domingo, 11 de abril de 2010

Debates en Libertad: Gürtel, 50.000 folios después - 10/04/10 (esRadio-LDTV)

Desprotegidos

Se ha hablado, se ha escrito mucho estos días sobre la deficiente protección de los datos de los ciudadanos por parte de algunos organismos estatales. Pero esto no es nada raro.

Mientras las denuncias falsas por malos tratos salen gratis, se sigue asesinando a mujeres sin que, por lo visto, nadie sea capaz de evitarlo. Mientras en los medios oficiales y oficiosos se habla continuamente de "violencia machista" (qué me importará a mí, y menos a las víctimas, si los asesinos son machistas o fervientes seguidores de la Santa Igualdad de doña Bibiana Aído; ¿es que nos ha de importar si los ladrones creen o no en la propiedad privada?), se silencia el fallo del Estado en proteger a unas víctimas que, en muchos casos, estaban amenazadas de antemano. ¿De qué sirve un Estado carísimo, incapaz de proteger la vida y la integridad física de sus ciudadanos (uno de los pocos motivos que justifican su existencia)? ¿Libertad de portar armas? ¡No! ¿Protección eficaz del Estado? Tampoco.

Mientras el presidente del gobierno promueve por los foros internacionales el respeto a los derechos humanos y el derecho a la vida, en insultante contradicción facilita el aborto, elevándolo a la categoría de derecho (como si no hubiera suficiente con los más de cien mil abortos anuales que se producían con la ley anterior). Ya que el Estado no protege a los no nacidos, por lo menos no debería facilitarles la tarea a los carniceros matasanos (o mataembriones, o matafetos... cualquier cosa menos "médicos" o "cirujanos") que se lucran con la muerte. Pero es que ya se sabe: los fetos no votan y las mamás y los papás egoístas y cobardes (no he encontrado calificativos más suaves; no para ciudadanos de un país que, todavía, se encuentra entre las primeras potencias económicas mundiales), sí.

¿Cómo podemos esperar de un Estado que no protege nuestras vidas, que proteja nuestros datos?

Formar nuestras mentes

José Jiménez Lozano en La Razón

Esto lo sabía muy bien el señor Dostoievski, y lo practicarían el señor Lenin y el señor Hitler, liquidando por lo pronto la antigua cultura, el judeo-cristianismo, y cambiando las mentes, exactamente como se nos dice ya a las claras que es, ahora, el propósito: la liquidación de nuestro yo y el adoctrinamiento por el dios Estado. Y, en este asunto, las democracias parece que van a ser arrolladas, una vez más por las tiranías. Ya he citado aquí más de una vez la predicción de Romano Guardini, de que se repetiría lo ocurrido en la Alemania nazi; o en la Rusia sovietizada, «quizá de modo más destructivo, por estar disfrazado de razonabilidad y humanidad» y por lo tanto sin ocultamientos y convirtiendo el crimen en derecho. Y el sistema de aceptación del horror o de la estupidez, o de las dos realidades a la vez, se ha perfeccionado extraordinariamente. 

El chamán

José María Marco en La Razón

La realidad de lo que está en juego es otra. En primer lugar, un melodrama familiar con toques de chamanismo. Buena parte de la actual clase dirigente española procede de la oligarquía franquista. Eso es lógico, pero no se compadece bien con su estatus actual de adalides de la democracia más progresista del mundo. Como además casi ninguno se molestó en su tiempo en hacer algo contra Franco, tienden a quitarse estos muertos particulares de encima. Ahora bien, para matar al fantasma del padre es imprescindible que éste siga vivo, o por lo menos resucitado… Garzón, bien jaleado, se disponía a limpiar la conciencia de sus amigos mediante un arcano ritual mágico.

El Omeprazol

Alfonso Ussía en La Razón

Sólo un triunfo holgado del Partido Popular puede terminar con la pesadilla de sabernos gobernados por un especimen inclasificable como Zapatero. Pero Mariano Rajoy no se enfrenta a su mal. Se limita a engañar las molestias con medidas pasajeras. Es como el Omeprazol, un fármaco formidable que alivia y elimina los dolores esofágicos pero no sana la enfermedad.

«Gurtélido pardinus», et ál.

Ángela Vallvey en La Razón

No se trata de una especie protegida; al contrario: su rápida proliferación hace temer por el equilibrio ecológico de nuestro hábitat, donde también residen pacíficos y cabales contribuyentes, presas fáciles que cargan con su declaración impoluta del IVA bajo el brazo y el anca marcada a yerro vivo con el sello de la Agencia Tributaria; gente decente (qué palabra tan hermosa, dentro de poco no quedará nadie sobre quien poder aplicarla) que trabaja duramente por conseguir un puñado de euros con los que sacar adelante a su familia mientras contempla estupefacta cómo los manguis no tienen problemas para obtener millones y su única incomodidad reside en preguntar a sus lacayos dónde han aparcado el yate.

Blancanitos

Jon Juaristi en ABC

La única duda que me queda es si se advierte alguna diferencia entre la propuesta ministerial y las chorradas edificantes y dulzonas que pasan hoy como cuentos aptos para niños de primaria y niveles inferiores. Por si acaso, al mío lo he criado, desde que comenzó a balbucear, con lecturas macabras y violentas de la Biblia y de los hermanos Grimm. Sé que me la estoy buscando, pero añadiré que vemos juntos, cada fin de semana, una peli de John Ford o de Clint Eastwood, y que, mientras pueda, seguiré maleándolo en la honorable ética del guerrero. Prefiero que salga un poco facha, como John Wayne, a que, con el pretexto de la igualdad de géneros, me lo conviertan en otro Blancanitos.

Propaganda contra derecho

Ignacio Camacho en ABC

Da igual que la mayoría de esos improvisados agitadores fuesen los mismos que en el pasado reciente acusaron a Garzón de prevaricar en el caso GAL. Da igual que no sea la acusación de Falange, sino el criterio motivado de un magistrado del Supremo -y de la Sala de la Audiencia que rechazó el recurso inicial del querellado- lo que ha motivado el procesamiento objeto de polémica. Da igual incluso que el instructor sea un reputado izquierdista fundador de Jueces para la Democracia. Y por supuesto resulta indiferente que el hecho imputado no sea el de tratar de abrir la fosas del franquismo ni el de enjuiciar los crímenes de la dictadura sino el de hacerlo con conocimiento expreso de la falta de competencias y de capacidad legal para ello. Todo eso es engorroso de resumir, complicado de expresar, enredado de definir en el conciso y eficiente enunciado de una frase-contraseña. Es mucho más sencillo y accesible reducirlo a un dispositivo simbólico, expreso en la delgada pero vistosa tesis de una victoria legal de la ultraderecha facilitada por el resentimiento personal o profesional de un colega del héroe al que sí se puede acusar, sin coste alguno, de flagrante prevaricación por envidia, ojeriza y encono.

Kaczynski, la derecha que nunca se avergonzó de sí misma

Editorial de Libertad Digital

Hay muy pocas naciones sobre la Tierra, y desde luego ninguna en Europa, que hayan sufrido tantas tragedias como Polonia. La casualidad ha querido que su último presidente haya muerto precisamente mientras acudía a conmemorar el exterminio en Katyn de su elite política, militar y social en 1940 a manos del ejército soviético. Kaczynski ya no estará más dirigiendo el devenir histórico de su querida nación, pero entrega a sus compatriotas el legado de su compromiso con las ideas en que siempre creyó y la honestidad intelectual y el valor político para llevarlas a cabo sin pedir perdón por ello. Que la tierra le sea leve.