Ignacio Moncada en Libertad Digital
El problema de fondo, como en la mayoría de los conflictos sociales, reside en una cuestión de respeto a la propiedad privada. El dueño de cada bar, o los socios de cada club, deben tener la potestad de decidir si quieren o no quieren humos en sus propiedades. Cada consumidor, a su vez, debe tener plena libertad para decidir en qué bar quiere tomarse una copa y fumarse un puro, y en cuáles no quiere entrar para no salir atufado. Y es que después de permitir que el Estado entre a prohibir a su antojo en nuestras propiedades privadas, por mucho que haya gente invitada a entrar en ellas, no existe ningún motivo para que no nos prohíban fumar en nuestras casas. Al fin y a cabo, también en ellas, espacios cerrados, pueden convivir fumadores y no fumadores. ¿Nos prohibirán fumar en casa?
lunes, 3 de enero de 2011
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