lunes, 8 de marzo de 2010

¡Pobres ovejas!

Juan Manuel de Prada en ABC

No entraremos aquí a polemizar con esa patulea de opinantes que han despotricado en estos días de la fiesta nacional, por no ensuciar nuestro armiño; sí nos gustaría, en cambio, resaltar un hecho paradójico que a todos los distingue, ya observado por Joseph Roth, en su novela La cripta de los capuchinos: «Siempre me ha parecido que los hombres que aman a los animales emplean en ellos una parte del amor que debieran dar a los seres humanos; y me di cuenta de lo justa que era esta apreciación cuando comprobé casualmente que los alemanes del Tercer Reich amaban a los perros lobos, a los pastores alemanes. ¡Pobres ovejas!, me dije». Esta perversión moral a la que Roth alude, que destina a los animales el amor que debiera brindar a los seres humanos, se hace patente hoy, cuando descubrimos que la patulea de opinantes que lloriquea compasivamente ante un toro bravo es la misma que aplaude con alborozo la ley que permitirá funcionar a destajo las trituradoras de los abortorios.

¿Cuándo se torció la democracia?

Gabriel Albiac en ABC

Podemos jugar a engañarnos. Aunque somos lo bastante adultos como para saber que nos estamos engañando y por qué miedos o intereses lo hacemos. Podemos seguir llamando a esto en lo cual vivimos democracia. Pero sabemos que cuando Moratinos, a las órdenes de su jefe, busca torcer el auto judicial que molesta a un caudillo bananero con el cual se hace jugoso negocio es porque ni siquiera puede pasársele por la cabeza que un juez sea otra cosa que un subordinado del Gobierno. Del cual pende, en cada instante, el futuro -o el no futuro- de su carrera. Sí, en 1985 se torció todo. Hasta llegar al borde del abismo. En donde estamos.