jueves, 13 de noviembre de 2008

Entre la xenofobia y la temeridad debería estar la prudencia

Me pregunto qué sentido tiene permitir una cantidad tan elevada de musulmanes en los países occidentales, siendo una proporción no desdeñable de los mismos enemigos de nuestra civilización, de la religión mayoritaria y de la democracia. Y me pregunto también qué porcentaje de estos musulmanes no estarían dispuestos, llegado el momento, a convertirse en terroristas suicidas o, en el mejor de los casos, realizar labores de espionaje o sabotaje. Queramos verlo o no, tenemos al enemigo en casa; y no porque nosotros lo seamos de ellos, sino porque ellos nos consideran enemigos. Cierto que no todos, pero, repito, sí una parte considerable.

Siempre habrá alguien, que leyendo esto, se apresure a etiquetarme de xenófobo, pero yo sólo diré que deberíamos tener siempre bien presentes los nombres de tres ciudades: Nueva York, Madrid y Londres.

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