domingo, 21 de noviembre de 2010

Demasiado simples

José Jiménez Lozano en La Razón

En este estado de cosas, el tan citado aviso de don José Ortega y Gasset es ciertamente perentorio: «El verdadero tesoro del hombre es el tesoro de sus errores, apilados piedra sobre piedra durante miles de años… Romper la continuidad con el pasado (es) querer empezar de nuevo, denigrar al hombre, y plagiar al orangután». Pero el orangután o el babuino parecen ser toda nuestra herencia cultural, y todo ha quedado muy simplificado.

(...)

Creyendo estar en la Feria de las banalidades y las complacencias, ensayamos de nuevo el darwinismo nacional-socialista, aunque ahora ya no buscamos perfectos dioses arios, sino que nuestro modelo y patrón es el viejo orangután del que habla Ortega. Porque parece que a estas alturas sólo nos queda ya que atenernos a la Granja y a sus asuntos de reproducción asistida, engorde, y matadero. Todo lo demás sería ya pura y vieja superstición metafísica.

La injusticia de los bárbaros

Ángela Vallvey en La Razón

Para declarar la guerra santa, a algunos clérigos musulmanes les basta con una caricatura «europea» de Mahoma. Sin embargo, mandar a la horca a las mujeres cristianas por serlo es para ellos una obligación rutinaria. Asia Bibi es la ofensa viva que ejecuta el Islam sobre el cristianismo cada día.

La libertad de Asia

José María Marco en La Razón

La causa de Asia Bibi es una causa religiosa, pero también es la causa de la libertad misma, la de todos los que la quieren preservar, sean o no cristianos. Los gobiernos democráticos, que nos representan a todos y cuya legitimidad última reside en la salvaguardia de nuestros derechos, es decir de nuestra libertad, tienen la obligación de hacer todo lo que sea posible para impedir que continúe esta persecución intolerable contra los cristianos y contra la libertad. Tenemos medios, y podemos aplicarlos.

Uno

Alfonso Ussía en La Razón

Póngase en otro escenario. En similares circunstancias, un Gobierno del Partido Popular se humilla ante Marruecos. Su ministro de Asuntos Exteriores aguanta una rueda de prensa en la que su colega de una dictadura coronada insulta a los medios de comunicación españoles sin replicar al cónsul del tirano. Posteriormente, otro enviado de Mohamed convence al ministro del Interior de que todo lo que se ha dicho y escrito es mentira, y que en prueba de buena voluntad, se va a permitir la entrada en el Sáhara a dos periodistas españoles. Uno de «El Mundo», y otro de «La Razón» o «ABC» o «La Vanguardia». Y para colmo, el ministro califica esa medida con optimismo y satisfacción, considerándola un «primer paso». ¿Se figuran los lectores la reacción de los de Prisa?

De la irresponsabilidad a la complicidad con Marruecos

Editorial de Libertad Digital

Con una contumacia que entra ya directamente en el terreno de lo delictivo, el Gobierno de Zapatero se niega siquiera a denunciar a un país que agrede a los ciudadanos de un territorio sobre el que, en contra de lo que afirman los socialistas de todo pelaje repitiendo la consigna promarroquí, España sí tiene una clarísima responsabilidad en tanto nación comisionada por la ONU para hacer cumplir su mandato descolonizador.

(...)

Si el Presidente del Gobierno u otras altas instituciones tienen algún peaje que pagar al sátrapa norteafricano es su problema. Que encuentren algún otro modo de agradecer lo que hayan recibido de aquél régimen, pero, por dignidad, que terminen ya de mercadear con la sangre de unas personas que, hasta hace muy poco, eran tan españoles como Zapatero y su ministra de exteriores.

Las nuevas «religiones»

Jorge Trias Sagnier en ABC

El «activista», mitad monje y mitad soldado, suele haber tenido un caldo de cultivo familiar procedente del movimiento vecinal, del comunismo o de la falange auténtica y desengañada. Así eran sus padres. Así son sus hijos. Pero los hay, también, procedentes de buenas familias, aunque estos suelen embarcarse en operaciones de entrega de alimentos por caravanas bien dotadas. A veces les sale rana el invento y entonces tiene que ir el Ministerio de Exteriores a rescatarles. Pero bueno, cada uno hace lo que puede por los demás. Y se ponen el pañuelito a lo Arafat para indicar erga omnes que ellos, con Israel, nada de nada. Y que su amor está en Gaza o en la Cisjordania. Mientras tanto, y entre esa diversión, Cáritas de España lleva prestando ayuda a más de 800.000 compatriotas en lo que va de año. Sin ruido y sin perder un minuto. Y un montón de cristianos, arriesgando sus vidas, intentan remediar los efectos de la salvaje colonización del rey Leopoldo y de sus compinches europeos. Así es la vida y así se escribe la historia.

Entre morir y votar

M. Martín Ferrand en ABC

Mira que te vas a morir, nos dice con aire cartujo, así que no sufras con el paro y la pobreza: el Gobierno, siempre atento al bienestar ciudadano, se preocupa de que tu muerte esté rodeada del máximo confort y de todas las garantías.

Lo demoledor para un observador neutral, sin pasiones militantes, es comprobar que esas supercherías funcionan y que ya estamos en el debate sobre la «muerte digna» en el que lo primero que debe rechazarse es la terminología. La muerte digna es la de las personas que han vivido rectamente, según sus valores éticos. El sufrimiento no le quita dignidad a esa persona ni en los estertores agónicos ni en un cólico nefrítico. Lo que propone —o propondrá— el Gobierno es morir un rato antes para evitar una última fatiga.

Permisos

Jon Juaristi en ABC

"La llamada liberación sexual, como ha observado Jean-Claude Milner en un feroz alegato contra el progresismo contemporáneo (La arrogancia del presente, Manantial, 2010), no se plasmó en derechos individuales efectivos, sino en mera permisividad que no sólo dejó incólume el poder del Estado, sino que lo fortaleció, arrebatando a la sociedad sus tradicionales recursos censorios. Hoy somos mucho menos dueños de nuestros cuerpos y de nuestros deseos. El Estado legisla sobre la humanidad del feto humano, sobre la sexualidad de los escolares o sobre lo que debemos meter en los pulmones. La exploración de los límites de lo permitido se mueve entre la pornolalia de unos y el puritanismo totalitario de quienes reclaman de los gobernantes la castración civil (o física) de los pecadores de boquilla. ¿Zafiedad? Más bien estupidez de granja donde a los bichos se les tolera aparearse a discreción mientras tiren del carro. Ovejas, pollos y cerdos de Orwell. Estado de Permiso frente a Estado de Derecho, y escándalos televisivos sin alegría o con alegría-macarena, que viene a ser lo mismo de aburrido y fundamentalmente avícola."

Bombardeo de la población infantil

Antonio Burgos en ABC

Aquí que han prohibido ya casi todo, fumar en los bares, las bolsas de plástico en los supermercados y las bombillas de 100 watios, me extraña que nadie haya pensado en acabar para siempre con este perverso maltrato que es el anual e indiscriminado bombardeo publicitario de los anuncios de los juguetes.

Política Alzhéimer

José María Carrascal en ABC

Que la izquierda, sin programa económico desde hace décadas, ha hecho de unos temas que llama sociales y son sólo personales —el divorcio exprés, el matrimonio homosexual, el aborto, la legalización de las drogas— el sustituto de una política social colectiva, lo sabíamos e incluso lo aceptábamos, pues algo tenía que hacer al quedarse en pelotas, y el sexo era lo más a mano. Pero embarcarse en esos temas con la crisis que tenemos encima resulta de una frivolidad, o malicia, que asusta.