jueves, 24 de junio de 2010

Hace 100 años: 24 de junio de 1910

La Vanguardia

ABC

¿Es la estupidez humana infinita?

Javier Moreno en Libertad Digital

Son muchos los científicos que consideran que lo que hace sapiens al Homo es el lenguaje. Dicha herramienta cognitiva expresa el pensamiento simbólico que nos permite vencer al mundo a través de su división en cómodas categorías conceptuales. Sirve además, el lenguaje, para tejer la red social con la que afrontamos y suavizamos los rigores del medio natural.

Manejamos los conceptos y significados siguiendo unas reglas sintácticas. Con éstas se combinan elementos de la realidad de formas antes no percibidas ni experimentadas. En el ejercicio de la emergente facultad de la imaginación, se crean nuevos escenarios: los hipotéticos y los ficticios. Los primeros se ajustan mejor a la realidad, a lo que es posible, que los segundos. Sirven mejor a la ciencia y a la predicción, mientras que los otros lo hacen más al mito y a la locura. La frontera entre ambos tipos de escenario, no obstante, no es perfectamente nítida.

Durante la larga historia natural que precedió al pensamiento simbólico evolucionaron las adaptaciones, es decir, se fueron perfeccionando. El gran descubrimiento de Charles Darwin consistió en comprobar la sintaxis en esa economía de la naturaleza. La fisiología y morfología de los organismos vivos constituyen sutiles adaptaciones al medio ecológico, con sus flujos de energía. La escasez dio origen a la forma y a la función.

Incluso las "extravagancias" tienen su explicación, en términos adaptativos. Pongamos el conspicuo ejemplo de la cola del pavo real. El biólogo evolucionista Amotz Zahavi la considera un handicap, esto es, un rasgo aparentemente inadaptativo para el organismo que lo porta, pero que en realidad no lo es. Evolucionó como señal de la calidad de los genes de su portador. El pavo real macho de grande y colorida cola envía un mensaje claro a las hembras: "mira que sano y fuerte soy, que puedo llevar esta incómoda cola, simétrica y libre de parásitos". Las hembras eligen al macho con la más grande y vistosa cola.

Nuestra sofisticada capacidad simbólica ha introducido en la realidad lo posible y lo imposible. Pensamos en cosas que no existen, sea factible o no su existencia. Proyectamos en el futuro, creamos, anticipamos. El mismo animal que eleva el Templo de la Fe eleva el de la Razón. Con la mente humana nacen las realidades paralelas, las religiones, y la posibilidad de acumular, de prever, de invertir.

Pero no podemos trascender lo natural. Pretender ir más allá de lo que somos y de lo que podemos ser tiene un elevado coste. Sólo nosotros podemos concebir lo ilimitado, saltar del cero al infinito, sólo nosotros podemos volar hacia el Sol platónico del universo paralelo de las ideas. Pero nuestras alas, como las de Ícaro, son de cera, y se derriten conforme nos acercamos al calor de ese Sol.

La torpeza y la locura humanas, que proverbialmente nos hace tropezar más de dos veces con la misma piedra, tienen consecuencias particularmente nefastas en el ámbito de la economía. La ciencia económica, correctamente practicada, es liberal. Lo que nos dice es algo tan sencillo como que no pueden multiplicarse los panes y los peces, salvo en un mundo paralelo de imaginación desbordante. Nos dice que los handicaps, tales como una gran cola de pavo real, son adaptativos para algunos organismos, pero no para las sociedades. El despilfarro de nuestros políticos no constituye un signo de salud y fuerza, sino de enfermedad y debilidad. Toda decadencia viene acompañada de un enorme y colorido despliegue de ficciones, demagogias, mentiras y engaños. Decía Einstein, ese sabio de la física y necio en economía política, que sólo había dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana. Y si, ciertamente, el gran fabulador de la naturaleza, el Homo sapiens, es, además del mayor sabio, el mayor mentiroso, capaz de engañar a los demás, empezando consigo mismo. Y es por ello, también, el mayor necio.

Contra Soros, pro Greenspan

Juan Ramón Rallo en Libertad Digital

En medio de tanto despropósito manirroto, ¿alguna opinión sensata? Sí, el causante último de todo este desaguisado, el ex presidente de la Fed Alan Greenspan, demuestra que sigue en plena forma y que conserva la enorme sapiencia económica que dejó aparcada durante su mandato al frente de la Fed. Dice Greenspan en un artículo en el Wall Street Journal:

En mi opinión los temores de que una contracción presupuestaria provocará una recaída de la actividad económica están fuera de lugar. La actual tendencia de gasto es tan apremiante que es muy dudoso que cualquier restricción del presupuesto que sea políticamente viable desate alguna fuerza deflacionista adicional. Si contuviéramos la emisión de nueva deuda pública, las presiones sobre los mercados privados de capitales se relajarían.

Todo por la patria

Cristina Losada en Libertad Digital

Lo que plantean esos tardíos buscadores de restos es, en esencia, una identificación entre la patria y la represión y entre la patria y el franquismo. Pero la patria, o sea, la nación, no es patrimonio del difunto general gallego, aunque un sector de la izquierda y el conjunto del nacionalismo se hayan empeñado en que lo sea. El lema que ordenó poner el general Gil Yuste había nacido antes del 36 y ahora mismo se utiliza en no pocas repúblicas latinoamericanas, ¿también franquistas ellas?

McChrystal, víctima del idealismo obamita

Editorial de Libertad Digital

Es cierto que después de cruzar la línea de la indisciplina Obama no podía hacer otra cosa que cesarle. Al fin y al cabo, el presidente es también comandante en jefe del ejército y en el orden militar la cadena de mandos es esencial. Sin embargo, Obama sí podría haber hecho mucho más para evitar llegar a esta situación y, de paso, contribuir a ganar la guerra en Aganistán: básicamente dotar a Petraeus y a McChrystal, dos militares de reputada solvencia, con los medios que decían necesitar para vencer. Pero, desgraciadamente, los prejuicios ideológicos del presidente y de su vicepresidente les llevaron a preferir poner patas arriba la misión afgana a rectificar.