lunes, 15 de noviembre de 2010

"El oro ya no es dinero"

Juan Ramón Rallo en Libertad Digital

Los políticos nunca se han sentido cómodos con el oro. Fue un dinero que les vino impuesto por el mercado y que desde luego limitaba enormemente su poder y su margen de maniobra. Desde un punto de vista monetario, bien puede observarse el siglo XX como una continua lucha del Estado contra el oro, una batalla sin cuartel para ir desarticulando el patrón oro clásico con tal de sustituirlo por un nuevo dinero de cuño político que les permitiera a los burócratas manipular el volumen de crédito con el único límite del repudio monetario.

(...)

El oro sigue siendo un activo monetario le pese a quien le pese (véase políticos y economistas serviles). Por supuesto no es dinero en el sentido de "medio de pago generalmente aceptado", pero tampoco lo era durante Bretton Woods y nadie dudará de que entonces el oro sí era dinero. Más bien, el oro es dinero en el sentido de que continúa siendo la reserva de valor última de cualquier sistema económico: si quiebran todos los bancos y todos los Estados, si somos invadidos y devastados por los bárbaros o si cae un meteorito que arrasa con la mitad de la población mundial, el oro –y en menor medida otros metales preciosos como la plata– será el único bien que nos habrá permitido conservar el valor de nuestro patrimonio y el único bien que podrá emplearse como medio de cambio generalmente –globalmente– aceptado.

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