lunes, 6 de diciembre de 2010

Estado de alarma

Juan Manuel de Prada en ABC

Rubalcaba sabe que el resentimiento atávico de los españoles precisa, después de ser concienzudamente alimentado, de un muñeco de pimpampum al que se pueda hacer responsable de todas las calamidades que nos afligen. En otras épocas de la historia, los gabachos o los jesuitas desempeñaron a la perfección este papel; y en esta época más bajuna o suburbial de la historia tal papel se asigna a colectivos diversos, desde los obispos a los controladores aéreos. Estos últimos son todavía más eficaces como muñecos de pimpampum que los primeros, puesto que ganan un pastizal (o al menos así lo pregona la propaganda, que también nos martillea las meninges con la consigna de que el pastizal lo ganan por culpa de la derecha), ligan con las azafatas de los aviones (que son la fantasía erótica del españolito medio) y tienen en su mano jodernos el puente de la Inmaculada Constitución, que es el desahogo último que le resta a la gente cuando olfatea que, a la vuelta del puente, se va a quedar sin trabajo. Conque Rubalcaba los obliga a trabajar a punta de pistola (como algunos controladores afirman que ha ocurrido) y el resentimiento social se aplaca: dicen que los duelos con pan son menos; y, a falta de pan, buenas son tortas, sobre todo si las tortas se las llevan, manu militari, esos pijos de los controladores aéreos.

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