jueves, 9 de diciembre de 2010

Estado de alarma en educación

Fernando Fernández en ABC

Un aniversario previsiblemente insulso de la Constitución nos ha traído sin embargo una inesperada novedad. El estado de alarma puede ser decretado para devolver la normalidad a los servicios públicos esenciales. Ese es al menos el aparente consenso de constitucionalistas y opinión pública. No lo comparto porque me cuesta calificar de calamidad pública o catástrofe natural el cierre del espacio aéreo. Pero como no soy experto jurista, acato su sabia doctrina y me limito a extraer las consecuencias oportunas. Teníamos un problema y lo hemos resuelto es el nuevo catecismo de la izquierda. Sobra recordar que cuando Aznar pronunció esa frase ardió Troya, pero la vida cambia y las opiniones también, según el color del gobierno de turno.

(...)

Propongo aplicar a la educación la doctrina Rubalcaba, no me atrevo a llamarla Zapatero porque todavía ando buscándole. Hay un problema, resolvámoslo. Suspendamos los derechos sindicales de los profesores y maestros, recalculemos sus horas de trabajo para incluir solo las que están dentro del aula, retirémosles el derecho a elegir a los directores de Centros y de organizar su jornada de trabajo, ignoremos sus propuestas educativas pues solo piensan en mantener sus privilegios, liberémosles de la captura sindical, animémosles a delatar las presiones recibidas de sus colegas y representantes, amenacémosles con importar profesores —los hay a manadas en el mundo hispánico y a menor coste—, y si aún así se resisten procesémosles por sedición.

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