"Vaya usted a saber qué insensato decidió que el día de esos grandes incordiantes que son los filósofos fuera acogido por la ciudad en la cual son lapidadas las mujeres adúlteras, colgados de grúas los homosexuales, condenados a muerte ateos y blasfemos… En la ciudad en la cual Sócrates, Platón, Aristóteles, Maquiavelo o Spinoza hubieran sido primero descuartizados, quemados a la parrilla luego, a continuación aventados hasta no dejar ni resto de memoria. ¿Sus libros? ¿Quién hubiera podido publicar la Ética, o el Fedro, o el De generatione et corruptione, o los Discorsien el Teherán de Ahmadineyad?
De algo servirá, si, al fin, ese encuentro se realiza. Bastará una contabilidad de los cómplices con la República Islámica para saber quiénes no son, quiénes no serán jamás, filósofos. Y, ya que no su conciencia, espero que la cantilena, al menos, del almuédano les arruine el sueño."
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