miércoles, 13 de mayo de 2009
Un nuevo impuesto a internet
Existen pocas cosas más absurdas en una sociedad democrática que los medios de comunicación propiedad del Estado. Con ellos se obliga a los ciudadanos a pagar por televisiones perfectamente serviles a los designios de los partidos en el poder. Cualquier excusa con respecto a su mantenimiento cae en el ridículo en un escenario en el que la TDT ya está llenando los números de nuestros mandos a distancia de decenas de canales que no nos cuestan un duro. Y en momentos de crisis, en los que es crucial que los gobiernos se aprieten el cinturón, resultan un gasto inadmisible.
Las televisiones públicas son contraproducentes en una democracia y resulta difícil creer en la seriedad de ningún político al explicarnos las medidas con las que pretende sacarnos de esta crisis si entre ellas no está la inmediata supresión de todas las televisiones públicas, sea vía privatización o directamente mediante el cierre. No sólo RTVE, sino también las autonómicas.
Y en este escenario el Gobierno anuncia un aumento de los gastos de la televisión pública que serán pagados, en parte, por los impuestos de todos y, sobre todo, por dos nuevas tasas que deberán sufragar las empresas de televisión privadas y las operadoras de telecomunicaciones.
Sobre ese primer impuesto no se ha escrito mucho, especialmente porque las principales cadenas están de acuerdo con el trato, pues estiman que ganarán más de lo que pierden. Sin embargo, se olvida que muchas otras empresas que están intentando hacerse un hueco como buenamente pueden van a ver muy mermadas sus posibilidades de romper con el oligopolio de las telecincos, antenatreses, cuatros y sextas, que en breve será aún más pequeño gracias a las fusiones. Libertad Digital TV, Veo o Intereconomía TV, entre otras, tendrán que pagar este diezmo sin que vayan a ver aumentados sus ingresos por la desaparición de TVE del mercado publicitario. Lo cual aumenta las barreras de entrada del sector, con lo que se aseguran de que no habrá alternativa informativa al progresismo que reina en el oligopolio.
Pero lo que ya resulta indignante en grado sumo es el impuesto a las operadoras de telecomunicaciones. Este fin de semana Zapatero aseguraba en Vistalegre que la economía española crecería de acuerdo a un nuevo modelo resumido en la frase "menos ladrillo y más ordenadores". Su modo de conseguirlo consiste en... subir el precio de las conexiones a internet y las comunicaciones móviles con un nuevo impuesto a las empresas del ramo. Un hacha, el tío. Así es como se pretende estimular un sector desde el poder, encareciendo sus costes y, en el caso de internet, reduciendo su clientela que optará, al menos en parte, por dejar de conectarse para ahorrar dinero en estos tiempos. De toda la vida se sabe que ésta es la mejor manera de impulsar las nuevas tecnologías, por supuesto.
No existe ninguna razón para hacer pagar a las operadoras, salvo que son un blanco fácil y que, como ya lo había hecho Francia, existen más posibilidades de que Europa dé el visto bueno. Las balbucientes excusas de De la Vega de que las operadoras "van a beneficiarse" de la utilización del espacio radioeléctrico y de la producción y traslación de distintos contenidos audiovisuales y televisivos es ridícula. Las operadoras ya pagan un canon por el uso del espectro y el beneficio que les puede suponer que TVE ponga sus programas en internet es minúsculo, aparte de que se estaba llevando a cabo al margen del modelo de ingresos de la cadena. No hay más que ver las cifras que obtiene la web de RTVE en OJD; si eso justifica un impuesto del 0,9% exigimos otro del 0,5% para Libertad Digital, que más o menos es lo que nos correspondería por los "beneficios" que obtienen las operadoras de nuestra presencia en la red.
En definitiva, que el Gobierno ha encontrado otra vía para atracarnos, que es lo que suelen hacer los gobiernos. Otro motivo para manifestarse el día 24, en la Plaza del Rey de Madrid.Confirmado: ZP no estaba de coña
José Luis Rodríguez Zapatero desgranó en su primera intervención del debate del estado de la nación un nuevo poemario para salir de la crisis, el decimosegundo si no cuento mal (o el "doceavo" que diría Solana). A grandes rasgos se trata de dar dinero a los que quieren cambiar de coche, suprimir la desgravación por adquisición de vivienda, darle píldoras postcoitales a las niñas, regular por ley la libertad religiosa (como en las teocracias musulmanas), luchar contra el cambio climático, faltaría más, y, como colofón, cambiar "el patrón de desarrollo económico", frase que queda bastante bien entre los iletrados de su cuerda pero que, a día de hoy, no sabemos qué significa exactamente.
Ah sí, si tiene usted un hijo en quinto de primaria que no aprueba ni la educación para la ciudadanía (lo que ya tiene mérito), no se preocupe. El ceporrín va a seguir suspendiendo pero estará muy entretenido en casa porque ZP le va a encasquetar un ordenata gratis total.
Zapatero ha demostrado una vez más que no sabe por qué se ha producido esta grave recesión, qué es lo que ha de hacer un Gobierno para evitar que se prolongue y qué debe evitar para no agravar la situación. Lo mejor de todo es que, además, todo eso le importa lo mismo que a un cineasta español el número de espectadores que paga por ver sus películas: aproximadamente nada.
En su primera réplica a Rajoy, plena de talante, el caballero al que han votado once millones de optimistas antropológicos recuperó los grandes asuntos que tantos réditos electorales le han proporcionado desde que un día le nombraron secretario general del PSOE. El resultado es un intento patético de volver a resucitar la imagen de una derecha crispadora, antipatriota, insolidaria, antisocial y carca, frente a la luminosa presencia del líder progresista que se preocupa por el bienestar cotidiano de todos y cada uno de los trabajadores con la única condición de que sean sindicalistas liberados de una organización "de clase" (de clase alta diría yo, tal y como está el patio).
Más gasto público, más intervención estatal, más despilfarro y menos dinero en el bolsillo de los ciudadanos y empresarios. A cambio, algún becario le ha colado en el discurso dos referencias tan liberales que ni siquiera Rajoy las hubiera utilizado: libertad de derecho de establecimiento para todo comercio minorista y progresiva liberalización del sector eléctrico. Pero no se preocupen, el pobre a estas horas ya debe estar despedido. Otro más a las listas del paro. Para que luego digan que estos debates no sirven para nada.