martes, 6 de abril de 2010

La decadencia de Europa

Tercera de José María Carrascal en ABC

¿Está Europa condenada a desaparecer como protagonista de la Historia? La ley que rige ésta -ascensión, cumbre, decadencia- así lo apunta, aunque a lo largo de veintiséis siglos Europa ha demostrado tener una «mala salud de hierro», sobreviviendo a todas sus desgracias internas y externas, guerras de hasta cien años e invasiones de todo tipo. Hay, sin embargo, datos más alarmantes que el simple empirismo histórico. Pueblos y naciones en decadencia presentan tres síntomas comunes:

-El descenso de la natalidad, con el consiguiente envejecimiento y el peligro de la extinción a largo plazo.

-La eliminación del servicio de las armas. Comenzó siendo éste un privilegio. En Grecia, sólo podían llevar armas los ciudadanos. Los viejos romanos araban con la espada al cinto, para asistir luego al Capitolio. Sólo en la decadencia encargaron a los bárbaros romanizados su defensa frente a los sólo bárbaros, y ocurrió lo que tenía que ocurrir. Suele olvidarse también que el servicio militar obligatorio fue instituido por la Revolución Francesa, no como deber, sino como derecho ciudadano. Eliminándolo, se ha cerrado el mayor lugar de encuentro de todas las clases sociales de un país.

-Por último, la creación de una sociedad de ocio, donde la diversión y la molicie son más importantes que el trabajo o el estudio. El «pan y circo» de los romanos.


El islam y nosotros

Hermann Tertsch en ABC

Hagamos una recolecta pública de fondos para construir una catedral en Riad del tamaño de la mezquita que hay en Madrid en la M-30 financiada por Arabia Saudí. Pidamos la creación de un centenar de capillas en aquel país o cualquier otro en países árabes, una cifra razonable ante la proliferación de mezquitas en Europa donde se predica el odio a toda nuestra sociedad y nuestros principio. O recuperamos el espíritu de Sobieski o pasado mañana nuestras nietas serán apaleadas o lapidadas por no cumplir la sharía, la ley islámica.

Preferimos a Barrabás

Tomás Cuesta en ABC

Que quienes con más energía e indignación claman contra el Sumo Pontífice, más mesura y prudencia aplican a sus comentarios sobre el Islam es también un hecho que no se tiene en consideración, pese a que muestra a las claras la relación entre la moral y el valor de los neo-comecuras, herederos del anticlericalismo más rancio. Difamar al Papa es gratis. Ningún predicador extraviado ni ningún vaticanista chalado va a dictar una «fatua» condenándote a muerte. Eso ni siquiera lo admitiría un escritor de best-sellers como Dan Brown, así que leña al mono, que es de trapo. En estas condiciones, no es en absoluto descartable que acabemos como aquellos, clamando al unísono que preferimos a Barrabás. Mientras tanto, la única pista fiable sobre las verdaderas intenciones de cada medio de comunicación es si se refieren a Ratzinger o a Benedicto. Qué refinamiento.

Algo más que impunidad

Ignacio Camacho en ABC

La banalización de la violencia, la mitificación de la competitividad, la exaltación mediática de la estupidez, la consagración de la abulia intelectual, la indiferencia por el mérito, la postergación del esfuerzo, el desarraigo familiar y la indiferencia paterna, el aislamiento juvenil en internet y las nuevas tecnologías, el naufragio educativo, el desentendimiento adulto, la ausencia de una estructura jerárquica de valores; todo eso tiene tanto que ver con estos dramas aterradores como esa ley boba, injusta e inútil que trivializa el castigo y casi gratifica el delito. Sólo que resulta más complicado de resolver y mucho menos cómodo de asumir.

Mitos y orillas

Carlos Rodríguez Braun en La Razón

O sea que en nuestra Guerra Civil la causa de la izquierda, que cometió incontables crímenes, fue la causa de la civilización y la justicia, nada menos. (...) Lo que hubo en la Argentina, como en otros países de América Latina, no fueron organizaciones caritativas de gentes solidarias y liberales, sino bandas terroristas que perpetraron cientos de asesinatos. Me gustaría saber si don Camilo aceptaría que alguien llamara a la ETA «guerrilla» y «formación insurgente».

Cascos

Alfonso Ussía en La Razón

Con Cascos, pocas bromas, aunque en privado sea un alegre y divertido compadre. Manejó miles de millones de euros y nadie, ni su peor enemigo, se atrevió a insinuar una duda de su honestidad. Y no le van las medias tintas, ni los saltos ideológicos, ni las componendas innecesarias, ni las sonrisas a destiempo. Por eso no le gusta a Cospedal. Y menos a Rajoy. Y nada a Zapatero. Y el Presidente Areces del Principado de Asturias, o el sucesor que le busquen, no tiene motivos de sonrisa cuando le comentan que Cascos puede volver a la política. Pero de todos ellos, de los que reciben con inquietud tan peligrosa posibilidad, los más temerosos son los escaladores del Partido Popular, que se creían libres de Cascos, y parece que no, que de libres, nada.