Gabriel Albiac y Agapito Maestre en Libertad Digital TV
domingo, 30 de noviembre de 2008
sábado, 29 de noviembre de 2008
viernes, 28 de noviembre de 2008
Tercera Cultura: "El Ministerio de Igualdad nos pide explicaciones"
Carta abierta al presidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero.
jueves, 27 de noviembre de 2008
miércoles, 26 de noviembre de 2008
martes, 25 de noviembre de 2008
lunes, 24 de noviembre de 2008
"He Andado Muchos Caminos", de Antonio Machado
He andado muchos caminos,
he abierto muchas veredas,
he navegado en cien mares
y atracado en cien riberas.
En todas partes he visto
caravanas de tristeza,
soberbios y melancòlicos
borrachos de sombra negra,
y pedantones al paño
que miran, callan y piensan
que saben, porque no beben
el vino de las tabernas.
Mala gente que camina
y va apestando la tierra...
Y en todas partes he visto
gentes que danzan o juegan
cuando pueden, y laboran
sus cuatro palmos de tierra.
Nunca, si llegan a un sitio,
preguntan adónde llegan.
Cuando caminan, cabalgan
a lomos de mula vieja,
y no conocen la prisa
ni aun en los días de fiesta.
Donde hay vino, beben vino;
donde no hay vino, agua fresca
Son buenas gentes que viven,
laboran, pasan y sueñan,
y en un día como tantos
descansan bajo la tierra.
he abierto muchas veredas,
he navegado en cien mares
y atracado en cien riberas.
En todas partes he visto
caravanas de tristeza,
soberbios y melancòlicos
borrachos de sombra negra,
y pedantones al paño
que miran, callan y piensan
que saben, porque no beben
el vino de las tabernas.
Mala gente que camina
y va apestando la tierra...
Y en todas partes he visto
gentes que danzan o juegan
cuando pueden, y laboran
sus cuatro palmos de tierra.
Nunca, si llegan a un sitio,
preguntan adónde llegan.
Cuando caminan, cabalgan
a lomos de mula vieja,
y no conocen la prisa
ni aun en los días de fiesta.
Donde hay vino, beben vino;
donde no hay vino, agua fresca
Son buenas gentes que viven,
laboran, pasan y sueñan,
y en un día como tantos
descansan bajo la tierra.
domingo, 23 de noviembre de 2008
sábado, 22 de noviembre de 2008
viernes, 21 de noviembre de 2008
jueves, 20 de noviembre de 2008
miércoles, 19 de noviembre de 2008
martes, 18 de noviembre de 2008
lunes, 17 de noviembre de 2008
"Zapatero y Bush: la foto", por el GEES, Grupo de Estudios Estratégicos
Hay imágenes que valen más de mil palabras. La de Rodríguez Zapatero, de pie tras George W. Bush, en la foto de familia de la cumbre del G-20, es una de ellas. Los socialistas españoles han querido presentarla como un logro histórico de la diplomacia española. ¿Pero lo es en verdad?
Para empezar, nuestro sonriente presidente ha tenido que olvidar –una vez más– cuanto ha dicho y defendido desde su encumbramiento al poder. A saber, que Bush estaba equivocado en todo; que era un militarista sediento de sangre inocente; un intervencionista que hacía tropelías con la ley internacional y el orden; un ideólogo neoconservador que sólo buscaba la dominación del mundo por América; y, cómo no, por último, el causante de todos los problemas económicos del mundo, incluida España.
Ése era el presidente americano para el Gobierno español y para el que se ha hecho todo lo imaginable y lo no imaginable, hasta perder el decoro personal y poner en ridículo la imagen de España, con tal de poder estrecharle la mano en la Casa Blanca. Los socialista españoles deberían estar altamente preocupados por que su indiscutible líder se haya manchado las manos con la sangre del asesino Bush.
Y además ZP sale de prestadillo en la foto. No ha consolidado nada, más que transmitir una falsa impresión de lo que ha logrado. España no estuvo en la agenda preparatoria de la cumbre y no lo estará tampoco para la próxima en abril de 2009. ZP tuvo sus ocho minutos de gloria –la mitad de lo que defendía Andy Warhol, dicho sea de paso– que despilfarró en una intervención marginal y que no tuvo eco alguno entre los presentes. Claro que para él las ideas y las soluciones no eran lo importante. Lo importante era poder sentarse con el presidente americano que invadió Irak, ilegal, ilegítima y caprichosamente.
Publicado en Libertad Digital
Para empezar, nuestro sonriente presidente ha tenido que olvidar –una vez más– cuanto ha dicho y defendido desde su encumbramiento al poder. A saber, que Bush estaba equivocado en todo; que era un militarista sediento de sangre inocente; un intervencionista que hacía tropelías con la ley internacional y el orden; un ideólogo neoconservador que sólo buscaba la dominación del mundo por América; y, cómo no, por último, el causante de todos los problemas económicos del mundo, incluida España.
Ése era el presidente americano para el Gobierno español y para el que se ha hecho todo lo imaginable y lo no imaginable, hasta perder el decoro personal y poner en ridículo la imagen de España, con tal de poder estrecharle la mano en la Casa Blanca. Los socialista españoles deberían estar altamente preocupados por que su indiscutible líder se haya manchado las manos con la sangre del asesino Bush.
Y además ZP sale de prestadillo en la foto. No ha consolidado nada, más que transmitir una falsa impresión de lo que ha logrado. España no estuvo en la agenda preparatoria de la cumbre y no lo estará tampoco para la próxima en abril de 2009. ZP tuvo sus ocho minutos de gloria –la mitad de lo que defendía Andy Warhol, dicho sea de paso– que despilfarró en una intervención marginal y que no tuvo eco alguno entre los presentes. Claro que para él las ideas y las soluciones no eran lo importante. Lo importante era poder sentarse con el presidente americano que invadió Irak, ilegal, ilegítima y caprichosamente.
Publicado en Libertad Digital
"Hannah Jones, cada día", por Gabriel Albiac
«El hombre», escribe W. B. Yeats, «inventó la muerte». Y yo lo leo aquí, en esta bella mañana desierta de domingo, con un sol de hielo que hace estallar en oro los cristales. Y Hannah Jones, que sólo tiene trece años, y que los sabe demasiados sin embargo, desea en calma morir allá en su hogar de Hereford. Más amargo que cualquiera de esas secas mezquindades de las cuales se tejen los periódicos, lo trágico, en su fatal pureza, emerge, apenas un instante, al menos un instante, sobre la enormidad del ruido que, día a día, nos salva de enfrentarnos a lo más importante, a aquello que, por serlo, no tiene solución que no nos destruya. «Ni temor ni esperanza», escribe Yeats, quien no es en vano el más teológico de los poetas del siglo veinte, «ni temor ni esperanza acechan al animal moribundo». Nada sabe el animal de la muerte. Salvo este animal enfermo que los humanos somos: monstruosas criaturas que logran asomarse antes de tiempo a aquello para lo cual no existen las palabras. «Un hombre aguarda su fin, temiendo y esperando todo». No existe maldición más dura que esa de cuya fulguración destructora está hecha buena parte de la más honda poesía: la del gran barroco español, quizá, más que ninguna otra, de Góngora a Quevedo o Aldana. Hannah Jones tiene trece años. Los juzga demasiados porque han sido trece años de dolor, sin otra cosa; abocados a la muerte, desde que ella tiene consciencia de lo que «muerte» significa; consciencia idéntica a la que todos tenemos; si alguien adulto dice que a esa edad la muerte no es pensable, es que ha perdido la memoria. Pensable, con seguridad que la muerte no lo es para nadie. Nunca. Conscientes de su acecho, somos todos desde muy pronto. Y en la voz de esa niña, forzada a decidir en una edad desgarradora, todos sabemos -aceptar confesárnoslo o no, es ya otra cosa- que aquello que nos habla es lo más esencial de cuanto habita el núcleo más inviolable de la mente de cada uno. La sola decisión que nos define como humanos. La sola inaccesible a otro animal que no sea nosotros, inventores de la muerte, todos hechos de miedo y esperanza. Querer morir es una soledad sagrada: digo «sagrada», con cuidada deliberación; sagrada, no religiosa; lo sagrado es aquello que engarza nuestra mente al imposible contacto con lo absoluto, no lo que finge respuesta a esa tragedia. Lo sagrado es la paradoja humana: desear exactamente aquello que sabe inaccesible. Los griegos llamaron tragedia, hace veinticinco siglos, a aquello que es interrogación pura; aquello para lo cual toda respuesta es sacrilegio; aquello ante lo cual, contra lo cual, la aritmética razón humana se despedaza. De poco vale que busquemos cerrar los ojos desesperadamente. De poco vale naufragar, día a día, en las riadas de ruido y furia que podrían salvarnos de nosotros mismos y que no nos salvan. Al final, retornamos siempre a esa habitación silenciosa de Pascal en la cual nos alcanza la tragedia. Hannah Jones. Cada día. Pensar la muerte; batirse en duelo con lo imposible. Góngora hace de esa paradoja su más bello endecasílabo: «la razón abra lo que el mármol cierra».
Publicado en La Razón
Publicado en La Razón
domingo, 16 de noviembre de 2008
Limando asperezas
"Abismo", por Manuel Vicent
La cara oculta de la sabiduría la constituyen todos los manuscritos de la antigüedad que se han perdido, los cuentos que fueron narrados de viva voz en las plazas orientales y las melodías creadas por millones de pastores con una flauta de caña junto con las canciones que también se disolvieron en el aire, las danzas que ni siquiera quedaron grabadas en las vasijas o en los frisos de los templos. Sólo una pequeña parte de la creación del mundo clásico se ha salvado, pero existe un vaso oscuro de la memoria colectiva donde se guardan las cenizas de la biblioteca de Alejandría, los papiros que se pudrieron bajo las aguas del Nilo, los versos que Safo no pudo terminar, otro teorema grabado por Pitágoras en las letrinas de Éfeso, que el tiempo ha hecho indescifrable y parte de las enseñanzas de Sócrates que Platón no recordó. Ser sabio consiste en navegar ese mar desconocido, imaginar el tesoro que la historia ha sumergido y rescatar del fondo del abismo, cada uno por su cuenta y riesgo, una parte de ese tesoro que no existe. La cultura desaparecida no está en las cátedras ni en las tribunas ni en los libros, sino en las palabras de las gentes sencillas. Cuando oigas a un marinero o a un campesino decir cosas salidas directamente de su pensamiento sin adherencia alguna, no debe admirarte que hablen con tanto rigor sin haber leído nunca nada, puesto que en su mente fluye con naturalidad la sabiduría que sólo han leído en el aire. Desde el fondo de los tiempos, pasando por el corazón de todos los mortales ya muertos, llegan por el aire cánticos insonoros, versos rotos en mil pedazos, cuentos de lobos o de hadas, alfombras mágicas invisibles, aforismos de filósofos anónimos, que las gentes sencillas respiran y los aposentan en su carne. De no ser así, no se explica que un marinero analfabeto sentado en la borda de su barca te cuente un naufragio con la misma cadencia de los hexámetros de Virgilio. O que un campesino se mueva con la azada entre los cuatro elementos, la tierra, el fuego, el aire y el agua, que según los presocráticos componen la naturaleza y haga con ellos unos pimientos, tomates, calabazas y melocotones con los que se puede coronar las cimas más altas del espíritu humano.
Publicado en El País
Publicado en El País
G-20: irresponsabilidad gobal
Editorial de Libertad Digital
La cumbre del G-20 (más España y Holanda) se ha saldado con una solución de compromiso que recoge las exigencias de sus principales participantes. Por una parte, la defensa del libre mercado y del comercio hecha en los últimos días por el presidente George W. Bush y secundada por el primer ministro británico Gordon Brown aparece en varios lugares de la declaración conjunta. Sin embargo, la ausencia de mecanismos y garantías para que los trabajos del G-20 no redunden en una merma de la libertad convierte este compromiso con una "economía abierta global" en poco más que un brindis al sol.
Sólo la firmeza británica, desmentida por la política aplicada por Brown en su país, y el apoyo de los EE.UU., algo dudoso si tenemos en cuenta las promesas de Barack Obama y la sinuosa agenda seguida por la Casa Blanca durante la presidencia de Bush, podrían evitar que la próxima reunión, en Londres, provoque un aumento del proteccionismo y el nacionalismo económico, dos de las mayores amenazas para un mundo libre, próspero y en paz.
La admisión de la exigencia franco-rusa de concesión de carta blanca a los estados para intervenir en cualquier sector de la economía, un principio que permea toda la declaración, y el reforzamiento de los poderes el FMI y el Banco Mundial, dos instituciones que con frecuencia no han hecho sino agravar los problemas de corrupción de los países en los que han intervenido, deben ser causa de preocupación para los millones de personas que en las últimas décadas se han visto beneficiadas por la globalización.
Es cierto que la "inadecuada apreciación de los riesgos", uno de los conceptos más reiterados y elaborados a lo largo del texto, puede haber contribuido a la crisis que padecemos. No obstante, olvidar el papel fundamental que los estados han jugado en el fomento de situaciones de riesgo moral por parte de los agentes económicos equivale a contar una verdad a medias. Por otra parte, a la vista de la explosión de gasto público y déficit desencadenada por los planes de rescate adoptados en todo el mundo, las menciones a la sostenibilidad fiscal, el crecimiento y la probidad se nos antojan difíciles de creer.
Las matizaciones y las sugerencias que los diferentes gobernantes expresen en los próximos días nos permitirán juzgar esta reunión por lo que realmente ha sido. Hasta el momento, su negativa a asumir cualquier responsabilidad política es decepcionante.
Por lo que respecta a Rodríguez Zapatero, su discurso, marcado por el populismo, el radicalismo y la hipocresía, ha confirmado los peores presagios. El presidente del Gobierno ha pedido la transparencia que él mismo niega en España. Además, ha denunciado los beneficios empresariales, como si la reinversión, la innovación, la creación de empleo y por supuesto los réditos para los accionistas fueran algo malo. Asimismo, ha exigido la creación de organismo de gobernanza global, reavivando así la distopia del Gobierno mundial. Por último, se ha mostrado preocupado por la desigualdad y la intolerancia, precisamente las políticas practicadas por sus aliados, y se ha referido a la pobreza, justo el resultado que históricamente han producido las medidas que propugna.
Incluso el presidente francés Sarkozy, uno de los mayores defensores actuales de la extensión de los poderes del Estado, ha hecho una referencia retórica a la libertad económica, algo que no parece importar a Zapatero, un líder caduco, irresponsable y perfectamente prescindible. Así nos va.
La cumbre del G-20 (más España y Holanda) se ha saldado con una solución de compromiso que recoge las exigencias de sus principales participantes. Por una parte, la defensa del libre mercado y del comercio hecha en los últimos días por el presidente George W. Bush y secundada por el primer ministro británico Gordon Brown aparece en varios lugares de la declaración conjunta. Sin embargo, la ausencia de mecanismos y garantías para que los trabajos del G-20 no redunden en una merma de la libertad convierte este compromiso con una "economía abierta global" en poco más que un brindis al sol.
Sólo la firmeza británica, desmentida por la política aplicada por Brown en su país, y el apoyo de los EE.UU., algo dudoso si tenemos en cuenta las promesas de Barack Obama y la sinuosa agenda seguida por la Casa Blanca durante la presidencia de Bush, podrían evitar que la próxima reunión, en Londres, provoque un aumento del proteccionismo y el nacionalismo económico, dos de las mayores amenazas para un mundo libre, próspero y en paz.
La admisión de la exigencia franco-rusa de concesión de carta blanca a los estados para intervenir en cualquier sector de la economía, un principio que permea toda la declaración, y el reforzamiento de los poderes el FMI y el Banco Mundial, dos instituciones que con frecuencia no han hecho sino agravar los problemas de corrupción de los países en los que han intervenido, deben ser causa de preocupación para los millones de personas que en las últimas décadas se han visto beneficiadas por la globalización.
Es cierto que la "inadecuada apreciación de los riesgos", uno de los conceptos más reiterados y elaborados a lo largo del texto, puede haber contribuido a la crisis que padecemos. No obstante, olvidar el papel fundamental que los estados han jugado en el fomento de situaciones de riesgo moral por parte de los agentes económicos equivale a contar una verdad a medias. Por otra parte, a la vista de la explosión de gasto público y déficit desencadenada por los planes de rescate adoptados en todo el mundo, las menciones a la sostenibilidad fiscal, el crecimiento y la probidad se nos antojan difíciles de creer.
Las matizaciones y las sugerencias que los diferentes gobernantes expresen en los próximos días nos permitirán juzgar esta reunión por lo que realmente ha sido. Hasta el momento, su negativa a asumir cualquier responsabilidad política es decepcionante.
Por lo que respecta a Rodríguez Zapatero, su discurso, marcado por el populismo, el radicalismo y la hipocresía, ha confirmado los peores presagios. El presidente del Gobierno ha pedido la transparencia que él mismo niega en España. Además, ha denunciado los beneficios empresariales, como si la reinversión, la innovación, la creación de empleo y por supuesto los réditos para los accionistas fueran algo malo. Asimismo, ha exigido la creación de organismo de gobernanza global, reavivando así la distopia del Gobierno mundial. Por último, se ha mostrado preocupado por la desigualdad y la intolerancia, precisamente las políticas practicadas por sus aliados, y se ha referido a la pobreza, justo el resultado que históricamente han producido las medidas que propugna.
Incluso el presidente francés Sarkozy, uno de los mayores defensores actuales de la extensión de los poderes del Estado, ha hecho una referencia retórica a la libertad económica, algo que no parece importar a Zapatero, un líder caduco, irresponsable y perfectamente prescindible. Así nos va.
sábado, 15 de noviembre de 2008
"Comprando votos", por Juan Manuel de Prada
¿CÓMO se logra que alguien piense lo que yo quiero que piense? Introduciendo en su inteligencia injertos emocionales que se convierten en muletillas del pensamiento y resetean la inteligencia; injertos cuya implantación colectiva convierte automáticamente a quien los rechace en un proscrito o outsider condenado a la intemperie. En el Matrix progre, la «ciudadanía» (esto es, el pueblo convertido en rebaño reseteado) vive plácidamente con sus injertos, que llega a interiorizar como mecanismo de supervivencia. Y así, por ejemplo, a la «ciudadanía» humillada se le impone mediante injerto que la guerra de Irak, en la que mueren niños despedazados por las bombas de los terroristas, es una vergüenza universal; en cambio, la guerra de Afganistán, donde igualmente mueren niños despedazados por las bombas de los terroristas, se erige como por arte de birlibirloque en un combate justo contra «el terrorismo islamista que ha declarado la guerra al mundo civilizado y a todos los que no están dispuestos a someterse a su terror» (Chacón pixit y dixit). Entre los injertos emocionales que garantizan la supervivencia en el Matrix progre se cuenta la consideración de la Guerra Civil como un tebeo de buenos y malos; donde los malos eran los abuelos de la gente de derechas, quienes -si no desean convertirse en proscritos condenados a la intemperie- tendrán por cojones que asimilar la doctrina oficial.
A este reseteado de la inteligencia se le llama ingeniería social. Sus armas incluyen la propaganda de los medios de adoctrinamiento de masas y se extienden al ámbito escolar, mediante la introducción de la llamada sarcásticamente «Educación para la Ciudadanía»; su finalidad última (o finalidad única) no es otra que asegurarse sucesivas remesas de votantes que perpetúen el poder establecido en el Matrix progre. Pero los injertos que resetean la inteligencia tardan a veces en ser asimilados por la «ciudadanía»; y hasta ocurre que hay tipejos contumaces que se resisten a ingresar en el rebaño reseteado. Para compensar esta fatalidad el poder establecido acude entonces al método más expeditivo de la compra directa de votos, que por supuesto disfraza con acuñaciones campanudas; la más eficaz de todas ellas es la llamada «extensión de derechos», que consiste en elegir un grupo social cualquiera -cuanto más numeroso mejor- y proveerlo de una limosnilla, pecuniaria o jurídica (antijurídica, más bien, pues se trata de «conceder» derechos que no existen), que asegure su adhesión incondicional a los postulados del Matrix progre y su automática conversión en rebaño de votantes a piñón fijo.
La crisis económica se augura ceñuda y exige al poder establecido crear nuevas remesas de votantes que compensen un hipotético descalabro electoral. Escribimos «hipotético» por no escribir «improbable», pues la «ciudadanía» reseteada ya sabe que si vota a la derecha será víctima -¡horreur, paveur, espanteur!- del fascismo; y su injerto emocional le indica que padecer hambre es un mal menor, comparado con el mal absoluto de padecer el fascismo. Pero el poder establecido no quiere descartar ninguna hipótesis, pues la «ciudadanía», cuando tiene las tripas horras, puede salir por peteneras. Así que engrasa la máquina de hacer churros de la «extensión de derechos» (esto es, de comprar votos) y «extiende» la nacionalidad española a los nietos de los exiliados políticos. Alguien (un fascista de ésos que andan sueltos) podría oponer que tal nacionalización multitudinaria disparará el gasto en prestaciones sociales; pero, a cambio, como se supone que los nacionalizados tendrán buena memoria histórica, no habrá que gastarse un duro en implantarles injertos emocionales. También se «extenderá» la nacionalidad española, por cierto, a los voluntarios de las Brigadas Internacionales, que fueron unos señores reclutados por el comunismo internacional para matar españoles; pero el Matrix progre nos enseña que fueron «demócratas que luchaban por la libertad», y ya se sabe que los injertos emocionales implantados por el poder establecido sólo los discuten los fascistas redomados. Conque dejémonos de tentaciones totalitarias e incorporémonos, como un solo hombre, a las remesas de votantes a piñón fijo que fabrica el Matrix progre. Afuera hace mucho frío.
Publicado en ABC
A este reseteado de la inteligencia se le llama ingeniería social. Sus armas incluyen la propaganda de los medios de adoctrinamiento de masas y se extienden al ámbito escolar, mediante la introducción de la llamada sarcásticamente «Educación para la Ciudadanía»; su finalidad última (o finalidad única) no es otra que asegurarse sucesivas remesas de votantes que perpetúen el poder establecido en el Matrix progre. Pero los injertos que resetean la inteligencia tardan a veces en ser asimilados por la «ciudadanía»; y hasta ocurre que hay tipejos contumaces que se resisten a ingresar en el rebaño reseteado. Para compensar esta fatalidad el poder establecido acude entonces al método más expeditivo de la compra directa de votos, que por supuesto disfraza con acuñaciones campanudas; la más eficaz de todas ellas es la llamada «extensión de derechos», que consiste en elegir un grupo social cualquiera -cuanto más numeroso mejor- y proveerlo de una limosnilla, pecuniaria o jurídica (antijurídica, más bien, pues se trata de «conceder» derechos que no existen), que asegure su adhesión incondicional a los postulados del Matrix progre y su automática conversión en rebaño de votantes a piñón fijo.
La crisis económica se augura ceñuda y exige al poder establecido crear nuevas remesas de votantes que compensen un hipotético descalabro electoral. Escribimos «hipotético» por no escribir «improbable», pues la «ciudadanía» reseteada ya sabe que si vota a la derecha será víctima -¡horreur, paveur, espanteur!- del fascismo; y su injerto emocional le indica que padecer hambre es un mal menor, comparado con el mal absoluto de padecer el fascismo. Pero el poder establecido no quiere descartar ninguna hipótesis, pues la «ciudadanía», cuando tiene las tripas horras, puede salir por peteneras. Así que engrasa la máquina de hacer churros de la «extensión de derechos» (esto es, de comprar votos) y «extiende» la nacionalidad española a los nietos de los exiliados políticos. Alguien (un fascista de ésos que andan sueltos) podría oponer que tal nacionalización multitudinaria disparará el gasto en prestaciones sociales; pero, a cambio, como se supone que los nacionalizados tendrán buena memoria histórica, no habrá que gastarse un duro en implantarles injertos emocionales. También se «extenderá» la nacionalidad española, por cierto, a los voluntarios de las Brigadas Internacionales, que fueron unos señores reclutados por el comunismo internacional para matar españoles; pero el Matrix progre nos enseña que fueron «demócratas que luchaban por la libertad», y ya se sabe que los injertos emocionales implantados por el poder establecido sólo los discuten los fascistas redomados. Conque dejémonos de tentaciones totalitarias e incorporémonos, como un solo hombre, a las remesas de votantes a piñón fijo que fabrica el Matrix progre. Afuera hace mucho frío.
Publicado en ABC
Debates en Libertad: cambio climático, verdades y mentiras
Javier Somalo analiza con Jorge Alcalde, director de Quo, José Antonio Maldonado, meteorólogo, Carlos Cuesta, redactor jefe de expansión, y Miguel Aguado, secretario de Medio Ambiente de la ejecutiva del PSOE de Madrid.
viernes, 14 de noviembre de 2008
"Noventa y nueve punto siete", por Maite Nolla
Hacía yo segundo de carrera cuando el Gobierno de Jordi Pujol le quiso meter el dedo en el ojo a La Cope cerrando unas cuantas emisoras en toda Cataluña. El brazo ejecutor de aquella operación fue el muy moderado –qué digo moderado, moderadísimo– Trias, que hoy vaga por el Ayuntamiento de Barcelona intentando empatar con el peor alcalde que jamás tendrá Barcelona –en dura competencia con Clos–, Jordi Hereu. Al igual que ahora, la intención era fastidiar y castigar a una empresa que no cree que el nacionalismo sea bueno para Cataluña y, lo que es peor, lo dice. Sin embargo, ni Pujol, generalmente cobarde disfrazado de pragmático, ni Trias, se atrevieron a desvelar los auténticos motivos de la cacicada, y alegaron que la COPE no había ganado el concurso porque no garantizaba la difusión del aranés. El beneficiado de aquello fue el convergente Justo Molinero, un hombre que después del catalán, sólo habla occitano-aranés, igual que Celestino Corbacho. Al final, de todas formas, La Cope acabó ganando el pleito en los juzgados.
Nadie se sorprende de lo que ha hecho el CAC; lo crearon para eso y es fiel reflejo de la política catalana, exportada por desgracia al resto de España. Siendo grave lo sucedido, también es verdad que, diez años después, estos tipos intentan ponerle puertas al campo; la radio digital –si llega algún día a nivel de usuario– e internet ponen de manifiesto lo absurdo y tercermundista de que todavía hoy las emisoras de radio dependan de las licencias administrativas y que esas licencias las den o las quiten los caciques nacionalistas, regionalistas o regionales. Aunque ganen esta batalla, lo único que hacen es enroscarse más la boina.
Iba a hacer un discursillo sobre el nacionalismo, pero debo decir algo sobre algunas declaraciones que he oído esta semana. La primera, sobre lo que ha dicho el director de La Razón. Efectivamente, la clave está en la postura del señor Lara en relación con el nacionalismo en Cataluña. A lo que yo añadiría que mientras el señor Lara estampaba su firma en el manifiesto de apoyo al nuevo Estatuto, Arcadi Espada hacía campaña contra el Estatut en un centro cívico de Manresa, rodeado de antidisturbios de los Mossos d’Esquadra y en presencia de una servidora.
Y la segunda, es la desorientación permanente del PP, que es capaz de decir y hacer una cosa en Madrid y otra en Barcelona, acercándose al modelo de federaciones nacionalistas del PSOE a velocidad de vértigo. Y me refiero a lo que han dicho la presidenta del partido en Cataluña y el diputado por Lérida; mientras Esperanza Aguirre suprimió el Consejo Audiovisual en la Comunidad de Madrid, el PP de Cataluña no está en contra del CAC, ni tampoco de mandar allí a nadie, sino que lo que les molesta es que su representante les deje mal ante sus votantes oyentes de La Cope.
Solidaridad con la COPE; en Lérida noventa y nueve punto siete.
Publicado en Libertad Digital
Nadie se sorprende de lo que ha hecho el CAC; lo crearon para eso y es fiel reflejo de la política catalana, exportada por desgracia al resto de España. Siendo grave lo sucedido, también es verdad que, diez años después, estos tipos intentan ponerle puertas al campo; la radio digital –si llega algún día a nivel de usuario– e internet ponen de manifiesto lo absurdo y tercermundista de que todavía hoy las emisoras de radio dependan de las licencias administrativas y que esas licencias las den o las quiten los caciques nacionalistas, regionalistas o regionales. Aunque ganen esta batalla, lo único que hacen es enroscarse más la boina.
Iba a hacer un discursillo sobre el nacionalismo, pero debo decir algo sobre algunas declaraciones que he oído esta semana. La primera, sobre lo que ha dicho el director de La Razón. Efectivamente, la clave está en la postura del señor Lara en relación con el nacionalismo en Cataluña. A lo que yo añadiría que mientras el señor Lara estampaba su firma en el manifiesto de apoyo al nuevo Estatuto, Arcadi Espada hacía campaña contra el Estatut en un centro cívico de Manresa, rodeado de antidisturbios de los Mossos d’Esquadra y en presencia de una servidora.
Y la segunda, es la desorientación permanente del PP, que es capaz de decir y hacer una cosa en Madrid y otra en Barcelona, acercándose al modelo de federaciones nacionalistas del PSOE a velocidad de vértigo. Y me refiero a lo que han dicho la presidenta del partido en Cataluña y el diputado por Lérida; mientras Esperanza Aguirre suprimió el Consejo Audiovisual en la Comunidad de Madrid, el PP de Cataluña no está en contra del CAC, ni tampoco de mandar allí a nadie, sino que lo que les molesta es que su representante les deje mal ante sus votantes oyentes de La Cope.
Solidaridad con la COPE; en Lérida noventa y nueve punto siete.
Publicado en Libertad Digital
"Deserción parlamentaria", por Gabriel Albiac
La verdad del Parlamento español son sus escaños vacíos. Media docena de despistados asistentes que dormitan con descaro, un presidente de azabache pelambrera restaurada, algún bedel, supongo, porque a los bedeles no hay quien los autorice a quedarse en la cama, como todo el mundo aquí, sin perder el sueldo¿ Es lo que queda; es, no nos engañemos, lo que siempre hubo. Eso y la horrenda suntuosidad de dorado y madera noble que tanto place a esos nuevos ricos que deberían, se supone, poblar, de vez en cuando, sus asientos, y que ya ni se toman la molestia de fingir que creen que el sueldo percibido a costa de los impuestos del ciudadano pueda obligarlos a nada. La casta se sabe impune. Como la sabemos nosotros nula en lo intelectual, zafia en lo estético, en lo moral primordialmente mala. Se sabe impune y lo proclama. No está mal la lección. Y no, no es cierto, pese a quien pese y antracítica restauración capilar al margen, que importen más aquí los presentes que los ausentes. Son los asientos vacíos los que dicen la verdad de nuestra frágil democracia: el vaciado completo de función y contenido, que es la única herencia de treinta años invertidos en reducir a polvo todas las ilusiones de un país que se despierta ahora en esta doble ruina, material y anímica, que hizo ricos, inmensamente ricos, a sus poco recomendables dirigentes. No hay un solo ciudadano en su sano juicio que no lo sepa. Entre otras cosas, porque la exhibición ha sido siempre goce muy preciado por los nuevos ricos. Sin restregar sesenta veces por minuto sus soberbios privilegios sobre los morros de los ciudadanos, el político correría el riesgo de pararse a pensar, de saber que no es nadie, peor que nadie: el que opulentamente vive de la desdicha ajena. La lección. Sencilla. Desde su inicio mismo, esto en lo cual vivimos puede recibir muchos nombres. Ninguno menos propio que el de «democracia». Si es que por democracia aceptamos llamar a aquello que los clásicos definen como la división y autonomía contrapuesta de los tres poderes. Del judicial -que los partidos se reparten por fraternal cuota-, ni hablemos. Pero ¿es el Parlamento español algo que se acerque siquiera al poder independiente de legislar que le atribuyen los padres de la teoría política? Apenas si es hoy una máquina de votar automáticamente lo que la mínima oligarquía de jefes partidistas impone a sus asalariados. Al parlamentario de cualquier partido se le exige una sola virtud: ser fiel. A quien le pone el dinero en el bolsillo: aquel del cual depende que su nombre figure o no en las listas electorales. ¿Para qué perder el tiempo sesteando en los sillones de la Carrera de San Jerónimo, si todo ya lo han decidido Zapatero Rajoy y los tres amiguetes que mandan en el gran negocio nacionalista? No seré yo quien pida que salgan de sus tibias sábanas. ¿Para qué imponer a nadie una crueldad inútil? El Poder Legislativo lo constituye en España una sola persona: el Presidente del Gobierno. Más tres caudillos locales. Más un jefe de la oposición que calla y mira. Prefiero a los desertores. Incluso, para pagar su sueldo.
Publicado en La Razón
Publicado en La Razón
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