martes, 2 de junio de 2009

Indignación

En el momento en que un óvulo es fecundado por un espermatozoide, una nueva vida comienza su andadura. Esto es lo que nos dicen la ciencia y el sentido común, no sólo la Iglesia. Es por ello indignante que se nos pretenda etiquetar a todos los que no comulgamos con la rueda de molino del aborto libre como poco menos que unos meapilas de misa diaria y confesión. El que esto aporrea en el teclado, por ejemplo (soy el ejemplo que tengo más a mano), pisa las iglesias menos que Satanás. Pero no por ello deja de indignarme, por otra parte, que se defienda el aborto atacando a la Iglesia a cuenta de esos sacerdotes que abusan de los niños, como si eso les diera la razón. Esos individuos son las ovejas negras que hay en cualquier "gremio" (¿verdad que sí, señores políticos?) y su repugnante existencia no resta un ápice de legitimidad a la justa defensa de la vida humana que la Iglesia católica lleva a cabo. Si los defensores del aborto quieren lavar sus conciencias, mejor sería que lo hicieran sin ensuciar las de los demás. Como no deja de ser indignante que se atente contra la vida de médicos abortistas. Es con más vida que se lucha contra la muerte, no con más muerte.

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