miércoles, 24 de diciembre de 2008

Dickens, 2009

Gabrial Albiac en La Razón

Magnífico, aterrador, pesimista y me temo que certero artículo.

sábado, 20 de diciembre de 2008

Reeducación para la ciudadanía - 21/01/08

Reeducación para la ciudadanía - 14/01/08

Los zapatos de Bush

Todos los que en estos días se regocijan del lanzamiento de zapatos contra el presidente estadounidense, se verán algún día (y los demás, por desgracia) obligados a rezar mirando a La Meca. Y si no, al tiempo. Puede que entonces piensen en Bush de manera distinta a como lo hacen ahora. Pero será demasiado tarde. Que Alá los coja (y nos coja) confesados.

La idolatría zapateril

Juan Manuel de Prada en ABC

miércoles, 17 de diciembre de 2008

La hipócrita Google

Daniel Rodríguez Herrera en Libertad Digital


Se suele llamar hipócrita a quien defiende de palabra una cosa y se le caza haciendo otra en privado. Es un abuso del término, pues la hipocresía es proclamar algo en lo que no se cree realmente. Caer ocasionalmente en la tentación, dado que la carne es débil y todo eso, es ser incoherente, sí, pero no necesariamente hipócrita. Es necesaria, por tanto, una violación más a fondo de los principios que se proclaman para tildar a una persona o una organización de hipócrita. Como la que comete Google.

Por más que algunos defensores de la neutralidad en la red como Enrique Dans aseguren que Google lleva este concepto integrado en su ADN y que el comunicado de la empresa en respuesta a las acusaciones del Wall Street Journal supone un desmentido en toda regla, lo cierto es que el gigante de las búsquedas no ha hecho sino confirmar punto por punto las acusaciones del diario neoyorquino. Lo único que viene a decir es que lo que está haciendo no viola la sacrosanta "neutralidad en la red". Y eso, lamento decirlo, es sumamente hipócrita.

No estoy para nada en contra de lo que está planeando hacer Google, como tampoco lo estoy de que una empresa como Akamai (que cualquiera puede contratar para que sus usuarios vean sus páginas más rápido) lleve ya tiempo haciendo lo mismo. Alojar servidores caché propios en los centros de datos de los proveedores de internet acelerará algunos servicios de Google, principalmente la descarga de vídeos de YouTube, y aligerará de peso el tráfico en las redes. Todos nos beneficiaremos de ello, incluso quienes no usen productos de Google, porque aumentará la velocidad de internet y reducirá la necesidad de inversiones de las operadoras; inversiones que al final terminamos pagando sus clientes.

Como recuerda Richard Bennet, la propia Google reconoce que quiere prohibir a los proveedores de internet "cobrar un recargo a los proveedores de contenidos que no sean clientes suyos", "priorizar el envío de paquetes de datos basándose en la propiedad o afiliación del contenido, o la fuente o destino del mismo" y "construir un 'carril rápido' que confine las aplicaciones y contenidos de internet a una porción de ancho de banda relativamente escasa y lenta". Si en los acuerdos de Google el dinero cambia de manos, se incumplirán los tres principios; si no, "sólo" los dos últimos. Y es que los servidores caché de Google supondrán un "carril rápido" que provocará que las aplicaciones y contenidos de internet que no le pertenezcan vayan relativamente más despacio y priorizarán su tráfico con respecto a los de los demás proveedores de contenidos de la red.

El lobbista de Google, Richard Whitt, se defiende con el argumento de que el acuerdo no impide a otras empresas llegar a convenios similares. ¡Sólo faltaría! Pero es que las hipotéticas violaciones de la neutralidad en la red por parte de los proveedores de internet que Google quiere prohibir tampoco tendrían por qué estar cerradas sólo a unos proveedores de contenidos. Whitt añade que el miedo es que las empresas de telecomunicaciones "cobraran por el envío rápido de ciertos contenidos a los usuarios y, al hacerlo, se pusieran a sí mismas en el negocio de qué contenido logra esa velocidad extra". ¿Y qué suponen estos acuerdos sino una forma de lograr el envío rápido de ciertos contenidos a los usuarios?

La única defensa real de que estos acuerdos no violan la neutralidad en la red es técnica: ciertamente todos los bits seguirán siendo "tratados iguales" en las redes. Pero los efectos prácticos para la competencia en internet son exactamente los mismos que si se concediera mayor prioridad a los bits de Google sobre los de los demás. Excepto para quienes apoyen la neutralidad sólo por defender una suerte de "pureza ingenieril" en la gestión de las redes, que igual hay alguno, y no porque teman ciertas consecuencias prácticas de violar ese principio, la postura de Google es una ruptura en toda regla de aquello que dice defender y por lo que ha creado un lobby en Washington. La empresa de Palo Alto ha generado una doctrina en la que violar la neutralidad en la red es admisible sólo cuando ella misma lo hace. Y su patética defensa no supone más que meras excusas de mal pagador.

La globalización de la idiocia

La deslealtad hacia la traición

Editorial de Libertad Digital

Bush, en la tormenta

Gabriel Albiac en La Razón

jueves, 11 de diciembre de 2008

miércoles, 10 de diciembre de 2008

La guerra de Mugabe

Artículo de Gabriel Albiac en La Razón.

La secuencia

Artículo de Juan Carlos Girauta en Libertad Digital.

Hablemos de sexo

Artículo de Eva Miquel Subías en Libertad Digital.

La radical condescendencia de Zapatero

EDITORIAL de Libertad Digital.

martes, 9 de diciembre de 2008

Espectros silenciosos

Artículo de Cristina Losada en Libertad Digital.

Los tontos y el tonto de Gil Calvo

Francisco Capella en Libertad Digital.

Naufragio

Artículo de Juan Carlos Girauta en Libertad Digital.

lunes, 8 de diciembre de 2008

Iconoclastas

Artículo de Edurne Uriarte en ABC.

Tontos de los cojones

Artículo de Juan Manuel de Prada en ABC.

Dudosa Constitución

Artículo de Gabriel Albiac en La Razón.

sábado, 6 de diciembre de 2008

Rubiales contra Díez

Artículo de Edurne uriarte en ABC.

¿Hay que reformar la Constitución?

Editorial de Libertad Digital.

Contemporáneos: Gabriel Albiac

Una muy interesante entrevista a Gabriel Albiac, uno de los filósofos españoles vivos más importantes e influyentes. Ya es de hace más de un año, pero un servidor aún no la había visto. Mea culpa.

viernes, 5 de diciembre de 2008

Mito del siglo XXI

Artículo de Gabrial Albiac en La Razón

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Envidar al Papa

Artículo de Gabriel Albiac en La Razón.

ETA como ONG

Artículo de Juan Carlos Girauta en Libertad Digital.

martes, 2 de diciembre de 2008

lunes, 1 de diciembre de 2008

sábado, 29 de noviembre de 2008

Terrorismo entre potencias nucleares

Editorial de Libertad Digital

Grupo Risa, el rap de Rajoy - 27/11/08

Un poco de humor, que falta nos hace. ¡Ay, Señor, Señor!

jueves, 27 de noviembre de 2008

miércoles, 26 de noviembre de 2008

lunes, 24 de noviembre de 2008

Está claro: apoyar a Rodríguez sale rentable

Juan Goytisolo, otro de los "artistas de la ceja", Premio Nacional de las Letras

"Cómo discutir con una pared", por Juan Carlos Girauta en Libertad Digital

Desde que la nueva izquierda, la del prejuicio, el sentimentalismo y la vanidosa ignorancia, sustituyó a la antigua, los principales desafíos a nuestro sistema de libertades vienen siempre disfrazados de causas justas con fuerte carga simbólica. Las palabras fetiche, las consignas, los gestos de adscripción (como el dedo en la ceja), son en ocasiones simples distintivos de pertenencia; en otras encierran sombríos proyectos. "Paz" y "diálogo" significaron durante años disposición a pagar un precio político a la ETA; mencionar el "cambio climático" de buenas a primeras apenas quiere decir "hola, soy uno de los nuestros".

Bajo diferentes invocaciones a la libertad se persigue la eliminación de todo signo católico del espacio público o se perpetra directamente la conculcación de derechos, como el de recibir la educación en la lengua oficial del Estado. La izquierda ha realizado un prodigio minimalista. En el debate político puede prescindir ya de casi todo: de discurso legitimador, de argumentos, de ideología, de lógica. Difunden expresiones muy simples, en el mejor de los casos frases hechas que se repiten sin alterar un artículo. Con eso tienen bastante. Por poner un ejemplo de la muy nacionalista nueva izquierda que cualquier catalán reconocerá: todo intento de discutir la inmersión o las sanciones lingüísticas a los comercios, cualquier invocación a los convenios internacionales, a la Constitución, a las leyes para denunciar tales prácticas, se despacha las más de las veces con la frase textual "En Cataluña no existe ningún conflicto lingüístico". Punto.

El debate resulta imposible cuando tu oponente se limita a repetir mantras, escudos contra la interacción, preservativos del pensamiento. Esa es la razón de la superioridad intelectual de los jóvenes liberales frente a sus iguales progres. Pero también la causa de la impotencia de la oposición, incapaz de articular una alternativa al pensamiento único que impregna, para empezar, todo el periodismo "progresista" y dos terceras partes del periodismo "conservador".

¿Se ha de entregar el PP, como hace el PSOE, a la fabricación de consignas simplicísimas? ¿Ha de dotar a los suyos de pseudo ideas susceptibles de ser esgrimidas por cualquiera y en cualquier situación? No parece muy edificante. Sin embargo, alguna consecuencia ha de extraer el partido todavía liderado por Rajoy de la cruda evidencia: se está granjeando la desafección de muchos, hartos de la ineficacia sistemática de sus estrategias de comunicación. La derecha ha caído de lleno en las coordenadas del imaginario izquierdista. Son vanas sus esperanzas de transitar, desde ellas, hacia posiciones realmente alternativas.

"Heredar a Zapatero", Editorial de Libertad Digital

Tras su segunda derrota electoral el pasado 9 de marzo, el presidente del Partido Popular, Mariano Rajoy, llegó a la sabia conclusión de que si su candidatura había perdido dos veces frente a Rodríguez Zapatero, era necesario introducir cambios de envergadura. Sin embargo, se equivocó enormemente en la dirección de esos cambios.

En las democracias maduras, las sucesivas derrotas electorales de un equipo político suelen despertarles la intuición de que a los ciudadanos no les gustan. Es hora de hacer las maletas y dejar que otras cabezas perfilen la estrategia. A Rajoy, sin embargo, esta saludable regeneración no le convenció: si el PP había perdido en dos ocasiones frente a ZP, él, jefe de filas, no podía tener ninguna responsabilidad. Los españoles habían dado sendos portazos al gallego por el tenebroso pasado aznarista que arrastraba; había llegado la hora de soltar amarras.

A partir de entonces comenzó la era del "liberalismo simpático", esto es, quedarse con el caparazón y la etiqueta de la ideología pero vaciarla de contenido. La tesis era sencilla: los españoles odian la crispación, no hay librar batalla contra la izquierda y la oposición debe limitarse a ser un grupo de diputados bien remunerados que acuden –o no– al Congreso p’ayudar al Gobierno. Si no se dejan notar demasiado, la crisis económica desgastará al PSOE y en 2012 ascenderán, por fin, al poder.

Los problemas de esta estrategia son, sin embargo, demasiado evidentes como para que incluso los arriolistas no los vean. Cuatro años es mucho tiempo para confiarlo a la marea de una crisis económica internacional. Aun cuando en 2012 la situación sea mucho peor que ahora (algo bastante probable), resulta ingenuo considerar que el PSOE se quedará de brazos cruzados observando como la economía y el paro van consumiendo su granero de votos. 48 meses dan para mucho; por ejemplo, para extender redes clientelares de subsidios públicos por toda España y para articular un discurso alternativo sobre la crisis, dirigido a atacar la línea de flotación del PP: la depresión se debe al neoliberalismo que encarnan los populares. No hay que olvidar que Franklin Delano Roosevelt construyó su imperio político (cuatro victorias electorales) durante la crisis económica más profunda de la historia de Estados Unidos. Y es que, como decía Revel, las motivaciones políticas bien puede llevar a que un Gobierno opte por la bancarrota económica.

Las pobres expectativas electorales para el PP de la última encuesta del CIS sólo auguran un futuro decadente. Si durante los peores meses de Zapatero en La Moncloa, con el desempleo creciendo a razón de 800.000 parados anuales y con un Gobierno desorientado en su estrategia política (¿hay crisis o no la hay?), el PP sólo logra empatar, dentro de unos años la debacle será memorable.

Quizá por esto, los miembros históricos del partido no han tenido más remedio que levantar la voz y advertir sobre la errática estrategia. El ex presidente del Gobierno, José María Aznar, sin estar, ni mucho menos, libre de culpa por el rumbo actual del PP, ya dejó claro el sábado que había que librar la batalla ideológica y no conformarse con heredar el poder, si es que tan improbable suceso acaece en 2012.

Sensatas palabras que, no obstante, sólo podían caer en saco roto. Rajoy quiere librarse de sus fantasmas del pasado y, para ello, nada mejor que dejar claro que él ni es Aznar ni tiene nada que ver con él. La secretaria general, María Dolores de Cospedal, certificando la ruptura con el "viejo PP", ha aprovechado para renunciar a la victoria, ya que lo suyo es el convencimiento de las masas.

Ahora bien, si el "liberalismo simpático" consistía en desechar a la batalla ideológica para no crispar y en heredar al PSOE por simple desgaste natural, ¿de qué quiere convencer Cospedal a los españoles? ¿Qué valores defiende el PP salvo los de un PSOE al que pretende suceder? Pero acaso si el PP convence a los españoles con las ideas del PSOE, ¿no estará haciendo campaña electoral a favor de los socialistas?

La actual dirección popular no parece darse cuenta de que al matar a Aznar están renunciando a la herencia de un Gobierno con cuyas reformas España salió ya de una crisis económica y que, al mismo tiempo, se están abrazando al vacío ideológico de ZP, lo que facilitará que este último les endose a las primeras de cambio la responsabilidad de todas las catástrofes que sufre España.

"He Andado Muchos Caminos", de Antonio Machado

He andado muchos caminos,
he abierto muchas veredas,
he navegado en cien mares
y atracado en cien riberas.

En todas partes he visto
caravanas de tristeza,
soberbios y melancòlicos
borrachos de sombra negra,

y pedantones al paño
que miran, callan y piensan
que saben, porque no beben
el vino de las tabernas.

Mala gente que camina
y va apestando la tierra...

Y en todas partes he visto
gentes que danzan o juegan
cuando pueden, y laboran
sus cuatro palmos de tierra.

Nunca, si llegan a un sitio,
preguntan adónde llegan.
Cuando caminan, cabalgan
a lomos de mula vieja,

y no conocen la prisa
ni aun en los días de fiesta.
Donde hay vino, beben vino;
donde no hay vino, agua fresca

Son buenas gentes que viven,
laboran, pasan y sueñan,
y en un día como tantos
descansan bajo la tierra.

"Los ignorantes, los malos", por Gabriel Albiac en La Razón

La crónica del veneciano Dux Leonardo Donà la transcribe Eugenio Garin en alguno de sus indispensables estudios sobre el renacimiento. Un grupo de inquisidores llega a la ciudad, en los inicios deslumbrantes del siglo XVII. Es portador de las licencias papales que lo habilitan para dar fuego a aquellos libros que pudiera juzgar pecaminosos. El inquisidor al mando de la misión pide, como es de rigor diplomático y cortesía, audiencia al gobernante veneciano, quien lo recibe en la gran sala del Palacio Ducal, frente a la plaza de San Marcos. Es Donà quien narra los detalles del encuentro: «Reverendo Padre, hemos dado licencia a los libreros venecianos para vender toda clase de libros, aun los prohibidos. De vendéroslos incluso a vos, siempre que la Santidad de nuestro Señor el Papa se avenga a pagarlos como todo el mundo. Si obráis así, podréis quemarlos. No de otro modo». Donà termina su relato: «Le escupí a la cara y me di media vuelta». La audiencia había terminado. A eso se reduce todo. En una sociedad civilizada -y Venecia lo era mucho en aquel siglo XVII, y no estoy tan seguro de que España, o como haya que llamar ya a esto de lo cual yo ya sólo sueño en huir, lo sea hoy tanto-, cualquiera posee el derecho de quemar tantos objetos -libros, muebles, Grecos, palacios, papel de estraza u hojarasca- cuantos sean propiedad legal suya. Y ni uno solo que pertenezca a otro. A eso se reduce todo, en rigor; ésa es la línea sencilla que separa la civilización de la barbarie. Cualquier sentimentalismo, en esta materia como en cualquier otra, sirve sólo para confundirnos acerca de lo esencial que está en juego. No voy a perder el tiempo hablando de una pobre ciudadana que ha sido toda su vida la caricatura de una caricatura. Ni a mí me importa que alguien queme libros de autores clásicos o modernos, ni me afecta un comino que queme aquellos que llevan mi firma. Siempre que los compre y pague de acuerdo con los precios fijados por el mercado. Lo de prenderle fuego a un estante dentro de unos grandes almacenes me temo que infrinja un par de normativas de seguridad pública; pero tampoco es cosa mía velar por eso. Pero cuidado con lo de complacernos a nosotros mismos, fingiendo que eso de las hogueras de papel impreso es sólo peculiaridad patológica de gentes muy analfabetas o muy mal de la azotea. Propongo un inocente juego a los lectores, del cual quedan exentos, desde luego, los del gremio periodístico, que están obligados a conocer la respuesta. ¿Quién firmó la bien escrita crónica que aquí transcribo? ¿En qué diario? Berlín, 11 de mayo de 1933, arden los libros en la plaza pública. «Un auto de fe con el producto de la inteligencia, en pleno siglo XX, es cosa que no se puede ver a diario. Tan insólito, que el todo Berlín se ha removido entre inquieto y asombrado, y yo mismo he tardado en convencerme de que esta quema, en la que van a arder cerca de veinte mil volúmenes no es precisamente un acto político de infracultura, sino más bien lo contrario¿ Han ardido libros indignos e ideas abominables». No, aunque el Dux Donà quizá lo pensase, ignorancia y maldad no son lo mismo.

domingo, 23 de noviembre de 2008

"Em poses un tallat, si us plau?", por Eva Miquel Subías en Libertad Digital

Es de agradecer la aplastante sinceridad con la que el periodista Toni Soler se ha expresado en una reciente entrevista en TV3. He escuchado parte de las respuestas que le iba facilitando a su colaborador y amigo Albert Om, en referencia al libro que acaba de publicar y que lleva por título Amb llengua o sense (Con lengua o sin ella) y desde luego, no se puede calificar ni de ambiguo ni de titubeante. Bien clarito lo ha dicho el muchacho.

He de confesar que sigo de manera casi habitual Polònia, el espacio que dirige y presenta en la televisión autonómica catalana y francamente, lo paso bien. Las sátiras que hacen de nuestros políticos, algunas más graciosas que otras, me suelen hacer pasar un buen rato y créanme, he intentado dejar siempre a un margen cualquier tipo de connotación ideológico-política en cualquiera de los programas en los que ha participado Toni Soler. Siempre he pensado que estaban bien hechos y el presentador los ejecutaba de forma más que eficaz. Además, si así no lo hiciera, pocos programas realmente podría ver, tanto en Cataluña como en el resto de España.

Ahora bien, la absoluta franqueza del personaje no resta lo más mínimo el calado de sus declaraciones, más bien todo lo contrario, asusta un pelín.

A la pregunta sobre si el castellano está discriminado en Cataluña, Toni Soler reconoce que sí, que hay personas castellanohablantes que consideran conflictivo que su hijo no se pueda escolarizar en castellano y, por otro lado, están las personas catalanoparlantes a las que le parece –y se incluye– conflictivo el hecho de pedir en una cafetería un "tallat" y no les entiendan. Se trata –prosigue– de un conflicto propio de sociedades modernas, plurales y mestizas, como la catalana y sí, existe una discriminación del castellano por la simple razón de que existe una política a favor del catalán, que es la política que han decidido democráticamente los sucesivos Gobiernos de la Generalitat. Y concluye apuntando que cuando se favorece una lengua se perjudica a otra y se hace para compensar una situación histórica inversa que se debe admitir y no negarlo por miedo a qué dirá "el Losantos".

Bien. De entrada, todo el mundo sabe en Cataluña lo que significa un "tallat", sea la procedencia del camarero argentina, colombiana, italiana, de Cáceres o de Avinyonet de Puigventós. Pero aunque así no fuera, comparar el hecho de pedir un café cortado en un establecimiento al hecho de no poder escolarizar a tu hijo, ya no en una única lengua, simplemente en ambas pero en igualdad de condiciones, es, cuanto menos, frívolo. Y preocupante, muy preocupante.

Y por cierto, las sociedades modernas, plurales y mestizas, no discriminan, porque eso constituye en sí mismo, una contradicción. Y mucho menos, sancionan. Quienes lo hacen son, precisamente, las sociedades arcaicas, retrógradas y mentalmente diminutas, que confunden voluntariamente el bilingüismo con una diglosia, propia de colectivos con insuperables complejos de inferioridad. Esa es la cuestión. Y la poderosa y eficiente manipulación política por parte de personajes con ridículos aires de grandeza, por supuesto.

¿Cómo hemos podido llegar hasta este punto? La sociedad catalana no ha tenido nunca problemas de convivencia lingüística, cada cual se ha expresado en la lengua en la que le ha resultado más cómoda, con la se ha manejado mejor o simplemente dependiendo del contexto, del interlocutor y de las circunstancias. Estamos convirtiendo una situación privilegiada de riqueza cultural, de armoniosa interrelación de dos lenguas en un conflicto estéril, hueco y empobrecedor. Además de una clamorosa pérdida de tiempo.

Dice Soler que tenemos el derecho a hablar en la lengua con la que hemos crecido y nos hemos declarado a nuestras novias o novios o la que hablamos a nuestros hijos. Por supuesto. Y yo sería la primera en defenderlo si así no pudiera ser, al igual que lo hago y lo haría con otras muchas cuestiones que afectan directamente a la libertad individual. Pero ¿cuándo ha habido problemas con ello? Una servidora ha leído y sigue leyendo en catalán, ha amado profundamente en el pasado en catalán, sigue escuchando música catalana –en catalán o en castellano, porque ambas lo son–, y continua hablando con numerosos amigos en catalán. Y sigue amando a su tierra, cómo no, pero no de la manera en la que unos pocos deciden cómo se debe hacer.

Pero, ¿saben lo curioso del tema? Pues que personajes como Albert Boadella, Francesc de Carreras, Eugenio Trías, Arcadi Espada o Rafael Argullol hablan un catalán mucho más bello, armonioso y preciso del que el actual presidente de la Generalitat, por poner sólo un ejemplo, llegará a manejar jamás. Y eso es lo que realmente les pone a muchos de los nervios. Y ya se sabe que, en ocasiones, el fanatismo del converso es letal.

"Bernardito no tiene derecho", por Maite Nolla en Libertad Digital

Yo les quería hablar de Bernardo Ortiz, un niño monísimo, que tiene apenas unos meses de vida, que ha nacido en España –Lérida es España, de momento–, es hijo de un español y las leyes españolas le otorgan la nacionalidad española. Es pequeñito, pero es español. Sin embargo, Bernadito no tiene derecho al cobro de los dos mil quinientos euros del famoso cheque bebé porque su madre es japonesa, aunque lleva residiendo legalmente en España más de un año.

Casualidades de la vida, me enteré de esto el viernes pasado, cuando su padre me lo explicó, y el domingo se publicaba en La Razón una reseña de la protesta de unos padres que se encuentran en la misma situación.

El origen está en la Ley 35/2007, de 15 de noviembre, que regula el cheque bebé. Si bien la exposición de motivos de la ley menciona un porrón de veces la importancia de la familia y del artículo 39 de la Constitución española, la ley es discriminatoria –algo que se ha puesto de moda en la España zapatera del catálogo de derechos y libertades de las cejas– y los niños españoles de padre español y madre extranjera, aunque ésta sea residente legal, no tienen derecho a cobrar el cheque.

Como les decía la exposición de motivos habla de:

La protección adecuada de la familia. De la familia como un elemento esencial de la sociedad. De incrementar el apoyo otorgado en nuestro país a la familia (...) dado que merece una protección prioritaria. De que la prestación trata de compensar los gastos ocasionados por la incorporación de un nuevo hijo a la unidad familiar y que viene a complementar, en el ámbito de apoyo a las familias y de facilitar una integración efectiva de las políticas de apoyo a las familias.

Mentira todo.

Para abreviar, decirles que la ley ayuda únicamente a las madres, españolas o extranjeras residentes éstas últimas en España de forma legal durante, al menos, dos años. Es decir, un niño español, nacido en España de padre español y madre extranjera, residente legalmente en España, pero durante un periodo inferior a dos años, no tiene derecho a los dos mil quinientos euros, a no ser que la madre muera, que no es plan.

Sin discutir la bondad de las ayudas –que sería otro tema–, lo que no pasa es la desigualdad y la injusticia consagrada por el Gobierno que más presume de lo contrario. Como no debería ser de otra manera, el derecho a los dos mil quinientos euros deberían tenerlo cualquiera de los dos padres por el nacimiento en España de un niño español; y respecto a los padres extranjeros, establecer un tiempo de residencia legal, pero nunca discriminar a los padres españoles que tengan niños españoles en España, que parece mentira tener que decirlo.

Es de suponer que la pobre Bibiana de esto no tiene ni idea, como de todo lo demás. Le iba a explicar, señora ministra, que la ley es inconstitucional y que usted, como ministra del ramo, es la primera responsable; pero da igual, que no quiero abrumarla. Hablando de algo que usted domina, si vuelve a comunicarse vía satélite con Nicole Kidman, dígale de mi parte que se ha pasado con la silicona.

"Doña Cristina me quiere gobernar", por César Vidal en La Razón

Aún estaba yo intentando asimilar la noticia dada por Garzón de que Franco ha muerto cuando me enteré de que en medio de un acto de apoyo al que Leguina ha llamado «Juez campeador», Cristina Almeida se refirió a mí. Bueno, más que a mi se refirió a mis libros para indicar que no le gusta verlos cuando entra en El Corte Inglés y que hay que quemarlos junto con los de otros autores cuyos nombres no citó. Confieso que la noticia me sumió en una perplejidad casi tan grande como la de enterarme de que Franco ha fallecido. Por un lado, no terminaba yo de entender qué podía tener contra mis novelas infantiles o mis libros de teología doña Cristina. Es verdad que también arremetió contra la Madre Maravillas, pero yo no la cito en ninguna de mis obras. Pensé a continuación que como era 20 de noviembre la señora Almeida había saltado de lado y de la izquierda se había pasado a ese nacional-socialismo alemán que hizo bueno lo de que «quien comienza quemando libros acaba quemando personas». Pero lo descarté porque la señora Almeida a un patrón de belleza ario no corresponde y no me consta que domine la lengua de Goethe. Y entonces me pregunté si podría haber escrito algo que pudiera doler a doña Cristina. Por ejemplo, la historia de Manuel y Antonio Almeida. Al estallar la Guerra Civil, Manuel Almeida fue detenido por los milicianos del Frente Popular ya que había actuado en la preparación del golpe de julio de 1936. Tuvo suerte por varias razones. La primera porque no fue fusilado como millares y la segunda porque el 14 de agosto, las tropas de Yagüe llegaron a Badajoz. Por cierto, que los Regulares de Asensio avanzaron con más rapidez gracias a la ayuda de Antonio Almeida que era natural de la zona. Antonio sabía que su hermano estaba en una checa del Frente Popular y convirtió en prioritario sacarlo antes de que, a la desesperada, los otros lo asesinaran. Propuso, pues, al mando un plan audaz que tuvo éxito. Así, franquearon los Regulares, guiados por Almeida, la Puerta de la Trinidad, cruzando el foso de Rivillas y evitando el fuego de las murallas. De esa manera, llegaron a la Puerta de Carros y lograron liberar a Manuel Almeida. A Antonio Almeida se refirió elogiosamente Yagüe y es lógico que lo hiciera porque destacó militarmente y ahorró vidas de compañeros. No creo, sin embargo, que los Regulares se abrieran paso por las calles de Badajoz preguntando cortésmente a los que se cruzaban con ellos donde estaba el Almeida detenido. Por lo que se refiere a éste, a Manuel, ha señalado el historiador Antonio Manuel Barragán que colaboró en la represión de Badajoz tan propagandísticamente aireada por los prorrepublicanos. Continuó la guerra enrolado en una Bandera de la legión y fue redactor de «Hoy». Incluso dejó constancia escrita de sus sufrimientos en la checa donde había esperado que lo liberaran las fuerzas alzadas. En la posguerra, Manuel Almeida hizo carrera en el franquismo e incluso tuvo una hija que recibió en el bautismo el nombre de Cristina. Pero de esto yo hasta la fecha no había escrito absolutamente nada. De modo que sigo sin entender porque Cristina Almeida quiere quemar mis libros y me pregunto: «¿no será que me quiere gobernar?».

"El PP entre la resignación y la esperanza", Editorial de Libertad Digital

El sábado el Partido Popular celebró varios congresos provinciales, entre los que destacan el de la provincia de Barcelona y el de Nuevas Generaciones de Madrid. En el primero, Antonio Bosch, candidato apoyado por Alicia Fernández Camacho y los hermanos Fernández Díaz, ha sido elegido nuevo presidente del PP en la principal circunscripción catalana. Santiago Gotor, respaldado por la catalanista Montserrat Nebrera, no consiguió el número de avales necesarios para presentar una candidatura alternativa. Estas circunstancias ilustran la confusión y desorientación imperante en varias regiones de España, donde los militantes del PP sólo pueden optar entre los de siempre y una supuesta y a menudo engañosa renovación.

Muy distinto ha sido el congreso de Nuevas Generaciones de Madrid, en el que se ha apostado de forma clara y sin complejos por un proyecto liberal basado en la igualdad ante la ley, la libertad económica y un Estado limitado aunque firme en la defensa de la democracia y efectivo en la lucha contra las amenazas a la unidad de España. Frente al paternalismo de la izquierda, los jóvenes madrileños del PP propugnan un sistema que fomente la responsabilidad y la iniciativa individuales. Además, no han faltado las denuncias a las falacias del socialismo y el colectivismo, uno de cuyos mejores ejemplos es la simpatía que buena parte de la izquierda española siente hacia distintos regímenes totalitarios.

Por su parte, José María Aznar animó a los miembros de su partido a presentar una alternativa al PSOE y señaló que en política uno debe aspirar a ganar, no a empatar. También ha recordado las incoherencias de Rodríguez Zapatero y su falta de principios, y en un tono parecido al usado en la ponencia política de la organización juvenil, ha atacado las recetas trasnochadas de una socialdemocracia fracasada. Igualmente, Esperanza Aguirre centró su discurso en exponer las traiciones de la izquierda a la democracia y a la libertad y a reivindicar la rebeldía contra las dictaduras que, como la cubana, cuentan con el beneplácito del actual Gobierno de España.

En definitiva, un congreso que apuesta por una auténtica renovación que pasa necesariamente por el cuestionamiento del discurso dominante, ya sea socialista o nacionalista, y ante el que el actual equipo dirigente del PP sólo ofrece quejas mal planteadas y peor comunicadas por un líder que prefiere ganarse la sonrisa de Rodríguez Zapatero antes que la aprobación de sus votantes, hartos de paños calientes.

Así, en la clausura de otro congreso provincial de su partido, el de Almería, Mariano Rajoy se ha limitado a glosar los errores de la política económica del PSOE sin proponer nada que la sustituya y a expresar su confianza en que el PP de Andalucía mejore sus resultados electorales. Una falta de ambición que contrasta vivamente con el entusiasmo de los madrileños, aunque por desgracia se corresponde con el hastío y la resignación que han dominado el congreso de Barcelona.

La arrogancia y el desapego de Rajoy hacia quienes siguen creyendo en los ideales del Partido Popular es en estos momentos el mayor obstáculo para un cambio político en España. Si no quiere enterarse, alguien debería hacérselo ver. Nuevas Generaciones de Madrid ha dado el primer paso. ¿Quién les seguirá?

"Una cúpula con forma de ceja", por Pablo Molina en Libertad Digital

El repaso al gotelé polícromo que el artista Barceló le ha dado a la sala del palacio de la ONU dedicada a la promoción de los derechos humanos, se enmarca en el proyecto redentor de la humanidad desfavorecida al que ZP viene dedicando una enorme cantidad de recursos públicos, casualmente procedentes del bolsillo de todos los españoles.

La obra de arte del mallorquín, a cuyo lado la Capilla Sixtina palidece de envidia, con seguridad será admirada por las generaciones futuras como una de las grandes aportaciones a la historia del arte universal. Y todo por el módico precio de dieciocho millones de euros, de los que una tercera parte ha ido directamente al bolsillo del insigne autor.

Al contrario de quienes se escandalizan por el precio que ha puesto a su obra, particularmente no tengo nada que objetar a la cuantía de la minuta presentada por Barceló. Cada uno pone libremente precio a su trabajo, y mientras haya clientes que estén dispuestos a pagarlo las opiniones de los demás son irrelevantes. El único problema es que entre el consorcio que ha pagado la obra de arte estamos usted y yo, sin ir más lejos, y lo cierto es que una capa de yeso proyectado, con unos pijotronchos pintados de colorines colgando del techo no es precisamente el concepto más extendido de lo que debe ser una obra de arte inmortal.

Barceló es uno de los artistas que hacían el gesto circunflejo en la pasada campaña electoral para pedir el voto a ZP, aunque evidentemente no haya sido ese el motivo de haberle elegido para acabar con la pobreza en el mundo a base de gotelé. Porque si lo relevante para haberle realizado a él dicho encargo es su condición de zejatero, se produce entonces un agravio comparativo de difícil solución. Hubo otros muchos artistas que se significaron con el de la ceja, que están deseando también contribuir a la promoción de los derechos humanos universales a razón de seis millones la performance, aunque procedan de los fondos destinados a comida y vacunas para los niños del tercer mundo. Tal vez un concierto solidario con la participación de los zejateros al completo y Concha Velasco, socialista de toda la vida, en papel de maestra de ceremonias sea la única solución para compensar la ofensa.

Si Barceló tiene ya su cúpula que Moratinos le pague al resto una cópula, porque de lo que se trata, como siempre, es de que la caterva de solidarios nos la meta doblada. Salvar a la humanidad exige estos sacrificios, qué se le va a hacer.

sábado, 22 de noviembre de 2008

Los Catedráticos - 21/11/08

¿Dónde estaba Marianico el Largo?

Miles de personas claman a favor de la libertad frente a la represión mediática del CAC

"Maravillas del Congreso", por Juan Manuel de Prada en ABC

SI el proceso de canonización de Santa Maravillas de Jesús no hubiese concluido, el rechazo de estos congresistas del demonio a conmemorarla con una placa en el edificio donde nació habría servido al postulador de su causa como prueba de su santidad. Pues es facultad milagrosa de los santos hacer rabiar a los demonios, que como nos recuerda la Epístola de Santiago «creen y odian»; y el odio a la santidad lo expresan alejándola de sí, ya que en su proximidad sufren convulsiones y metamorfosis la mar de desagradables. Si la placa conmemorativa de Santa Maravillas se hubiese finalmente instalado, muchos congresistas habrían empezado a echar espumarajos y a mostrar las pezuñas por las bocamangas; y tampoco es plan convertir el Congreso en la cantina de aquella peli de Robert Rodríguez, «Abierto hasta el amanecer».
Las sinrazones aducidas por esos congresistas del demonio para impedir que la placa fuese instalada merecen, sin embargo, ser calificadas de pintorescas; tan pintorescas que hemos de concluir que, o bien los demonios se han vuelto memos (lo cual es harto improbable), o bien su imperio es tan hegemónico que ni siquiera han de esforzarse en aparentar razón, como los tiranos omnímodos no se esfuerzan en aparentar que sus leyes sean justas. Los congresistas del demonio han alegado que «el Parlamento es una institución de un Estado aconfesional», como si en lugar de una placa conmemorativa en honor de un personaje ilustre se fuese a erigir una capilla donde se obligara a estos congresistas a rezar el rosario. Puesto que la aconfesionalidad de un Estado, y de las instituciones que lo representan, en nada se inmuta porque se recuerde el natalicio de un personaje ilustre, hemos de pensar que estos congresistas del demonio querían decir en realidad otra cosa; pero, o bien por pereza mental no lo hicieron (el que manda omnímodamente no tiene por qué demorarse en explicaciones), o bien pensaron que esa cosa, designada desnudamente, tenía un nombre demasiado feo.
Ese nombre es odium fidei, sentimiento demoníaco que persigue a la Iglesia desde el instante mismo de su fundación y que, a lo largo de los diversos crepúsculos de la Historia, se ha manifestado bajo expresiones más o menos sañudas o sibilinas. La propia Maravillas de Jesús tuvo ocasión de probar el odium fidei en su expresión más sañuda, siendo priora del Carmelo de El Cerro de los Ángeles, donde los abuelitos de estos congresistas del demonio se entretuvieron dinamitando una imagen del Sagrado Corazón. En esta fase democrática de la Historia, el odium fidei no se muestra -¡de momento!- dinamitando imágenes del Sagrado Corazón y fusilando monjas, sino a través de una expresión más sibilina, llamada «laicismo», gato de uñas afiladas que estos congresistas del demonio pretenden hacer pasar por la liebre modosita del «Estado aconfesional». ¿Y qué es el laicismo? El gran Leonardo Castellani (de quien por fin puede leerse una antología preparada por el menda que acaba de llegar a librerías, titulada Cómo sobrevivir intelectualmente al siglo XXI) lo define así: «Laicismo consiste en la sustitución de Dios por el Estado, al cual se trasfieren los atributos divinos de Aquél, incluido el poder absoluto sobre las almas». Como en el hombre es instintivo someterse a algo superior, quien no adore a Dios habrá necesariamente de adorar a quien, según la época, se le adjudican nombres diversos: en fases pretéritas de la historia esos nombres -Mammón, Moloch, Baal- sonaban agrios, de tan evidentes; en esta fase democrática de la historia, se eligen nombres más melifluos que encubren -citamos de nuevo a Castellani- «al monstruoso ídolo hegeliano llamado Estado, Júpiter Tonante redivivo, en conjunción con el otro ídolo material y tangible, el Dinero, Plutón su hermano». Unos y otros nombres designan al mismo dios, que echa espumarajos por la boca y asoma las pezuñas por las bocamangas a poco que se le contradiga. Para distinguir a sus adoradores, basta con que se les proponga instalar en su templo una placa conmemorativa de una monja carmelita; de inmediato, veréis cómo se llenan la boca con apelaciones al «Estado aconfesional», que es la careta con la que disfrazan su odium fidei. Porque estos congresistas del demonio, como el dios al que sirven, «creen y odian».

"La impunidad del Estado", Editorial de Libertad Digital

Muchos de los problemas que sufrimos en nuestras sociedades vienen causados, directa o indirectamente, por el intervencionismo estatal. Habida cuenta de la ingente cantidad de funciones que las Administraciones Públicas se arrogan con la finalidad de promover un difuso y pocas veces definido "bien común", no deberia ser nada que nos extrañara.

Por lo general, cuando el Estado fracasa en alguno de sus cometidos, la respuesta no suele consistir en retraerse y permitir que los ciudadanos busquen soluciones privadas a sus propios problemas, sino que, lejos de reconocer su responsabilidad, proclama que el problema se debe a una insuficiente extensión de su poder. Dicho de otra manera, incapaz de gestionar eficientemente sus anteriores atribuciones, el Estado pasa a exigir que su poder se incremente, de nuevo, en nombre del "bien común".

Ayer padecimos dos desafortunados ejemplos de esta actitud expansiva del poder estatal en ámbitos muy distintos. Por un lado, Gallardón procedió a cerrar varias discotecas de la capital madrileña, después de que la muerte de Álvaro Ussía revelara a la opinión pública que muchas de ellas estaban operando ilegalmente. En caso de que estas discotecas estuvieran efectivamente actuando fuera de la ley, el Ayuntamiento cumplió en un día con parte de las obligaciones pendientes desde hacía años.

Ya explicamos que, en este caso, el problema esencial no era otro que la inaplicación sistemática de la ley por parte de la Administración local. Sin embargo, esta rápida reacción no justifica que las Administraciones Públicas (sea el Ayuntamiento o sea la Delegación del Gobierno, tal y como sugiere Gallardón) o se vayan de rositas o incluso extiendan sus mecanismos de control, colocando policías dentro de las discotecas. Aquí han fallado ciertos cargos públicos porque los mecanismos institucionales diseñados para evitar que fallaran no han funcionado como debían.

Así pues, habrá que depurar responsabilidades y reformar los sistemas de coordinación entre administraciones (si la culpa corresponde a la Delegación del Gobierno) o los de fiscalización de sus actividades (si corresponde a la dejación de funciones del Ayuntamiento de Madrid) o, en su caso, plantearse si no sería conveniente que las Administraciones se centraran en cumplir con unos pocos objetivos básicos (seguridad y justicia) en lugar de dispersar su atención en objetivos que las desbordan.

El segundo ejemplo de impunidad estatal lo encontramos en la actitud del Gobierno socialista ante la crisis. A pesar de ser uno de los principales responsables de la magnitud de nuestra recesión (tanto por una brutal expansión del gastó público que ha terminado disparando el déficit cuanto por su absurda obstinación en no liberalizar el mercado laboral, pese a que España ha sufrido el mayor incremento del desempleo de todo Occidente), se empeña en pedir más poder para los Estados: la crisis no ha sido consecuencia de sus continuas intervenciones en los mercados financieros, sino de que se ha intervenido demasiado poco.

De nuevo, nos encontramos con el mismo discurso: los cargos públicos no tienen ninguna responsabilidad en lo sucedido; de hecho sólo si se les entrega más poder podrán poner fin a los problemas (que ellos mismos han creado, les faltaría decir). Desde luego, la crisis no necesita más Estado, sino más mercado. El ajuste y la recesión son inevitables, pero el consenso socialdemócrata que reclama Zapatero sólo retrasará la recuperación.

Las reformas serias del Estado, para reducir su peso y para aumentar su eficacia, sólo comenzarán a materializarse cuando los errores políticos dejen de quedar impunes. Si por cada error, la Administración sólo recibe nuevos poderes y nuevas justificaciones para su actuación, los políticos seguirán creando problemas y evitando las soluciones. Es hora de empezar a pasar la factura.

viernes, 21 de noviembre de 2008

"El Gobierno legitima la maldad", por Walter Williams en Libertad Digital

A los actos perversos se les puede dar un aire de legitimidad moral mediante expresiones socialistas que suenan bien: por ejemplo, "repartir la riqueza", "redistribuir la renta" o "ayudar a los más desfavorecidos". Pero reflexionemos un poco sobre el socialismo.

Imagine que al otro extremo de su calle vive una anciana viuda, que no tiene fuerzas para cortar el césped y tampoco suficiente dinero para contratar a alguien que lo haga por ella. Le voy a hacer una pregunta aunque casi me da miedo su respuesta: ¿apoyaría usted una legislación pública que obligara a uno de sus vecinos a cortar el césped de la dama cada semana? Y en caso de no obedecer las órdenes del Gobierno, ¿sería usted partidario de aplicar algún tipo de sanción como una multa, arresto domiciliario o pena de cárcel? Supongo que el estadounidense medio se opondría a un mandato gubernamental de este tipo porque sería equivalente a la esclavitud: obligar a una persona a servir los intereses de otra.

Sin embargo, ¿se produciría la misma condena si en lugar de obligar al vecino a cortar físicamente el césped de la viuda, el Gobierno le forzara a dar 40 dólares de su sueldo semanal a la viuda para que lo hiciera? Yo no veo una gran diferencia entre ambas órdenes; aun cuando la forma externa de cada mandato sea distinta, su naturaleza sigue siendo la misma: coaccionar a una persona para beneficiar a otra.

Por si queremos seguir rizando el rizo: probablemente, la mayoría de los estadounidenses apoyaría la medida si se extendiera a todos los vecinos la obligación de poner dinero en un fondo común público y una agencia gubernamental enviara a la viuda una cantidad semanal de 40 dólares para contratar a alguien que cortara su césped. Este mecanismo hace invisible a la víctima concreta, pero sigue reduciéndose a que una persona está obligada a servir los fines de otra. Poner el dinero en un fondo común del gobierno legitima actos que de otra manera resultarían moralmente ofensivos.

Por esta razón el socialismo es ruin: utiliza medios ruines (la coacción o el robo de la propiedad ajena) para alcanzar fines positivos, como ayudar al prójimo. No obstante, debemos saber apreciar la diferencia: ayudar al prójimo en momentos de necesidad echando mano de nuestro propio bolsillo es un acto encomiable y loable. Hacer lo propio a través de la coacción y echando mano del bolsillo ajeno no tiene nada de encomiable, sino que es digno de condena.

Algunas personas podrían afirmar que estamos en una democracia donde la mayoría acepta el uso a la fuerza de una persona para favorecer a otra. Pero, ¿el consenso de la mayoría confiere moralidad a un acto que en otras circunstancias se juzgaría inmoral? En otras palabras, si la mayoría de los vecinos de la viuda votara a favor de obligar a un vecino a cortar su césped, ¿sería un acto moral?

No creo que pueda defenderse moralmente la coacción a una persona para cumplir los designios de otra. Pero esa conclusión no es en absoluto tan importante como el hecho de que muchos de mis compatriotas apoyan abiertamente que la gente pueda ser utilizada por el Gobierno. Me gustaría pensar que se debe a que no saben que más de dos tercios del presupuesto federal equivale a abusar de unos estadounidenses para provecho de otros. Por supuesto, se podría considerar justicia compensatoria; por ejemplo, un estadounidense podría decir, "Los granjeros obligan al Congreso a utilizarme para cubrir sus necesidades. Yo voy a hacer lo propio y pedir que el Congreso obligue a alguien a cubrir mis necesidades subvencionando la educación superior de mi hijo".

El meollo de la cuestión es que nos hemos convertido en una nación de ladrones, un escenario que rechazarían de plano nuestros padres fundadores. James Madison se horrorizó cuando el Congreso destinó 15.000 dólares a ayudar a los refugiados franceses. Dijo: "Soy incapaz de encontrar el artículo de la Constitución que conceda al Congreso el derecho a gastar el dinero de su electorado en benevolencia". Por desgracia, los estadounidenses de hoy en día se desharían de Madison tan pronto como pudieran.

"Mecanismo perverso", Editorial de El País

La existencia de tantos calendarios de vacunación diferentes como comunidades y ciudades autónomas tiene España es mucho más grave de lo que parece. En primer lugar por razones de salud, pero también porque su gestación ha puesto de manifiesto una peligrosa deriva en la toma de decisiones sanitarias que no sólo puede tener onerosos e injustificados costes para el erario público, sino para la equidad y sostenibilidad del sistema.

Para la salud, porque los virus y bacterias contra los que se vacuna no conocen de fronteras autonómicas. Y desde el punto de vista de la salud pública, además de inmunizar individualmente, lo que se persigue con la vacunación es hacer retroceder los agentes patógenos, y esto sólo se consigue vacunando de forma homogénea en todo el territorio a la edad que se considere más idónea. Provoca también problemas de equidad, pues unos niños están inmunizados contra algunos patógenos y otros no, además de confusión, especialmente en el caso de las familias que se mueven entre comunidades. Sería deseable por tanto, un calendario común, y no sólo de ámbito español, sino de toda la UE.

Pero el efecto más insidioso es que fomenta unos mecanismos en la toma de decisiones que coloca a las autoridades sanitarias en una situación de gran vulnerabilidad frente a las presiones de determinados intereses económicos, que no siempre coinciden con el interés público. Como ya ocurrió con la vacuna de la meningitis, el "efecto vecino" hace que en cuanto una comunidad decide introducir una vacuna en su calendario, condiciona a todas las demás a hacer lo mismo para evitar acusaciones de pasividad.

El hecho de que una Comunidad tan importante como la de Madrid anunciara, por ejemplo, que vacunaría contra el virus del papiloma, acordara lo que acordara el consejo interterritorial, condicionó el debate de este organismo, en lo que constituye algo más que un síntoma de este mecanismo perverso. Porque una vez que Madrid dice que vacunará a sus niñas, ¿qué consejero se arriesgará a ser acusado de no querer proteger a las suyas?

El efecto vecino está asegurado, cuando en este caso, un número importante de expertos en salud pública han cuestionado la conveniencia de introducir esta vacuna, cuyo coste equivale a todas las demás juntas, hasta que no se tengan más evidencias de que es una medida justificada en términos de salud pública.

"Transgénicos", por Mónica Fernández-Aceytuno en ABC

Volaba en el avión, estaba en las nubes, cuando di un respingo al leer lo que una periodista francesa ha escrito en un libro, en el que concluye que la ingesta de transgénicos podría desencadenar graves enfermedades.
Que yo sepa, que yo haya estudiado, los genes no se transmiten por vía oral. Pero esto, aunque sea verdad, qué importancia tiene.
Pienso en los cultivos transgénicos que crecen junto a mi casa. Maizales que, he de confesar, no me gustan nada, porque son demasiado perfectos. Me gustaban más aquéllos otros maizales raquíticos, despeinados, tristes y pobres a partes iguales. Empero reconozco que desde que se cultiva el maíz transgénico ya no se ven esos sacos que contenían puro veneno, fertilizantes y herbicidas que necesitaba el maíz más pobre para dar algo y que perjudicaba a las nidadas y mataba al animal que lo probaba. Es un maizal más feo el que tenemos ahora, pero más sano. Y no veo que afecte a los jabalíes que tumban sus tallos para comer las mazorcas. Bueno, el domingo apareció un jabalí nadando en el mar, cosa que no es rara; lo extraño fue cuando otros seis se apostaron junto a una sucursal bancaria, pero esto tiene más que ver con las batidas de los cazadores que con los maizales transgénicos.
Francamente, hacen menos daño al campo. Pero vivimos unos tiempos en los que la verdad científica ya no importa. La Tendencia ha llegado a la Ciencia. Y no se tiene en cuenta la observación, el experimento, la prueba. Lo que importa es si se lleva o no se lleva aseverar algo. Y después, vender lo que sea, un libro, una conferencia, un negocio para el futuro.
Tanto saber acumulado para llegar a esto.

"¡Quiero ser un animal!", por César Lumbreras en La Razón

Hoy he decidido huir de la crisis y de la bajada del euribor, para pedir que me traten como a un animal. Por ejemplo, cuando viajo en avión. Llega uno al aeropuerto y comienza el suplicio. De entrada, hay que enseñar no sé cuántas veces la tarjeta de embarque y la documentación. Luego toca desnudarse antes de pasar por el arco que detecta los objetos metálicos: monedas, bolígrafos, teléfonos, llaves y demás artilugios, a la bandeja; el cinturón, fuera de su sitio y los pantalones por el suelo; la bolsa de aseo, sin líquidos; el ordenador, solo en una bandeja y, a veces, hay que abrirlo para que el vigilante compruebe vaya usted a saber qué. A pesar de todo suena el pito. Pueden ser los zapatos con hebilla, los gemelos metálicos o el «chismito» que llevan los pantalones en la cintura. «¿Me tengo que quitar los pantalones?», preguntó. «No, no hace falta», me responden. Uf que alivio, pienso. Después, el avión. Cada día hay menos distancia entre los asientos y nos llevan encajonados. Han suprimido la comida y la bebida gratis. Además, como suelen ir llenos, no hay manera de estirarse un poco o de coger una posición cómoda. Tras aguantar esto durante más de tres horas, llego a Bruselas. Me traslado a la sede del Consejo de la Unión Europea (UE) y compruebo que los ministros de Agricultura siguen debatiendo las medidas propuestas por la Comisión Europea para mejorar el bienestar de los animales durante el transporte. A saber: el interior de los camiones debe ir acolchado para que no se lastimen; el vehículo tiene que disponer de climatizador para regular la temperatura; se fija el espacio vital para cada uno de los animales: se establece una duración máxima del periodo de transporte, las veces que hay que parar y su comida, entre otras medidas. No seré yo quien se oponga a que los cerdos, vacas y ovejas tengan un trato humano, y lo digo sin ironía. A cambio sólo pido que la Comisión y los ministros obliguen a las compañías aéreas a que me den un trato animal.

"El 20-N de Cristina Almeida", Editorial de Libertad Digital

La prudencia y el respeto por la libertad aconsejarían no recordar con los propios actos ciertas imágenes funestas de la historia de la civilización occidental. La quema de libros, por encima del ataque a la propiedad que supone, representa todo un canto al irracionalismo, a la muerte de la cultura y de la ciencia y, sobre todo, una clara amenaza contra los intelectuales y los enemigos del régimen.

En Alemania lo sufrieron hace justo 75 años: el nazismo comenzaba a asentarse como un sistema totalitario eliminando la disidencia ideológica, esto es, todo pensamiento alternativo al oficial que pudiera socavar los cimientos del régimen. Apenas 35 años más tarde, el comunismo maoísta continuó con esta temible tradición dando el pistoletazo de salida a su mal llamada "Revolución Cultural"; en realidad, un proyecto dirigido por Mao para erradicar cualquier signo de la antigua China y reconstruir la cultura del país sobre la base del catecismo de su Libro Rojo (al tiempo que purgaba a los militantes menos entusiastas con el Gran Timonel).

Quemar libros –al igual que quemar la bandera– tiene implicaciones más allá de la destrucción física de unos objetos. Dejando al margen el debate sobre si la Ley debe amparar o no estas acciones, lo cierto es que la piromanía hacia determinados símbolos revela instintos muy profundos de determinadas personas.

Ayer, Cristiana Almeida, militante del Partido Comunista desde 1963 (es decir, poco antes de que sus conmilitones chinos continuaran el legado de los nazis) aseguró con el desparpajo que la suele caracterizar que cada vez que ve libros de César Vidal, Pío Moa y de otros historiadores (contrarios a su sesgada versión de la historia de España) en el Corte Ingles le entran ganas de quemar el stand.

No son, desde luego, las declaraciones más afortunadas para una supuestamente "progresista" abogada; pero, eso sí, reflejan a la perfección lo que determinados sectores de la izquierda harían con la derecha (y con la disidencia en general) si pudieran abrir una pequeña brecha en el Estado de Derecho español que les concediera mayor discrecionalidad en sus actuaciones (algo que, sin duda alguna, vienen intentando desde hace años con abnegado esfuerzo, aliándose con todos aquellos que pretendan cargarse la Constitución por los motivos más variopintos).

Tampoco parece el momento más adecuado para verter este tipo de comentarios. No ya por la efeméride de los 75 años de la quema de libros en Alemania, sino por la reciente expropiación en Cataluña de las licencias de La Cope y a Punto Radio por parte del CAC, lo que no deja de ser una forma de eliminar las voces díscolas y "quemar" las frecuencias de radio. Cuando la ofensiva nacional-socialista aun está caliente en ciertas regiones de España, no conviene remover las miserias propias y vanagloriarse del imparable avance hacia la autocracia.

Eso sí, habrá que concederle a Almeida que difícilmente habría hallado un foro más propicio para sus exabruptos: un acto en el Círculo de Bellas Artes que celebraba el funeral de la Causa General de Garzón. Pocos lugares, y pocos auditorios, serían más adecuados para echarse unas risas sobre la quema de libros, especialmente mientras rendían pleitesía a uno de los autos judiciales más sectarios, politizados y esperpénticos de la historia de España.

La exaltación del irracionalismo pirómano por parte de Almeida se ha visto perfectamente complementado con su propuesta de convertir ese auto de Garzón en anexo de la Constitución española; a saber, transformar a Garzón en el Dzerzhinski español, a sus fobias en fundamentos jurídicos y a sus mentiras en la doctrina de una ciudadanía sumisa al poder.

Desde luego, como dice el presidente del Gobierno, todavía hay una minoría en España que no ha olvidado a Franco, pero más bien parecen encontrarse en su propia casa.

jueves, 20 de noviembre de 2008

Fahrenheit 451 revisited

Cristina Almeida dice tener ganas de quemar libros de César Vidal

"El IEC nos saca la lengua", por Juan Carlos Girauta en Libertad Digital

Decir que en Matrix se ha perdido el sentido de la realidad es una perogrullada. Matrix es una realidad alternativa, tan bien forjada puertas adentro, tan bien programada que, a la que te despistas un rato, te puede parecer normal que abramos embajadas por el mundo, que gastemos decenas de millones de euros en informes de probada inutilidad (y a veces de probada falsedad), que empleemos más de medio millón en enviar condones allende los mares, que pensemos seriamente en nacionalizar las pymes o que nos planteemos multar a los periodistas que no hablen bien el catalán (y/o retirarlos de los micrófonos y las cámaras).

Esto último es lo que ha propuesto el presidente de la sección filológica del Institut d’Estudis Catalans, la máxima autoridad en materia de lengua catalana, y no sé si alegrarme o disgustarme. Ya sé que, de entrada, parece un disparate. Y lo es, de acuerdo. Pero no consigo que se me borre la sonrisa que se me ha instalado al pensar en la larguísima lista de colegas, tan nacionalistas y correctos ellos, que van a tener que abandonar las tertulias locales. Ciertamente, todo depende de lo que el IEC entienda por hablar bien el catalán. Si se ponen muy duros, si exigen por ejemplo la ausencia total de barbarismos (los castellanismos son constantes en el catalán de Barcelona, y no sólo), la cantidad de los que sobrevivan profesionalmente no permitirá montar un debate de seis.

Supongo que la solución en que están pensando las lúcidas y lucidas mentes del IEC pasa por llenar los platós y las emisoras de radio de licenciados en filología catalana. Mejor de doctorados. Así nos podremos recrear en una lengua perfecta e impoluta. Los contenidos dejarán de ser importantes y alcanzaremos el éxtasis de la forma. La forma pura. Ah. Ahora bien, ¿qué haremos con Montilla?

Claro que Montilla no es periodista, pero en la reformada y perfeccionada Matrix sólo una voz pública incurrirá en barbarismos, solecismos, anacolutos y faltas de concordancia: su máxima autoridad. ¿Se dan cuenta? Quizá se acabe con el respeto a la autoridad, quizá estemos ante una verdadera revolución. No sé. Las consecuencias políticas y culturales que la medida pueda tener, y el modo en que afecte a la Weltanschauung catalana, se me escapan. Estic esbalaït, estormeiat, bocabadat. ¿Voy bien, señores del IEC?

"Es la Ley, Gallardón, lo que no se aplica", Editorial de Libertad Digital

Decía Groucho Marx que la política es "el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados". El genial actor cómico trataba, como es obvio, de hacer reír a su audiencia, pero dio en el clavo. Lo vemos cada día en prácticamente todas las áreas de la vida pública y en cada uno de sus escalones; empezando por las Naciones Unidas y terminando por la, a veces, surrealista política municipal de cualquier ciudad o pueblo por pequeño que éste sea.

A los hechos nos remitimos. El fin de semana pasado Álvaro Ussía, un joven de 18 años, fue asesinado con ensañamiento y sin mediar pelea por tres porteros de El Balcón de Rosales, una céntrica discoteca madrileña. Tanto el local, que acumulaba 47 denuncias, como los porteros, famosos entre los asiduos por sus métodos violentos, eran viejos conocidos de la policía municipal y se habían presentado ya denuncias por anteriores palizas en la puerta de la discoteca. Aunque parezca mentira y a pesar de todo lo anterior, El balcón de Rosales, que, a día de hoy, es una concesión municipal, seguía funcionando sin más inconvenientes que los que sus porteros ponían habitualmente a parte de la clientela cuando se disponía a entrar.

El problema no había que buscarlo, estaba ya ahí aunque los políticos del Ayuntamiento fuesen incapaces de verlo. No es, por tanto, una cuestión de vacío legal, sino la insolvencia del Ayuntamiento de Madrid para aplicar la Ley en esa y en otras puertas de multitud de locales de ocio de la capital donde regularmente suelen producirse episodios parecidos al del pasado fin de semana.

Tampoco lo es la falta de policía. La primera dotación policial llegó casi en el acto al lugar de los hechos, apenas un minuto después de que su presencia fuese requerida por uno de los clientes desalojados tras el asesinato. La policía hizo entonces su trabajo con diligencia y profesionalidad. Inspeccionó el local y detuvo a los presuntos asesinos con celeridad y sin que nadie se lo impidiese.

El diagnóstico por parte de los que no supieron ver el problema ha sido, como no podía ser de otro modo, erróneo. No carecemos de normativa ni faltan efectivos policiales para patrullar la noche madrileña. Con aplicar la Ley y castigar al que la infringe hubiese bastado y la tragedia de El Balcón de Rosales nunca se hubiera producido.

Faltaba saber cuál sería el remedio que esos políticos, miopes primero y torpes después, iban a aplicar una vez ha pasado lo que, ateniéndonos a los precedentes, era de todo punto inevitable. Alberto Ruiz Gallardón, alcalde de Madrid y responsable de que estas normas se apliquen en su propia ciudad, ha concluido que, para evitar que esto vuelva a suceder, hay que meter físicamente a la policía en los bares y discotecas. Extremo absurdo que significaría sacar a los agentes de un espacio público, como es la calle, para velar por la seguridad de un espacio privado. Implicaría, en cierto modo, la nacionalización de la seguridad en las discotecas, cargando sobre el contribuyente un coste que debe caer en los empresarios del ramo.

Los delincuentes estarían de fiesta sabiendo que el nuevo cometido de la policía las noches de fines de semana consiste en vigilar a los porteros de las discotecas más concurridas. Eso, por ende, tampoco evitaría que se produjesen problemas de otra índole. El maridaje entre policía y vida nocturna nunca ha dado buenos frutos, y ahí está el caso de los municipales de Coslada como prueba. La policía, en definitiva, debe hacer su trabajo, los porteros de locales privados el suyo y la Ley ha de estar por encima de ambos. Los políticos, por su parte, deberían dejar de buscar problemas y concentrarse en los que ya existen.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

"Nuestro mundo enfermo", por Gabriel Albiac en La Razón

John Donne escribió sus «Devociones» como meditación del hombre enfermo. Y es que la enfermedad puede que sea la más fiel metáfora de lo humano, conforme a la lacónica sentencia de Pascal: la enfermedad es el hombre. Así que releo a Donne, en estos días febriles de un mundo que declina hacia su ocaso, con la emoción de quien sigue una guía espiritual firme: «Acaso aquel por quien esta campana dobla, esté ya tan enfermo que no sepa que dobla por él». No he podido quitarme su alegoría de la cabeza en estos días, ante la foto de los reunidos en Washington bajo la alucinada quimera de «refundar el capitalismo». Como si las dinámicas económicas fueran cosa de intenciones; como si bastase una sobredosis de buena voluntad para modificar el curso de las cosas; como si sólo estuviéramos asistiendo a un tonto y, al fin, menor malentendido; a un arrebato de maquinaciones perversas, tras cuya reducción al orden, todo volvería a ser como antes. Y es mentira. Tanto cuanto el consuelo, farmacológico o anímico, que se administra al moribundo. No hay un designio perverso tras la crisis. Como no lo hay jamás tras un acontecimiento histórico de envergadura. Hay una red causal que determina -en un selvático nudo de vectores contrapuestos- lo que sucede. También en economía, como en toda cosa, está vigente el principio que Aristóteles cristalizara hace veinticuatro siglos: vive sólo lo que muere; y a la inversa. Allá donde no se genera corrupción, es porque no hay vida. Hace dos siglos que David Ricardo teorizó las crisis como mecanismo corrector de los acumulados desajustes en el automatismo del mercado. Porque no hay máquina alguna, por fina que sea, que no vaya acumulando disfunciones. Al cabo, esas disfunciones acaban por trabar los engranajes de la máquina. Dice Ricardo, y tras él Marx y todos los analistas serios del modo de producción capitalista, que una crisis da, sencillamente, aviso del sector o sectores de la producción que están ya muertos -no enfermos, muertos-; detectados esos cúmulos de necrosis, sólo una alternativa permite seguir adelante: su extirpación definitiva; y, no hay manera de ocultarlo, dolorosa. Sólo luego de eso, la máquina podrá volver a funcionar. Pero, si alguien se dejara tentar por las buenos intenciones de hacer que el engranaje gire sin la previa limpieza, serán las piezas centrales del gran reloj las que se harán pedazos. Y no existirá arreglo. Hemos pospuesto, durante un tiempo loco, el abordaje de la crisis. Porque era demasiado angustioso constatar que una fracción de nosotros mismos no era cuerpo siquiera ya; era carroña. Hemos vivido alegres sin ver nuestra propia herrumbre. Pero la herrumbre no duerme. Nunca. Poco a poco, se fue instalando en nuestros órganos vitales. Y ya no sirve mirar hacia otro sitio. La enfermedad está aquí: somos nosotros. Saldremos de esta, si salimos, amputados e inválidos. Y es mejor decirlo en voz todo lo clara que sepamos. Las falsas esperanzas son el camino directo al suicidio. Pero sí, puede que aquel por el cual dobla esta campana, esté tan enfermo que ni siquiera sepa que está doblando por él.

De eso nada. ¡A la hoguera!

El consejero que propuso el PP para el CAC pide que "exorcicen a Jiménez Losantos"

"Franco ha muerto", Editorial de Libertad Digital

Tras declarar extinguida la responsabilidad penal por fallecimiento de Franco, Mola, Serrano Suñer, Cabanellas, Queipo de Llano, Muñoz Grandes y casi una treintena de altos cargos del llamado "bando nacional", a los que acusaba nada menos que de delitos asimilables al genocidio, el juez de la Audiencia Nacional, Baltasar Garzón, ha decidido en un auto de más de 150 folios inhibirse de la citada causa a favor de los juzgados territoriales en los que se encuentren las fosas comunes que mandó abrir cuando se autodeclaró competente para instruir este delirante procedimiento el pasado 16 de octubre.

Algunos dirán que con esta resolución, Garzón no hace más que adelantarse a la decisión que el Pleno de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional tenía que adoptar en una próxima reunión acerca de la competencia del magistrado para investigar estos hechos, a lo que la Fiscalía se oponía, entre otros motivos, por entender que son competencia de los juzgados territoriales donde supuestamente se cometieron los crímenes.

La resolución, sin embargo, no deja por ello de ser menos esperpéntica y criticable. La supuesta responsabilidad penal de los acusados no sólo estaba extinguida por sus fallecimientos, acreditados desde muchos años antes del inicio de la causa, sino porque todo el sumario, de cabo a rabo, vulneraba y vulnera de forma flagrante la Ley de Amnistía, aprobada en 1977, y los plazos de prescripción de los delitos que establece el Código Penal.

Si no fuera por las heridas que ha reabierto con su maniquea pretensión de enjuiciar penalmente sólo los crímenes perpetrados por uno de los dos bandos enfrentados en la Guerra Civil, por el dinero que ha costado a los contribuyentes, por el desprecio que ha manifestado a la legalidad vigente, y por el tiempo que ha dejado de dedicar a los asuntos pendientes y urgentes que aguardan en su juzgado, la esperpéntica actuación de Garzón hasta podría resultar cómica.

No hay que extrañarse, en este sentido, del hecho de que las principales asociaciones de jueces, sea cual sea su adscripción ideológica, hayan dirigido criticas a la actuación del juez, no sólo por el absurdo de remover Roma con Santiago para declarar muerto a Franco, sino también por endosar la situación que él ha creado a sus colegas de los juzgados territoriales.

Aunque hemos de suponer que todos los responsables de los juzgados territoriales tienen ya constancia del fallecimiento de Franco, tanto como de la Ley de Amnistía y de los plazos de prescripción de nuestro Código Penal, no hay que descartar que algunos de ellos quieran seguir los esperpénticos pasos de Garzón. Eso nos llevaría a un nuevo espectáculo como sería el de ver fallos judiciales contradictorios entorno a una misma causa. Y es que Franco habrá muerto, pero la truculenta "garzonada" puede seguir viva.

"Gorilas", por Juan Carlos Girauta en Libertad Digital

Miles de gorilas manchan la piel de toro, estropean el ocio del noctámbulo, joven o no, envenenan la fiesta y joden la marrana. Cada cierto tiempo pasa lo que tiene que pasar: muertes a puñetazos y patadas que son linchamientos, pues esos valientes suelen atacar en camada a objetivos individuales. Los empresarios de la noche, que por lo visto siguen teniendo más relación con las mafias de lo que nos imaginábamos, ponen a musculados sin cerebro a defender su antro y aguantan, vaya usté a saber cómo, un aluvión de peticiones de clausura de los municipales sin que les pase nada.

Ahora, tras partirle literalmente el corazón a Álvaro Ussía a las puertas de El Balcón de Rosales, van a ver su local cerrado por el Ayuntamiento. Si Gallardón se despierta dos días antes, se evita la tragedia. España se estremece periódicamente al enterarse de lo que todos sabían y nadie denunciaba. Hace tiempo que muchos no pisamos locales con tipos malencarados en la puerta. Es una de esas situaciones donde la lógica del mercado falla y el marketing brilla por su ausencia: cuanto peor tratan a su clientela, más colas se forman a la entrada.

En este caso todo se explica por la venta de alcohol a menores a bajo precio. Cuarenta y siete denuncias en tres años, y nada. La noche sigue fuera de la ley, pero alguna explicación habrá para la extraordinaria tolerancia del Ayuntamiento de Madrid. Es cuestión de buscarla. Alguien tendrá ganas de hacerlo siempre y cuando la presente conmoción no se olvide en dos días, que es lo más probable.

El sector de los gorilas es una bomba que amenaza a nuestra juventud. Con los años, a la primera mirada de vacile, uno se busca otro bareto más amable, pero a ciertas edades se entienden los peligros como ritos de iniciación. Se funden de gusto si un día los gorilas les abren paso y les dan las buenas noches. ¿Por qué no se los lleva la Chacón a Afganistán, a que demuestren su valor y fortaleza? Podrían constituir un batallón aparte (digo batallón, no botellón), con uniforme propio, todos con su cola de caballo y sus abrigos largos y oscuros, poniendo mala cara a los islamistas: ¡Que te meto!

lunes, 17 de noviembre de 2008

"Zapatero y Bush: la foto", por el GEES, Grupo de Estudios Estratégicos

Hay imágenes que valen más de mil palabras. La de Rodríguez Zapatero, de pie tras George W. Bush, en la foto de familia de la cumbre del G-20, es una de ellas. Los socialistas españoles han querido presentarla como un logro histórico de la diplomacia española. ¿Pero lo es en verdad?

Para empezar, nuestro sonriente presidente ha tenido que olvidar –una vez más– cuanto ha dicho y defendido desde su encumbramiento al poder. A saber, que Bush estaba equivocado en todo; que era un militarista sediento de sangre inocente; un intervencionista que hacía tropelías con la ley internacional y el orden; un ideólogo neoconservador que sólo buscaba la dominación del mundo por América; y, cómo no, por último, el causante de todos los problemas económicos del mundo, incluida España.

Ése era el presidente americano para el Gobierno español y para el que se ha hecho todo lo imaginable y lo no imaginable, hasta perder el decoro personal y poner en ridículo la imagen de España, con tal de poder estrecharle la mano en la Casa Blanca. Los socialista españoles deberían estar altamente preocupados por que su indiscutible líder se haya manchado las manos con la sangre del asesino Bush.

Y además ZP sale de prestadillo en la foto. No ha consolidado nada, más que transmitir una falsa impresión de lo que ha logrado. España no estuvo en la agenda preparatoria de la cumbre y no lo estará tampoco para la próxima en abril de 2009. ZP tuvo sus ocho minutos de gloria –la mitad de lo que defendía Andy Warhol, dicho sea de paso– que despilfarró en una intervención marginal y que no tuvo eco alguno entre los presentes. Claro que para él las ideas y las soluciones no eran lo importante. Lo importante era poder sentarse con el presidente americano que invadió Irak, ilegal, ilegítima y caprichosamente.


Publicado en Libertad Digital

"Cumbreando en Washington", por Juan Manuel de Prada en ABC

ASEGURA la prensa francesa que Zapatero agradeció a Sarkozy la presencia en la Cumbre Refundadora del Capitalismo con una frase oferente -«Te daré todo lo que me pidas»- que, a la vista de los delirios napoleónicos del gabacho, me ha recordado el chiste de aquellos dos locos que estaban convencidísimos de ser Napoleón. El psiquiatra del manicomio, harto de probar infructuosamente las terapias más superferolíticas para sacarlos de su engaño, los encerró a ambos en una celda durante un mes, para que dirimieran entre sí tan disputada identidad. Transcurrido el mes, el psiquiatra abrió la puerta de la celda y pidió a los locos que se identificaran. Salió el primer loco, risueño e infatuadísimo, y proclamó: «Yo soy Napoleón»; y el segundo, no menos risueño aunque sonrojado por el pudor, susurró: «Y yo Josefina». A Zapatero, para convertirse en la Josefina de Sarkozy, ni siquiera le ha hecho falta probar su virilidad en un encierro tan estricto; ha bastado con que le cediera en usufructo -compartido- una silla en esta Cumbre Refundadora del Capitalismo, que es lo más parecido a un manicomio que uno puede echarse a la cara, ahora que los locos andan sueltos.
Pero ocurre, cuando los locos andan sueltos, que el mundo entero se convierte en un manicomio, contagiado de su locura. Y ahora tenemos a la «ciudadanía» engolosinada con la Cumbre Reformadora del Capitalismo, convencida de que los mismos locos que les han vaciado los bolsillos van a llenárselos como por arte de ensalmo, soltando discursitos que habrán redactado sus asesores, bajándose cualquier chorrada de internet que luego habrán colado como propia, a imitación de los redactores de informes de la Generalitat. Esta credulidad exige, desde luego, muchas tragaderas; pero ya se sabe que las tragaderas de la «ciudadanía» humillada dejan chiquitas las de Linda Lovelace en Garganta profunda. A mí la humillación de la «ciudadanía» que confía la solución de sus calamidades a quienes antes las causaron me recuerda aquel pasaje del Lazarillo, en el que el ciego socarrón, después de descalabrar al protagonista estampándole un jarro de vino, le cura las heridas de la cabeza lavándoselas también con vino, mientras se burla de él: «¿Qué te parece, Lázaro? Lo que te enfermó te sana y da salud». Sólo que a Lázaro aquellos donaires no hacían sino encabronarlo más; y a la «ciudadanía» humillada los discursitos pronunciados por los responsables de su infortunio la tienen arrobada y suspensa, como a los locos de un manicomio los tendrían arrobados y suspensos los arrumacos de Napoleón y Josefina.
Nuestra Josefina leyó un discursito en la Cumbre Reformadora del Capitalismo que le había pergeñado Caldera en su fábrica de ideas. Esto de juntar en una misma frase a Caldera y a las ideas nos recuerda aquella maligna pregunta de don Pío Baroja, a quien acababan de zurrarle en un periódico llamado El Pensamiento Navarro: «¿El pensamiento navarro? Si lo primero, ¿cómo lo segundo?». Pero el mundo convertido en manicomio no sabe lo que es un oxímoron; y mucho menos lo que es una idea. A las perogrulladas se les llama ahora ideas; y también a las merengosidades lugarcomunistas. Nuestra Josefina ha solicitado que se rebajen los «sueldos astronómicos» de los ejecutivos de los bancos de inversión; y también los «beneficios injustificados» de sus clientes. A esto se llama hacer un brindis al sol; pero a la «ciudadanía» humillada hay que señalarle un enemigo, para que desagüe contra él su resentimiento, evitando así que se revuelva contra quienes causaron su infortunio. A partir de ahora veremos a la «ciudadanía» haciéndose lenguas de la doctrina establecida en la Cumbre Refundadora del Capitalismo, mientras hace cola en la oficina del paro; y, si la cola del paro se hace muy larga, la «ciudadanía» puede entretener su resentimiento dando masculillo a uno de estos ejecutivos o clientes ladronazos, mientras nuestra Josefina encarga el discursito de la próxima Cumbre Refundadora del Capitalismo a la fábrica de ideas de Caldera, o a los tropecientos asesores de Moncloa, que son las once mil vírgenes de esta religión enloquecida llamada democracia. Once mil vírgenes que, como todo el mundo sabe, no cobran sueldos astronómicos, sino que hacen su trabajo -o sea, bajarse chorradas de internet que cuelan como ocurrencias propias- gratis et amore.