miércoles, 14 de abril de 2010

El calvario de una niña gallega de diez años por utilizar el castellano en el colegio

Olivia Moya en Libertad Digital

Todo comenzó en el inicio de este curso en un colegio concertado de Lugo. La pequeña, a la que denominaremos con la inicial S., dejó claro en su ficha a su tutora que era castellanoparlante. La profesora, que en otros tiempos no dudaba en llamar "paletas" a las niñas que llegaban de las aldeas y que hablaban en gallego según denuncian, la “marcó” delante de todos sus compañeros. Tras decir en alto su nombre y apellidos, manifestó: “Qué penita me dan estos niños, tienen una pobreza cultural tan grande…” Y ahí comenzó el calvario de la pequeña S.

La Rima XXXIII según Carcaño

Antonio Burgos en ABC

Está bien que juzguen al indeseable de Carcaño, al cani de la sudadera de capucha con mirada desafiante. Pero ya que abren juicio oral, se debería aprovechar la collada y el vagón de estos carísimos trenes baratos para hacerle también un proceso a la sociedad que engendra estos monstruos, a la España que ha perdido colectivamente la vergüenza y la dignidad, la que implantó como lo más progre y moderno del mundo un sistema educativo donde los que no quieren ir al cole por las mañanas son los maestros, por miedo a los alumnos, y donde las asociaciones de padres dan siempre la razón al estudiante holgazán y agresivo, y no al profesor que trata de imponer la excelencia a través del esfuerzo.

Golpistas

Edurne Uriarte en ABC

Golpista es lo que habría llamado la izquierda a un acto como el de la Complutense organizado por la derecha contra el Estado de Derecho y a favor de un juez conservador acusado de prevaricación, además de otros dos delitos. Antidemocrático, deslegitimador de las instituciones, extremista, fascista y alguna cosa más. Pero resulta que ese acto en el que se acusó al Supremo de cómplice de torturas fue protagonizado ayer por la izquierda y nada menos que en una de las universidades más importantes de España. Y de la mano del mismísimo rector.

Vudú en la Universidad

Ignacio Camacho en ABC

Lo último que cabía esperar de la institución universitaria era este destemplado exorcismo de aluvión, este conciliábulo mitinero en el que para apoyar al procesado sus abigarrados participantes la han emprendido a navajazos retóricos, al grito de falangista el último, contra el sistema judicial y hasta contra la arquitectura legal de la democracia. Semejante deslegitimación institucional sería deplorable por la relevancia de sus protagonistas incluso en el marco de una manifestación callejera dominical, pero en el escenario de la primera universidad nacional resulta sencillamente desolador.

Abusar de la memoria

Gabriel Albiac en ABC

He conocido a gentes que sufrieron más de lo que un humano debiera tener que sufrir en esta puta vida. A gentes cuyas vidas fueron rotas, aun antes de nacer, por la dictadura franquista. Algunas me son demasiado cercanas para atreverme a evocar la dimensión de sus tragedias. Y claro que sé que tragedias paralelas las ha habido en la orilla opuesta. Y claro que sé que existe incluso algún caso biográfico en que el nombre del gestor de las tragedias de unos y otros es el mismo; el mismo ilustre nombre de padre de la escénica España en que vivimos: Santiago Carrillo. (...)

Hagan la historia los historiadores. Cumplan la ley los jueces.

Aclarando ideas al señor Carrillo

Pío Moa en Libertad Digital

Afirma usted que no se trata "tanto" de juzgar: o sea, que se trata también de juzgar. Pero ocurre que ustedes quieren declarar inválidos los juicios de posguerra. En tal caso habría que volver a juzgarlos todos, pues los crímenes existieron, como usted mismo admite. Si se quiere juzgar los de un lado, habrá que hacerlos también con los del otro necesariamente, si se quiere hacer algo parecido a la justicia.

(...) Los juicios sobran a estas alturas. De lo que se trata es de clarificar la historia y acabar de una vez con unos mitos que están envenenando de nuevo a la sociedad española.

Charlotada insurreccional

José García Domínguez en Libertad Digital

Que Una memoria sin fronteras, ese airado manifiesto en reclamo de impunidad para Garzón, vaya encabezado nada menos que por Pasqual Maragall, célebre escudero y chico para todo de José María Porcioles, el sempiterno alcalde de Barcelona durante la dictadura, indica que nuestros neo-antifranquistas necesitan yacer con urgencia en el diván de un buen psicoanalista, a ser posible porteño. Mejor argentino porque, por el mismo precio, habría de ilustrarlos acerca del abismo ético que media entre las leyes de punto final de los milicos y la amnistía votada por las Cortes Españolas en 1977.

Un apoyo guerracivilista y totalitario a Garzón

Editorial de Libertad Digital

Aunque los fundadores de Libertad Digital se enfrentaron a la dictadura en tiempos en que Jiménez Villarejo ejercía de fiscal del régimen franquista, en un Estado de Derecho lo único que puede limitar los derechos de los ciudadanos, incluidos los falangistas y su derecho de apelar a los tribunales, es la ley. Y es precisamente la ley lo que Garzón se saltó a la torera cuando pretendió ignorar sus competencias jurisdiccionales, la extinción de responsabilidad penal por fallecimiento, los plazos de prescripción de nuestro Código Penal o la vigente Ley de Aministía de 1977 que le impedían abrir su delirante causa penal contra el franquismo. También lo hizo con ley que le impedía gravar las conversaciones entre un acusado y su abogado, como hizo en el caso Gurtel, o con la ley que le obligaba a apartarse de la causa que archivó contra el presidente del banco del que había recibido unos cuantiosos fondos para financiar sus cursos en Nueva York.

Fascistas del siglo XXI

Manuel Llamas en Libertad Digital

La libertad individual es una figura obsoleta, propia del pasado. La civilización ha muerto, ¡viva la naturaleza! ¿Exageraciones? Revisen los postulados económicos y políticos del ecologismo y descubrirán que el mundo descrito constituye al ansiado paraíso de los ecologistas. Un Gobierno Mundial sin democracia, basado en una economía planificada "sostenible" y la limitación e, incluso, reducción, de población. Dicho así asusta, ¿verdad? Las similitudes del ecologismo respecto al ascenso social y político del nazismo y el comunismo son palpables. Quizá por eso los verdes se empeñen ahora en encarcelar a todos aquellos que nieguen la teoría del cambio climático o se opongan a las tesis ecologistas... Bienvenidos al fascismo del siglo XXI.