domingo, 5 de junio de 2011

Inquilinos del poder

Ángela Vallvey en La Razón

Si fuésemos de verdad tan adelantados como presumimos, cada vez que un partido político accediera al poder se comprometería honorablemente a dejar la cosa pública al menos en el mismo estado que la encontró (descontando un razonable desgaste por el paso del tiempo), tal como se hace con el alquiler de inmuebles en los países avanzados. No tendrían ni que ponerlo por escrito: su probidad y su virtud serían suficiente garantía. Y el edificio de la cosa pública, del Estado, no sufriría los graves deterioros que, a ojos vista, está padeciendo. Los ocupantes de la bancada del poder suelen acomodarse en él como un inquilino incivil en un apartamento barato y descuidado. «Y qué más da, si no es mío y, además, ya estaba hecho polvo cuando yo llegué…», parecen pensar. Luego se quejan de que los contribuyentes los llamen «la casta» y se produzcan «peligrosos» movimientos de opinión que reniegan de los políticos y de sus privilegios. Y se extrañan cuando los propietarios-ciudadanos los ponen de patitas en la calle, hartos de tanto destrozo en su propiedad, pese a que muchos deterioros los diesen por supuestos.

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