viernes, 18 de marzo de 2011

El negocio del miedo

Humberto Vadillo en Libertad Digital

"Miré cuando abrió el sexto sello, y he aquí hubo un gran terremoto y el sol se puso negro como tela de cilicio, y la luna se volvió toda como sangre".(Apocalipsis 6:12). El lector que estos días se asome desprevenido a buena parte de la prensa europea estará disculpado si sale despavorido camino de la casa de oración o de la de lenocinio. No es enfermedad exclusivamente europea: en Estados Unidos, que está casi tan lejos de Fukushima como los candidatos del PSOE quieren mantener a Zapatero el Radioactivo ya se están vendiendo pastillas contra las emanaciones nucleares. Las de Fukushima, no las de Zapatero.

La manufactura y marketing del pánico se ha convertido en una de las más rentables ocupaciones de nuestro tiempo uno de esos "yacimientos de empleo" con los que los social-keynesianos suelen ponerse estupendos.

Todos sabemos a estas alturas que el petróleo está a punto de acabarse y que la producción de alimentos ha tocado techo. No hay recursos suficientes como para alimentar a 7.000 millones de personas. Lo sabemos porque lo dicen los mismos que ya nos avisaron de que la tierra no podría sostener a 5.000 millones de personas.

Recuerdo que hace años un artículo de un suplemento dominical me amargo, brevemente, el desayuno. Comenzaba, casi textualmente: "En pocos años, se hará usted un corte en un dedo el lunes y el miércoles estará muerto". Aparentemente una super-bacteria resistente a casi todos los antibióticos iba a extenderse con suficiente fiereza como para devolvernos a la época anterior al descubrimiento de la penicilina. Sigo esperando.

La Gripe A iba a causar millones de muertos. ¿Se acuerdan? Esto iba a ser el infierno de Dante con mocos. A la postre los únicos millones que causó fueron los que se embolsaron algunos a costa del contribuyente. Millones de dosis de vacuna juntan polvo en los anaqueles del Ministerio de Sanidad.

Más dinero todavía costó el Efecto 2000. Por causa de chips repentinamente obsoletos aviones iban a caer en pleno vuelo y las centrales nucleares dejarían de funcionar. No podríamos usar los cajeros automáticos. Edad de Piedra, hola otra vez. El año 2000 llegó, pasó y no hubo nada.

¿Se acuerda alguien de la lluvia ácida? A mediados de los años 80 iba a acabar con hasta el último bosque europeo. Peter Gabriel le dedicó una canción. Lo cierto es que la superficie forestal europea no ha dejado de crecer desde el final de la Segunda Guerra Mundial y en España los bosques cubren el doble de la superficie que ocupaban a principio del siglo XX. Pronto será más fácil cruzar España siguiendo a la ardillita de árbol en árbol que a 110 por la carretera.

Cuando yo era niño nos asustaba la posibilidad del "invierno nuclear" y varios inviernos levemente más fríos de lo habitual dieron como resultado que se debatiera si entrábamos en una nueva glaciación. Hoy, gracias a Gore, somos conscientes de que el calentamiento global es el verdadero peligro: se deshielan los polos, mueren los osos polares, tan monos ellos y por su culpa se producen tsunamis como declaraba hace poco un Ministro Boliviano. Quizá el de Marina. El calentamiento global hace que se eleve el nivel del mar por lo que California y Valencia pueden ir contratando los gondoleros que se queden sin trabajo cuando Venecia se hunda del todo. La única duda que el calentamiento global admite es si ya hemos pasado el punto de no retorno a partir del cual la humanidad está condenada o si todavía nos podemos salvar dedicando más, mucho más, dinero público a la investigación y los investigadores.

Naturalmente no cuesta mucho convencer a los políticos, socialistas de todos los partidos. ¿Qué mejor justificación para que crezca el Estado que una buena crisis a vida o muerte? Y entre ser probo administrador o héroe salvador, la elección para el político está clara.

Las consecuencias son graves, en primer lugar el crecimiento del Estado se produce siempre a costa de la Sociedad que queda debilitada e infantilizada, más inerme tras cada pánico. En segundo lugar, los recursos malgastados en "protegernos" de males imaginarios han dejado de estar a disposición de sus legítimos propietarios que sin duda disponían de mejores usos alternativos. Finalmente es preciso recordar que la prosperidad occidental se basa en la racionalidad y el método científico. Estos pánicos manufacturados se alimentan de y a la vez fecundan una nébula oscura de supersticiones pre-científicas que ha venido a ocupar el sitio de la Religión en Occidente, el centro de la nebulosa lo ocupa un panteísmo irracionalista que rechaza todo lo que caracteriza como anti-natural y anti-ecológico. Un panteísmo que debilita las raíces mismas de la prosperidad humana. El mundo de Gaia-Pachamama es pobre, es oscuro y es siniestro y no me gustaría acabar viviendo en él.

El honor y el deshonor de Fukushima

Manuel Fernández Ordóñez en Libertad Digital

Ayer veía un titular en el telediario: "A la alarma nuclear se le suman 13.000 muertos". El pasado viernes el mayor terremoto de la historia de Japón hizo que todas las centrales nucleares se apagaran tal como está previsto y diseñado que hagan. Una hora después, un devastador tsunami destrozó toda la costa oeste del norte de Japón, incluyendo los generadores diésel de emergencia de la central de Fukushima Dai-ichi.

Sin energía proveniente del exterior y sin generadores diésel, pasadas unas horas, el reactor número 1 comenzó a calentarse. Horas después, la primera explosión de hidrógeno alarmaba al mundo y hacía hervir las redacciones de la prensa occidental. Los problemas continuaron en los reactores 2 y 3, donde varias explosiones de hidrógeno siguieron a la primera. Por si no fuera bastante, las piscinas de combustible gastado se sumaron a este cúmulo de despropósitos desatado por la naturaleza.

Varias decenas de héroes han conseguido estabilizar los tres reactores mientras sólo unos pocos creíamos en ellos. Permanecieron en su central, porque han estado media vida en ella, porque sus hogares están en los alrededores, porque los primeros evacuados fueron sus familias, porque a algunos no les queda nada... y aún así siguen inyectando agua con una manguera. Y cuando el tsunami les había quitado todo, vosotros, la prensa occidental, considerasteis que no era suficiente. Les quitasteis el honor, que es como quitarles el alma. Les acusasteis de huir, les tachasteis de cobardes. Cuando supisteis que era mentira, que no se habían ido, les llamasteis kamikazes.

Allí siguen, en Fukushima, donde el mar se llevó casi todo, en el epicentro de la mentira. Ayer veía un titular en el telediario, un titular de la prensa frívola: "A la alarma nuclear se le suman 13.000 muertos".

La radicalización islamista que viene

GEES en Libertad Digital

Mientras algunos se empeñan en no ver más que a liberales ocupar las calles y las instituciones de países como Túnez y Egipto, o los campos de batalla anti-Gadafi en Libia, lo cierto es que los vientos del yihadismo no sólo no han pasado sino que vuelven a un terreno cada vez más abonado para que traten de quedarse. Para ello no hay más que observar la evolución de los acontecimientos, por un lado; y recordar que los islamistas radicales –incluidos los "desradicalizados"– suelen permanecer fieles a sus creencias, que al final son "religiosas" tal y como ellos las perciben.

En el proceso que ha llevado al descabezamiento de los Estados en Túnez y en Egipto se han liberado muchos presos y se ha perdido el control de muchas armas, las fuerzas de seguridad en ambos países han sufrido o están sufriendo múltiples transformaciones y las posibilidades que se abren para los radicales, incluso para los que hace poco se habían declarado "desradicalizados", son enormes. En Egipto la última matanza de cristianos coptos es un buen indicador de hacia dónde vamos: habiendo quedado impune el asesinato de una veintena de coptos que asistían en Alejandría a la Misa de Año Nuevo, con los detenidos liberados en el marco de la anarquía de enero y febrero en El Cairo, ahora ha sido en una localidad situada a 210 kilómetros de la capital donde los radicales han vuelto a triunfar de nuevo. El 4 de marzo quemaban la Iglesia de Los Dos Mártires en Sole, provocando varios muertos, y las protestas por dicha profanación realizadas en El Cairo el día 8 costaban la vida a 13 cristianos y heridas a más de un centenar. Está claro que el idílico escenario de coptos y musulmanes confraternizando en la Plaza Tahrir fue más anecdótico, o un espejismo del esfuerzo buenista de algunos periodistas y analistas excitados por la "revolución", que real. No es extraño que muchos coptos miraran desde el principio con recelo la campaña contra Hosni Mubarak: con él no vivían en el paraíso pero sin él los temores son muchos.

Por otro lado, para los islamistas radicales libios ha llegado el momento de saldar viejas cuentas con el clan Gadafi, ejemplo para ellos de impiedad y de enemigo demonizado al que hay que batir. Entre los rebeldes, una multitud de decretos religiosos ("fatuas") ponen hoy en la picota las cabezas del propio Gadafi y de los miembros de su familia, e incluso si al final este lograra imponerse en el campo de batalla nada habrá cambiado respecto a lo que sus enemigos islamistas quieren lograr. Es más, estos últimos están aún más radicalizados hoy ante los daños que las tropas fieles a Gadafi están produciendo, y su ira se extiende hacia un Occidente que para ellos es despreciable en cualquier caso, intervenga finalmente o no en el escenario libio para frenar las matanzas.

Si interviene es atacable porque es un enemigo infiel que se inmiscuye en asuntos de musulmanes; y si no interviene también lo es, porque ha permitido que la matanza siga para que así el mundo islámico se siga debilitando. Las teorías conspiratorias de ahora son las mismas que alimentaban los islamistas en la primera mitad de los noventa: según elucubraban, el mundo occidental abandonaba a su suerte a bosnios y a somalíes porque las vidas de los musulmanes no valen nada, y porque el siniestro objetivo de cristianos y judíos es que el islam no deje de dividirse y de debilitarse. Es importante saber esto, sobre todo para intentar que, de una vez por todas, los buenistas despierten: con diálogo o sin él, interviniendo o inhibiéndose, siempre tendremos enfrente a los yihadistas porque ellos están en guerra permanente con nosotros, nos guste o no.

Como colofón de esta reflexión conviene recordar cómo –tras haberle paseado por Madrid y por otras capitales europeas noviembre y luego en enero– algunos se empeñan en seguir creyendo en las palabras conciliadoras de Noman Benotman, antiguo líder del Grupo Islámico Combatiente Libio (GICL). Sería bueno entrevistarle ahora, pero diga lo que diga este supuesto "arrepentido" su objetivo de crear un Estado islámico en Libia estará a buen seguro más presente que nunca antes en su planificación. Puede que incluso más que cuando marchaba bajo el estandarte del GICL. Sin duda es el mejor momento para que los cientos de liberados de este Grupo en 2010, gracias a la precipitada e irresponsable política de diálogo de Saif El Islam Gadafi con ellos, recuerden su obligación última de luchar por la fe sin importarles incumplir las promesas hechas a quien ahora combate encarnizadamente junto a su padre y a sus hermanos para salvar a un régimen impío.

El Guadalquivir y otras batallas fluviales

Cristina Losada en Libertad Digital

Hay quien sostiene que el nacionalismo recubre aquí localismos ancestrales y que su desembocadura natural es el cantón, un fenómeno que brindó a la posteridad escenas violentas e hilarantes. Así, la guerra entre dos potencias extranjeras como Cartagena y Alicante, y las graves advertencias de la nación independiente de Jumilla a su peligrosa vecina, la murciana. Pero, bien mirado, no son muchas las diferencias esenciales entre aquella eclosión decimonónica de particularismos y vendettas provincianas y las pueriles batallas que hoy libran las autonomías con el Estado central y entre ellas. La lucha por la propiedad de los ríos, que tienen la mala costumbre de no conocer fronteras, ha sido la faceta más ridícula de esa rivalidad de todos contra todos desatada por intereses espurios..

El Constitucional acaba de liquidar las ambiciones fluviales que Andalucía y Castilla y León habían plasmado en leyes orgánicas en relación al Guadalquivir y al Duero, y en detrimento tanto del bien común como del menos común de los sentidos. Se habían hecho con competencias exclusivas sobre el líquido elemento, que es además un elemento escaso en gran parte de España, y el alto tribunal entiende que tales atribuciones son inconstitucionales. En realidad, lo podía entender cualquiera, esto es, cualquiera que no se rindiera a la cateta demagogia, que presenta esa apropiación indebida como una cuestión de orgullo y honor regionales. ¡El Guadalquivir es nuestro y solo nuestro! Curioso que en un país donde muchos creen, y no sólo aquella ministra, que el dinero público no es de nadie, se tenga tan claro que el dueño de los ríos es una comunidad autónoma. Pero así es, y en Andalucía ha estallado una crisis política tremenda tras verse desposeído su Gobierno de esas preciadas aguas territoriales. Ya vemos a sus políticos en pose victimista: ¡nos lo han quitado! Pues pónganle puertas al río, como se las ponen al campo.

No querían compartir los ríos, pero el delirio fluvial ha sido compartido. Las piezas inconstitucionales se aprobaron con la notoria aquiescencia de los dos grandes partidos y las Cortes les dieron su placet tan tranquilas, a ver si colaba la burla a la ley y a los intereses generales. Nada como esta pugna acuática revela la cara grotesca de los Estatutos de segunda generación que propulsó Zapatero y bendijo Rajoy allí donde convenía a los suyos. Y nada muestra más gráficamente hasta qué punto se ha extendido la miseria moral que era patrimonio del nacionalismo. Qué ríos, qué espectáculo.

La libertad religiosa en tela de juicio

Gabriel Calzada en Libertad Digital

En los últimos días España está viviendo dos episodios esperpénticos relacionados con el respeto a las prácticas religiosas. El más comentado es el del asalto por parte de grupos radicales de izquierda a la capilla que la Universidad Complutense de Madrid tiene en el campus de Somosaguas. En una clara muestra de autoritarismo, los extremistas se desnudaron ante el altar mofándose de las creencias religiosas de muchos españoles.

Sin embargo, el más grave podría llegar a ser el otro suceso. Se trata del juicio que se celebró la semana pasada en la Audiencia Provincial de Alicante contra diversos miembros de una congregación religiosa, a los que se les pide penas de prisión que oscilan entre 16 y 20 años, además de cuantiosas indemnizaciones económicas. Este grupo de personas, formadas en el catolicismo, evolucionó en sus convicciones religiosas a través de la lectura de la Toráh y toda la Biblia hasta que decidieron constituir una iglesia evangélica. Más adelante, buena parte de los integrantes continuó este proceso evolutivo hasta que decidieron renunciar a toda forma de cristianismo y optar por el judaísmo. Algunos de los feligreses abandonaron el grupo mientras que la mayoría decidió dar el paso que suponía vivir de acuerdo con la comprensión y prácticas judías en lugar de las cristianas.

La mañana del sábado 6 de noviembre de 2004, doce miembros de la Kehilá del Olivo, que es como se llama esta congregación desde su cambio religioso, fueron detenidos en la vía pública por numerosos efectivos antiterroristas de la Guardia Civil armados hasta los dientes cuando se dirigían al servicio del Shabat. El desencadenante de esta operación de película, conocida como Operación Diáspora por las fuerzas del orden, fue la denuncia de algunos ex miembros. En contra de la libertad de conciencia y de los sentimientos religiosos, en contra de los derechos fundamentales y de libertades públicas garantizados por la Constitución, se acusa a estas personas de asociación ilícita, estafa, apropiación indebida, lesiones, abandono de menores. Para quienes no estén viviendo en primera persona esta persecución, los cargos de los que se le acusan tienen su gracia porque lo que parece es más bien que todo el proceso atenta contra la libertad religiosa de unas personas que decidieron cambiar voluntariamente de religión.

En esencia, lo que se enjuicia es si este grupo constituye una secta destructiva, si provocó daños personales (psicológicos) y si se apropiaron del dinero aportado por algunos miembros. El argumento principal del fiscal y de la acusación consistía en afirmar que quien lideraba la congregación se enriquecía a costa de los diezmos aportados, y ejercía, con la ayuda de un grupo privilegiado, técnicas de control mental sobre algunos miembros.

Sin embargo, sus miembros entraron voluntariamente y, como han reconocido varios testigos, quienes quisieron salir antes y después de convertirse al judaísmo lo pudieron hacer sin mayores problemas. Durante el primer día de juicio, que comenzó el 8 de marzo, el fiscal y la acusación particular mostraron a las claras cómo se (mal)trata la libertad religiosa en nuestro país cuando preguntaron a los acusados si era cierto que habían cambiado sus hábitos gastronómicos... como si atender a las normas alimenticias del judaísmo fuera un delito o una prueba de ser una secta destructiva.

En cuanto a la supuesta apropiación de fondos, resulta que se trata de unos 200.000 euros que fueron donados por sus integrantes a lo largo de tres años para el mantenimiento de la Congregación. Desde luego, con esa cantidad no creo que les diera para muchos lujos, aparte de que, según la auditoría económica, más de la mitad del dinero fue aportado por los doce imputados, que serían por tanto estafadores de sí mismos. En las conclusiones finales de la vista oral del juicio, el fiscal ha dado un giro a esta acusación al afirmar que poco importa que las donaciones u ofrendas fueran voluntarias (sic), porque había engaño y manipulación psicológica (la creencia en una fe monoteísta, se entiende). Para rematar el despropósito, el fiscal ha señalado que los miembros actuales de la Congregación están siendo engañados. Claro que lo curioso es que ellos mismos no lo ven así. Menos mal que está Papá Estado para hacerles comprender que están equivocados y se les está engañando.

El caso ha traspasado nuestras fronteras. Robert Higgs, el prestigioso economista norteamericano que ha destacado en las últimas décadas por su defensa de las libertades individuales (aparte de por sus magníficos estudios sobre el crecimiento del tamaño del Estado), publicó en las páginas del Independent Institute un artículo denunciando lo que aparenta ser una dura persecución de un pequeño y pacífico grupo religioso por parte de las autoridades españolas.

Casos como este ponen en tela de juicio la libertad religiosa en nuestro país. Más aún cuando el responsable de la Congregación, que continúa sus actividades religiosas con normalidad, afirma algo que ya querríamos escuchar a otros muchos líderes religiosos: "la libertad individual para nosotros es lo primero". Por el bien de las libertades individuales en nuestro país, esperemos que este caso acabe garantizando el derecho de toda persona a profesar libremente el credo religioso que considere oportuno y a constituir cualquier asociación para su práctica, siempre que, como parece ocurrir en este caso, no medie la violencia.

Tetas al aire

Cristina L. Schlichting en La Razón

Las mujeres que se desnudaron en la Complutense combaten el derecho de otros a rezar o pensar distinto. Cabría esperar de los católicos una reacción parecida. Por ejemplo, carteles en contra del ateísmo o quema de libros intolerantes con el fenómeno religioso. Sin embargo, han escrito un texto que reza así: «Algunas personas quieren construir una sociedad donde sólo se escuche una voz, la suya: en la que desaparezca la presencia pública de los cristianos y de todos los que se muestran libres frente al poder establecido. ¿Es ésta la universidad y sociedad que queremos? (…) No hay universidad sin libertad de expresión. Toda opinión y objeción es una oportunidad de crecer, una fuente de preguntas y estímulos en el camino hacia la verdad. Es en el diálogo donde las personas se muestran realmente a pecho descubierto». Juzgue cada uno de qué lado están el respeto y el pluralismo. Si en las tetas al aire o en este manifiesto.