domingo, 19 de junio de 2011

Cobertura

Manuel Vicent en El País

Imagino qué habría sido de nuestra cultura si los dioses del Olimpo hubieran tenido un móvil. Aquellos héroes facinerosos cuyos crímenes y pasiones fueron estelares se habrían convertido en unos horteras hablando de catarros, operaciones de vesícula, negocios de parcelas o de modelos de bañador y de zapatillas. Si Penélope, la de Ítaca, que tejía y destejía una inexorable manga de jersey esperando al marido hubiera tenido un móvil la Odisea se habría convertido en un chismorreo diario, ella preguntando cada media hora donde estás y Ulises contestando cualquier bobada, obligado a navegar al Hades, latitud de la eterna bruma solo porque allí no había cobertura. La palabra red ya lleva incluida una idea de trampa para estorninos. Frente a la posibilidad de estar siempre expuesto a ser cazado por esa araña social, al llegar a un espacio donde no es posible recibir una llamada se tiene una sensación similar a la de aquellos exploradores que se sentían libres al desembarcar en una playa virgen solos bajo el sonido de cotorras auténticas, no humanas.

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