Javier Moreno en Libertad Digital
El malogrado escritor estadounidense Michael Crichton tuvo el valor de denunciar los peligros que entraña politizar la ciencia. En su obra Estado de Miedo el lector asiste a un espectáculo nada ajeno a lo humano: cómo los prejuicios e intereses, debidamente barnizados de ciencia –en esta era de la ciencia y de la tecnología en la que vivimos– pueden guiar el curso de los acontecimientos, obstaculizando el flujo de información veraz y magnificando, a través del altavoz de los medios, acontecimientos irrelevantes o interpretaciones espurias. Los políticos crean, ayudados por los medios de comunicación y los juristas, un Estado de miedo. Tras caer el muro, hacía falta un recambio para el miedo nuclear y el miedo al enemigo soviético o americano: la izquierda mundial se consagró a la madre tierra y al miedo a que la destruyéramos, suicidándonos al hacerlo. Para ello siguió recurriendo al enemigo de siempre: el capitalismo. La globalización del capital es la responsable no sólo de los males que nos aquejan hoy, sino también de los que nos sobrevendrán mañana. El clima está cambiando por la acción humana, y la acción humana debe detenerse. Hay que dejar de crecer y de producir.
Pronto en Copenhague se reunirán los líderes globales para hablar del clima global y proponer soluciones globales. En España se aprobará la Ley para una Economía Sostenible. Pero parece que el único amaño que interesa al público es el del circo mediático de los partidos de la Champions o el de la mano de Henry. Los primeros que han denunciado en nuestro país el revelador contenido de las comunicaciones informales de los miembros del CRU han sido los blogs Desde el Exilio y Políticamente Incorrecto y este periódico, Libertad Digital. Los grandes medios, que llevan tanto tiempo dando cobertura al cuento de miedo del calentamiento global, no podrán ocultar esto por mucho más. No estamos hablando de la travesura de un colegial que pone al descubierto la mentirijilla de un profesor. Hablamos de una trasgresión de la ley que ha puesto de manifiesto cómo se tergiversan los datos para elaborar la ley, una ley perversa al servicio de los intereses de unos pocos. Debajo de esta puntita hay un iceberg de enormes proporciones. Y ese iceberg no se ha desprendido por un aumento global de las temperaturas en el planeta. Es un gran conglomerado sociológico-mediático-político.