lunes, 15 de marzo de 2010

Antígona en Nuakchott

Gabriel Albiac en ABC

El padre que paga a ETA -o a quien sea- para salvar la vida de su hijo, es un sujeto moral admirable. Al cual la ley no tiene más opción que procesar; mientras la ley no se cambie. El Estado que paga -a Al Qaida o a quien sea- para obtener la libertad de una pobre secuestrada, actúa en modo moralmente irreprochable. Y delictivo. Legalmente delictivo. Y toda su autoridad moral se haría añicos si, para eludir riesgos penales, enfangase la belleza moral de su acto, ocultándolo como vergonzante.

Turismo solidario

Juan Manuel de Prada en ABC

Uno entiende que la gente resuelva sus traumas psicológicos como mejor pueda; y, aunque el turismo solidario le repugne, también comprende que el «señorito de nacimiento», para poder mirarse sin vergüenza ante el espejo cada mañana, necesite demostrar su inmenso amor a la Humanidad participando de estas expansiones que acallan su mala conciencia. Lo que uno no logra entender -aunque de veras lo intenta- es que el «señorito de nacimiento» que participa de tales expansiones no apechugue con las consecuencias de sus actos, cuando previamente se le ha advertido que no debe frecuentar ciertos andurriales del atlas infestados de terroristas de Al Qaida; y mucho menos que el Estado apechugue con su irresponsabilidad, sufragando con dinero del erario público el rescate de los turistas secuestrados, o propiciando su canje por terroristas encarcelados.

Bosé, un obrero cubano

Alberto Sotillo en ABC

Aquella Brigada de Escritores tenía al menos la coartada del miedo en un régimen en el que nadie se atrevía a ser el primero en dejar de aplaudir cuando Stalin acababa de pronunciar un discurso. Más incomprensible parece la crueldad de la farandulera «intelligentsia» española, que se solidariza con Willy Toledo, y al disidente cubano muerto en huelga de hambre Orlando Zapata -negro, pobre, olvidado y albañil-... que le den. Aunque tal vez se explique esa crueldad porque, como la Brigada de los Escritores, nuestros solidarios actores tampoco saben lo que es empujar la carretilla con una ración de castigo.

Aznar, una víctima más del doble rasero de la izquierda

Editorial de Libertad Digital

Las guerras malas son las de la derecha –las de Aznar y Bush– y las guerras buenas las de la izquierda –las de Zapatero y Obama. Por eso mismo, "los intelectuales" de izquierdas tampoco dudan a la hora de justificar y avalar las "guerras" que sus dictaduras, las de izquierdas, emprenden contra su población –"delincuentes comunes"– bajo la excusa de facilitar el camino a la revolución. También para ellos existen, como denunciara Revel, dictaduras buenas y dictaduras malas.