viernes, 31 de diciembre de 2010

La esperanza de 2011

GEES en Libertad Digital

Hay dos hechos de 2010 que son síntomas de esperanza, también estratégica, para 2011. Uno es el revolcón del Tea Party al olvido de los fundamentos de la economía liberal en Estados Unidos. El segundo, las recientes declaraciones del Papa en defensa de la libertad individual.

Frente a ello, en los mismos Estados Unidos que –a pesar de la creciente deuda que para algunos es síntoma de decadencia y presagio de aislacionismo–, siguen siendo lo que un ministro francés llamó con envidia reprobatoria la hiper-potencia, se adivinan signos preocupantes. Este año, con la excusa de "desmantelar" exclusivamente a Al Qaeda, Obama ha copiado en Afganistán el plan de incremento de tropas adoptado por Bush en Irak, llegando a encomendárselo al mismo general. Sin embargo, y a pesar de que Guantánamo sigue abierto y los asesinatos selectivos con aviones no tripulados han adquirido otra dimensión con el nuevo presidente, la tendencia general en la guerra contra el terrorismo islámico no es comparable.

Lo que el Tea Party no ha cambiado es el nombre que dio Obama –respondiendo al cansancio respecto a las aventuras exteriores–, a la Guerra Global Contra el Terrorismo, rebautizada profilácticamente "operaciones de contingencia" exterior; ni las encuestas, que siguen favoreciendo una retirada pronta del campo de batalla más significativo de Afganistán. De modo que se puede argumentar que en este conflicto mundial –que ha sucedido a la Guerra Fría en lugar del previsto fin de la historia– ha habido ya dos fases. En la primera, los Estados Unidos trataron de fomentar una agenda para la libertad aplicable específicamente a los países islámicos; y en la segunda, marcaron el acento no sólo en la prevista retirada de Irak a final de 2011, sino en la limitación temporal de la lucha en Afganistán, ya sea la progresiva de 2011-2014. A lo que esta etapa se parece peligrosamente es al retraimiento que llevó en su día a abandonar Vietnam bajo el nombre académico de retirada estratégica y el nombre mediático de détente.

No es sólo que las atroces consecuencias de aquello a pesar de la pericia de Kissinger en ejecutar el mandato del pueblo americano –atolondrado entonces por la contracultura y hoy por la posmodernidad– deberían hacer pensar a los americanos. Es que ahora es el propio éxito, ya sea relativo y parcial, y no el fracaso de las políticas seguidas, el que permite el repliegue.

Así que ante esta situación insólita, y junto al llamativo toque de atención, sustancialmente económico, del Tea Party, ha surgido otra disputa más discreta, pero aún más relevante a esta política de détente 2.0.

Benedicto XVI ha retomado con ánimo renovado la continuidad del papado liberador de su predecesor. Sus recientes manifestaciones en defensa de las minorías cristianas atacadas por fundamentalistas islámicos, a las que hay que añadir la abierta crítica a la limitación de la libertad religiosa y de conciencia impuesta por China, confirman que la libertad individual es algo más que un detalle en su agenda. Esta expresión pública deliberada de una alternativa moral a las oscuras fuerzas de la opresión es esencial y forma parte de las divisiones que tiene el Papa.

Lo que une ambos hechos es la apelación a la responsabilidad, uno de los fundamentos de Occidente, como correlato de la libertad personal e individual que es un deber proteger y promover.

Una de dos, o hay finlandización –que era la expresión que en la Guerra Fría identificaba la rendición pacífica a los postulados soviéticos– vestida hoy de multiculturalismo y alianza de civilizaciones, a la que un retraimiento americano nos abocaría; o hay un renacimiento de Occidente entorno a sus valores tradicionales, empezando por la libertad. Esto es lo que, cada uno a su modo, han recordado el Papa y los teapartiers en 2010. El asentamiento de esas tendencias es nuestra esperanza para 2011.

El año de la pulga

Emilio Campmany en Libertad Digital

Zapatero y Rajoy han comparecido ante los medios casi simultáneamente para comunicar urbi et orbi cómo afrontan 2011. Éste será en China el año del conejo. Aquí en España podría ser el año del perro, naturalmente, del perro flaco, al que todo serán pulgas. Pero ya que todo serán pulgas, ¿por qué no inaugurar directamente el año de la pulga? De momento, el presidente del Gobierno y el líder de la oposición ya se han vestido de tales. Jesús, qué sarta de vaguedades, generalidades, obviedades y sinsustancias. Nos han endilgado dos clases magistrales de hablar y no decir nada, dos conferencias vacías. La imagen que sugieren nuestros dos líderes, el que está al cargo y el que aspira a sustituirle, es la del campo yermo, la del páramo en el que apenas son visibles ellos como dos pulgas escandalosamente irrelevantes.

Y cuando han dicho algo inteligible lo han hecho para engañar. Zapatero ha dicho que su Gobierno ha sido el de las políticas sociales, siendo como es el suyo el que está demoliendo a base de despilfarro el Estado de bienestar. Y Rajoy, que apoyará al Gobierno en lo que convenga a España, cuando lo que ha hecho hasta ahora es votar las medidas populistas y despilfarradoras que adoptó Zapatero en los comienzos de la crisis y se le ha opuesto siempre a partir del momento en que empezó a tomar unas pocas de las muchas necesarias que nos van imponiendo desde fuera.

Es verdad que de Zapatero nada bueno podemos esperar ya. Y también lo es que cabe la posibilidad de que Rajoy, aunque ahora no lo parezca, sea un gobernante serio y haga todo lo que hay que hacer para superar las crisis económica y política que nos atenaza. Pero el que sea posible no lo hace probable.

Aznar no pudo con los sindicatos y tuvo que envainarse una tibia reforma laboral por no enfrentarse a ellos. ¿Creen que será Rajoy quien se atreva a hacerlo? Aznar no tuvo valor para meter en cintura a las comunidades autónomas díscolas. ¿Lo hará Rajoy ahora que algunos de sus Gobiernos, especialmente el de Cataluña, se colocan abiertamente al margen de la ley y la Constitución? Aznar no quiso acometer la reforma política más urgente que necesita España, más aun que la de la reforma de la organización territorial, que es la de la justicia para que ésta sea de una vez por todas un poder independiente. ¿Está Rajoy en la idea de acometerla y renunciar a influir en los jueces?

Vivimos gobernados por políticos que no respetan las leyes, revestidos de privilegios económicos y legales, que no tienen empacho en tratarnos con el desprecio que no merecen ni los esclavos, que reparten el dinero que nos esquilman con los impuestos entre sus amigos, parientes y compañeros de militancia en forma de subvenciones y empleos públicos. Y no rechistamos. A lo más que aspiramos es a ser uno de ellos y, si eso no fuera posible, a entrar en el afortunado club de los perceptores de alguna subvención.

Es triste reconocerlo, pero probablemente tengamos lo que nos merecemos, dos irrelevantes pulgas entre las que elegir. Mientras España se desangra por un oscuro sumidero, nuestros dos líderes no paran de largarnos banalidades. Y lo peor no es eso, lo peor es que los demás nos quedamos embobados escuchándolas. País.

Los años no tienen la culpa

Ignacio Camacho en ABC

«Vendrán más años malos
y nos harán más ciegos»

(Rafael S. Ferlosio)

Cuando acabó de pasar 2009 con su aciago equipaje de desempleo y recesión, el veinte diez apareció como un resquicio de esperanza. Hoy contemplamos el año que rinde como una demostración empírica de las funestas leyes de Murphy: toda situación negativa es susceptible de deteriorarse más, sobre todo si se aplican con eficacia las medidas necesarias para que empeore. En ese sentido hemos hecho de forma concienzuda los deberes, de tal manera que para el próximo ejercicio cabe esperar fracasos accesorios y nuevas calamidades; el tránsito de 2010 nos ha vacunado contra el optimismo.

La crisis ha mutado como un virus con cepas nuevas que atacan las cada vez más débiles defensas del sistema. Al desplome inmobiliario, la zozobra financiera y el estancamiento económico ha seguido un desajuste fiscal y un grave apuro de deuda pública que han situado al Estado al borde de la quiebra. La frívola minusvaloración política del carácter estructural de la recesión ha desembocado en un colapso; simplemente el Gobierno no comprendió el alcance de la situación que tenía delante y ha quedado desbordado por la crudeza de los hechos. Ahora que acaso la haya entendido carece de autoridad y de liderazgo para afrontarla. La opinión pública permanece instalada en un clima de pesimismo y de desconfianza una vez que se ha dado cuenta de que, además de las dificultades estructurales, el país tiene un severo problema de dirigencia.

Los años no son por sí mismos felices ni funestos, afortunados ni lúgubres; son como nosotros hacemos que sean. Si el 2011 se presenta sombrío es porque a los aprietos socioeconómicos se superpone en España una penosa crisis política que complica sobremanera el hallazgo de salidas viables. El escenario institucional está agrietado por el sectarismo, la clase dirigente permanece enrocada en un desencuentro estéril, el Gobierno ha perdido la autoridad moral y la sociedad civil no encuentra impulso. La estructura de liderazgo ha quedado resquebrajada después de siete años de parálisis funcional y amenaza con venirse abajo por simple efecto de atrofia. Falta pujanza social, eficacia administrativa, competitividad empresarial y generosidad política. Las instituciones se han desarrollado con una hipertrofia inversamente proporcional a su capacidad de respuesta. Y el tejido de dirección pública está desgastado, descosido, raído por la inercia de una mentalidad inadaptada a este tiempo de desafíos que obliga a una profunda revisión de conceptos, de estilos y de ideas.

El desengaño de 2010 y el halo pesimista que envuelve al 2011 no proceden de un signo astral adverso; son la consecuencia inexorable de un largo desfase de estructuras y organización que aboca a España a sufrimientos añadidos. Los años no tienen la culpa, excepto del tiempo que hemos pasado sin afrontarlos con coraje.

Buen año en el corredor de la muerte

Alfredo Abián en La Vanguardia

Disfruten cuanto puedan esta noche con sus seres queridos. Coman, beban y fumen –sean benévolos con los drogadictos familiares–, porque a partir del lunes todo seguirá igual... o peor. Si este annus horribilis invita a que las uvas nos obturen la faringe, el que viene nos aboca directamente a la respiración asistida. Así de cruel es el corredor de la muerte donde pretenden que electrocutemos nuestro modo de vida. Los argonautas que pilotan la nave extraterrestre Mercados nos bombardean con distintos misiles balísticos. Atienden por deuda soberana, ajuste fiscal y estructural, stock de vivienda, guerra de divisas... Por si fuera poco, somos para ellos unos vulgares cerdos, junto a Portugal, Irlanda y Grecia. PIGS. La S final es de Spain. Qué gracia tienen los alienígenas que hablan inglés. Pero es lo que hay. El sistema se propone que nuestros hijos y nietos paguen los supuestos excesos que hemos cometido. Y, ciertamente, alguien ha perpetrado abundancias en nuestro nombre. Por ejemplo, hemos abierto facultades en territorios vacíos de universitarios, aeródromos en terrazas de aldea y estaciones de AVE en pedanías. Hemos llegado a tal punto crítico que hasta Zapatero luce fe de converso y nos amenaza con cinco años más de penurias. Por eso, buena parte de nuestros jóvenes mejor preparados emigran. A Alemania, Estados Unidos, Reino Unido, Asia. Aquí, con una tasa de paro africana para la gente de su edad (40%), no podemos ofrecerles nada. Salvo ser funcionarios. No nos extraña que en esta coyuntura que padecemos hasta la vividora Carmen Lomana abogue, en paños menores, por cambiar “este gobierno de necios”. Dicen que la gente de edad acumula sabiduría. En nuestro caso, tememos que lo único que amontonamos es deuda y frivolidad. Buen año.

Rumbo sin capitán

Agustín de Grado en La Razón

Éste es el rumbo, afirmó ayer Zapatero con tono impostado de estadista responsable para defender los ajustes y reformas que le han impuesto desde Bruselas. Y me recordó otra de sus inolvidables sentencias para despedir el año: «La tempestad es fuerte, pero tenemos un barco sólido que conoce muy bien su rumbo». La pronunció en 2008, poco después de esta otra, que tampoco tiene desperdicio: «No subiría a un barco cuyo capitán tuviera dudas sobre cómo conducirlo». A los españoles no nos ha quedado otra que navegar con él al timón desde entonces.

La crisis ya estaba aquí a finales de 2007. Sólo los patriotas no querían verla. Zapatero agotaba su primer mandato y rechazaba cualquier rumbo que dificultara la reelección. «España –se jactó- ha entrado esta legislatura en la “Champions League” de la economía mundial». Un año después, con la tormenta desatada, tuvo que emplearse para tranquilizarnos en Nochevieja. El rumbo era el correcto y pronosticó que en 2009 estaríamos «con un tono vital de país mejor porque estaremos viendo cómo la recuperación económica la tocamos ya con las manos».

Cuando al presidente le tocó hacer balance de 2009 con las oficinas del INEM atestadas de parados y sin pájaro en mano, intentó seducirnos con cientos volando: «La economía española se encuentra en un momento de tránsito. Tránsito desde la recesión a la recuperación, que se confirmará en 2010. Y que esperamos pueda producir empleo en la última parte del año». Hoy despedimos 2010. Cualquier español conoce lo que separa la realidad de las palabras del presidente porque, con mayor o menor virulencia, lo padece en sus carnes.

Ni reformas, ni austeridad. Hace un año no era indispensable nada de lo que el presidente defendió ayer. Tampoco la reivindicada necesidad de gobernar pensando en el futuro. Dice Mefistófeles en “Fausto”: «Ante todo, debéis aferraros a las palabras; entonces ingresaréis por la puerta segura; al templo de la certeza». Desde luego, no será con las de Zapatero. El rumbo que defendió ayer con la fe del converso seguramente sea esta vez el correcto, pero después de tanta singladura errada, ya agotó su crédito como capitán.

jueves, 30 de diciembre de 2010

El autoengaño de Lassalle

Alberto Gómez en Libertad Digital

La razón por sí misma no mueve a nada, Aristóteles dixit. Son las pasiones las que mueven a las personas. Si las pasiones hubieran sido moldeadas por la selección natural, el deseo de poder sería una de las pasiones más fuertes, ya que no existe mayor oportunidad para dejar descendencia numerosa que la detentación de poder. La escuela de la Public Choice de economía explica con un acierto asombroso la política en base a la hipótesis de que los representantes atienden a sus intereses personales exclusivamente. No es porque los políticos sean conscientemente mentirosos todo el tiempo acerca de los valores y virtudes que representan, sino porque ellos mismos se creen que trabajan para la sociedad cuando en realidad son esencialmente egoístas. El autoengaño siempre opera a favor de uno mismo y la razón, esclava de las pasiones, encuentra en el autoengaño el cerrojo perfecto. La política es el campo de la primera división donde juegan los engañadores más sofisticados que produce cada generación. Todos los mecanismos de control –desde la separación de poderes y el gobierno limitado hasta el imperio de la ley de la democracia liberal– tienen estas verdades en frente desde el primero al último de sus preceptos. O eso nos creíamos... hasta que llegó Lassalle.

No conocía gran cosa del tal Lassalle excepto que es el gafapasta del PP preferido por Rajoy, ese famoso político que dormita visionando Teledeporte y que desayuna con el Marca. Además, Lassalle es el donnadie que tuvo la desfachatez de despachar a María San Gil. ¿Qué se ha creído ese Lassalle? Es una mezcla de Pepiño y Caldera, igualmente engreído. Pero no acaban aquí sus paralelos con el mundo del zapaterismo.

Lassalle ha publicado un libro titulado Liberales: el compromiso civico con la virtud. Ningún liberal ha negado lo buenas que son ciertas virtudes para la vida política, pero eso no les hace ser lo que Lassalle quiere que sean. Porque Lassalle está empeñado en que el liberalismo y el llamado republicanismo son la misma cosa.

El neorrepublicanismo parte del republicanismo de los antiguos pero sin limitar el poder por medio del respeto a la tradición y sin el moderno equilibrio de poderes de la democracia liberal. Para el neorrepublicano, el poder se justifica, no se limita. Y se justifica por medio de la participación ciudadana en la política, que debe sustentar con sus votos, sí o sí, a una meritocracia de la virtud en la que los valores a destacar dependen los gustos particulares de cada neorrepublicano. Como todo ingeniero social, sin ataduras con la tradición y sin tener en cuenta sus limitaciones, el neorrepublicano se inventa unos valores minimalistas, acordes con su visión, que dada su condición humana, es estrecha e ignorante. Y así, por realimentación, se cierra una espiral que conduce inexorablemente al totalitarismo mediático, educativo y legal que estamos padeciendo.

Porque tanto Lassalle, el ideólogo de Rajoy, como Torres Mora, el ideólogo de ZP, son seguidores de los mismos ideólogos neorrepublicanos: Pettit, Viroli, Pocock o Skinner. Para entender hasta qué punto ZP, Lassalle y los ideólogos neorrepublicanos forman un solo bloque ideológico, basta decir que uno de esos últimos, Pettit, es coautor de un libro sobre Zapatero que se subtitula "el republicanismo cívico de Zapatero". En ese libro puede encontrarse una apología de la acción política de ZP y toda la palabrería de Lassalle.

Pettit escribe ese libro a medias con un sociólogo de la Pompeu Fabra, la misma universidad donde da clases la mujer de Lassalle, socialista catalana. Para todos ellos, Aznar, Reagan y Thatcher son "neoliberales y libertarios" .Y entonces... ¿quiénes son los liberales? Por supuesto Lassalle el virtuoso y su jefe, el lector del Marca. ¿Qué quiere decir todo esto? Que Lassalle ha escrito acerca del concepto de liberal que tenía en mente ZP cuando decía que él era liberal. Y quiere decir también que Rajoy, después de su claudicación, es un peligro casi mayor que Zapatero.

Además del concepto de virtud cívica, que lleva a la Educación para la Ciudadanía, y a la larga al adoctrinamiento totalitario, en Pettit está el concepto de "no dominación": el Estado debe vigilar para compensar las desigualdades entre particulares. Por tanto, todo grupo de presión de presuntos agraviados, ya sean gays, feministas militantes, presuntas víctimas de la guerra civil, sindicatos o en general cualquiera que quiera vivir del cuento pueden estatalizar sus odios y ZP o Rajoy, a través de la iluminación centrista de Lassalle, los vengarán mediante leyes de igualdad, de memoria histórica, de justicia redistributiva y generosas subvenciones.

Torres Mora dice claramente que el neorrepublicanismo brinda la "gramática" necesaria para los cambios que ZP quiere hacer en la sociedad española. Yo creo que lo que justifica esa gramática es un nuevo totalitarismo. Lassalle ha recorrido también su camino de autoengaño a favor de su poder personal desde sus tiempos de pelota de Aznar en FAES a ideólogo de la oligarquía partitocrática que manda aquí. Para hacerlo, en su libro ha confeccionado una tortilla de patatas neorrepublicanas de la Pompeu con sobras de cebolla liberal, revuelto en una pasta de verborrea centrista. Que se la coma el que tenga estómago. Y luego, que vote a Rajoy.

miércoles, 29 de diciembre de 2010

El año de los inocentes

Pablo Molina en Libertad Digital

2010 ha sido el año de la inocentada constante para un gran número de españoles, en realidad la inmensa mayoría, obligados a contemplar a una clase política que sigue encantada de haberse conocido y ajena a su grave responsabilidad en el deterioro alarmante de las condiciones de vida de sus compatriotas.

Por poner sólo unos pocos ejemplos a vuelapluma, Bibiana Aído es una inocentada con mechas, al igual que su colega y hoy superiora Leire Pajín; las pintorescas correrías de Zapatero en los foros internacionales, ora dormitando ora buscando su lugar para hacerse una foto, son inocentadas para solaz de la prensa extranjera; los sindicatos españoles son una panda de cachondos dedicada a embromar a los que financiamos sus francachelas; las elecciones catalanas han sido una coña de la que ha surgido un Gobierno capaz de hacer que olvidemos a su antecesor, el Gabinete autonómico más lamentable que ha padecido una región civilizada; y mientras toda esta tropa se divierte colgando muñequitos recortados en la chepa del contribuyente, la oposición se dedica a disfrutar del espectáculo esperando su turno, no en vano tiene en los lugares en que gobierna a varios equipos de bromistas que podrían disputarle el primer puesto a los sociatas, tradicionalmente los más atrevidos a la hora de reírse de los ciudadanos que han de sufrir sus atropellos.

Aquí las inocentadas se suceden a lo largo de todo el año porque ya es imposible concentrar tal volumen de mal gusto en tan sólo veinticuatro horas. Por eso, aunque el santoral católico conmemora hoy la matanza de niños llevada a cabo por Herodes el Grande, Rey de Judea con permiso de los romanos, nuestros políticos celebran a diario la efeméride utilizando especialmente a las nacientes generaciones de españoles. No degüellan a los varones, porque los gobiernos actuales son más civilizados y mucho más igualitarios que hace veinte siglos. Ahora simplemente abortan a la mitad, y a los que sobreviven les imponen un diezmo de unos treinta mil euros para que lo vayan pagando poco a poco durante su vida laboral.

Es normal, por tanto, que la tradición de incluir una noticia absurda en las portadas de la prensa o intercalada en los noticiarios televisivos cada 28 de diciembre se esté perdiendo. Con la tragedia estrambótica provocada por ZP de forma cotidiana nadie sería capaz de identificar una de estas inocentadas al vuelo. Excepto Rubalcaba, claro, pero es que él, de inocente tiene los justito.

martes, 28 de diciembre de 2010

lunes, 27 de diciembre de 2010

Arte de hacer dinero

Gabriel Albiac en ABC

La red es el universo. Duplicado. Su calco fiel. Es, pues, la biblioteca universal. Y las universales fonoteca y filmoteca. Entre otras infinitas cosas. Mejores y peores. Porque la red no distingue: es todo. Como la vida.

Me avergüenza la codicia que por sus derechos de autor exhiben muy progresistas cantautores y muy subvencionados cineastas. Empezando por Sinde. La red irrumpió como el más perfecto paraíso del saber que haya podido soñar «creador» (perdóneseme el pretencioso palabro) alguno. ¿En qué sueña el Flaubert que reescribe diez, cien veces una misma página, hasta tallarla con la matemática del diamante? En que algún día —da igual si quien escribió no existe— los ojos de otro queden cegados por la pura belleza de las líneas que dicen esto tan mínimo: matices del amarillo sobre el cielo de Cartago, para apresar los cuales Flaubert gastó años de testarudez y oficio. Para ganar dinero hay otras cosas. Subvenciones. Sinde a Sinde.

No, no hay para un escritor don comparable al de la red. La gratuidad del puro estar al alcance de todos. Comparado a eso, la invención de la imprenta parece un juego semicavernario. Pienso en los viajes agotadores, en las estancias incómodas, en las horas de búsqueda que me han sido precisas para acceder a ciertos textos especialmente raros del siglo XVII, que es el único al cual he juzgado digno entregar mi vida. Textos atrincherados en los fondos de acceso más restringido de algunas de las grandes bibliotecas europeas o norteamericanas. Hoy, cuando llego a clase, basta entregar a mis alumnos la relación de los links que dan acceso a esos libros. Si el wifi de la Complutense fuera sencillamente aceptable, podría, sin más, ir señalando cada día, en las páginas mismas de esos recónditos tesoros, los pasajes compartidos con cualquiera que se tomara la molestia de traerse a clase su iPad o su portátil. Es el mayor milagro en la historia de la inteligencia humana. ¿Quién puede ser tan animal que prefiera el cobro de derechos de autor a la presencia sin límite ante todos los posibles lectores, no de hoy sino de cualquier tiempo futuro?

¿Son los «artistas» distintos? ¿Tan alta es su excelencia que debemos entre todos pagar su distinción? ¿A qué llamamos «artista»? Cézanne se quemaba los ojos buscando retener el instante sagrado de una sombra sobre la Montaña Sainte-Victoire. Vermeer dejó pintados apenas 37 cuadros que hayamos identificado, entre ellos esa «Vista de Delft» a la cual hace Proust proclamar por su dandy Bergotte agonizante, en La recherche du temps perdu, la quintaesencia del refinamiento pictórico. El arte es la suplencia verosímil de lo sagrado. O no es. Nada. Maravillosa imagen de André Malraux, al final de su reflexión estética, Las voces del silencio: la monstruosidad de ese animal enfermo que es el humano alza su frágil dique de contención en la obra de arte; en ella «el delirio disperso del monstruo de sueños se ordena en imágenes soberanas, y la pesadilla saturnal toma figura de sueño acogedor y pacífico». Y «nos hace soñar en la primera noche glacial en la cual una especie de gorila se sintió misteriosamente hermano del cielo estrellado».

Hoy, el cielo estrellado les sirve a los de Sinde para ir haciendo caja.

viernes, 24 de diciembre de 2010

Cuento de Navidad

Ignacio Camacho en ABC

Estaba harto de teñirse las canas para las entrevistas de trabajo, un empeño que sólo le servía para humillarse ante sí mismo; los jefes de recursos humanos echaban una ojeada al currículum y al ver la fecha de nacimiento le hacían unas preguntas corteses antes de decirle que ya lo llamarían. A su edad empezaba a contemplar en serio la oscura evidencia de no volver a encontrar empleo. Llevaba dos navidades en el paro y le deprimía enfrentarse a la tercera en medio de una crisis de vacío, incertidumbre y desasosiego.

Una tarde coincidió en el portal con una vecina enferma de alzhéimer a la que estaba acostumbrado a saludar en sus casuales encuentros sin obtener más respuesta que una leve sonrisa ensimismada, pero esta vez ella le habló como si estuviera dirigiéndose a su hijo y le reprochó lo poco que iba a verla con un cierto deje de amargura. La mujer que la acompañaba, una colombiana de ojos grandes y dulces, le indicó por señas que le siguiera la corriente y él se dejó regañar con naturalidad y arguyó que estaba sobrecargado de trabajo. Al salir del ascensor la anciana le franqueó el paso hacia su casa y se sintió obligado a entrar para evitar una situación conflictiva; se sentó con ella en un salón lleno de fotos antiguas y se quedó un buen rato sintiéndose útil mientras escuchaba a aquella dama ausente dentro de sí misma que le contaba abstractas escenas familiares que jamás había vivido. Luego pareció adormilarse en su propia bruma y entonces la asistenta le explicó con inevitable zozobra que la señora de la casa era soltera sin hijos ni más parentela que un hermano distante que socorría sus gastos de supervivencia. Se fue con una desazón casi culpable ante aquel silencioso drama de olvido, soledad y desamparo.

El día de Nochebuena las vio de lejos cuando regresaban de un paseo y se dejó llevar por el impulso de hacerles una visita. La vecina estaba delante del televisor y lo miró con extrañeza cuando dijo que venía a felicitarle la Navidad; él sintió una punzada de desconcierto al darse cuenta de que el almanaque se le había extraviado en la niebla neuronal y no supo cómo controlar aquel momento de embarazo. Entonces la acompañante lo invitó a sentarse con un gesto de complicidad y en un tono de mucha dulzura ponderó ante la enferma el cariño de su hijo. La mujer le cogió la mano con ternura y empezó a relatarle borrosos episodios de una vida familiar tal vez escrita en la pizarra húmeda de su ensueño, que intercalaba con preguntas muy precisas sobre cómo le iba en la vida. Tuvo que inventar respuestas sobre un trabajo que no tenía él y unos nietos que no tenía ella; la tarde se le fue entera en aquella piadosa simulación de la que no sabía cómo escapar y en un momento dado se le quebró el alma cuando ella alargó la mano hasta sus sienes, se las acarició muy delicadamente y le preguntó con afectuoso aire maternal por qué se teñía el pelo.

domingo, 19 de diciembre de 2010

Satrapías y belenes

José Jiménez Lozano en La Razón

Ahora mismo, toda la vieja ideología y retórica de hace más de siglo y medio, sigue segregando la escolástica necesaria para que las explicaciones, comprensiones, y justificaciones de un lenguaje que siempre es el políticamente correcto y conveniente para encubrir cualquier tipo de barbarie, según ya Tucídides avisaba, a propósito de los sucesos de Corcira. Mientras que el necio humanitarismo masoquista de nuestra cultura de moda propondrá una vez más su «mantra» sagrado de que la violencia es perfectamente inútil, aunque sabemos que se ha llevado por delante millones de personas y pueblos y culturas enteros, o que queda justificada y hasta es sagrada, porque es la expiación y vindicta, igualmente sagrada, de ciertas injusticias, y puede explicarse y perdonarse sencillamente por el simple color ideológico de las víctimas o el de los verdugos.

Lo que se nos prohíbe es sentir horror por el mal y compasión por quienes lo padecen, preguntar inoportunamente por la burla de la razón y de la misericordia, y, desde luego, por toda nuestra necia confianza en los grandes pasos que llevamos dados en lo oscuro hacia la configuración y funcionamiento de un progreso, que conlleva la destrucción necesaria de miles de seres humanos.

No hace tanto que George Gadamer, lúcido a sus cien años, al referirse, poco antes de morir, a la ruta perversa que la historia de los hombres ha iniciado, y en la que también nos veía muy avanzados, afirmaba que sólo una gran catástrofe podría sacarnos de nuestra ceguera y nuestra insensatez. Pero a mí me parece un precio injusto, y del que no cabe esperar bondad alguna. La terrible palabra de Hobbes, que dice que los hombres sabemos que somos iguales porque nos podemos matar los unos a los otros, es la única encarnación real del célebre y pomposo tríptico de libertad, igualdad, fraternidad, con cuya retórica llevamos doscientos años mareándonos hasta dar por ultimo con el descubrimiento de la clonación de la especie como ganado de granja.

Nunca veremos lo que no queremos ver, y no hace falta un hecho horrible más –ya hay demasiados–, porque sabemos de sobra, por ejemplo, que el odio produce la muerte, la banalización de nuestras vidas y la cháchara sobre la inexistencia del mal y de la verdad produce la indiferenciación entre víctimas y verdugos, y hombres vacíos y redondos. Ya fue más que anunciado todo esto en la literatura –pongamos por caso Eliot y Nietzsche, las profecías de los «Demonios» de Dostoievski y algunas novelas de Huxley–, y la literatura no miente.

A quienes están familiarizados con esas escrituras o con las de la vieja Biblia, precisamente porque viven en lo real y no en la fabricada burbuja de un mundo supuestamente habitado por la plenitud de los deseos cumplidos, no puede sorprenderles en absoluto lo que ocurre delante de nuestros ojos. Saben que las viejas y nuevas satrapías se sostuvieron siempre del mismo modo; –digamos como faraones o al «estilo asiático» de tártaros y mongoles– sobre un control de la población mediante el infanticidio en sus varias formas, la ausencia de una educación seria y libre, una expropiación a través del impuesto confiscatorio, y la utilización esclavista de unos seres de desgracia, que son quienes sostienen los tinglados del poder. Y todo el mundo debe ser censado y conocido, precisamente para ser transparente y útil para el Augusto César.

El poder prefiere siempre que el mundo de sus gobernados sea como una casita de cristal, en la que no pueda esconderse ni un mal pensamiento, y donde no haya nadie que suba en estos días invernales al trastero de su casa y baje con una caja de cartón con figuras de barro para poner un belén, o teatrillo del mundo en torno a un niño en un pesebre ante el que se arrodillan unos reyes estrelleros. Son cosas que no pueden ser más políticamente incorrectas, y no gustan al Divino César. Pero nos defienden de las satrapías, y son nuestra alegría navideña.

jueves, 16 de diciembre de 2010

15 de enero

Rafael Martínez Simancas en ABC

«La aldea está en peligro, necesitamos una nueva marmita de pócima mágica para resistir el avance del César», no es un fragmento de «Astérix y Obélix», es la parte esencial de la declaración de intenciones que recoge la petición de ampliación del estado de alarma. Cámbiese Astérix por Rubalcaba y manténgase al César, (Cabo), como la amenaza que socava los principios de unos galos. Para mayor dramatismo cójase una foto cenital de «Google maps» y rodéese con un círculo rojo el entorno de La Moncloa, ahí aparecerá la aldea, y todo lo que la rodea es el peligroso mundo exterior.

(...)

El 15 de enero, cuando termina el poder extraordinario que otorga un real decreto, es el «non plus ultra» de los cálculos gubernamentales. Más allá existe un horizonte lleno de monstruos que acechan, y lo que no son pensiones son recortes sociales. Sólo el ron puede mejorar la pócima.

El inexistente subdesarrollo

César Vidal en La Razón

Una nación que ha dado a Cervantes, a Lope de Vega, a Velázquez o a Goya y que ha creado arquetipos como la Celestina, Don Juan o el Quijote difícilmente puede ser considerada subdesarrollada desde una perspectiva cultural. (...) No, esta nación no padece de subdesarrollo. Lo que sufre realmente es un hiperdesarrollo de tantas instancias que tiene como consecuencia directa también el de la deuda, el déficit y la corrupción. Vamos que, al final, lo que va a dar al traste con todo no va a ser el subdesarrollo sino todo lo contrario.

Sí podemos decidir por ti

GEES en Libertad Digital

El problema no está en que aquellos que o son acreedores del dinero que se nos presta o bien garantizan que se nos pueda seguir prestando, estén exigiendo algo a cambio. Esto es lo normal. El problema es que el Gobierno socialista de España ha dilapidado la soberanía, dejándola en manos de comunidades autónomas, por abajo, y, por arriba, en las de la UE, debido a la imposibilidad de financiarnos con nuestros recursos. Es un alivio, en esta tesitura, pertenecer a la UE y al euro, en el que entramos por Aznar –tachado de antieuropeísta– y no por Felipe –que anda dando lecciones europeas hasta por escrito– ni por Z –que decía aquello tan gracioso de los primeros en Europa en los tiempos ya pasados de la Constitución–. Sin embargo, a largo plazo la cuestión es preocupante y requiere arreglo. Una nación soberana, de serlo España, aunque tenga las cortapisas naturales de sus compromisos jurídicos, y de las limitaciones de la realidad, no puede dejar que su política se decida fuera, porque deja de ser democrática. Este es el fabuloso legado de los que hoy son inquilinos de La Moncloa: la ruina económica, la evaporación de la democracia, y la delicuescencia moral.

Un arrogante spot publicitario decía: no podemos conducir por ti. Eso era el Ministerio del Interior, porque, visto lo visto, Merkel sí puede. Y de paso evita que lo haga nuestro ministro del Interior, que no es poca cosa.

Juguetes sexistas

Alberto Gómez en Libertad Digital

Ya estamos en navidades, viene Papá Noel (y Noela) y los niños están por unos días en sus casas fuera de las garras de los pedagogos. Pero ni aún así están libres del sistema del adoctrinamiento, porque la élite dirigente ha roto todos los límites en su ansia bulímica de superioridad moral, promulgando fatwas contra todo lo que va contra su sentido estrechísimo de lo que para su entender es bueno, correcto y racional, a partir de su limitadísima y sectaria visión del mundo.

En este caso hablamos de la campaña que se nos viene encima contra lo que llaman "juguetes sexistas".

(...)

El juego es una cosa y la enseñanza y la educación otra muy distinta y nunca se debe abordar lo segundo como si fuera lo primero. El programa educativo de los socialistas, basado en el determinismo cultural es un perfecto anti-ejemplo de lo que se debe hacer: los pedagogos quieren que los niños aprendan materias escolares como si fuera un juego, cosa imposible. Al mismo tiempo, reprimen los juegos de los niños como si fueran conductas antisociales y desprecian los gustos de las niñas y su aversión al riesgo como si no tuvieran el efecto de una educación represora. Ese antimasculinismo y antifemeninismo explica muchas cosas. El progresismo está en oposición a cualquier noción sensata de educación y de desarrollo sano de la personalidad de los niños.


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En resumen: los niños tienen que aprender lo que deben de aprender y tienen que jugar a lo que quieran jugar. Como se ha hecho siempre. Pero esto tan sencillo, no les entra en la cabeza a los giliprogres ni a los pedabobos. Y a los pedabobos giliprogres, menos.

"Stop breaking my balls"

Quim Monzó en La Vanguardia

Apesta eso de rebautizarlo todo con palabras inglesas. Comenzaron hace décadas, sacándose de la manga lo del bacon y han acabado llamando noodles a los fideos de los restaurantes chinos. El grado de majadería ambiental es espectacular.

(...)

A todos esos enrollados de tres al cuarto podríamos llamarlos assholes, que sería un trend de lo más fashion. En el Time Out recogían el otro día una escena vivida en un bar de Sant Joan Despí. La camarera y unos alemanes intentan entenderse y, viendo que no hay forma, la camarera se gira hacia la cocinera y le pregunta: “Alicia, ¿cómo se dice beicon en inglés?”.


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Pues está de coña que lo cuenten en el Time Out...

martes, 14 de diciembre de 2010

Todos locos

Hermann Tertsch en ABC

Como no van a remitir los temores a que repitan o reincidan los controladores, ya animados al ver que las chapuzas jurídicas del Gobierno con la cacareada militarización pueden dejarlos impunes, podemos tranquilamente convencer a la sociedad para que aplauda un Estado de alarma indefinido. Al fin y al cabo, no afecta a las personas decentes, como se solía decir de la «Ley de vagos y maleantes», antes de que naciera nuestro presidente. Pero quizás habría que advertir a algunos, por eso del decoro, que quizás estén ellos en colectivos de otros enemigos del pueblo que tengan que recibir el merecido escarmiento del poder. Porque como molesten más de la cuenta o dañen a la economía nacional, el Gobierno podría verse obligado a pararles los pies con las nuevas armas que se ha mercado. O si se ponen muy bordes, con otras nuevas, porque ahí están el Estado de emergencia y el Estado de sitio.

(...)

¿Alguien se atreve a descartar que nuestro Gran Timonel se vea obligado en este futuro agónico inmediato a darle otra vuelta de tuerca a sus necesidades de control ante la catástrofe que, lejos de paliarse, se agudiza según se acercan las próximas elecciones? ¿Están todos tan tranquilos ante la perspectiva de un estado permanente de excepción en el que gobierne no ya el naufragado adolescente sino el amo de las sombras y la doblez? Fouche Rubalcaba, implicado como responsable de interior en el caso Faisan, en el presunto delito de alta traición más grave desde la llegada de Tejero a las Cortes, va a ser previsiblemente el jefe de toda esta operación cuyo fin último es impedir la alternancia política en España. Si estamos tranquilos es que ya, definitivamente, han logrado enloquecernos.

Los más y los memos

Tomás Cuesta en ABC

A fin de no poner alarma sobre alarma —o albarda sobre albarda, pues de acémilas va el cuento—, don Ángel Gabilondo, supuesta eminencia gris del plomizo gobierno del señor Zapatero, ha lidiado en los medios la alimaña de PISA a base de meter pico (¡menudo pico tiene!) y de falsificar el temple. Según el titular de Educación, la enseñanza en España progresa adecuadamente y, si bien es verdad que en calidad pinchamos, en lo que hace a la equidad damos lecciones a cualquiera. Es decir, que, a la postre, la sociedad sin clases sólo ha echado raíces en el recinto de la escuela. Allí donde nadie es más que nadie; allí donde los más son siempre los memos; allí donde se insiste, suma y sigue, en seguir ampliando la suma de catetos.

Todos somos objetivo

Florentino Portero en ABC

Seremos objetivo de sus acciones terroristas mientras ejerzamos nuestra libertad, porque su posible efecto sobre las sociedades musulmanas es percibido por los islamistas como una amenaza directa a su propia cultura. (...) Para ellos el islam no está al otro lado de nuestras fronteras sino allí donde habita un musulmán. Si además esa tierra fue sede de un califato, mancillada por el cristianismo y el moderno laicismo relativista y multicultural, qué le voy a decir que usted no se imagine.

Rubalcaba: ¿candidato a presi... diario?

Guillermo Dupuy en Libertad Digital

En una democracia digna de tal nombre, en la que el Estado de Derecho no admita intermitencias y en el que todos –incluidos los gobernantes– estuviesen sometidos al imperio de la ley, un escándalo tan grave como el del caso Faisán sólo podría saldarse de dos maneras: o con la dimisión del ministro del Interior como responsable político del chivatazo a ETA, o con el procesamiento penal también del propio ministro del Interior, en el caso de haber sido él quien diera la orden de perpetrar semejante delito de colaboración con banda armada.

(...)

Pero ya ven ustedes. En esta España nuestra, lo único que se está dirimiendo en estos momentos respecto a Rubalcaba no es si su dimisión debería o no ir acompañada de su procesamiento penal, sino si el omnipotente vicepresidente y ministro del Interior va a ser o no el sustituto de Zapatero como nuevo candidato del PSOE a la presidencia del Gobierno.

Noticias de Qatar

Pilar Rahola en La Vanguardia

A lo largo de la historia Alá ha impuesto sobre los judíos todo tipo de castigos por ser gente maligna y corrupta. Su último castigo fue Hitler, que fue una bendición divina”. “Es necesario atentar contra mujeres israelíes embarazadas porque son el enemigo”. “Los que practican el liwaat (sodomía) o el sihaaq (lesbianismo) sólo pueden tener el mismo castigo que el fornicador: la muerte”. “El máximo anhelo de un palestino debe ser convertirse en una bomba humana”. “El castigo físico a la mujer puede ser necesario. A muchas les gustan las palizas”. Y por el camino de estas lindezas, algunas convertidas en fetuas desde la presidencia del Consejo para la Fetua y la Investigación, el jeque egipcio Yusuf al Qaradawi ha lanzado todo tipo de proclamas: desde prohibir los dibujos de Pokemon porque son “judíos y masónicos y enseñan la evolución de Darwin”, hasta convertir los textos antisemitas más terribles –como los Protocolos de los sabios de Sión– en libros de lectura obligatoria. También ha tenido tiempo de defender a Hasan al Banna, el ideólogo de los Hermanos Musulmanes, de donde cuelgan todos los grupos vinculados a Al Qaeda, además de instigar al boicot a los productos norteamericanos. Tiene vetada la entrada en Estados Unidos y en el Reino Unido y goza de un destacado lugar en la lista de los jeques de la muerte que elaboraron más de dos mil intelectuales musulmanes. Este señor tan simpático es la fuente de inspiración de la Qatar Foundation, que incluso lo homenajea con un premio anual que lleva su nombre.

Sé tú misma

Luis Suárez en La Razón

Europa vive, en estos momentos una crisis depresiva tan grave como la de 1342, y casi tanto como las de 1680 y 1929. (...) En 1342, cuando era ya evidente el tremendo fenómeno de la gran depresión, que obedecía a causas semejantes a las que hoy padecemos, el desgaste de los modos de producción por una parte, y la difusión de la inmoralidad por otra, un Papa de no mucho presti­gio vino a recordar que en la persona humana existen tres derechos que deben ser calificados de «naturales» porque no son consecuencia de ningún contrato social sino que pertenecen a su naturaleza misma: vida, libertad y propiedad. Es precisamente lo que ahora no se respeta: el aborto es el primer paso para la destrucción de la vida, y no sabemos cuáles serán los pasos siguientes en la mentalidad de los políticos, si bien es evidente que cuanto antes mueran los pensionistas mayores serán los recursos del Estado.

lunes, 13 de diciembre de 2010

Zapatero, reina madre


Desde el 3 de diciembre, Zapatero sólo reina; ya no gobierna (si es que alguna vez lo ha hecho). Se ha convertido en la reina madre del zapaterismo. Ahora quien manda (si es que alguna vez dejó de hacerlo) es don Alfredo Españanosemereceungobiernoquemienta, con la colaboración de don José (Blanco o Negro, lo que importa es que cace controladores, digo ratones) y doña Carmen Chacón, alias La Karma, que no se la ve, pero por ahí debe de andar. Y los demás... a callar y obedecer, por la cuenta que nos trae. ¡Y menuda cuenta!

Nadie alarma a los muertos

Gabriel Albiac en ABC

Que ahora vivamos en democracia no hace sin agravar la prórroga de un recorte en nuestros derechos, que suspende provisionalmente la plenitud constitucional. Que, por ejemplo, hace imposible realizar elecciones generales —esa epítome de la democracia— durante su vigencia.

Es el síntoma de una sociedad enferma. Pienso yo que terminal. ¿Quién sabe? Puede ser —¡ojalá!— que me equivoque. Diez días ya, exentos de ciudadanía, exentos de garantía constitucional. Y nadie alza la voz. Todos caminan, la cabeza gacha, bajo este cielo gris de zinc con algo de espejo de nuestra muerte.

Lo peor del caos aéreo: la reacción ecologista

Gabriel Calzada en Libertad Digital

A todos estos candidatos a ser lo peor de la crisis aérea yo añadiría uno que creo que merece competir por el dudoso honor de encabezar la lista. Se trata de la reacción del movimiento radical ecologista, liderado por Greenpeace.

(...)

El ecologismo radical se ha convertido en una extraña secta que ve positivos sucesos tan dolorosos como las recesiones económicas o los cierres del espacio aéreo y no encuentra nada positivo en que según la NASA llevemos 10 años sin calentamiento global mientras el mundo ha seguido desarrollándose y emitiendo más CO2. Algún día nuestros nietos mirarán atrás y se preguntarán cómo fue posible que un movimiento como éste se desarrollara y tuviera la más mínima aceptación social en la era del conocimiento y la información.

Rubalcaba, lo peor del felipismo y del zapaterismo juntos

Editorial de Libertad Digital

El problema es que, a día de hoy, Rubalcaba, a diferencia de Zapatero, sí podría ganarle las elecciones a Rajoy. No porque mereciera esa victoria ni mucho menos; al contrario, probablemente sea el político en activo que acumula mayor cantidad de motivos para una dimisión inmediata. Sin embargo, teniendo a su disposición el BOE, los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, Sitel, algunos de los medios de comunicación más importantes del país, la Fiscalía, gran parte de los juzgados, otros ases en la manga cuya existencia todavía desconocemos y, sobre todo, su ingenuo manipulador, el PP, pese a la que está cayendo, podría tenerlo difícil para ganar.

Viñeta de Montoro en La Razón

Viñeta de Esteban en La Razón

sábado, 11 de diciembre de 2010

Controladores aéreos

Juan Manuel de Prada en ABC

Afirmaba Baudelaire que «cualquiera puede tiranizar una gran nación, apoderándose del telégrafo y de la imprenta nacional». Eso sería antaño y en una gran nación; hogaño y en una nación hecha unos zorros como la nuestra, al tirano le basta con intoxicar las tertulietas radiofónicas y televisivas, que son el oráculo de la llamada opinión pública. «Sabemos que tenemos en contra a la opinión pública», repite compungido un portavoz de los controladores aéreos; y, en efecto, no hay tertulieta radiofónica o televisiva donde no los pongan nevaditos de gargajos, como los estudiantes de Alcalá pusieron al Buscón. Y así, nevaditos de gargajos por los prohombres y prohombras de las tertulietas, los controladores son entregados a la plebe, para que desahogue con ellos su resentimiento, mientras el tirano hace lo que le peta.

(...)

España es esa nación hecha unos zorros donde a los controladores se les aplica la ley militar para meterlos en la cárcel, mientras a los batasunos se les aplican todo tipo de tretas leguleyas para sacarlos.


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Seguían en pleno hervor los preparativos para la Semana del Odio y los funcionarios de todos los Ministerios dedicaban a esta tarea horas extraordinarias. Había que organizar los desfiles, manifestaciones, conferencias, exposiciones de figuras de cera, programas cinematográficos y de telepantalla, erigir tribunas, construir efigies, inventar consignas, escribir canciones, extender rumores, falsificar fotografías...

(...)

La nueva canción que había de ser el tema de la Semana del Odio (se llamaba la Canción del Odio) había sido ya compuesta y era repetida incansablemente por las telepantallas. Tenía un ritmo salvaje, de ladridos y no podía llamarse con exactitud música. Más bien era como el redoble de un tambor. Centenares de voces rugían con aquellos sones que se mezclaban con el
chas-chas de sus renqueantes pies. Era aterrador. Los proles se habían aficionado a la canción, y por las calles, a media noche, competía con la que seguía siendo popular: «Era una ilusión sin esperanza». Los niños de Parsons la tocaban a todas horas, de un modo alucinante, en su peine cubierto de papel higiénico. Winston tenía las tardes más ocupadas que nunca. Brigadas de voluntarios organizadas por Parsons preparaban la calle para la Semana del Odio cosiendo banderas y estandartes, pintando carteles, clavando palos en los tejados para que sirvieran de astas y tendiendo peligrosamente alambres a través de la calle para colgar pancartas. Parsons se jactaba de que las casas de la Victoria era el único grupo que desplegaría cuatrocientos metros de propaganda. Se hallaba en su elemento y era más feliz que una alondra. El calor y el trabajo manual le habían dado pretexto para ponerse otra vez los shorts y la camisa abierta. Estaba en todas partes a la vez, empujaba, tiraba, aserraba, daba tremendos martillazos, improvisaba, aconsejaba a todos y expulsaba pródigamente una inagotable cantidad de sudor.

(George Orwell. 1984)

viernes, 10 de diciembre de 2010

¿Viva la militarización?

GEES en Libertad Digital

Los juristas podrán discutir a gusto en su terreno sobre la constitucionalidad o no de la decisión del Ejecutivo ante esta crisis, pero políticamente no deja de ser chocante la salida del Gobierno. Bien por su incapacidad negociadora, bien por querer dar una imagen de resolución y mando, se abandona todo el procedimiento laboral y civil más básico y se recurre a una alternativa tan radical como inusitada, parapetándose en el malestar de cientos de miles de ciudadanos.

(...)

¿Va a recurrir de nuevo Zapatero y sus ministros a otro estado de alarma ante la próxima crisis laboral? De un Gobierno que tan poco democrático se ha mostrado en estos años y que supura una actitud de prepotencia, así como una creencia de que el Estado es su cortijo (¿no va a nombrar la ministra a quien le salga de los cojones?), concederle que puede comportarse como quiera, sin respeto a los procedimientos básicos de la democracia, es asumir un riesgo innecesario.

Quienes desde la oposición prefieren el fervor entusiasta de los afectados que se han quedado sin sus merecidas vacaciones al respeto a la más estricta legalidad cometen un gravísimo error por no denunciar al Gobierno. En democracia no todo vale. Y el manu militari como resolución de conflictos no es de recibo. Popularidad e ilegalidad pueden ir a veces perfectamente de la mano. Es de políticos responsables luchar contra esa unión nada racional por muy pasional que sea.

Estado de Rubalcaba

Humberto Vadillo en Libertad Digital

Sábado, 4 de diciembre. Se declara el estado de alarma para poner fin a la huelga de los controladores aéreos. Rubalcaba es quien toma decisiones, da explicaciones y atiende a los medios. La declaración del estado de alarma era consecuencia no necesaria de años de interesada negligencia en dotar a España de una Ley de Huelga, de la desidia dolosa de años de no formar y homologar a los suficientes controladores aéreos y de la incompetencia habitual y tontuna inoportuna de Pepiño Blanco en la gestión de Fomento.

Jamás se había decretado en la España democrática el estado de alarma. No durante el 23-F, no durante las horas largas que precedieron al asesinato de Miguel Ángel Blanco. No tras el 11-M: se declara con el Rey fuera del país, el todavía presidente Zapatero en el limbo de los nonatos y el jefe de la Oposición mirando cara a La Gomera. Gaspar Zarrías, secretario de estado de Política Institucional, insinúa connivencias del PP con los controladores. No hay respuesta oficial, cese o desmentido de estas palabras.

(...)

En contra de las apariencias, el peor legado que nos ha de dejar Zapatero no será la ruina económica sino la ruina política, institucional y aun moral en la que ha convertido a España. Queda también Rubalcaba de albacea. Anda Rajoy satisfecho con el unánime respaldo que muestran las encuestas al PP. Haría bien en considerar que heredará sólo si Rubalcaba quiere, cuando Rubalcaba quiera, en las condiciones en las que Rubalcaba quiera. La ventaja de éste es, como el mismo dice, que "lo sabe todo de todo el mundo".

Que vuelva Maleni

Emilio Campmany en Libertad Digital

Vamos a obviar por ahora los motivos que, distintos a los de la huelga, hayan podido llevar a Rubalcaba a decretar el estado de alarma para que Pepe García Domínguez no nos llame esclavos de Fu Manchú. Vamos a pasar de los muchos problemas de legalidad y constitucionalidad que plantea la militarización de los controladores para que César Vidal no nos acuse de preocuparnos más de los verdugos que de las víctimas. Vamos a soslayar las graves tribulaciones económicas de AENA, que podrían estar detrás de la necesidad de negar a los controladores derechos que, para bien o para mal, están en su convenio colectivo. Y vamos a olvidarnos de preguntar por qué el decreto del estado de alarma lo firmó Jáuregui y no Zapatero.

(...)

Encarado con el problema de los controladores y el lastre que sus sueldos suponían para una AENA que había que vender, no se le ocurrió otra cosa que pasar por sus derechos laborales como el caballo de Atila. Convirtió las horas extras que voluntariamente hacían en horas normales que estaban obligados a hacer, lo que significó básicamente incremento de trabajo y disminución de salario. Naturalmente, los encabronó. Encima, calculó mal el total de horas que entre todos tendrían que hacer y al final del año resultó que muchos ya habían cumplido y que no había bastantes controladores para cubrir las necesidades hasta el primero de enero. Pillado por el toro de su propia incompetencia, se vio en la necesidad de dictar un decreto que dijera que, de las horas que están obligados a hacer los controladores, no se pueden descontar las que emplean en estar de guardia o de baja médica, que a ver qué obrero pasa por eso. Y los controladores, acostumbrados a que en España los trabajadores que chantajean al Gobierno se salen siempre con la suya (recuerden a los de Sintel, que ocuparon la Castellana durante meses sin que nadie se atreviera a dar la orden de obligarles por la fuerza a desalojar la vía pública), jugaron un órdago que Rubalcaba no les iba a dejar ganar.

Mentir sale gratis

Florentino Portero en Libertad Digital

Un amable lector me pide que trate de explicar por qué en unos países la mentira tiene un coste político y en otros no; por qué, a fin de cuentas, en España los políticos mienten sin límite ni pudor y no pasa nada. Sin querer meterme en honduras sociológicas o antropológicas me atrevo a apuntar algún argumento que nos puede ayudar a entender cómo hemos llegado a la penosa situación en la que nos encontramos.

España es una democracia, con todo lo que ello implica. Los ciudadanos tienen la última palabra, por lo que la política se convierte en un ejercicio de comunicación entre los partidos y la ciudadanía. Los responsable políticos construyen un discurso en función de los intereses, valores y sentimientos de su potencial electorado. Cada segmento tiene sus características, del mismo modo que cada nación tiene su peculiar y exclusiva "cultura" política porque, por muy europeos que todos seamos, la política italiana no se desarrolla en los mismos términos que la francesa, ni ésta que la británica... En democracia la política es una expresión "cultural" más, en el sentido que a esta palabra le dan los antropólogos.

La mentira se vive de forma muy distinta en el mundo católico, donde siempre estamos a tiempo de arrepentirnos y confesarnos, que en el protestante, donde lavar nuestro expediente no resulta tan fácil. La historia cuenta, como cuenta la educación y siglos de convivencia en torno a unos valores determinados. En España mucha gente miente y eso no se vive como un problema sino como un mecanismo, más o menos legítimo, de defender intereses personales o corporativos. Cuando un partido político prepara un programa electoral se da por descontado que nadie se lo va a leer, ni siquiera aquellos cuyos nombres aparecen en la papeleta.

En España los políticos mienten porque son españoles, como españoles y mentirosos son sus electores. No es verdad que los españoles se escandalizan porque sus políticos les engañan. Rodríguez Zapatero lo hizo durante su primera legislatura sobre la negociación con ETA y no le supuso coste político alguno, negó la existencia de la crisis económica durante la campaña electoral y aún así once millones de electores le refrendaron su confianza. ¿No ha expresado el PP su rechazo a la reforma, léase reducción, de las pensiones cuando es perfectamente consciente de que en el caso de llegar al poder le tocará hacerlo?

Los españoles denuncian indignados que se les miente sólo cuando la mentira va unida a un daño a sus intereses. Algo semejante podemos decir de la corrupción, compañera de viaje de la mentira, que el español disculpa porque, si pudiera, quizás haría lo que supone que el político hace, pero que critica cuando va unida a la incompetencia en la gestión de los asuntos públicos.

¿No es acaso Pérez Rubalcaba el político más admirado por la izquierda precisamente porque es quien más y mejor miente de entre los suyos? ¿No se lamenta la derecha por no contar en sus filas con alguna joyita de similares condiciones?

Es verdad que en todas partes cuecen habas, pero así como los hermosos judiones que crecen a orillas del bravo Eresma no son iguales que las deliciosas fabes que nacen en los suaves prados asturianos, los políticos de cada país reflejan las características de la sociedad que los elige y patea. Los nuestros mienten con descaro y los de tierras afectas a la Reforma hacen gala de una hipocresía que revuelve el estómago al más cínico de los comensales. En democracia, para bien o para mal, los políticos son expresión de la sociedad que los vio nacer. De ahí la vieja sentencia de que cada nación tiene los políticos que se merece.

La impunidad que impulsa el proceso de paz

Editorial de Libertad Digital

El portavoz socialista en el Parlamento Vasco, José Antonio Pastor, escudándose en el "respeto" a las decisiones judiciales ha manifestado que "no se pueden estimar las resoluciones judiciales como acertadas y justas cuando a uno le vienen bien y criticarlas cuando no coinciden con los intereses de cada uno". No. Lo que no se puede es estimar como acertadas y justas todas las sentencias, tanto si de verdad así nos lo parecen como si no. Eso, lejos de ser una muestra de respeto al Estado de Derecho, es un desprecio que, entre otras cosas, borraría del ordenamiento jurídico la figura del recurso de apelación.

Aunque sea obligado el acatamiento de todas ellas, en un Estado de Derecho se puede y se debe distinguir entre sentencias excepcionales, buenas, regulares, malas o tan pésimas como la que hoy nos ocupa. El memo y antijurídico papanatismo del que hace gala el portavoz socialista no es otra cosa que una forma de eludir una valoración de una sentencia que ponga en peligro –ella sí– los intereses de los socialistas en que prosiga, aun encubierto, el "proceso de paz" con los etarras. Y no hay mejor prueba de que prosigue que viendo como avanza la impunidad.

Tal para cual

José María Carrascal en ABC

La militarización de los controladores se decretó antes del estado de alarma, lo que arroja dudas sobre su legalidad. Con el agravante de que esa militarización se basa en una ley franquista, la de Movilización Nacional de 1969, superada por la Constitución de 1978, que sólo permite militarizaciones en estado de sitio, no decretado por el gobierno. ¿Porque el estado de sitio requiere la aprobación del Congreso, y el estado de alarma, no? Dada la forma temeraria e incompetente que tiene de actuar el gobierno, la pregunta es legítima.

La coartada de ZP y el chivo expiatorio

José Antonio Navas en ABC

El Gobierno se niega a reconocer el problema de los controladores aéreos como un conflicto laboral y prefiere introducir el debate político por el atolladero judicial, con la Fiscalía anunciando penas de hasta ocho años de cárcel por un presunto delito de sedición. Nadie osará defender, ni siquiera matizar con atenuantes, el plante de los supuestos responsables del control del tráfico aéreo en nuestro país que, de una manera indirecta, han facilitado que el presidente se suba al pedestal de la necesidad para convertir en virtud los defectos de su nefasta gestión.

Crisis de sistema

Ignacio Camacho en ABC

Que la gente se lamente del egoísmo o de la corrupción de la clase política no deja de ser un reflejo desengañado de angustia ante una crisis de desamparo, pero cuando la queja alcanza a las instituciones y al propio mecanismo democrático hay motivos para un auténtico estado de alarma y conviene llamar a los bomberos porque se está quemando la cocina del sistema.

El problema es que los bomberos son los mismos que le han prendido fuego a esta desesperanza, y sólo ellos pueden sofocar el incendio a riesgo de socarrarse en las brasas.

Militarizar al atún

Ignacio Ruiz Quintano en ABC

El ejército que nos garantiza un vuelo en avión, ¿puede garantizarnos, a Gómez y a mí, un plato de atún? (...) El ponente es un caballero que describe el cambio climático como «un fenómeno de consumo no sostenible de un recurso natural que tiene la particularidad de ser intangible hasta que se transforma en un problema». ¿Un problema, decíamos? ¡El atún! Primero, la conferencia en la Escuela de Ingenieros Industriales, y luego, la cena en el Hispano, con su ensalada tibia de judías y «foie» y su «roast beef», aunque, si uno viene de salvar a los atunes, lo natural es que pase del «roast beef» y del «foie» y se conforme con chupar un manojillo de raíces. Nos quitaron los zorzales de Burgos, nos quitan el atún de Barbate, nos quitarán el lechazo de Campaspero... Y los militares, ¿dónde están?

Gentucismo

Hermann Tertsch en ABC

En una comida en la sede del ministerio que tan sabiamente dirige, doña Pajín presentó el 17 de noviembre a su nuevo fichaje, compañera de mil fiestas, a un grupo de diputados y senadores. Alguien debió ser tan descortés como para recordarle a Pajín la regla administrativa que no cumple su amiga que, si a alguien pudiera interesar, se llama Nuria Espí de Navas. La respuesta fue contundente. Doña Leire en estado puro: «Sólo faltaría que la ministra no pueda nombrar a quien le salga de los cojones». (...) La derecha lleva gobernando, según nos cuentan los magos de las ciencias sociales del progreso, unos cinco mil años. La izquierda auténtica, los herederos de la impoluta democracia de la II República, tan sólo siete. «Ahora nos toca.» Por eso hay que romper ahora todas las reglas y, cuando molestan, también las leyes. Por cojones.

El dormitorio de Franco

Carlos Herrera en ABC

En la España de la anormalidad todo es posible. Que acabe siendo normal que un coronel trabaje en la torre de control de Barajas, que el estado de Alerta, o de Alarma, que no lo tengo claro, persista durante quince días —como si durante quince días estuviese sonando la alarma de su casa— o que una Comisión de Seguimiento de la Memoria Histórica presione a Patrimonio nacional para que supriman el dormitorio de Franco del recorrido de visitas del Palacio del Pardo… Y que Patrimonio lo conceda. En España empieza a ser normal lo anormal, incluidos los anormales que gestionan la cosa pública, sean inútiles, caraduras o timoratos.

(...)

Si la práctica de la contemplación de la historia consiste en eliminar aquello que ha resultado contrario a la dinámica democrática del siglo XXI que cierren inmediatamente Auschwitz, que dinamiten la momia de Lennin y que clausuren los osarios de Pol Pot.


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El Partido dijo que Oceanía nunca había sido aliada de Eurasia. Él, Winston Smith, sabía que Oceanía había estado aliada con Eurasia cuatro años antes. Pero, ¿dónde constaba ese conocimiento? Sólo en su propia conciencia, la cual, en todo caso, iba a ser aniquilada muy pronto. Y si todos los demás aceptaban la mentira que impuso el Partido, si todos los testimonios decían lo mismo, entonces la mentira pasaba a la Historia y se convertía en verdad. «El que controla el pasado —decía el slogan del Partido—, controla también el futuro. El que controla el presente, controla el pasado.» Y, sin embargo, el pasado, alterable por su misma naturaleza, nunca había sido alterado. Todo lo que ahora era verdad, había sido verdad eternamente y lo seguiría siendo. Era muy sencillo. Lo único que se necesitaba era una interminable serie de victorias que cada persona debía lograr sobre su propia memoria. A esto le llamaban «control de la realidad». Pero en neolengua había una palabra especial para ello: doblepensar.

(George Orwell. 1984)

Su Excelencia

Alfonso Ussía en La Razón

Él está hecho para mandar más y a más gente, civil y militar, sin restricciones. Zapatero y Rubalcaba están de capa caída, pero Blanco manda mucho, como ha reconocido el deslenguado José Bono. Y no es alto de estatura física, es gallego y su apellido tiene rima consonante con el pasado. Oigo la voz de David Cubedo en el No-Do: «Su Excelencia el Jefe del Estado, Generalísimo Blanco»…

Blanco no se comporta como un militar aunque eche mano de ellos para cubrir sus errores. Admira a los hombres que no conocen la mentira desde su condición de gran mentiroso. Son lógicas las caricaturas, pero ásperas para quienes tenemos a los militares como un ejemplo permanente. Y en su intención, se quedan cortas. Blanco no quiere ser el coronel al que su inferior le informa de la situación del regimiento. Vuelve la pesadilla. Blanco en el balcón principal del Palacio Real. Y el grito de la multitud socialista: «¡Blanco, Blanco, Blanco, Arriba España!».


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Nadie oía lo que el gran camarada estaba diciendo. Eran sólo unas cuantas palabras para animarlos, esas palabras que suelen decirse a las tropas en cualquier batalla, y que no es preciso entenderlas una por una, sino que infunden confianza por el simple hecho de ser pronunciadas. Entonces, desapareció a su vez la monumental cara del Gran Hermano y en su lugar aparecieron los tres slogans del Partido en grandes letras:

LA GUERRA ES LA PAZ

LA LIBERTAD ES LA ESCLAVITUD

LA IGNORANCIA ES LA FUERZA

Pero daba la impresión de un fenómeno óptico psicológico de que el rostro del Gran Hermano persistía en la pantalla durante algunos segundos, como si el «impacto» que había producido en las retinas de los espectadores fuera demasiado intenso para borrarse inmediatamente. La mujeruca del cabello color arena se lanzó hacia delante, agarrándose a la silla de la fila anterior y luego, con un trémulo murmullo que sonaba algo así como «¡Mi salvador!», extendió los brazos hacia la pantalla. Después ocultó la cara entre sus manos. Sin duda, estaba rezando a su manera.

Entonces, todo el grupo prorrumpió en un canto rítmico, lento y profundo: «¡Ge-Hache. Ge-Hache... Ge-Hache!», dejando una gran pausa entre la G y la H. Era un canto monótono y salvaje en cuyo fondo parecían oírse pisadas de pies desnudos y el batir de los tam-tam. Este canturreo duró unos treinta segundos. Era un estribillo que surgía en todas las ocasiones de gran emoción colectiva. En parte, era una especie de himno a la sabiduría y majestad del Gran Hermano; pero, más aún, constituía aquello un procedimiento de autohipnosis, un modo deliberado de ahogar la conciencia mediante un ruido rítmico. A Winston parecían enfriársele las entrañas. En los Dos Minutos de Odio, no podía evitar que la oleada emotiva le arrastrase, pero este infrahumano canturreo «iG-H... G-H ... G-H!» siempre le llenaba de horror. Desde luego, se unía al coro; esto era obligatorio. Controlar los verdaderos sentimientos y hacer lo mismo que hicieran los demás era una reacción natural.

(George Orwell. 1984)

Escondido

Cristina L. Schlichting en La Razón

La mañana del sábado el Gobierno anunció por escrito a los medios que José Luis Rodríguez Zapatero comparecería en rueda de Prensa para proclamar el estado de alarma y la militarización de los controladores. Fue mayúscula la sorpresa cuando el que apareció fue Alfredo Pérez Rubalcaba. La adopción de una medida castrense en un régimen democrático parece exigir la presencia y la explicación pública del jefe de Gobierno. La decisión de la comparecencia de Rodríguez Zapatero estaba tomada, como demuestra el despacho enviado a los medios de comunicación, negro sobre blanco. ¿Qué pasó para que el vicepresidente primero sustituyese al jefe en el transcurso de unos minutos? ¿Qué consideraciones pesaron en el ánimo del presidente para parapetarse detrás de su segundo?

Viñeta de Montoro en La Razón

Viñeta de Esteban en La Razón

jueves, 9 de diciembre de 2010

Un conflicto buscado

Luis del Pino en su blog de Libertad Digital

Chacón admitió ayer en la Ser que el ejército fue prealertado en la mañana del viernes, es decir, antes de la aprobación del decreto que desató el conflicto (el decreto que volvía a endurecer las condiciones laborales de los controladores).

Por tanto, el Gobierno sabía que la nueva vuelta de tuerca a los controladores podía desatar un plante masivo del colectivo.

A pesar de lo cual, el Gobierno - en lugar de esperar cuatro días, para que pasara el puente y el caos fuera el menor posible, cosa que podía haber hecho perfectamente - sacó de todos modos el decreto, desatando el caos.

Y, a continuación, para responder a un caos perfectamente previsto, decreta de modo ilegal el estado de alarma y pone a los controladores bajo jurisdicción militar, violando de forma clamorosa la Constitución.

Controlador

Juan Pablo Colmenarejo en La Razón

Veinticuatro horas antes de la intolerable desbandada en las torres de control, los militares ya estaban avisados. Así se lo han contado los uniformados a los controladores civiles. (...) Los controladores eran presa barata en el mercado de la opinión pública. El puñetazo en la mesa siempre ha gustado mucho en España. El PP no hubiera querido ni podido porque no tienen al controlador. Un Gobierno del PP hubiera vuelto a subirles el sueldo como en 1999 para quitarse el problema. Ni alarma ni nada. No lo hicieron después de la matanza de los trenes en 2004. Tampoco la policía disolvió las manifestaciones ilegales frente a las sedes del PP. Entonces apareció Rubalcaba megáfono en mano. Ahora le ha bastado con tocar el cornetín para controlar también el cielo.

Oigo, Patria, tu aflicción

Luis Alejandre en La Razón

No sé exactamente, si somos víctimas de alguna de las estrategias de manipulación social definidas por este ácrata filósofo norteamericano, Noam Chomsky, como la de «saber crear problemas, para después ofrecer soluciones» en las que se juega manipulando a la opinión pública ante un problema, para que exija leyes y medidas de seguridad coercitivas que, en consecuencia, refuerzan los propios instrumentos de poder del manipulador.

Cuando Rajoy se enfada

Paco Reyero en La Razón

Durante estos años, el líder del PP ha sido «el que espera que salga la reina de Saba frente a un cinematógrafo» (Enzensberger, del poema Hotel Fraternité). Con Zapatero, la reina de Saba se ha ido del cine y está esperando el metro para exiliarse, por lo menos, a Aluche; y pronto se darán el bote Salomón y todos los extras. Como sala, la España de ZP es aquel teatro anárquico de Fellini donde las madres ponían a orinar a los niños en el patio de butacas y los espectadores arrojaban gatos negros a los actores.

La medium de Aena

Rafael Martínez Simancas en ABC

El Ministro de Fomento ha visto que en Tele 5 aparece una medium que contacta con los espíritus de los famosos y dialoga con ellos, y ha copiado la idea. Lo mejor es que la medium no habla español y los fallecidos tampoco hablaban inglés, (quizá por ahí podamos mejorar los resultados académicos del informe PISA puesto que al morir aprendemos lenguas que en vida tanto nos costaron). Blanco se ha dicho: «Si estos tragan con la medium ahora van a tragar con el estado de alarma», y militarizados estamos hasta nueva orden.

(...)

Hay que volver a traducir la idea de Mc Luhan, digamos que «el miedo es el mensaje» y se podrá entender mejor el estado de alarma. Un truco a gran escala, da igual separar las aguas del Mar Rojo que abrir el espacio aéreo español, otorga a su autor la categoría de patriarca respetable. (...) Es Rubalcaba el que nos hace creer que sólo él puede cortar la cabeza del dragón y nos lo tragamos (Rajoy el primero), como lo de la medium de ojos claros, como si las almas en pena hubieran tenido necesidad de aprender idiomas. Una desmesura que habla de nuestra tierna pardillez.

Estado de alarma en educación

Fernando Fernández en ABC

Un aniversario previsiblemente insulso de la Constitución nos ha traído sin embargo una inesperada novedad. El estado de alarma puede ser decretado para devolver la normalidad a los servicios públicos esenciales. Ese es al menos el aparente consenso de constitucionalistas y opinión pública. No lo comparto porque me cuesta calificar de calamidad pública o catástrofe natural el cierre del espacio aéreo. Pero como no soy experto jurista, acato su sabia doctrina y me limito a extraer las consecuencias oportunas. Teníamos un problema y lo hemos resuelto es el nuevo catecismo de la izquierda. Sobra recordar que cuando Aznar pronunció esa frase ardió Troya, pero la vida cambia y las opiniones también, según el color del gobierno de turno.

(...)

Propongo aplicar a la educación la doctrina Rubalcaba, no me atrevo a llamarla Zapatero porque todavía ando buscándole. Hay un problema, resolvámoslo. Suspendamos los derechos sindicales de los profesores y maestros, recalculemos sus horas de trabajo para incluir solo las que están dentro del aula, retirémosles el derecho a elegir a los directores de Centros y de organizar su jornada de trabajo, ignoremos sus propuestas educativas pues solo piensan en mantener sus privilegios, liberémosles de la captura sindical, animémosles a delatar las presiones recibidas de sus colegas y representantes, amenacémosles con importar profesores —los hay a manadas en el mundo hispánico y a menor coste—, y si aún así se resisten procesémosles por sedición.

Agüita amarilla

Ignacio Ruiz Quintano en ABC

Ni un cigarro, canta Paquita la del Barrio. Ni una cerveza, contesta, en la misma onda, Rubalcaba, el Cromwell de Solares. El otro Cromwell, el de Huntingdon, antes de darles de palos, gritó a los escoceses: «¡Por los clavos de Cristo, os ruego que consideréis la posibilidad de estar equivocados!», lo cual impresionó mucho a Carlyle. Ellos creyeron que no lo estaban y ya ven lo que pasó. Si Rubalcaba hubiera obrado así con los controladores, ahora no sería un caudillo. Como tal, al menos, se fue con Gallardón a inaugurar una comisaría en Usera. (...) En América, Rubalcaba y Gallardón sólo serían dos personajes de la Loca Academia de Policía y habrían improvisado en la comisaría un bar de Moe cantando «Agüita amarilla» de Carbonell con una «Duff» de las de Homer Simpson en la mano.

El cáliz

Ignacio Camacho en ABC

Al aceptar esta meridiana renuncia de sus propias convicciones con tal de permanecer en el poder, Zapatero se inmola como dirigente de futuro y anula el discurso electoral de cualquier eventual sucesor. ¿De qué oculta agenda de intenciones antisociales puede él o cualquier otro acusar ya al PP? ¿De vender empresas públicas? Ya las ha vendido él. ¿De congelar pensiones? Ya las ha congelado. ¿De suprimir prestaciones sociales? Ya las ha suprimido. ¿De bajar salarios? Ya los ha bajado. Y a todo ello le ha añadido la militarización forzosa de un colectivo civil, expresión extrema de autoritarismo.

Por qué el Gobierno es delincuente

Pío Moa en Libertad Digital

La colaboración del Gobierno con la ETA, enmascarada como "proceso de paz" y "diálogo", convierte a ese Gobierno en delincuente y degenera el Estado de derecho y la democracia. Y la no aplicación de la ley, permitiendo a los políticos situarse por encima de ella, revela que la justicia en España está a su vez envilecida por los enemigos de Montesquieu, incluido el PP. Como incluye al PP la responsabilidad por todo este proceso, ya que ese partido no ha ejercido de oposición ("la economía lo es todo", dice su líder-pensador). Nos encontramos con una democracia en plena involución, dirigida pura y simplemente por políticos corruptos que han convertido su profesión en una forma de delincuencia.

La pusilanimidad alienta nuevas provocaciones

Editorial de Libertad Digital

La indigna renuencia del Ejecutivo español a condenar actos tan execrables como los perpetrados por Marruecos hace escasas semanas en el Sahara no se borra con la tibia y tardía condena que finalmente tuvo que suscribir el PSOE para no quedarse solo en el Congreso. Y, desde luego, esa pusilanimidad, como ha quedado por enésima vez en evidencia, lejos de aplacar las provocaciones de Rabat, no hace otra cosa que alentarlas.

El caso Wagner

Javier Moreno en Libertad Digital

Friedrich Nietzsche, filósofo apasionado, amó primero y odió después, intensamente, a su contemporáneo y conocido Richard Wagner. Pasó de considerar su arte como la más excelsa expresión del espíritu humano a percibir en el mismo una degeneración casi corporal. Y es que, para Nietzsche, la importancia de una filosofía no radicaba tanto en su contenido de verdad cuanto en la salud de cuerpo y mente indisociables que revelaba. Habría, según su juicio, unas filosofías de negación y otras de glorificación de la vida, unas sabidurías de decadencia y otras de grandeza, unas ideas que conducían al rebaño y otras al individuo, con los respectivos y consiguientes colapsos y triunfos de la civilización.

Nada soliviantaba más a Nietzsche que la deliberada negación del interés y el egoísmo como fundamento de nuestro obrar en sociedad. El presunto desinterés del que decían partir los asimismo presuntos altruistas de su tiempo repugnaba a su gusto, que gozaba de un muy fino olfato para detectar el hedor de los fariseísmos, tartuferías y mojigaterías a los que es proclive nuestra naturaleza, siendo en ese aspecto un precursor de la psicología evolucionista. Seguramente se equivocó al señalar al cristianismo como culpable último de estas imposturas, y se equivocó al creer que Dios podía morir tan fácilmente entre los hombres. Lo que sucedía es que el disfraz que entonces llevaban los representantes de la decadencia vital era el de la caridad cristiana, porque cada época tiene sus modas y vestimentas del alma.

Hoy, en cambio, las cosas son notablemente distintas. Un fino psicólogo y sociólogo de decadencias, testigo de nuestro tiempo, el literato francés Michel Houellebecq, falla también al diagnosticar el mal que ahora nos asola, y mira a los mercados y al liberalismo, creyendo que han provocado la ruptura de instituciones tradicionales que sustentaban la armonía social, tales como la familia o la religión, sin ofrecer alternativas. Pero es más bien la negación de nuestra naturaleza, primero –como sí comprendió Nietzsche– y de la libertad, después, la principal causa de las catástrofes sociales, políticas y económicas, tanto en la actualidad como en la antigüedad. Da igual en nombre de qué elevados ideales se nieguen ambas. Ahora podríamos hablar de ecologismo, socialismo, independentismo, multiculturalismo, islamismo o altermundismo, pero los "ismos" son potencialmente ilimitados. Se trata, no lo olvidemos, de negar por cualquier medio la libertad y la naturaleza humanas, justificando el medio los supuestos fines. Y esto se hace en aras de la dominación de unos hombres sobre otros.

Tras enemistarse unilateralmente con Wagner, Nietzsche escribió, con su habitual maestría, un panfleto contra el músico: El caso Wagner. Richard Wagner no era precisamente un ejemplo de moderación y racionalidad. Hábil polemista y genial creador, sentía una profunda aversión por los judíos, lo que expresó, con particular virulencia, en otro panfleto: El Judaísmo en la Música. Elautor de las sublimes Tannhäuser y Parsifal demostraba ser presa de las más primitivas emociones al juzgar a los miembros de una minoría racial, a algunos de los cuales, por cierto, les debía mucho. Hoy su antisemitismo se considera un anuncio del que, menos de un siglo después, llevaría al holocausto. Como Hitler es el supremo demonio del siglo XX –Stalin no es tan tenido en cuenta– su "inspirador" Wagner se encuentra entre sus arcángeles infernales, el que puso música a la tragedia.

Cabría preguntarse si Wagner, como representante del "mundo de la cultura" de su tiempo, dispondría hoy de un estatuto especial que otorgase a sus prejuicios políticos carta de ciudadanía ejemplar. Aquí y ahora, en la España de nuestro tiempo, los autodenominados representantes del "mundo de la cultura", cuyas creaciones –las más de las veces vulgares interpretaciones– distan mucho de igualar, tanto en elaboración como en calidad, a las de Wagner, se arrogan de ser referentes morales en la arena política. Firman manifiestos, se reúnen ante las cámaras de televisión –el ojo tan proclive a las ilusiones ópticas del público– y proclaman la superioridad de la izquierda sobre la derecha, de la igualdad sobre la libertad, del socialismo sobre el capitalismo y, claro está, de la cultura, tal y como ellos la entienden, sobre la incultura, o cultura distinta a como ellos la entienden.

Y aquí es importante aclarar cómo ellos entienden la cultura. Pensemos por ejemplo en los esperpénticos personajes de Almodóvar, ese héroe de nuestra cultura patria: planos, esquemáticos, sin una dimensión humana profunda. Revelan a miembros y miembras producto de la democratización extrema del rebaño humano. Igualados por su desenfreno vital y su falta completa de otro referente moral que la propia igualdad, estos peleles que inspirarían pena si se superase el asco de su contemplación, reflejan las fantasías ideológicas de su autor.

El paradigmático caso Wagner debería ilustrarnos sobre la poca autoridad moral que tienen los artistas, tomados como tales. Y si Wagner no merecía autoridad moral alguna, con lo inefable e indiscutiblemente superior de su arte, ¿qué podríamos decir de este conjunto de indigentes intelectuales de nuestra moderna cultura de masas, que administran el auténtico opio que es el socialismo al pueblo, por vía audiovisual?

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Aniversarios, alarmas, picaresca

José María Carrascal en ABC

No sé si un día sabremos lo que pasó el 3 de diciembre de 2010 en España, como no sabemos lo que pasó el 23 de febrero de 1981. Lo que sí sé es que no nos lo han contado todo. Y de lo que estoy seguro es que no nos lo contarán mañana Zapatero ni Rubalcaba en el Congreso. Claro que no han conseguido poco: que, con el jaleo, se olviden los 426 euros que, al mismo tiempo, quitaban a los parados sin subsidio. Que para ellos representan bastante más que para los controladores su rebaja de sueldo. Por cosas como ésta llamamos listo a Rubalcaba. En España, siempre ha gustado la picaresca.


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Mientras no acabe el estado de alarma, todo es estado de alarma.

Viñeta de Esteban en La Razón