La asunción de un decálogo como éste permitiría anteponer la libertad y la igualdad de los ciudadanos a los privilegios y, de esa manera, el sistema aún podría salvarse. De lo contrario, si continuamos con uno que hasta los nacionalistas ven ya quebrado, sólo queda esperar a que tenga lugar su extinción final.
martes, 19 de enero de 2010
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