Estado van aburridamente a la cárcel. Luego, en el estupor que siguió al asesinato en masa del once de marzo de 2004, el poder cayó en manos de la gente más mortífera para un país civilizado: Zapatero es el cerebro de un adolescente no demasiado agudo, injertado sobre una ignorancia más allá de lo descriptible. Lo espantoso es que, tras la exhibición de eso a tumba abierta durante sus cuatro primeros años, el voto de 2008 volviera a darle en la urnas la presidencia, condenándonos ya irremisiblemente a la ruina en la cual hemos desembocado y que no hay manera de camuflar bajo retóricas de humanitarismo angelical, cantarín y faldicorto.

Waterloo

José García Domínguez en Libertad Digital

El rebuzno libertario del honrado pueblo, que diría don Ramón, ese motín de Esquilache con su inconfundible aroma a pachulí rancio y a naftalina del sesenta y ocho –el todo twitter a la espera de un Forrest Gump doméstico para echarse a correr tras él–, algo eclipsará el Waterloo del PSOE. Aunque, pese al batacazo, la impresión no es que la socialdemocracia naíf que todavía encarna el zapaterismo vaya a desplomarse al modo de la monarquía de Alfonso XIII. Tal que así, se antoja improbable el adelanto electoral que ahorraría al país el calvario de los minutos de la basura hasta marzo de 2012. Y será ésa una derrota no del PP, asunto que carecería de mayor importancia, sino de España, cuestión bien distinta. Ocurre, por lo demás, que el fervor por las jaimas de la plaza Tharir no es la exclusiva seña de identidad africana que arrastra la Península.

También la adhesión ciega, devota, incondicional, a "los nuestros", hagan lo que hagan, nos emparenta con la cultura política de las cavilas rifeñas y las tribus subsaharianas. Aquí, el tráfico de lealtades, el alegre trasvase de votos de una a otra sigla, resulta algo exótico; muy desusada extravagancia. Roben, hurten, prevariquen, mientan, piensen con faltas de ortografía o apesten a ajo, se está con los nuestros. Siempre. Pase lo que pase. Un atavismo que limita la posibilidad de alternancia a la abstención de la feligresía del contrario; que no otro ha sido el caso ahora. Y eso donde hay alguna querencia por el sufragio universal. Que si no es tradición de la plaza, como sin ir más lejos sucede en Cataluña, poco importarán los resultados.

La sociovergencia, o sea el Tinell tácito vigente desde la Transición, volverá a excluir a los no nacionalistas de la menor expectativa de pisar moqueta. Pierda toda esperanza, pues, Alberto Fernández en Barcelona. E igual hubiese ocurrido en Asturias, otro burgo podrido bajo custodia del caciquismo pedáneo, de no ser por Francisco Álvarez Cascos. En fin, constatada la más arrolladora de las victorias populares, ésa de Aguirre en la CAM, irrumpe con fuerza UPyD, acaso para conjurar el riesgo separatista en Madrid. Ah, y la gran noticia de la noche: se acabaron por fin los comunicados de ETA; a partir de ahora emitirá bandos de obligado cumplimiento.