martes, 9 de noviembre de 2010

El insultado

Alfonso Ussía en La Razón

Stalin, que sabía del peligro de la autenticidad ante la fuerza de las armas, preguntó que cuantas divisiones poseía el Papa de Roma. No entendía el poder universal de un hombre, el representante de Cristo en la tierra, que vive guardado por un ridículo número de soldados armados de lanzas. Ese hombre, que cambia cuando muere y vuelve a ser el mismo hombre cuando es elegido, derribó el Muro de Berlín y abrió la puerta de la libertad a centenares de millones de europeos encarcelados tras un telón de acero ignominioso. Y ese hombre, siendo otro hombre con otro nombre, pero el mismo, es el que nos ha dicho en Santiago y Barcelona que defendamos la vida de los indefensos, la suerte de los desfavorecidos, y la libertad en paz de todos los hombres. Por eso lo insultan.

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