jueves, 11 de noviembre de 2010

Babi Mahmuod Gargai. Saharaui asesinado por el Ejécito marroquí

Papelón

Ignacio Camacho en ABC

El zapaterismo aplica en el Sahara su conocido criterio de doble rasero, ese hipócrita embudo moral que determina la consideración de las cosas y los hechos según su adecuación a las conveniencias propias. La legalidad de la ONU vale para desautorizar la guerra de Irak pero no para aceptar el cumplimiento del plan Baker y otras resoluciones que llevan años en el limbo de la diplomacia. Desmantelar a sangre y fuego un asentamiento de refugiados constituye una canallada si la ejecuta Israel pero no merece condena explícita cuando es Marruecos el que la lleva a efecto. Vetar a periodistas y parlamentarios como testigos de la violencia de Estado es pecado mortal para cualquier régimen democrático y pecata minuta si lo decide nuestro amigo el sultán. Nada grave para suspender el solícito interés de la ministra de Exteriores —menudo debut el de MinisTrini— por la maltrecha rodilla de Evo Morales.

Vergüenza ajena y oprobio común

Hermann Tertsch en ABC

Los periodistas españoles poblaban los aeropuertos a la espera de que el Sultán les deje entrar a mirar un poquito. Mientras continúa la operación de terror contra la población, las detenciones y los saqueos. El régimen marroquí no se distrae estos días con las maravillosas relaciones que mantiene con Zapatero y Rubalcaba. Quizás allí crean que estas relaciones son exclusivamente para cuestiones de protocolo y privilegio de tantos líderes socialistas que han hecho de Marruecos su particular y muy privilegiada alternativa a la Costa Azul.

Obsesionados con la Basílica

Serafín Fanjul en Libertad Digital

Siempre he considerado que Rodríguez es un ejemplar bien representativo del progre medio español: sectario, cortito de miras y con una incultura oceánica. Con saberse al dedillo cuatro lemas y tres consignas que aplican indiscriminadamente a cualquier situación o contingencia ya les llega. Desde que alcanzó La Moncloa –y con él su grey de intelectuales de alto bordo, desde Suso de Toro a Ramoncín– no han parado en una iconoclastia necia que sólo rebalsa el pus y la baba de la venganza, en no pocos casos de dirigentes socialistas contra sus verdaderos padres, franquistas a carta cabal.

Los últimos de la clase

Cristina Losada en Libertad Digital

Por norma, los cargos políticos de peso proceden de las elites, sean funcionariales, profesionales o académicas. En España, procedían. Se ha pasado de nombrar a altos funcionarios a colocar a funcionarios del partido. La primacía del sector público se ha convertido en primacía de los aparatos partidarios. Y, así, se ha vuelto común la rareza: que un indocumentado llegue a ministro. O, incluso, a presidente.

La cobardía y la soberbia del que se sabe impune

Editorial de Libertad Digital

Al afirmar que todavía no sabe si hizo lo correcto al no autorizar a finales de los 80 la liquidación en Francia de la cúpula de ETA, Felipe González no hace sino un cobarde y falso intento de maquillar con argumentos morales lo que en realidad no fue otra cosa que una actividad criminal, en la que se malversaron fondos públicos y en la que se asesinó, torturó y secuestró a miembros de ETA y a otras personas que nada tenían que ver con la organización terrorista.

Elogio de nuestras madres

César Vidal en La Razón

A veces tengo la sospecha de que ahora esas madres han dejado de existir o porque las mujeres ya no tienen hijos o porque, como no están nunca en casa, poseídas por la culpa siquiera de manera inconsciente, cubren de regalos inmerecidos y caprichos absurdos a unas criaturas cada vez peor educadas. Si mi impresión no es errónea –y desearía de todo corazón que lo fuera– esta sociedad está mucho peor de lo que parece porque habría perdido una pieza esencial para mantener en pie todo el entramado social.