Los estudiantes, ya sean de primaria, secundaria o bachillerato no deben recibir formación política en las aulas, materia que es de curso obligatorio en las dictaduras pero que no tiene cabida en un país libre donde todas las opiniones políticas, incluso las anticonstitucionales, son legítimas. Lo mismo puede decirse de las cuestiones de orden moral. El Estado no puede establecer una moral oficial que colisione con la moral privada de los individuos, la única válida. Hacer lo contrario, es decir, adoctrinar a los estudiantes en un paradigma político y moral concreto, es volver a la Formación del Espíritu Nacional que se estudiaba durante el franquismo.
martes, 19 de enero de 2010
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