miércoles, 20 de enero de 2010

Acontecimiento haitiano

José Antonio Martínez-Abarca en Libertad Digital

Lo que va de ayer a hoy. Hoy la niña Omayra Sánchez, de estar atrapada irremisiblemente hasta la muerte por los efectos de algún desastre natural, pongamos como el de Haití, no se hubiese escapado tan fácil y con tan templadas explicaciones hacia la muerte: delante de la cámara tendría al menos a ocho o diez políticos mundiales quitándole amorosamente la suciedad de la carita, a las intrépidas corresponsales de las televisiones más concienciadas chapoteando en el lodo vestidas a la manera de la etnia de Omayra en señal de multiculturalismo, a la turbamulta del "quítate tú que me pongo yo" del procesionismo "oenegedario" y ya no a media, a toda la opinión pública mundial (que es un oxímoron: si es de masas no es opinión) en vilo por saber quién iba a adoptar primero el nombre de la niña para bautizar un parque o un colegio de primaria. ¿Suena demasiado siniestro? El planeta se va poniendo aún más.

No hay comentarios: