viernes, 10 de junio de 2011

¡Se sienten, koñio!

Pepinos, pepinazos y cebolletas

Alfonso Ussía en La Razón

Nos dan pepinazos con nuestros pepinos. Mandamos tropas a miles de kilómetros para que no suelten los reglamentarios pepinazos a las tropas de Gadafi. Y en el Congreso de los Diputados, quienes sólo se representan a sí mismos, animados por los cultos y desapasionados mítines del «Abuelo Cebolleta», los llamados indignados en trance de convertirse en indignaditos intentan asaltar la sede de la soberanía nacional sin que Rubalcaba, el que quiere ser llamado «Alfredo», mueva un dedo para poner la ley y el orden en sus respectivos sitios. Claro, que Zapatero sigue reunido y en España se confirma que no tenemos Gobierno. Ni para los pepinos, ni para los pepinazos, ni para los cebolletas, ni –lo que es peor– para los españoles.

Pilatos

Cristina L. Schlichting en La Razón

Una de las cosas más sobrecogedoras para el visitante del País Vasco son los carteles con las fotos de los etarras. Te los encuentras en los bares batasunos, presidiendo la barra, pero también en las calles de algunas localidades, o entre las colgaduras de las fiestas. A ninguna persona sana le puede parecer normal la exaltación de los asesinos. Sin embargo, los pobres vascos deambulan entre las imágenes como si no se pudiese hacer nada para quitarlas. El Gobierno de Patxi López ha reducido estos «adornos», aunque siguen existiendo. El Tribunal Supremo ha sentenciado ahora –corrigiendo a la Audiencia Nacional– que la exhibición pública de los rostros de los pistoleros es apología del terrorismo… y ha condenado al demandante a pagar las costas del proceso. Daniel Portero denunció las imágenes de los asesinos de su padre, mostradas en una caseta de las fiestas de Bilbao, pero los jueces dicen que no se sabe quién las colocó allí y que ha de ser él quien corra con el precio del fallo. No se sabe si es un chiste o una broma de mal gusto. No hay derecho. Los de la caseta deberían pagar las costas, por supuesto, y una multa. Por albergar fotos de criminales. El mensaje de los magistrados, por el contrario, es un aviso para navegantes que podría haber sido escrito por Pilatos. Parece decir: «No te molestes en denunciar estas cosas porque sólo te va a costar pasta». Me pregunto si los jueces temen a los propietarios de la caseta. En ese caso deberían perseguirlos en lugar de a Portero.

Solo nos queda la paz

Hermann Tertsch en ABC

Más allá de consabidos pactos con ETA que prometan alguna sorpresa, la izquierda fracasada parece dispuesta a utilizar a una oposición extraparlamentaria para intentar imponer desde la agitación callejera lo que ya sabe no podrá en las urnas. Al enemigo exterior se le ignora, al interior se le ataca. Esperemos que quede alguien sensato que lo impida. Porque la paz social es lo único que aun no ha destruido esta tropa. Que no lo consigan.

El destete

Ignacio Ruiz Quintano en ABC

Tengo para mí que esta ola de indignación que recorre España es efecto natural del destete político. Destetados por las urnas, los hijos del progreso se cogen un berrinche de no te menees. ¡Fascismo! ¡Fascismo! La lógica es bien conocida: derecha es fascismo; las urnas traen derecha; luego el sistema es un adefesio. Tanta indignación, pues, sólo es un ensayo general de oposición a la derecha. Si mañana las encuestas fueran favorables a la banda electoral de Interior, la indignación se acababa en diez minutos. ¡Anda, que no daba voces Barrionuevo los domingos con el cuento de «¡la Vaguada es nuestra!». Asociacionismo, se llamaba entonces la cosa. Jugando al golpismo, en efecto, se puede terminar dando un golpe. Los charlatanes de la Red creen que son ellos los que mueven el cotarro, y celebran que el «New York Times» ya nos ha sacado en portada. Es lo que decía Thomas Bernhard de los Cursos de Verano de El Escorial: te llaman para invitarte a una semana de balde, y para animarte a decir «sí» te sueltan: «¡Umberto Eco ha aceptado ya!» Bueno, pues el «New York Times» nos ha sacado ya. O sea, a los indignados. ¡Qué gran periódico, el «New York Times»! En el 33 tuvo un corresponsal en Moscú, Walter Duranty, más stalinista que Stalin, que negaba la hambruna de Ucrania. En el 85 tuvo un enviado especial en Angola, James Brroke, para el cual «Angolan writers Bloom in independent climate». En los 90 «reportearon» Madrid para contar que los bares del centro estaban atestados de reyes y toreros. ¡Pues el «New York Times» nos ha sacado ya! ¡Pues Umberto Eco ha aceptado ya! «Nunca máis!» ¡No a la guerra! Etcétera. Sólo por no aguantarlos vale la pena no votar. Y de eso se trata. Camba: «¡Pobres magnates del socialismo español, condenados a predicar la revolución social para seguir disfrutando los encantos de la vida burguesa y sin poder declararse nunca burgueses so pena de quedar convertidos ipso facto en unos tristes y paupérrimos proletarios!».

Indignados y escépticos

Ignacio Camacho en ABC

La asonada de la otra noche ante el Congreso se deslizó por una peligrosa pendiente antidemocrática al cuestionar nada menos que la soberanía del Parlamento. Unos cientos de personas que sólo se representan a sí mismas no pueden impugnar la representatividad de unos diputados limpia y libremente elegidos por treinta millones de ciudadanos. Han confundido la crítica al mal ejercicio de la función representativa, que ciertamente deja mucho que desear, con la refutación del principio esencial del régimen democrático. De ahí a romper las urnas, o a negar su legitimidad, hay muy poco trecho. Un trecho que en todo caso no parece dispuesta a recorrer la mayoría de los ciudadanos, por muy indignada o cabreada que se halle.

Bautismo de porra

Cristina Losada en Libertad Digital

Los indignados han recibido un bautismo de porra y, francamente, me sorprenden sus lamentos. Creo que la benevolencia paternalista con la que les estaba tratando la autoridad, que es concepto tabú y señora muy selectiva, les hurtaba esa experiencia iniciática de cualquier revoltoso que se precie. Qué podrían contar a sus nietecillos de haber sido privados del seco contacto humano con los grises de hoy en día. Nada digno de tomarse en serio. "Ocupamos la Puerta del Sol, cercamos el Congreso, cercamos las Cortes Valencianas... y no pasó nada". ¡Qué diferencia con enseñar cicatrices! Pero salta a la vista que prefieren hacerse tatuajes: la simulación de haber vivido. Su relato del suceso es el de quien se asombra de que pinchen los cardos. La policía, claman, "ha reaccionado inmediatamente desenfundando las porras y usándolas sin ninguna precaución". Haberles puesto unas Bob Esponjas, hombre. En cuanto a la otra parte contratante, tiene un derecho fundamental a emplear los instrumentos arrojadizos que le plazcan.

Espero un tropel de artículos que vinculen la última encuesta del CIS con el Cacao Party. La clase política, tercer problema y el 15-M como síntoma. Cuidado con los diagnósticos que se inspiran en la rabiosa actualidad telediaria. Por lo general, quien cree que los políticos son el problema, cree también que son la solución. Pero el dato significativo es que no hubo indignación en las calles y las plazas mientras los políticos de las distintas Administraciones gastaban a manos llenas. Se han vuelto inútiles y corruptos desde que el grifo del dinero público dejó de soltar a chorro. Hasta ese cierre, sólo se escuchaban quejas de los sospechosos habituales, los aborrecidos aguafiestas, pájaros agoreros. La sociedad socialdemócrata soporta mal el punto en el que las buenas intenciones rebasan la capacidad para alcanzarlas.

Los enojados cercaban sedes parlamentarias, convencidos de que la soberanía reside en sus asambleas y no en los elegidos por sufragio universal y secreto. Pero la clase política que asedian los mima y les perdona todo. Hasta el PP protesta por el uso de la porra sin precauciones. Dónde vamos a llegar. Pues, piano piano, a aquel tren en el que viajaba Cesare Pavese por el sur de Italia. Al vagón donde un camisa negra se puso en pie y lanzó su estridente arenga a los pasajeros, demasiado cansados, perezosos y amedrentados para obligarle a callar. Allí, el poeta percibió que el fascismo iba a ganar la partida y seis meses después, empezó la Marcha sobre Roma. Los totalitarios no siempre saben lo que son, pero siempre se les ve venir.

Dando excusas a Rubalcaba

Editorial de Libertad Digital

La manifestación del 15 de mayo estuvo lejos de ser masiva; la práctica totalidad de las movilizaciones de las víctimas del terrorismo han congregado a muchas más personas. Adquirió relevancia cuando pasó a okupar las plazas de varias ciudades, comenzando por la madrileña Puerta del Sol. Muchos ingenuos lo tomaron por una protesta espontánea, largamente esperada, contra los políticos que nos habían sumido en la crisis. De ahí que por las tardes y noches la acampada se llenara de gente. Pero quienes se quedaban eran en general radicales de extrema izquierda, y sus consignas, mensajes y actitudes terminaron espantando a quienes realmente poseían razones para estar indignados.

Así, las distintas acampadas han quedado reducidas a un problema de orden público. Los ciudadanos contemplan atónitos que no pueden saltarse el nuevo límite de velocidad de Rubalcaba ni un kilómetro hora sin que les caiga una multa, mientras los radicales pueden hacer lo que quieran, okupando durante semanas una de las plazas más emblemáticas y turísticas de Madrid –entre otras–, sin que nadie mueva un dedo para impedirlo.

Muchas voces han exigido el fin de las acampadas y han acusado al ministro de Interior de pasividad. Rubalcaba, mientras tanto, aseguraba que iba a actuar con "inteligencia", lo que en la práctica ha resultado ser sinónimo de no actuar en absoluto. Y para una vez que la policía actúa, disolviendo una concentración ilegal frente a las Cortes Valencianas, los mismos que pedían que se hiciera algo se llevan la mano a la cabeza.

No nos engañemos. Habrá quien se escandalice por las imágenes de lo sucedido en Valencia, pero la única diferencia entre esa actuación policial y muchas otras que no han provocado ni el levantamiento de una ceja es que hoy día se graba todo. Disolver una manifestación o desalojar un piso okupado o una plaza cuando los implicados no tienen voluntad de cejar en su empeño sólo puede hacerse de una manera, y es empleando la violencia en mayor o menor grado. Se puede procurar que la policía extreme el cuidado y no emplee más que la imprescindible. Pero quien pretenda que puede hacer su labor repartiendo flores y con buenas palabras o se engaña o pretende engañarnos. Hablar de "soluciones intermedias" y "mano izquierda" sin especificar en qué consisten no es propio de un partido que pretende ser Gobierno.

Una de las razones de que los ciudadanos sitúen a los políticos entre los principales problemas de España son estos arranques de demagogia. Si el Gobierno estuvo seis años poniéndose medallas por haber aumentado el mal llamado gasto social, es normal que sus votantes no entiendan los posteriores recortes. Tampoco quienes apoyen al PP entenderán que se critique al ministro del Interior por actuar y por no actuar. Son ya más de tres semanas de acampada que reprocharle al candidato por vía digital. Como si a Rubalcaba le hicieran falta más excusas para violentar el Estado de Derecho.

¿Por qué no lo paga usted, Sebastián?

Manuel Fernández Ordóñez en Libertad Digital

Un breve resumen de la situación sería el siguiente: tenemos unas energías (renovables) muy caras e incapaces de competir en el mercado. Este hecho, lejos de ser un motivo para rechazarlas, hace que se subvencionen enormemente, incitando a su instalación masiva. Por si esto fuera poco, se les da preferencia a la hora de vender, con lo que expulsan del mercado a otras tecnologías claramente competitivas. Estos últimos protestan por la situación y el ministro decide también darles subvenciones, en lugar de retirárselas a los primeros solucionando el problema y ahorrándonos a los españoles, de paso, más de 5.000 millones de euros al año.

Con subvenciones crean un problema y con más subvenciones pretenden solucionarlo. Lo que viene después ya lo tenemos claro, ¿verdad? Y yo me pregunto ¿esto por qué no lo paga usted, señor ministro? En su defecto, con que dejara de ejercer tanta presión fiscal con el ánimo de despilfarrar nuestros ahorros de esta forma le estaría realmente agradecido. Y ya de paso, si se dignara usted a tomar la decisión sobre el emplazamiento del ATC dejaríamos de regalarle 60.000 euros diarios a Francia. Mientras tanto, le ruego tenga en consideración mi humilde petición de dimisión de su cargo, la economía española se lo agradecería.

¿Quien ordenó destruir los trenes del 11-M?

Luis del Pino en Libertad Digital

No consta en ninguna parte quién mandó (incumpliendo la Ley de Enjuiciamiento Criminal) hacer desaparecer los propios escenarios del crimen. Nadie se atrevió a poner su firma en semejante barbaridad, que fue el origen de todas las manipulaciones de pruebas posteriores: sin la desaparición de los trenes, hubiera sido imposible sustituir las pruebas originales del delito por otras aparecidas fuera de los vagones atacados.

(...)

¿Se atreverá a contestar la Audiencia Nacional a la petición realizada por la juez Coro Cillán? ¿Se atreverá simplemente a decir "SI" o "NO" a la pregunta de si Del Olmo ordenó destruir los trenes?

El simple hecho de que tengamos que formularnos esta pregunta indica que algo no funciona en determinados niveles judiciales de este país. Y apunta, por supuesto, a que la verdadera naturaleza del 11-M no tiene nada que ver con la versión oficial que pretendieron, infructuosamente, imponernos a los españoles