viernes, 25 de junio de 2010

El lío del burka

Pilar Rahola en La Vanguardia

La cuestión, por tanto, atañe a lo ideológico, y no a lo religioso, y tiene que ver con la voluntad de una ideología totalitaria de vencer a las sociedades democráticas allí donde se instala. Para preocupación, los datos del CNI al respecto… Finalmente, y no es menor, la cuestión de la seguridad, cuyas razones son de manual. Prohibir el velo integral, por tanto, es una necesidad legal, no solo por defensa democrática y por dignidad femenina. También porque es necesario enviar un mensaje claro a estos militantes del integrismo feudal que sueñan con destruir nuestras sociedades: la libertad no ampara su locura fanática.

Las talibanas de Ferraz

Cristina Losada en Libertad Digital

Si hay una causa que el zapaterismo ha querido monopolizar es la de la Mujer, que no la de las mujeres. La Mujer como grupo victimizado y no las mujeres, como individuos y ciudadanas. La desolación de los socialistas ante la moción del PP aprobada en el Senado para prohibir el burka, refleja la furia de quien se ha visto despojado de una bandera que creía suya y que sólo por confusión inducida se ha tomado como defensa de la igualdad.

McChrystal

Florentino Portero en Libertad Digital

El relevo de un general que está al frente de las operaciones de una fuerza aliada en un campo de batalla es siempre un hecho relevante. En este caso el cambio se enmarca en un conflicto mediático: la publicación de unas declaraciones despectivas sobre destacadas figuras políticas y militares norteamericanas. No tengo la menor duda de que el presidente Obama tenía que cesar al responsable de esas declaraciones, que contravienen los principios que deben regir la relación entre civiles y militares, así como la lealtad de un alto cargo respecto de sus superiores. Al mismo tiempo, estoy casi convencido de que esas declaraciones no son casuales. Supuse que McChrystal presentaría su dimisión antes de Navidad del pasado año, inmediatamente después del discurso del presidente Obama ante los cadetes de la Academia de West Point. No lo hizo cuando tocaba y de la forma correcta. Sospecho que el artículo publicado en la revista Rolling Stone es su peculiar forma de hacerlo, a destiempo y sin la elegancia que su impresionante biografía exigía. Aún así su brillante carrera militar continuará siendo un modelo y un ejemplo para las nuevas generaciones de oficiales.

McChrystal se va porque no cree en el trabajo que está haciendo, porque sabe que se está exponiendo inútilmente la vida de muchos soldados, porque ve cómo los talibán han comprendido las vulnerabilidades de su enemigo y están consolidando su victoria. Como comandante tuvo que presentar al presidente y al Congreso una estrategia para lograr la victoria. Se aceptaron sus principios, pero su desarrollo se abortó desde la Casa Blanca al establecer conscientemente dos premisas contradictorias con los citados principios: se enviarían sólo treinta mil hombres de refuerzo y el redespliegue comenzaría a mediados de 2011. McChrystal trataba de aplicar en el teatro afgano la nueva estrategia contrainsurgente elaborada bajo la dirección del general Petraeus y que tan buen resultado había dado en Irak, donde ambos generales trabajaron codo con codo. Entonces Bush les había concedido lo que le habían pedido: más hombres y un tiempo indefinido. El redespliegue se haría cuando la situación estuviera controlada y las fuerzas armadas y de seguridad iraquíes pudieran garantizar el orden. En el pasado otoño Obama, un opositor radical a la política de su predecesor, en coherencia con su programa y sus compromisos políticos, sacrificó la victoria en Afganistán en beneficio de sus expectativas electorales. El nuevo presidente no quería tener que presentarse a la reelección con el teatro afgano abierto y rechazaba la idea de convertirse en un nuevo Bush, pero tampoco quería aparecer como el responsable de una derrota. Haciendo un nuevo alarde de capacidad para la comunicación y de carencia de escrúpulos morales aceptó públicamente el plan McChrystal, cercenó a continuación su aplicación y situó al general y al presidente afgano como primeros responsables de lo que allí ocurriera ante el Congreso y la opinión pública.

McChrystal ha aguantado medio año y al final la tensión ha estallado. El discurso de Obama se resquebraja. Se hacen públicas las diferencias en el seno de su equipo y la solución al relevo forzado suena a huida hacia adelante. Las Fuerzas Armadas estadounidenses están organizadas en mandos, unos de carácter territorial y otros temático. El general Petreaus es el comandante del Mando de Asia Central –Central Command o CETCOM– y, por lo tanto, superior inmediato del comandante de las fuerzas desplegadas en Afganistán, fuerzas que se sitúan dentro del paraguas de ese Mando. Lo lógico y previsible es que se hubiera nombrado a un teniente general del Ejército de Tierra o de Infantería de Marina que, en un tiempo breve, dada la relevancia del puesto, hubiera sido ascendido a general. El reunir en una sola persona ambas responsabilidades supone reconocer que no hay un teniente general en condiciones de hacerse cargo de las operaciones en Afganistán o, como es de temer, que Obama trata de parapetarse tras la figura militar más prestigiosa del momento, el general David Petraeus, ante el desastre que se avecina. Veremos cuál de los dos tiene más cintura.

El affaire McChrystal tiene muchas lecturas, pero una es más relevante que las otras: la campaña que se está desarrollando en Afganistán está abocada al fracaso por la prevalencia de intereses políticos del presidente Obama, contradictorios con los fundamentos de la estrategia formalmente aprobada. Esto resulta evidente para todos los actores en el teatro afgano y, como es comprensible, produce graves tensiones entre los militares y los políticos. La bronca no ha hecho más que empezar.

Cuando la tragedia es nuestra

Antonio Robles en Libertad Digital

Aunque sólo sea para conjurar esta noche triste, debemos recordar que hoy nuestro sistema educativo no está haciendo lo conveniente para educar a nuestros jóvenes para la vida. Es un sistema protector –ya lo suspenderá la vida, parece decir– y no debe ser así. Un sistema educativo está para prevenir los avatares inciertos de la vida, no para jugar a la ruleta rusa con ella. Y muchas veces, como en este caso, nos olvidamos de esta terrible lección.

Seamos insostenibles

Humberto Vadillo en Libertad Digital

Como recordaba en una ocasión Mark Steyn, el hombre ha avanzado de situación insostenible en situación insostenible salvado siempre, bastante antes del último momento por un prodigioso ingenio. Recordarán muchos de mis lectores que durante los años 80 se calculaba que las reservas de petroleo se acabarían el año 2000, como muy tarde. Había quien precisaba más y se arriesgaba a dar el año 1998 como aquel en el que una humanidad atérida gastaría su última gota de "oro negro". Junio de 2010. Nada de eso ha pasado, salvo que los de siempre siguen anunciando nuevas catástrofes con agotadora insistencia.

La mala salud de la propiedad privada

Guillermo Dupuy en Libertad Digital

Muchos hosteleros critican con razón el atropello jurídico y el gasto económico que padecen con esta reforma que ahora prohíbe áreas para fumadores en sus locales después de haber sido obligados hace tres años y medio a condicionar zonas para los dos colectivos dentro de sus locales. También critican con razón las pérdidas que van a sufrir en sus negocios al prohibir a muchos de sus clientes fumarse un cigarrito después de comer, bebiendo una copa o tomando un café. Pero raramente apelan frente a esa normativa a sus derechos como propietarios de dichos locales, ni reivindican su soberanía sobre lo que se puede o no hacer en su propiedad, a la que a nadie se le obliga a entrar. Por mucho que esos locales estén abiertos al público no dejan de ser privados.

¿Qué le debe España a la UE?

Pío Moa en Libertad Digital

La democracia no se la debemos a "Europa", es decir, la CEE-UE, sino a nosotros mismos, al revés que casi todos los demás países eurooccidentales, los cuales se la deben muy directa e inmediatamente a Usa.

Demagogia energética

Editorial de Libertad Digital

Nos daríamos con un canto en los dientes si este "pacto de estado" supusiera que el Gobierno deja de darles dinero a las energías subvencionadas, abandonara los planes de cerrar Garoña y otras nucleares y eliminara el déficit tarifario, de modo que pagáramos el coste real de lo que consumimos. Incorporaríamos así un elemento esencial en el sector energético, la racionalidad, pero dejaríamos fuera otro: la libertad. Y es que no cabe esperar que los dos grandes partidos decidan reducir su poder sobre la energía, dejando que las empresas compitan en el mercado libre en precio y calidad de suministro. Hasta ahí podíamos llegar.