miércoles, 20 de octubre de 2010

Lo que faltaba

Dice Cristina Almeida que Esperanza Aguirre no piensa como una mujer. Ya era lo que faltaba, que nos digan como tenemos que pensar, según nuestro sexo. Que piensen directamente por nosotros/as y acabamos antes. Si es que pueden, claro. Dice también la señora Almeida que lo que hace falta es una mujer presidiendo el Gobierno que luche por los derechos de las mujeres. Eso sí que sería gobernar para todos los españoles, sí señora. Ahora resulta que las mujeres tienen distintos derechos que los hombres. Como no sea el "derecho" al aborto... Y esto lo dice una abogada, saltándose la Constitución, y se queda tan ancha. En España no hay derechos de mujeres ni derechos de hombres, sino derechos de los españoles. Y obligaciones. Entre ellas podría estar la de no decir tonterías. Aunque todos las decimos y las hacemos, algunos es que no paran...

Las editoriales la están cagando

Daniel Rodríguez Herrera en Libertad Digital

De todos es sabido que los primeros que se compran la última novedad tecnológica suelen ser jóvenes. Los gadgets de última generación suelen estar en manos de aquellos que pueden permitírselo y tienen el suficiente entusiasmo como para pagar esa cifra extra que cuestan estos aparatos. Sin embargo, entre los primeros usuarios del Kindle abundaban los cincuentones. ¿Por qué? Bueno, existen razones prácticas como el hecho de que se puedan aumentar el tamaño de la letra, que siempre viene bien a quienes tengan problemas de vista cansada, que no suelen ser quinceañeros con acné. Pero quizá el perfil del lector no se corresponde exactamente con el friki que no se separa del ordenador. Es decir, de mí.

Es una ventaja de las editoriales que no tienen ni las discográficas ni los estudios cinematográficos: no sólo tienen un buen porcentaje de clientes que no son asiduos de las redes P2P, sino que entre quienes ponen material en internet hay en general menos entusiasmo por sus productos. Entre eso y que se venden relativamente pocos lectores electrónicos aún, lo cierto es que buscando en internet hay muchos menos libros que discos o pelis.

Pero es quizá la única ventaja de la que disfrutan porque parece que se hubieran quitado las gafas de culo de botella hace diez años y no hubieran visto ninguno de los errores de las demás industrias de contenidos. Así que están poniendo los libros electrónicos a precios similares a los del papel, pese a que cualquiera con cultura suficiente como para querer leer algo entiende que los costes de producirlo ni se acercan. No hay que imprimirlo ni distribuirlo; no hay que llevarlo a casa. Teniendo el texto original, hacer una versión electrónica puede llevar un par de horas de trabajo no excesivamente especializado. Y poner un precio razonable inhibe de irse a internet a buscarlo gratis; la comodidad y sencillez de poder comprar y leer sin más también tienen un precio.

Lo que lleva al segundo de los errores: el DRM. Actualmente existen dos grandes bandos en los formatos de libros electrónicos: Amazon y todos los demás, que usan ficheros en formato ePub protegidos con el DRM de Adobe. El primero está protegido, sí, pero plenamente integrado con su lector Kindle, de modo que cumple con el objetivo de comprar y leer. El segundo, especialmente en España, es un infierno. Hay que bajarse un programa, instalarlo, crearse una cuenta Adobe ID, configurarlo para que puedan comprobar que somos buenos y tenemos permiso para leer lo que nos hemos comprado y finalmente descargar el archivo con el libro. Creo que mi madre no podría hacerlo. Y, por si no se han enterado, mi madre cumple con el perfil de comprador de libros electrónicos casi al dedillo.

Por supuesto, muchas editoriales meten la pata de otras maneras. Por ejemplo, retrasando un par de semanas la aparición del libro electrónico, como hizo el editor de Stephen King, para que no canibalizara las ventas en tapa dura. Naturalmente, la gente digitalizó el libro y decenas de potenciales compradores lo consiguieron sin pagar. O, como hace J.K Rowling impidiendo que se vendan ediciones digitales de la saga de Harry Potter para que no se copien ilegalmente, consiguiendo que sus libros estén entre los más intercambiados en las redes P2P.

Todas estas meteduras de pata se podrían considerar comprensibles, aunque no perdonables, en los muy bien pagados directivos de la industria discográfica, que fueron los primeros que se encontraron con Napster. ¿Pero qué excusa tienen los fabricantes de hoja de árbol muerto, más de diez años después?

La prueba del nueve

Pablo Molina en Libertad Digital

La polémica artificial desatada por la izquierda de Leganés a cuenta de un artículo científico publicado hace nueve años, es la mejor demostración de que las ideas expresadas en ese trabajo son las correctas. Y es que sólo la verdad consigue sacar a la izquierda de sus casillas con la virulencia que estamos comprobando en este asunto.

La reacción extemporánea de los clérigos de la izquierda ha consistido, como siempre en estos casos, en atacar al autor en lugar de rebatir, también en el terreno de las ideas, aquellas que consideran erróneas. Por supuesto ninguno de los que han decretado la muerte civil de Gómez ha leído el ensayo objeto de su ira, porque la actividad intelectual honesta casa mal con ciertas ideologías más interesadas en el dogma acrítico que en el debate sosegado. Da igual. De lo que se trata es de hacer ver que nadie que discrepe del dictado de la izquierda puede ejercer sus derechos democráticos en igualdad de condiciones.

La superioridad moral de la que hacen gala lleva a los partidarios del marxismo a utilizar con displicencia el término "genocidio" en su acusación, exceso notable tratándose de los defensores de la ideología que más seres humanos ha asesinado en todo tiempo y lugar. Por decoro deberían esforzarse en utilizar otro argumento, pero de sobra saben que gozan de carta blanca para acusar injustamente a todos los demás de las mismas faltas que su propia filosofía utiliza como cuerpo doctrinal.

La izquierda española considera exquisitamente democrático el secuestro moral de los hijos de los demás para adoctrinarlos en su ideología como hace la educación pública española, porque ese ha sido siempre el principal objetivo del marxismo al menos desde Gramsci. Si alguien discrepa y utiliza ese mismo argumento, como hizo Jesús Gómez, para demostrar su injusticia empleando el ejemplo vuelto en contra de quienes lo promueven, los fusibles estalinistas saltan a causa de la sobrecarga y se decreta el inicio de la caza del insensato.

La operación, sin embargo, puede salirle terriblemente mal al equipo de gobierno actual de Leganés, porque igual los ciudadanos se plantean la necesidad de cambiar a unos políticos que actúan de una forma tan injusta contra el que no piensa como ellos. A siete meses de las elecciones puede ser demasiado tarde para rectificar, si es que alguno de ellos está dispuesto a considerar siquiera esa posibilidad.

Mis respetos a Jesús Gómez por su honestidad y mi felicitación por permitir con esa tranquilidad que la izquierda le haga la campaña electoral de forma gratuita. Aprende Arriola.

El patriotismo y los políticos

Pío Moa en Libertad Digital

El patriotismo es un sentimiento natural que tiene la mayoría de la gente, de identificación con la patria, con su historia, asumiendo sus partes negativas que hay en todos los pueblos, con su cultura, el idioma común, etc. El pueblo, en general, es patriota. No lo son, en cambio, la mayoría de los políticos, incluyendo a los del PP, ni muchos intelectuales, ni bastantes periodistas. Y estos han llevado la voz cantante desde hace más de treinta años tratando de desprestigiar la idea de España, de denigrar lo que España ha hecho en la historia, de negar incluso la nación española, y no ha encontrado una respuesta a la altura.