domingo, 12 de junio de 2011

Siniestro panorama

Gracias a las miembras y miembros progresistas y progresistos del Tribunal Constitucional, Bildu se ha hecho con el gobierno de muchos, siempre demasiados ayuntamientos, entre ellos el de San Sebastián. Los "indignados" han protestado... en Vitoria. Y en todo el "Estao". Pero sólo contra los alcaldes del PP, demostrando una vez más que están en contra del bipartidismo. Prefieren el partido único.

España...



ETA toma el poder

Editorial de Libertad Digital

La traición de seis miembros del Tribunal Constitucional ­–es decir, del Gobierno– a la Nación se ha consumado este sábado con la toma de posesión de los concejales de Bildu, la marca blanca de ETA. La banda terrorista continúa de este modo instalada en las instituciones ­–donde ya estaba merced a la inaplicación socialista de la Ley de Bases de Régimen Local en contra de ANV–, pero a partir de ahora lo hará con más poder que nunca, tal como ilustra el hecho de que haya tomado el mando de la capital de una de las tres provincias forales.

La situación es desoladora, no sólo porque de nuevo ETA va a contar con una plataforma para financiarse, conseguir información sobre sus potenciales víctimas y continuar con su labor propagandística; también lo es porque millares de ciudadanos pasarán a vivir bajo la bota de consistorios pro-etarras, que ya se han afanado en retirar las banderas españolas para mostrar cuáles son sus intenciones. Pero, sobre todo, lo es porque esta catástrofe podría haberse evitado si simplemente el Partido Socialista no hubiese presionado a sus jueces del Constitucional para que sobrepasaran sus competencias y enmendaran la plana al Supremo.

Al fin y al cabo, el desarrollo natural de los acontecimientos, desde la policía a los jueces, estaba conduciendo a la ilegalización de Bildu, esa coalición de tres partidos cuya pieza esencial son los restos de Batasuna. Sus conexiones con ETA estaban bien asentadas, tanto que el PSOE tuvo que intervenir en el Constitucional para garantizar que la banda terrorista estuviera en las elecciones y, de este modo, salvar un proceso de rendición ante los pistoleros que, todavía hoy, sigue abierto.

En este sentido, conviene recordar la línea roja que el propio PP se encargó de trazar hace tres años: que ETA permaneciera en los ayuntamientos iba a ser la señal inequívoca de que las conversaciones entre el Ejecutivo y la banda seguían produciéndose, por lo que se impondría un giro de 180 grados en su acomodaticia política antiterrorista. Ese momento ha llegado: con los criminales copando las instituciones, España necesita más que nunca una Oposición de verdad que se enfrente al desmantelamiento de su Estado de Derecho. La marea azul que recubre todo nuestro territorio no puede olvidarse de lo que está pasando en el País Vasco.

Ilustrísimos batasunos

Ignacio Camacho en ABC

Otro lance de gloria para el legado de Zapatero: los herederos de Batasuna no sólo han vuelto a los ayuntamientos sino que desde ayer gobiernan en el de San Sebastián y en media Guipúzcoa. Veinticinco años después, los continuadores de ETA están en mejores posiciones políticas que en 1987, sin haber condenado los crímenes, sin pedir perdón y sin que se haya disuelto la banda. En los ordenadores de las instituciones a las que acaban de acceder tienen acceso a los datos personales, censales y fiscales de los ciudadanos y las empresas del País Vasco. Y quizá pronto, si el Constitucional legaliza Sortu en coherencia con su propia doctrina reciente, volverán a sentarse en el Congreso de los Diputados. El constitucionalismo ha retrocedido y el Partido Socialista de Euskadi se ha pegado un severo batacazo. Ya está consumado el comienzo del nuevo orden, que consiste en volver al viejo. El presidente puede estar satisfecho: de triunfo en triunfo hasta el fracaso final.

Quizá por casualidad siniestra, la llegada de los postbatasunos al poder local coincide con el trigésimo aniversario de la Asociación de Víctimas del Terrorismo, a cuya celebración el Gobierno ha enviado a un delegado de tercer nivel. Las vestales de la dignidad, que durante tres décadas han sostenido la energía moral de la democracia frente al terror sin un solo gesto de rencor ni un soplo de venganza, han recibido como regalo de efemérides una bofetada. Un gigantesco paso atrás en la resistencia del Estado, que ha abierto sus muros en canal para que los legatarios de ETA penetren sin obstáculos hasta la tierra que hasta ahora nadie les había prometido. A partir de hoy, las víctimas tendrán que tratar de ilustrísimos señores a los albaceas de sus verdugos.

Incluso en la muy optimista y poco probable hipótesis de que la legalización de Bildu y su consiguiente acceso franco a municipios y diputaciones constituya un avance en el proceso de aislamiento y deslegitimación de ETA, el presunto beneficio pragmático de esta operación incumpliría una premisa esencial de la lucha antiterrorista: el de no permitir contrapartidas políticas a cambio del cese de la violencia. El Estado ha puesto el carro delante de los bueyes y se ha desdicho de su propia doctrina de identidad de fines, rompiendo el consenso político y dejando además una grave quiebra en la cúpula del poder judicial. La policía ha sido burlada, las víctimas ofendidas y los partidos constitucionalistas vascos se han quedado colgando de la brocha con la que trataban de pintar un horizonte de esperanza. La estrategia del zapaterismo les ha retirado la escalera, derribando de paso a quienes, como el exalcalde donostiarra Elorza, aplaudían el statu quoque les ha dejado a la intemperie.

Ayer fue un mal día para la democracia. Siempre lo es el momento en que la libertad permite que se aprovechen de ella sus enemigos.

El peor día

Alfonso Ussía en La Razón

Hoy pienso en muchos seres queridos que estarían con nosotros. En mil inocentes enterrados y dispersos por los cementerios de España. En el vuelo de las cenizas de los asesinados por ETA posándose en sus lugares arraigados. Hoy pienso en los heridos, los familiares y los amigos de todos aquellos que callaron para siempre por el disparo en la nuca o la explosión traidora. Hoy pienso en la desesperación de los padres que despidieron a sus hijos camino del colegio y pocos minutos después los recogían, ya sin vida, ya sin nada, de los charcos tremendos de sus sangres. Hoy pienso en el sufrimiento insuperable de los secuestrados, en los «zulos» de la ignominia, en las celdas de castigo de quienes eran encerrados de acuerdo a la ley de los criminales con el precio de sus vidas marcados en su terror. Hoy me acuerdo de los vascos que día tras día, amenazados, insultados, golpeados y humillados, han resistido la brutalidad y la chulería de quienes de nuevo, gracias a seis dóciles, ocuparán un lugar en las instituciones democráticas de un Estado de Derecho que ellos pretenden pulverizar. Hoy me acuerdo de los navarros, también amenazados y controlados por los sicarios de la ETA. Hoy me acuerdo de Alfredo Pérez-Rubalcaba, el ministro del Interior que ha ayudado desde las sombras, como siempre hace, el retorno a las instituciones de los compañeros de los asesinos. Hoy me acuerdo de José Luis Rodríguez Zapatero, la mayor calamidad política que ha gobernado España en su periodo de libertad, el iluminado tonto que ha aplaudido sin reservas la presencia de «Bildu» en las elecciones. Hoy me acuerdo de todos los periodistas del pesebre, que desde sus medios afines al Gobierno, se han traicionado a sí mismos defediendo lo indefendible. Hoy me acuerdo de los doscientos mil vascos que han tenido que abandonar, sólo para disfrutar la seguridad de la supervivencia, la tierra de sus antepasados, su propia tierra. Hoy me acuerdo de los políticos que alcanzaron un acuerdo histórico y echaron de las instituciones a los asesinos. Y hoy me acuerdo de los que han abierto las puertas a los mismos que antaño expulsaron. Hoy me acuerdo de los jueces, fiscales y magistrados asesinados por la ETA. De los militares. De los guardias civiles y policías nacionales. De los miembros de la «Ertzantza», de los empresarios, de los obreros, de los civiles, de los niños quebrados por la barbarie del terrorismo. Hoy, que tendría que ser un día normal y alegre para España con la formación de los nuevos parlamentos autonómicos y ayuntamientos, es un día trágico y nauseabundo. Hoy, entre los socialistas y sus mandados del Tribunal Constitucional han levantado en España un monumento al terrorismo. No a las víctimas del terrorismo, sino a los terroristas. Cuando Irene Villa, recién casada, se quite esta noche sus dos piernas de mentira, se acordará como tantos otros de los seis nombres de la vergüenza. Pascual Sala, Eugeni Gay, Elisa Pérez Vera, Luis Ignacio Ortega, Pablo Pérez Tremps y Adela Asúa. Nada malo les deseo. Me gustaría saber que vivirán en paz y armonía si logran superar los cuchillos de sus conciencias. Pero hoy tendrían que abandonar todos ellos sus cómodos sillones del Tribunal Constitucional. Por decencia y por penitencia. Y renunciar a sus escoltas y sus coches oficiales. Nada tienen que temer. Hoy les exijo, sólo desde mi voz, que se vayan, como se irán en pocas semanas los que les indujeron u ordenaron culminar la traición a nuestras víctimas y nuestro futuro.

Viñeta de Montoro en La Razón

Fueros del trabajador

Ángela Vallvey en La Razón

Un país incapaz de crear riqueza, alentar a los emprendedores, facilitar la abundancia de trabajo; que sólo genera empleo público, funcionarial, bajo la protección del sacrosanto Estado. Que ama las nacionalizaciones y teme a las «privatizaciones» porque las entiende como robo y acto de «codicia». España lleva casi 8 décadas demostrando su insolvencia para crear empleo desde la «iniciativa privada» (esa que no gustaba a Franco y sigue sin gustar a nadie), sofocando la producción y el crecimiento individuales. Y forjando una sociedad injusta terriblemente dividida en dos: ultra-protegidos trabajadores (funcionarios o contratados indefinidos) ante desempleados, becarios, jóvenes precarizados… Así nos va.