martes, 7 de junio de 2011

El dóberman y el perroflauta

Tomás Cuesta en ABC

A los que acampan en Sol (por sus respetos, a sus anchas y sin respetar a nadie) les quedan más lejanas las consignas de Mayo que las soflamas de Marine Le Pen, pongamos por ejemplo, y al que le pique, que se rasque. La abanderada del Frente Nacional también ha denunciado la dictadura del sistema. Ha sacado las uñas contra los atropellos del mercado. Se ha colocado al margen de una casta política que es el instrumento de intereses espurios y ya «no representa» a los verdaderos ciudadanos. O sea que, en resumen, sin novedad en la jaima. «Nihil novo sub sole», afirmaría la pancarta de un latinista en paro. Mal que les pese a aquellos que se obstinan en derramar incienso sobre la peste (parda) el collarín argumental de los perros de presa es el mismo que gastan hoy los perroflautas.

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El 15-M es un relato paralelo al auge de la extrema derecha en parte de Europa, parcialmente visible en España a través de la «Plataforma X Catalunya», cuya dinámica aboca a la superación de la democracia previa deslegitimación; es decir, a las viejas utopías totalitarias resumidas en 140 caracteres y a la nostalgia revolucionaria de las cacerolas, cuando todo parecía posible, incluso un Gobierno que no nos mienta. El retorno a las cavernas es una hipótesis verosímil para cada vez mayor número de economistas. En Sol, ya han llegado sin que les preocupen en absoluto las coincidencias entre galgos y podencos.

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