domingo, 20 de diciembre de 2009

De la dignidad y la vida

Sandra Moneo en ABC

Qué alternativa presenta este gobierno para las mujeres que tras un embarazo imprevisto quieren -en ocasiones con serias dificultades familiares y económicas- seguir adelante con el mismo. Qué respuesta se da a todas las adolescentes -privadas del apoyo de sus familias gracias a un gobierno que pretende convertir en clandestinas las relaciones entre padres e hijos-, cuando ante una situación tan complicada, el único camino que se les ofrece es el de la clínica abortista. Qué ocurrirá cuando pasados los años, muchas de esas mujeres que se vieron abocadas al aborto por una legislación engañosa y un gobierno impregnado de sectarismo ideológico quieran pedir explicaciones. 

De toros y abortos

Álex Navajas en La Razón

Lágrimas por los toros que, en Cataluña, parecen tener más cerca su redención final. Aspavientos por el sufrimiento de los animales. Y mutis por el foro ante los 120.000 niños abortados cada año en España. Su sufrimiento no cuenta. El de los toros, sí.

Irak: la guerra que era legal

César Vidal en La Razón

Sobre la intervención en Irak, el texto firmado por los ministros de ZP afirmaba textualmente: «La participación española, amparada por las Resoluciones 1441 (2002) y 1483 (2003) y 1511 (2003), se concretó el envío de dos diferentes tipos de unidades con la misión de ayuda humanitaria y restablecimiento de la seguridad», es decir, los mismos términos que utiliza ahora ZP para negar que en Afganistán nuestras tropas estén en misión de guerra.

Belén Esteban

Ángela Vallvey en La Razón

Belén Esteban ha tardado menos tiempo que Edmund Husserl en comprenderse a sí misma, y ha concluido que tenía que operarse las bolsas de los ojos.

Checas

Jon Juaristi en ABC

Las checas tuvieron mucho más que ver con el Partido Socialista Obrero Español que con el Ejército Soviético, al que los españoles sólo conocieron a través de sus coros. Los socialistas sí que sabían de checas; es más, éstas florecieron en Madrid bajo el gobierno de Largo Caballero, que proporcionó al vecindario la única experiencia auténtica de terror soviético que se vivió en España.