Es como si todo el envilecimiento de la España en la cual vivimos se hubiera condensado en un solo punto. Y le hubiera tocado a Jesús Neira pagar el precio. No se perdona a aquel que, al atenerse a normas de dignidad moral básicas, nos muestra a todos, como un agrio espejo, hasta qué subsuelos fue tragada nuestra dignidad moral. Mejor romper el espejo. Eso empezaron a hacer, desde el primer día, los televisores. Eso consuma un juez ahora. Aquel en cuya perseverancia se hace presente todo cuanto fuimos incapaces de salvar del colectivo naufragio, debe ser destruido. No lo logró la agresión física. Sólo casi. Puede que la agresión moral sea más eficiente.
miércoles, 24 de febrero de 2010
La soledad de Neira
La moda del zapatazo
Pues nada, por mí como si le dan a Erdogán el premio a la mejor estocada de la Feria, ¿será por premios? Ah, ya, que es cosa de la alianza de civilizaciones (tócame los que riman), claro, que el Ayuntamiento le ha dado el premio «Entre Culturas», aprovechando que el Guadalquivir pasa por Lora y viene crecido. Entre Culturas. Ese el problema de Erdogán y de Turquía. El problema no es qué tiene que ver Erdogán con Sevilla (nada), sino qué tiene que ver Turquía con Europa (menos todavía). ¡Más europea es Tánger, o Casablanca, la de la película, y nadie las quiere meter en la Unión Europea!
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