martes, 15 de febrero de 2011

Malversaciones

Hermann Tertsch en ABC

El Ministerio Público, que tantos asuntos gravísimos se ha visto obligado a relegar a esta máxima prioridad del Estado que era el caso de esos trajes de medio pelo de Camps, reconoce no tener indicios de tráfico de influencias, contratación irregular ni financiación ilegal. ¡Por Dios, señores, qué fiasco el suyo! Después de dos años de utilizar todos los medios del Gobierno y del Estado, policía y fiscalía, amiguetes de la judicatura, de filtraciones reales o falsas, intoxicaciones múltiples y multiplicadores de opinión y agentes, éstos sí sospechosísimos de cohecho continuado y prevaricación constante en favor del rodillo socialista; ¿esto es realmente todo lo que han sabido encontrarle? Me gustaría ver a mí cuántos políticos con unos cuantos años ejerciendo tareas no ya de gobierno, sino de cierto relieve, superarían un escrutinio como el aplicado a la vida y el entorno de Camps con una acusación como esa. Por no hablar desde luego de nuestra tropa de ministros y caciques. Que nos lo digan, el Pepiño de la casita costera y el «maná» a las empresas amigas, el Chaves de la niña subvencionada, el Griñán de los EREs egipcios, el Rubalcaba de los faisanes y las medallas pensionadas, el Bono «seseñero» y sus caballerizas, la Pajín con sus subvenciones y ONGs amigas y hermanas o la niña Aido con sus cuentas del Gran Capitán del Ministerio de la Igual Dá.

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