miércoles, 24 de noviembre de 2010

El último poeta de la copla

Antonio Burgos en ABC

A usted quizá le pase con el Maestro Guerrero como le ocurrió a Isabel mi mujer, un claro día de Cádiz, cuando paseábamos por la Plaza de las Flores y en la esquina de la calle Columela, sentado en un velador, viendo pasar el tiempo, la vida y la mañana, estaba el Maestro Guerrero. Se lo presenté:

—Mira, Isabel, éste es el Maestro Guerrero...

Salvador Guerrero vio la cara que puso Isabel y comprendió que no sabía quién era. Y más largo que su «Carretera de Asturias», le dijo:

—¿Tú sabes lo del «cordón de mi corpiño, cariño, que no lo puedo cortar»? Pues ese soy yo, Isabel, que Antonio no te lo ha dicho: yo soy el que escribió «El cordón de mi corpiño».

En Hollywood, el autor de «El cordón de mi corpiño» hubiera estado en un casoplón de Beverly Hills, viviendo como un rajá con las regalías de su canción. En España, el autor de «El cordón de mi corpiño» estaba en la butaca de su velador de la Plaza de las Flores, viviendo modestísimamente, hasta olvidado por el artisteo, aunque siempre honrado por sus convecinos gaditanos.

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