lunes, 28 de marzo de 2011

Pepón y Freddy

Emilio Campmany en Libertad Digital

La izquierda nunca ha brillado por su sentido del humor. Pero, de vez en cuando, surge alguien con fogonazos de ingenio. En la II República, cuando Ossorio y Gallardo se opuso a la ley de divorcio preguntándose retóricamente ¿qué haremos con nuestros hijos?, Pérez Madrigal le espetó desde el escaño: "de momento al suyo lo hemos hecho subsecretario". Se acabó el discurso antidivorcista. Alfonso Guerra no era Pérez Madrigal, pero tenía su gracia con lo del chaleco floreado o cuando decía que Soledad Becerrill era Carlos II vestido de Mariquita Pérez. No está mal para un sociata.

Lo de ahora da pena. La broma del Sin ti no soy nada, además de no ser muy graciosa, es un insulto a las víctimas del terrorismo. Porque el humor, bueno o malo, es contraproducente cuando se emplea para ironizar sobre las cosas más serias. Y lo de que la Policía avise a un terrorista de que va a ser detenido y escape no es algo para gastar cuchufletas. No me explico que ningún diputado del PP no le espetara desde el escaño, a cappella, sin micrófono, algo así como "¿Y por qué no se la cantas a la viuda de Gregorio Ordóñez? ¿O a la de Fernando Múgica?". No hubiera tenido gracia, pero hubiera puesto en evidencia la poca que tenía la ocurrencia de Freddy.

Ahora va el tío, se les aparece a los castellano-manchegos para presentarles a Barreda, como si no lo tuvieran ya hasta en la sopa, y se encuentra más gracioso que nadie. Y, para demostrarlo, no se le ocurre otra cosa que acusar a Rajoy de pronunciar frases incomprensibles. Lo dice él, que es la mano derecha de un individuo al que no se le entiende la mitad de lo que dice y que, cuando se le entiende, es peor porque no son más que tonterías.

A otro que le gusta recrearse en su sentido del humor es a José Bono. A éste le ha dado por el halago hiperbólico dirigido a Rubalcaba cuando lo tiene delante. Se le nota muy bien que lo va a volver a hacer porque empieza llamándole, con voz acaramelada y mirada sedosa, por su nombre de pila. Luego, se pone en plan espejo de la reina de Blancanieves y le dice que no hay nadie más listo que él. Esta vez lo ha hecho de este modo: "Alfredo, has sido muchas cosas, quiero decirte que siempre que te hemos necesitado nos has apoyado, con el agua, con las carreteras y cuando eras diputado por Toledo", como cunero de porquería, podría haber añadido.

Éstos son los listos. Cómo serán los tontos, que lo que conocemos es sólo una muestra. Y Botín, haciéndole la pelota a Zapatero. Y Pedro J. confundiendo a Homero con Apolonio de Rodas y la Odisea con las Argonaúticas. Así, ni arreglamos el país ni metemos al director de El Mundo en la Academia. Pena de país.

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